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    Élites, cámaras y partidos: aunque menos que en el pasado, la “politización” empresarial “sigue existiendo”

    De una nueva base que compendiada los directorios de las organizaciones empresariales desde 1871 surge que se repiten apellidos como Vidiella, Sanguinetti, Urioste, Artagaveytia, Bordaberry, Arocena

    Las “élites” despliegan “estrategias” para “generar sinergias” y perpetuarse, sostuvo el sociólogo Fernando Filgueira para rematar una anécdota personal relacionada con su ascendencia por el lado brasileño, “de la oligarquía de Minas Gerais”. Su abuela y su madre le decían que toda familia debe tener cuatro hijos: uno para hacerse cargo del negocio —allí, usualmente, una hacienda agropecuaria—, otro para ser político desde el Parlamento, un tercero para integrar las Fuerzas Armadas y el cuarto para ser miembro de la Iglesia. Según el relato, con esa lógica de conveniencia para los intereses del núcleo, avanzado el siglo XX se debía sumar un quinto vástago que “fuera, por las dudas, al Partido Comunista”.

    Ese nexo entre el poder económico en manos de empresarios y el poder político a lo largo de la historia uruguaya busca exponer un proyecto de investigación que por estos días ve la luz con una herramienta concreta: una base de datos que, a partir de distintas fuentes documentales, reconstruye las directivas de algunas de las cámaras empresariales más representativas del país —con registros desde el surgimiento, en 1871, de la Federación Rural, la primera, hasta años recientes o la actualidad—, así como los directorios de los entes públicos comerciales e industriales. Eso se cruza con otra base, esta sobre las integraciones históricas de los poderes Ejecutivo y Legislativo. Según Nicolás Schmidt, quien junto con Felipe Monestier lidera este proyecto académico, lo que muestra es “cómo las élites económicas se meten en la arena política”, expuso el jueves 4 al presentar algunos de los hallazgos en el IX Congreso Uruguayo de Ciencia Política.

    ¿Cuánto se han mezclado esas arenas? De la base surge que la proporción del total de integrantes de directivas empresariales que ocuparon cargos políticos en el Ejecutivo y en el Legislativo alcanzó máximos —cercanos al 30% hasta el golpe de Estado de Gabriel Terra en la década de 1930—, para después entrar en una pendiente, luego hubo un rebote alrededor del cambio de siglo, y otra vez la cifra cayó en los años recientes. El dato más actual ubica esa participación en torno al 2%.

    Con el nombre DIGEuy y la imagen de Domingo Ordeñana —fundador de la Federación Rural—, los investigadores anunciaron la inminente publicación en un sitio web de este directorio, que será de acceso libre, gratuito y tendrá formatos que facilitan el procesamiento estadístico.

    Ruibal Lacalle Pou
    Ruibal y el caballo que la Cámara de la Construcción le regaló al entonces presidente Luis Lacalle Pou

    Ruibal y el caballo que la Cámara de la Construcción le regaló al entonces presidente Luis Lacalle Pou

    En el caso de las organizaciones empresariales, la base, además de la federación mencionada, abarca a la Asociación Rural, la Asociación de Consignatarios de Ganado, la Cámara Mercantil de Productos del País, la Cámara de Comercio, la Cámara de Industrias, la Asociación Nacional de Broadcasters (Andebu), la Asociación de Bancos Privados y la Confederación de Cámaras Empresariales, así como a otras dos ya desaparecidas.

    Filgueira, que intervino como comentarista en la presentación realizada en un minúsculo salón de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, elogió este trabajo académico en el entendido de que “permite tener una mirada continua” de la ascendencia empresarial en el país. Acotó que es “discutible” la importancia de algunas de las gremiales incluidas y sugirió contemplar otras, por ejemplo, las representativas de la nueva economía, como la Cámara del Software.

    Un sector de actividad tradicional que no está incluido en esta base es la industria de la construcción y su cámara. Quien la preside en la actualidad, Alejandro Ruibal, cara visible y accionista minoritario en la constructora Saceem, declaró públicamente su filiación partidaria —algo inusual entre el empresariado local—, colorada, y también dijo que ha considerado dedicarse a la política.

    Otros empresarios que, como él, son pesos pesados en los negocios no integran sin embargo directivas gremiales, y para comunicarse con el poder político usan canales directos.

    Apellidos y “dinastías”

    En la presentación de esta nueva base, los autores y un par de académicos que la utilizaron comentaron varios hallazgos.

    Iris Acquarone, de la Escuela de Estudios Globales y Políticos de la Universidad de Arizona, identificó aparentes “dinastías económicas” dentro de las cámaras empresariales, con apellidos que en perspectiva histórica se repiten, como Vidiella, Sanguinetti, Urioste, Artagaveytia, Bordaberry, Arocena o, el más común, Rodríguez. Personas, en principio, integrantes de esas “dinastías” aparecen en la base ocupando algún cargo directivo por períodos que van de 50 a 87 años. Además, los nuevos ingresos a las directivas —en torno al 40%— “siguen siendo, en gran medida, dinásticos”. Según su lectura de estos datos, “parece haber una representación familiar alta, pero no una élite” superconcentrada.

    Respecto del vínculo entre las élites económicas y políticas, esta doctora en Ciencias Políticas habló de una “autonomización en cierta medida” en tiempos recientes y de una “politización empresarial que, en un nivel más bajo, igual sigue existiendo”. Se preguntó si eso no responde a que hoy hay lazos más encubiertos debido a “conflictos de interés” y nueva normativa al respecto.

    También observó que, desde el retorno a la democracia en 1985, las colectividades políticas históricas —blancos y colorados— “siguen siendo los partidos de filiación principales” cuando la “puerta giratoria” dio paso desde las gremiales empresariales a los cargos legislativos. Y puso en cuestión que sea virtualmente nulo el vínculo partidario de la élite económica con el Frente Amplio “desde otro lugar que no sea ocupar un cargo”.

    Mujeres y élites

    Sobre las mujeres en particular, de la base de directorios empresariales surge que la primera se incorporó en 1975, en Andebu. Después hubo un aumento “mantenido pero muy lento” —que asoció más que nada a un “ambiente general de mayor visibilización femenina”—, para llegar al presente con una participación de “solo el 10%”, observó Acquarone.

    En línea con esa relativamente baja representación de ellas, también marcó que predominan en cargos gremiales de “vocalía” y “secretaría” y, en años más recientes, en los de “dirección” o la “vicepresidencia”, “quizás por visibilizar que hay mujeres en algunos sectores”. Además, la duración en esas posiciones es menor en el caso de las mujeres que en el de los hombres. Sintetizó que ellas “no solo ocupan pocos cargos”, sino que están en aquellos que “no tienen real poder decisorio” dentro de las cámaras.

    Del análisis que hizo esta académica de la nueva base de directorios de organizaciones empresariales surge que, a diferencia de los hombres, ninguna de las mujeres que figuran allí pasaron luego a tener un rol de representación política en ningún momento.

    Élites comparadas

    También Chile tiene su élite empresarial, representada en apellidos como Larrain, Vicuña, Valdez o Eyzaguirre. Naim Bro, de la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo Ibáñez, la definió como con un “gran dominio” —aunque decayó en la década de 1920— y con fuerte presencia en el Congreso chileno, en contraste con una élite uruguaya, según él, “más débil”.

    Usando la nueva base de directorio empresarial, el académico remarcó varias constataciones para Uruguay: hay personas que aparecen en “múltiples gremiales” y que ahora esta élite “está un poco más disgregada” que en el pasado. También señaló que hubo un descenso “bien rápido de la prevalencia” de los apellidos “patricios”.

    Demostrando la ductilidad de la base como herramienta de análisis, Bro analizó el “origen étnico” de las directivas de las organizaciones empresariales y constató que, actualmente, un 25% tiene apellidos italianos y que los vascos están “muy” sobrerrepresentados en las gremiales ruralistas.