Esta semana, ante el creciente repudio internacional por la conducta de Israel, Kaplan compartió en sus redes sociales un video que muestra a 800 camiones cargados con alimentos en el cruce de Kerem Shalom, en el extremo sur de Gaza, junto a la frontera compartida con Israel y Egipto. De acuerdo a la versión israelí, estos suministros ingresan diariamente al punto de control, pero en lugar de ser distribuidos a la población, son acaparados por Hamás, que luego los comercializa de manera ilegal. Además, Israel afirma que miembros de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (Unrwa), responsable de la distribución de la comida, tienen vínculos directos con Hamás.
“Nosotros no creemos en nadie, ni siquiera en las Naciones Unidas. Únicamente confiamos en las Fuerzas de Defensa de Israel”, apunta el teniente coronel retirado Eyal Dror, quien se dedica a brindar asistencia humanitaria a refugiados sirios. Aunque vive en la otra punta del conflicto, en el extremo norte de Israel, a aproximadamente 200 kilómetros de Gaza, Dror sostiene que dos décadas de experiencia militar le han enseñado a desconfiar de las intenciones de los vecinos de Israel.
“Catástrofe humanitaria de proporciones épicas”
El sábado Naciones Unidas informó que la falta de alimentos en Gaza causó la muerte de 154 personas por hambre y desnutrición. El comunicado añadió que al menos 104 personas habían muerto en las últimas 24 horas por ataques militares israelíes. El secretario general del organismo, Antonio Guterres, advirtió que los palestinos enfrentan una “catástrofe humanitaria de proporciones épicas”. Sus palabras reflejan opiniones diplomáticas parecidas que aumentan en cantidad e indignación.
El primer ministro británico, Keir Starmer, anunció que el Reino Unido planea reconocer formalmente al Estado palestino en setiembre, a menos que Israel tome medidas concretas para poner fin a la crisis en Gaza, alcance un alto el fuego, descarte la anexión de Cisjordania y se comprometa con un proceso de paz que conduzca a una solución de dos Estados. Alemania y Francia también endurecieron el tono contra Israel.
En Estados Unidos, el presidente Donald Trump admitió la existencia de una “hambruna real” en Gaza. Ante la pregunta sobre si coincidía con Benjamin Netanyahu en que era una “mentira descarada” afirmar que Israel incentiva el hambre en el territorio palestino, Trump respondió con cautela: “No sé, (...) esos niños parecen muy hambrientos”. El viernes, un emisario especial de Trump visitó un centro de distribución de ayuda en Gaza, a cargo de una ONG apoyada por Estados Unidos.
Información-Trump-Netanyahu-Andrew Harnik Getty Images AFP
El primer ministro Benjamin Netanyahu viajó a inicios de julio a Washington D.C. para reunirse con el presidente estadounidense Donald Trump
Andrew Harnik/Getty Images vía AFP
El último informe de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria (IPC) advierte que el peor escenario de hambruna ya está en marcha en Gaza debido a la intensificación de los combates, los desplazamientos masivos y las restricciones a la ayuda humanitaria. El documento, elaborado por organizaciones no gubernamentales, agencias especializadas de la ONU y otras instituciones, señala que la crisis humanitaria tras 22 meses de conflicto ha alcanzado un punto crítico y mortal.
Uruguay se sumó a las voces que denuncian la situación. En Naciones Unidas, el gobierno declaró que es un “imperativo moral” denunciar las “violaciones” al derecho internacional que, según su postura, lleva a cabo el gobierno de Israel en Gaza y otros territorios ocupados.
Frente a esta condena generalizada, en Israel uno de los principales cuestionamientos es hacia Catar y su influencia en la narrativa sobre el conflicto. Cymerman asegura que, horas después del ataque del 7 de octubre de 2023 —cuando comandos de Hamás cruzaron desde Gaza la frontera con Israel, mataron a civiles y tomaron rehenes—, se comunicó en reiteradas ocasiones con el primer ministro catarí, Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, quien le dio información sobre el paradero de algunas de las víctimas en momentos en que el gobierno israelí no tenía datos certeros.
Catar ha financiado oficialmente al gobierno de Hamás en Gaza y al mismo tiempo se posiciona como mediador clave en las negociaciones para liberar a los rehenes israelíes que continúan en Gaza desde el ataque de octubre de 2023. Hoy se estima que entre 20 y 24 rehenes permanecen vivos, mientras que alrededor de 35 murieron y sus familias reclaman la devolución de los cuerpos.
Esa doble cara es vista con recelo desde Israel, que acusa a Catar de ejercer softpower al promover una mirada pro-Palestina en la cultura, la educación y los medios de comunicación a través, entre otros mecanismos, del financiamiento a universidades en Estados Unidos y de su propiedad de Al Jazeera. La primera televisora árabe con cobertura satelital y una línea editorial propia, Al Jazeera se convirtió en una cadena global con transmisiones 24 horas en inglés y alcance en Europa y América Latina. “Es el canal anti-Israel”, argumentó Reda Mansur, diplomático druso retirado, exembajador israelí en Brasil y Panamá y actual docente en la Universidad de Haifa, al norte del país.
Información-Palestinos-Niños-Comida Gaza-Asistencia-Abdalhkem Abu Riash ANADOLU Anadolu via AFP
Niños y adolescentes palestinos esperan recibir comida servida en ollas durante una distribución de alimentos en Gaza
Abdalhkem Abu Riash/Anadolu vía AFP
Para Kaplan, muchos gobiernos y ciudadanos extranjeros no logran comprender el rol de su país ante “el avance extremista” en Medio Oriente y, como consecuencia posterior, hacia Europa. “Somos la última barrera frente al radicalismo islámico contra Occidente”, afirmó. De todas formas, sostuvo que aunque Israel quizás haya perdido legitimidad en países occidentales que rechazan su intervención en Gaza, obtuvo “capacidad de disuasión” en la región al demostrar la rapidez, capacidad y eficiencia de su poderío militar y de inteligencia, no solo en la guerra con Hamás, sino en la breve guerra con Irán ocurrida en junio.
Ahora Israel pretende fortalecer esta nueva posición de forma política, a través de la expansión de los Acuerdos de Abraham, que buscan normalizar sus complejas relaciones con países árabes mediante la cooperación en áreas como tecnología y seguridad. Firmados inicialmente en 2020 con Emiratos Árabes Unidos y Baréin, buscan ampliarse con Arabia Saudita, Jordania, Siria, Líbano, Indonesia y Malasia, en una negociación que se mueve muy lentamente.
Un país acostumbrado a la guerra
En Israel hay un frente de lucha abierto con Hamás en el sur, un control riguroso en la frontera norte ante la amenaza de Hezbolá y la inquietud de que la guerra con Irán pueda reactivarse. Hay aviones de combate F-16 que sobrevuelan las ciudades y el precio de la nafta en aumento, a más de US$ 2 el litro, impulsado por la inestabilidad regional. En cada esquina, de paseo o compras, de retorno del trabajo e incluso haciendo deporte, se puede ver a oficiales activos y reservistas de las FDI, hombres y mujeres, vestidos de militar o de civil, con sus fusiles automáticos cargados al hombro.
En la zona central de Tel Aviv todavía permanecen los daños que un misil balístico iraní ocasionó a fines de junio a un edificio residencial ubicado cerca del cuartel general militar de Kirya, sobre la avenida Kaplan, una de las más importantes de la ciudad. El martes las alarmas del sistema antiaéreo se encendieron unos segundos antes de que las FDI interceptaran un misil disparado desde Yemen por los hutíes, un movimiento político-religioso apoyado por Irán. Las alarmas volvieron a prenderse el viernes, nuevamente por un misil lanzado por los hutíes.
Información-Protesta cautivos en la Franja de Gaza-Jack GUEZ AFP
Pintadas y pancartas en Tel Aviv reclaman por la devolución de alrededor de 50 rehenes israelíes, entre vivos y fallecidos, que Hamás mantiene en Gaza
Jack Guez/AFP
Al sur del país, cuanto más cerca se está de Gaza, son frecuentes los sonidos de la artillería que rompe posiciones de Hamás en el lugar y las rondas de ráfagas de ametralladoras MAG que disparan los soldados de las FDI.
Sin embargo, Tel Aviv, en plena temporada de verano, vibra de energía. La ciudad es un bullicio de cafés y bares sobre las veredas, música hasta la madrugada y mesas llenas en la peatonal Nahalat Binyamin. Los monopatines y las bicicletas eléctricas zumban entre los peatones y las playas del Mediterráneo reúnen partidos de fútbol, rondas de guitarra y familias que esperan el atardecer. Los eventos y cócteles empresariales siguen su curso en el Centro Peres para la Paz y la Innovación, cerca del antiguo Puerto de Jaffa.
Es difícil comprender a Cymerman cuando sostiene que, desde octubre de 2023, “todos los israelíes están en situación de postrauma”. No lo parece. Pero Israel hizo su historia desde la religión y desde las guerras, centrales para construir una identidad nacional.
La reciente escalada con Irán, del 8 al 20 de junio, ya fue bautizada como la guerra de los 12 Días. Al sur, en el desierto del Néguev, un grupo de soldados realizó este año su ceremonia de juramento a Israel en el mismo sitio donde Hamás mató a casi 400 personas que asistieron al festival de música electrónica Nova, en octubre de 2023. En torno a los secuestrados, la simbología que se formó es todavía más grande. Un espacio abierto frente al Museo de Arte de Tel Aviv recibió el nombre de plaza de los Rehenes, porque ahí las familias de los secuestrados en Gaza instalaron carpas y memoriales; la frase Bring them home now se volvió un eslogan colectivo y el color amarillo que representa al movimiento está en todas partes del país: fotos, retratos, pósteres, pancartas, calcomanías y pasacalles colocados en rutas, calles, árboles, estaciones de bus, columnas de luz, comercios, ventanas, puertas, autos, cascos, mochilas y bicicletas.
Información-Israelíes protestan en Tel Aviv exigiendo el cese del fuego en Gaza. Yair Palti- Anadolu vía AFP
En ciudades como Tel Aviv, los sábados a la noche se realizan movilizaciones que piden al gobierno un acuerdo para el regreso de los rehenes en Gaza y el fin de la guerra con Hamás
Yair Palti/Anadolu vía AFP
La causa nacional por los rehenes también genera diferencias. Wahid al-Huzail, un exoficial de las FDI, sostiene que para que el conflicto con Hamás y la crisis de los rehenes se resuelva, “Netanyahu se tiene que ir" en las próximas elecciones, que pueden ser adelantadas. Al-Huzail, que alcanzó el rango de teniente coronel, es de origen beduino y coordinó en Rahat, una ciudad predominantemente árabe, la organización de su comunidad tras los ataques del 7 de octubre.
Las familias de los secuestrados —tanto de quienes se presume siguen con vida como de aquellos que se cree fueron asesinados en cautiverio— reclaman al gobierno que intensifique y acelere las negociaciones con Hamás para su liberación. Las conversaciones están hoy estancadas tras sucesivos intentos de mediación por parte, principalmente, de Catar, Egipto y Estados Unidos. Entre otras cosas, Hamás exige un alto el fuego permanente, una condición a la que Israel aún no se comprometió.
Uno de los familiares con mayor exposición pública es Itzik Horn, un docente israelí nacido en Argentina, a quien dos de sus hijos Hamás secuestró de su casa del kibutz Nir Oz, una comunidad rural ubicada a unos 2 kilómetros de la frontera con Gaza. El mayor, Yair, de 46 años, fue liberado en febrero; su hermano menor, Eitan, de 38 años, sigue con vida en Gaza, de acuerdo a la información que el gobierno le ha transmitido a Horn.
Cada sábado, miles de personas se movilizan en Tel Aviv y Jerusalén para insistir por un acuerdo que permita el retorno de los secuestrados. Las manifestaciones, organizadas por familiares y grupos de apoyo, han incluido vigilias, cadenas humanas y protestas frente a la residencia oficial de Netanyahu, entre otros lugares. El reclamo no se centra en la hambruna en Gaza, sino en pedir al gobierno que priorize a los rehenes y no a objetivos militares y políticos. Horn, entre otros, ha sido especialmente crítico del primer ministro.
“El primer enemigo es Hamás y el segundo el olvido”, dice.