La empresa de portería electrónica Foxsys pensaba emitir deuda por US$ 500.000 en el estreno de la plataforma de financiamiento colectivo Crowder, pero unas semanas antes de la fecha señalada los directores tomaron confianza y se preguntaron: “¿Por qué no lo hacemos hasta un millón?”. Luego de los primeros días de la subasta de las obligaciones negociables (ON) la pregunta era otra: “¿Para qué diablos nos pusimos esta mochila?”.
Guillermo Rodríguez, el CEO de Crowder, tenía activadas las notificaciones para saber al instante cuándo un inversor había colocado el dinero en ese nuevo instrumento. Era algo “insano”, recordó el fundador de esta plataforma, al participar el 28 de agosto de un evento organizado por Cubo Itaú. La barra que mostraba cómo se llegaba a la meta para el millón tuvo un fuerte impulso de arranque, motivado por algunos amigos que ya se sabía que iban a colocar. Pero después llegó la meseta, la ansiedad, los nervios de que todo estaba estancado. Después hubo cuatro días de “adrenalina insana”, cuando el tiempo se agotaba. En ese lapso se lograron juntar US$ 500.000, la misma cantidad de los 50 días anteriores. “La gente reaccionó”, contó Rodríguez, aliviado de haber colocado la primera emisión de deuda en una plataforma que definió como una “pequeña bolsa” digital.
El sistema de financiamiento colectivo surgió con la Ley de Emprendedurismo, de 2019, con la que también se aprobaron las sociedades anónimas simplificadas (SAS). La norma define estas plataformas como “mercados de negociación de valores de oferta pública abierto a la participación directa de los inversores y reservado a emisiones de monto reducido”. Para buscar financiamiento a través de este mecanismo, las empresas pueden facturar hasta el equivalente a US$ 11 millones y el monto máximo de emisión es de US$ 1,5 millones (en dólares, unidades indexadas o pesos).
Si bien originalmente los legisladores pensaron en esta alternativa para startups, la empresa de portería tenía experiencia y no entraba dentro de esta categoría. Ya abarcaba el 50% del mercado y necesitaba “apalancarse” en el negocio, explicó Rodríguez. El CEO les contó a los pocos empresarios que lo escuchaban que un ejecutivo los definió como unos “locos de mierda” por haber recaudado un millón de dólares en poco tiempo, cuando “ningún banco de plaza” le prestaba ese monto.
Rodríguez sostuvo que este mecanismo de financiamiento colectivo está “en el medio” del financiamiento bancario y el privado. “Somos un poquito más caros que los bancos, que no les prestan a todos en las mismas condiciones, que no te dan la posibilidad de multimonedas, de años, de amortización. Y somos bastante más baratos que hacer una ON privada o ir por otros mecanismos no tan regulados”, explicó Rodríguez.
El director del Centro de Innovación y Emprendimientos en ORT, Enrique Topolansky, dijo que esta emisión pasó “por debajo del radar” y opinó que estos instrumentos pueden “dinamizar un montón” la economía. Esta posible movilización está medida. Cuando Crowder comenzó a operar, Martín Larzábal —uno de los ejecutivos que se sumó a la firma— estimó el “tamaño del mercado de financiamiento colectivo”, contó Rodríguez. El resultado dio que podía llegar a alcanzar entre US$ 90 millones y US$ 100 millones. “Es más que la Bolsa de Valores”, reaccionó Topolansky. “Y, sí. Puede llegar potencialmente a ser”, respondió Rodríguez.
Como, según la Ley de Emprendedurismo, los clientes a los que puede apuntar Crowder son los que facturen menos de US$ 11 millones, en esa categoría estaría el 2,5% de las empresas de Uruguay, dijo el fundador de la plataforma basado en datos de la Agencia Nacional de Desarrollo.
Sin “circo”
Aunque en los últimos años Rodríguez ha adoptado el lenguaje de los asesores de inversión, cuando ejercía como abogado asesoraba a emprendimientos de biotecnología en temas regulatorios. Cuando cambió de trabajo, tuvo una “única ventaja”: “Yo ya me había cascado con el Ministerio de Salud Pública, que debe ser lo único peor que el Banco Central” (BCU).
El viaje para la creación de Crowder estuvo “plagado de sacrificios” y en ese camino debió entender que no estaban “contra él”, sino que eran “las reglas de juego” y había “que jugar”. Agregó: “Cuando uno brinda un servicio, tiene que entender que al final del día ese es el valor agregado que trae”.
Rodríguez dijo que lo que hace Crowder es permitir que las empresas emitan de forma “supersimplificada”, con un formato “parecido” al de una bolsa. Es una comparación que al BCU “no le gusta”. “Parecido con muchas comillas. Aún así, me llaman igual”, comentó.
El ejecutivo reconoce que “un acierto” del BCU es que la autorización de una emisión no depende del regulador, sino de Crowder. Esa es otra de las diferencias de este sistema de financiamiento colectivo con las emisiones tradicionales en las bolsas de valores. La plataforma le pide una serie de documentos a la empresa que va a buscar fondeo y, cuando todo está autorizado, se presenta ante el BCU. En 24 horas, ya debería tener su autorización. Después la firma tiene que publicar el prospecto, que tiene que estar en Internet cinco días antes de la habilitación de las ofertas. “En una semana y media tengo una emisión de oferta pública colgada. Una emisión que lleva, en el mejor de los casos, seis, nueve o 12 meses (hacerla a través de las bolsas tradicionales). Entonces, nosotros rompimos ese plazo”, celebró Rodríguez.
La flexibilización de la propuesta fue uno de los puntos que más llamó la atención de los inversores que estaban en el auditorio de Cubo Itaú. Uno de los asistentes le consultó a Rodríguez cuál es el costo que tiene para la empresa y si ve un mínimo viable para invertir. “Con la ON tradicional se te van algo así como US$ 350.000 o US$ 400.000”, le explicó.
Rodríguez agregó que no es conveniente recurrir a Crowder para buscar financiamientos pequeños, pero señaló que “a partir de US$ 200.000” se justificaría pensar en este fondeo como alternativa. A la tasa que se les paga a quienes invierten (en el caso de los títulos de renta fija), se le debe sumar el 1,5% que cobra de forma anual la plataforma, explicó. Las emisiones a través de Crowder tampoco requieren calificación de riesgo ni auditorías externas, acotó. “Sacás bastante del circo. Eso es mucho dinero y esfuerzo administrativo”, respondió el asistente.
Los cambios
El abogado y emprendedor había llegado a la actividad del jueves pasado después de una reunión en el BCU. Tras la emisión de Foxsys, el organismo le pidió “sugerencias” para mejorar la reglamentación, contó Rodríguez. “Nosotros tomamos la lanza, hicimos todo el camino, tuvimos la licencia, hicimos la emisión y recién ahora ellos nos ven como un par”, sostuvo.
Durante la charla, el ejecutivo contó que están trabajando para que a finales de año haya algunos cambios en la normativa. El modelo actual no permite “el match ideal”, porque las SAS “no pueden emitir acciones de oferta pública”, dijo Rodríguez como una pista de los posibles ajustes. El tratamiento que estas sociedades tienen cuando emiten deuda es similar al previsto jurídicamente para las sociedades anónimas abiertas, que deben ser controladas por la Auditoría Interna de la Nación, por ejemplo.
Rodríguez también pretende que los montos máximos para emitir y de facturación de las empresas sean mayores.
El ejecutivo lamentó que, a la hora de los “bifes operativos regulatorios”, el proceso para la habilitación de Crowder fue largo. “Hablamos mucho de impulso, pero después hay que darse contra los estamentos”, dijo Rodríguez. El proceso de autorización les llevó 12 meses y el inicio de las actividades —otro “hito” que tiene que ser autorizado por el BCU— requirió medio año más.
Crowder se prepara para lanzar este mes una segunda emisión. Aunque Rodríguez no dijo el nombre, adelantó que se trata de una empresa del rubro gastronómico que hace seis meses que está buscando un préstamo bancario, pero no ha tenido un resultado exitoso. “Es una oportunidad para el mercado y hay que darle solución”, alentó.
Aseguró que, aunque parezca “fácil”, todavía “no es tan sencillo” sumar productos “a la estantería”, si bien apuestan por tener tres o cuatro instrumentos más lanzados antes de fin de año. Si se concreta, Crowder sería una plataforma “más consolidada” y con productos diversificados, también con empresas del rubro audiovisual, real estate y agropecuario.