Orsi, por su parte, planteó la aspiración de arribar a “un pacto educativo de carácter nacional”, aunque descartó una reforma profunda si gana las elecciones. “Estoy un poco cansado de la reencarnación de Varela una y otra vez”, dijo. Además, cuestionó la “transformación educativa” del actual gobierno. “Se trata de una improvisación mes a mes”, opinó. También hizo énfasis en la necesidad de escuchar a los docentes a la hora de promover cambios, aunque aclaró que los docentes no son los sindicatos.
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José Olivera, vicepresidente del sindicato de profesores en la sede de Fenapes
Mauricio Zina / adhocFOTOS
Las “batallas” entre el MEC y Fenapes
El sábado 9, Da Silveira sostuvo, en entrevista con El País, que “los sindicatos de la educación libraron batallas equivocadas y las perdieron todas”, y apuntó directamente contra Olivera, dirigente de Fenapes desde 2003: “Ese señor no tiene ningún crédito, es la clase de persona que no tiene lugar en un sistema educativo que mejore y en una profesión docente con mayor nivel de formación. Para empezar no tiene título de nada, es el bachiller José Olivera”.
Da Silveira, uno de los dos ministros que se mantuvieron en el gabinete desde que comenzó el gobierno, valoró positivamente la implementación de los cambios en educación y destacó el reconocimiento universitario mediante la prueba Docente Acreditado que impulsó el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) a través de la Ley de Urgente Consideración (LUC), junto con el cambio de gobernanza del Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP).
“El ministro se retrata al llevar el debate al barro y descalificar con la soberbia con la que se maneja”, dijo a Búsqueda Olivera. El dirigente consideró “raro” que “un licenciado en Filosofía” como Da Silveira se maneje con “la irracionalidad cognitiva con la cual responde”. También le señaló que su actitud es contraria a la “lógica que predica el presidente Luis Lacalle Pou: ‘Fuerte con las ideas y suave con las personas’”.
Y contraatacó: “Tengo 35 años de ejercicio en la profesión, a la que accedí por llamado público, evaluado y habilitado tras un concurso de oposición y mérito. Y estoy seguro de que tengo más formación docente que él (por Da Silveira), que nunca pisó el IPA, y quiero ver cuántos concursos de oposición y méritos dio para ocupar un cargo en la educación pública uruguaya”, siguió el gremialista, que invitó al ministro a comparar trayectorias y a debatir “mano a mano”.
Olivera detalló las “muchas batallas” ganadas por Fenapes en el campo educativo. “Logramos mantener la capacidad de compra de los trabajadores de la ANEP al final del período y la posibilidad de aumento real por sectores; eso fue producto de la negociación y de la movilización sindical. Logramos concursos para que unos 6.000 docentes se efectivizaran con estabilidad laboral. Contuvimos la reforma del estatuto del funcionario docente del Codicen que pretendía reducir derechos. Tampoco pudieron hacer la elección de horas por más de un año en Secundaria y UTU como pretendían. Y en materia curricular la administración tampoco pudo eliminar las asignaturas, porque tanto sindicatos como las ATD nos plantamos fuerte”.
Fenapes reclama “mayor participación de los docentes” en la discusión política en un futuro gobierno. “Una de las cuestiones más señaladas por los docentes es que no se han atendido ninguno de sus planteos, críticas ni reclamos formulados sobre la transformación educativa”, dijo Olivera. Y agregó: “En esa lógica, ni el Poder Ejecutivo ni el Parlamento acompañaron el pedido presupuestal de la ANEP para hacer la llamada transformación educativa, lo cual quiere decir que a la interna de la propia coalición gobernante había diferencias”.
A la hora de identificar los principales problemas educativos, ministro y sindicalista coinciden al referirse a que los escolares faltan a clase casi un mes al año y apenas algo más de cinco de cada diez liceales (56,4%) terminan su ciclo educativo, la cifra más baja desde 2019, según el Monitor Educativo de Secundaria de la ANEP.
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José Olivera, dirigente de Fenapes
Mauricio Zina / adhocFOTOS
“Declaración de guerra”
Ya en diciembre de 2019, Olivera criticó con dureza a quienes serían las futuras autoridades educativas. “Ganó el neofascismo”, dijo en una entrevista con Búsqueda. Sobre el ministro de Educación, Olivera dijo entonces que era “un soberbio de primera” que “gotea neofascismo” con “muy poco manejo político”, "un ego enorme y mucha dificultad para debatir porque parte de su verdad revelada, una especie de mesianismo”. Al nombrado presidente del Codicen, Robert Silva, embanderado de la transformación educativa, lo calificó de “un fiel representante de la vieja política del acomodo”.
Fuentes del MEC dijeron a Búsqueda que aquella ofensiva sindical antes de asumir “quemó todos los puentes” con el gobierno de la educación. “Fue una declaración de guerra”, definió una autoridad.
Sin embargo, meses antes de aquellas declaraciones de Olivera, Da Silveira había apuntado contra Fenapes: “Los responsables del desastre educativo que tenemos hoy, los que ejercen el poder fáctico que lo bloquea todo, los que no hacen una sola propuesta innovadora, se dedican a descalificar a los que buscan salidas porque no tienen el coraje de discutir ideas”.
Con los años, Fenapes achacó a Silva el haber impuesto una transformación educativa que “nadie sabe bien de qué se trata”, con la que labró “una campaña electoral basada en el de culto a la personalidad con fondos públicos”.
Entrevistado por Búsqueda, Silva contó que renunció al Codicen para garantizar la transformación educativa con esta coalición de gobierno y aseguró que el Frente Amplio fue omiso por “evitar conflictos” con los sindicatos de la enseñanza. Olivera le replicó: “Yo a Robert Silva le dije en la cara que estaba utilizando la ANEP para ser candidato (por el Partido Colorado)”.
Da Silveira dijo a El País que “el problema de los sindicatos es que consiguen escucharse mucho y la gente cree que su actitud predomina en el ambiente educativo, cuando no es así”. En su opinión, “los más ruidosos representan la visión más retrógrada y corporativa de la educación uruguaya”.
El ministro insistió en el mensaje de que “a los sindicatos les ha ido muy mal en estos años, pero no es que nadie los haya perseguido. Libraron todas las batallas equivocadas y las perdieron todas”. Olivera justificó la posición gremial diciendo que las autoridades pretendieron “imponer una propuesta cerrada sin admitir participación, críticas ni cambios”, definida por equipos técnicos y de espaldas al cuerpo docente.
“Complejos” de la izquierda
Durante el actual gobierno, el sindicato de profesores también reprochó la “falta de enjundia” a la izquierda para trancar con firmeza al gobierno. En octubre de 2023, Emiliano Mandacen, secretario general de Fenapes, lamentó que la izquierda tanto política como sindical, que tiene “gente formada” en el área, no salga “a darle con un caño” al elenco oficialista en el área. También calificó a la transformación educativa como “un enlatado” y un profundo retroceso. Pero, esta vez, esas consideraciones vinieron de la mano de una autocrítica de la izquierda por “errores” e “irresponsabilidades muy graves” cometidas durante sus gobiernos y en el período actual.
En diálogo con Búsqueda, Olivera completó esa idea que dijo compartir: “Hay una radicalización de las concepciones conservadoras y liberales en todo el mundo, y una pérdida de identidad del campo popular, identificado con la izquierda, producto de complejos que le generaron ciertos procesos de crisis, y eso está haciendo que ese campo popular se mueva en términos hasta electorales cada vez más hacia el centro”.
“Hay un patrón de comportamiento en términos políticos y electorales de esa derecha, que tiende a radicalizarse, mientras el campo popular, de izquierda, tiende a una actitud hasta vergonzante y timorata en algunos de sus planteos o críticas”. Ató esa tendencia de la izquierda a la “pérdida de paradigmas o de utopías”.
El sindicalista consideró que la izquierda está “perdiendo” la batalla cultural contra la derecha. En particular en la enseñanza, dijo que desde hace años tiene lugar una “batalla” en la que la derecha busca “desnaturalizar el carácter político de la educación”. Identificó al expresidente Julio María Sanguinetti como uno de los impulsores de esa iniciativa, desde que era ministro de Juan María Bordaberry.
“Te acusan de adoctrinamiento o te recortan los espacios en términos de laicidad, e incluso más allá, de proselitismo. Cuando la educación es sustantivamente un hecho político, que no quiere decir partidario, sino de tener la capacidad de critica de lo que pasa a tu alrededor. Por eso no nos quieren, porque todo actor que desafíe el poder o el statu quo, sea de derecha o de izquierda, va a ser resistido y combatido”, cerró Olivera.