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    Puerto pesquero Capurro: 1.000 metros de muelle “de calidad” para un sector en crisis, que en plena zafra “estira la agonía”

    Uno de los proyectos de infraestructura más relevantes de las últimas décadas en la terminal de Montevideo, que está en la etapa final de obra y que demandó una inversión millonaria, contrasta con la situación y el nivel de actividad de la industria pesquera nacional

    Con el hormigonado de la entrada aún fresco y una estructura elevada que luce sin la cartelería de ingreso correspondiente, el puerto pesquero Capurro tiene listo lo principal: un kilómetro de muelle a estrenar —dispuesto en forma de L— para el atraque de 50 embarcaciones y los servicios que requieran.

    La construcción de la terminal, que demandó una inversión de US$ 110 millones a la ANP, se estima que tiene 50 años de vida útil por delante —como mínimo—, que con el mantenimiento adecuado puede llegar al doble. “Es una de las obras portuarias más importantes de los últimos 40 años”, dijo a Búsqueda el presidente del ente, Juan Curbelo, y apuntó que la nueva terminal incorpora “muelles de calidad” al Puerto de Montevideo y “va en línea de seguir apostando a las áreas especializadas”.

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    El muelle tiene capacidad de atraque y servicio para unas 50 embarcaciones

    El muelle tiene capacidad de atraque y servicio para unas 50 embarcaciones

    La paradoja es que, si estuviera operativo para setiembre (aunque no hay fecha de inauguración todavía), gran parte de la flamante infraestructura estaría ociosa debido a la reducida actividad del sector para el que fue ideado y desarrollado en particular. Es que, tras siete meses de paralización, algunas firmas pesqueras de bandera nacional recién comenzaron a salir al mar la semana pasada para aprovechar los meses que les queda de “zafra”. Eso fue posible, según dijeron a Búsqueda fuentes del sector, tras la firma de acuerdos bipartitos (con los trabajadores) que implican alza de costos salariales. Alegaron que el gobierno ha flexibilizado algunas posiciones pero también ha condicionado la posibilidad de tomar otras medidas que favorezcan la ecuación de las empresas. Algunas firmas nacionales advirtieron que la crisis de la pesca se arrastra hace mucho tiempo y auguran que tenderá a “desaparecer” si no se toman medidas que promuevan su desarrollo.

    La nueva terminal

    Desde el 2009 la ANP buscaba ubicar la flota pesquera nacional y extranjera en una terminal especializada. Después de una licitación frustrada en 2011 resolvió financiar la obra con fondos propios. Contrató al consorcio formado por Teyma Chediack y Lavigne, que inició la construcción en agosto de 2019.

    Con la infraestructura avanzada, el plan del ente de buscar concesionar por 30 años las operaciones de la terminal de forma integral fracasó al no encontrar interés de privados y resolvió que gestionaría directamente el nuevo puerto. Entonces, Curbelo proyectó que la inversión sería “redituable a largo plazo”.

    Es que la pesca “no paga” la inversión de US$ 110 millones, pero al ir los pesqueros hacia Capurro y liberar espacio, se vaciarán en la bahía de Montevideo los muelles 10 y 11, recuperándolos para otro tipo de actividad, vinculada al comercio exterior o de trasbordos.

    “Con la infraestructura nueva vamos a poder ofrecer área para destinar a servicios vinculados a la pesca, lo que hoy era imposible”, señaló Curbelo, y agregó que los técnicos de la ANP están evaluando una iniciativa privada para una instalación frigorífica en la nueva terminal.

    El nuevo muelle de Capurro —de 1.000 metros— es el más extenso del Puerto de Montevideo si se considera por sí solo. Individualmente, es un tercio más largo que los muelles C y D. Incluso, la dimensión del muelle que proyecta construir la Terminal Cuenca del Plata (entre la escollera Sarandí y el actual muelle de escala) es de unos 730 metros lineales.

    La obra, que ya está en su etapa final, con trabajos en el control de acceso y zonas secundarias, consistió en rellenar y ganar terreno hacia el mar en dos áreas (de 50.000 y 67.000 metros cuadrados) para realizar maniobras, ofrecer servicios y dotar de espacio para otras instalaciones como oficinas de Aduanas, de Recursos Acuáticos, Migración, Prefectura, etc.

    El procedimiento constructivo utilizado fue una “innovación”, explicaron desde la ANP a Búsqueda durante una recorrida realizada el lunes 15, porque se reutilizaron los lodos producto del dragado con un tratamiento para solidificarlo y disponerlo en “geotubos” para lograr mejor satisfacción ambiental.

    A su vez, se innovó en el diseño del muelle, que cuenta como “abrigo” contra el oleaje exterior con paredes de hierro (se denominan “tablestacas”) que se elevan desde el fondo marino hasta al menos un metro por encima del pavimento. Ello dará protección a los trabajadores y estabilidad a las embarcaciones en el espejo de agua que separa el muelle de la bahía.

    A lo largo del muelle de Capurro se dispusieron unos 50 bolardos para el amarre de los barcos y cada 18 metros hay puestos de tomas de electricidad y agua potable elevados.

    Además del balizamiento, la iluminación, el sistema contra incendio y el cercado de todo el perímetro, el puerto se dragó a cinco metros de profundidad para que en la primera etapa quede operativo para la pesca nacional, dado que los buques de bandera extranjera requieren de mayor calado. Por eso, esa flota seguirá trabajando en los muelles comerciales de la terminal montevideana.

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    Vista desde el muelle hacia la refinería de Ancap de La Teja

    Vista desde el muelle hacia la refinería de Ancap de La Teja

    En el calmo espejo de agua de Capurro, el lunes 15 todavía se observaban los trabajos de desguace del exdique flotante de Tsakos, cerca de algunos barcos pesqueros que esperan ser acondicionados, y dos dragas sin operativa de la empresa china Jan De Nul.

    Zafra de pesca

    Por la dimensión del puerto y el bajo nivel de actividad de la pesca nacional la infraestructura de Capurro estará subutilizada, ya que desde un principio se pensó para que también operara la flota de bandera extranjera y que todo el sector mudara hacia allí su actividad.

    La situación difiere según se trate de firmas nacionales de mayor o menor porte o de las extranjeras que trabajan en altamar con buques congeladores y cuya actividad es sobre todo para la exportación.

    Los barcos extranjeros (asiáticos) ya terminaron la zafra de captura de calamar y los europeos siguen adelante con la de merluza, que se extiende hasta octubre. “Viene siendo una muy buena zafra”, dijo a Búsqueda Aldo Braida, presidente de la Cámara de Agentes de Pesqueros Extranjeros. En los últimos tres años hubo 150 barcos operando en Montevideo (unos 50 chinos, 40 coreanos y el resto españoles o con otra bandera pero de capitales españoles), detalló. En todo el 2023 entraron al puerto (escalas) 363 veces y este año estimó que esa actividad se incrementará entre 15% y 20%. El aumento de las escalas es señal de buena pesca, porque el buque se completa más rápido y tiene que llegar a puerto para descargar y volver a salir al mar.

    El movimiento de mercadería y la descarga de un solo pesquero implica trabajo para alrededor de un centenar de personas que emplea un operador portuario con algunas grúas, varios elevadores y una docena de camiones, ejemplificó.

    Ese dinamismo no existió en los últimos siete meses para la pesca nacional que estuvo en conflicto, con personal en seguro de paro debido a la inactividad de las firmas por los problemas de competitividad que arrastran.

    Pero en la última semana, tras firmar acuerdos bipartitos con los trabajadores, varias empresas retomaron la actividad de captura, dijeron a Búsqueda fuentes del sector. En diciembre, las gremiales habían denunciado los convenios colectivos que regían en las distintas ramas y advirtieron al gobierno que ante la “grave” situación económica, si no se encontraban soluciones, la actividad se terminaría concentrando en los meses de zafra, cuando los ingresos les permitieran cubrir los costos de funcionamiento.

    Ahora, “la voluntad de las partes es destrancar” la situación para que al menos los barcos de altura congeladores (que capturan merluza para exportación) tengan la zafra, si bien ya perdieron algunas semanas.

    “La situación del sector sigue siendo crítica, pero más lo será si no se sale a pescar” en plena temporada de captura, comentó uno de los informantes. Explicó que como los sindicatos “saben eso” se han puesto “muy duros para exigir aumentos absolutamente ridículos, fuera de la realidad, sin los cuales no salen a trabajar”.

    Dijo que los trabajadores están planteando un “aumento del orden del 18% en dólares” e informó que algún pesquero firmó aceptando ese incremento “nada más que para no perder el 100% de la zafra, estirar la agonía, sabiendo que la muerte está muy cerca y es inevitable”.

    Según los informantes, “lo planteado por los sindicatos significa un costo adicional a la operación (de las empresas) que la hace absolutamente inviable”.

    Advirtieron que para las empresas que trabajan exclusivamente con barcos costeros, asumir esos aumentos implica “firmar el acta de defunción”. Algunos, reconocieron, “tal vez lo hagan” con ciertos ajustes o cambios “ para ganar un poco de tiempo y de ingresos, pero con “muchas dudas” hacia adelante.

    “Aunque ahora firmemos y salgamos a pescar, el resultado de todo este esfuerzo no permite visualizar un futuro prometedor para el sector, que —si no hay cambios importantes— va a tender a desaparecer”, señalaron.