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Daniel Kerber, párroco de la iglesia Stella Maris: “El servicio pastoral (en Navidad) es lindísimo, pero también es desgastante”
Edad: 63 Ocupación: Cura párroco de la iglesia Stella Maris. Señas particulares: Hace 27 años que es sacerdote; no le gusta el fútbol ni el carnaval; sabe cinco idiomas; le gusta salir a andar en bici, tocar la guitarra y tallar madera
¿De qué origen es su apellido? Soy un típico uruguayo. Mi abuelo alemán, mi abuela de descendencia croata, mi otro abuelo catalán y mi otra abuela genovesa. Una buena mezcla. El origen de Kerber es alemán. Mi abuelo vino cuando había dos líneas de tranvías, una inglesa y una alemana. Vino para la instalación de los tranvías alemanes, antes de la Segunda Guerra Mundial.
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¿Cómo y cuándo se dio cuenta de que tenía vocación sacerdotal? En casa se vivía en clave de fe. Los primeros recuerdos que tengo de la infancia son de mamá, que venía de noche al cuarto a enseñarnos a rezar. Cuando tenía 12 años en casa circulaba literatura religiosa, y había un librito que se llamaba Diario de un muchacho preuniversitario. Era un diario ficticio, donde el muchacho se cuestionaba si Dios lo llamaba para ser sacerdote. Entonces, me dije: “De repente, Dios también me llama para ser cura”. En aquel momento estaría en sexto año, iba al colegio Santa Rita y pensé en hablar con uno de los curas de ahí. Pero finalmente me asusté, cerré el libro, lo metí en un cajón y me olvidé de todo eso. A los 20 años fui a un retiro, que fue un encuentro muy lindo de saberme amado por Dios, y en ese saberme amado por Dios me vino a la memoria el libro encerrado en el cajón. Por supuesto, no lo tenía, pero me llevó a cuestionarme de nuevo. Ahí se desencadenó mi vocación y entré al seminario.
No es de los que dicen: nunca me lo planteé hasta que… Entre los 12 y los 20 años Dios estaba muy presente en mi vida. Iba a misa los domingos, muchas veces también entre semana; era de rezar, teníamos un grupo de oración. La fe era algo muy presente, personal e íntimo, y también desde un punto de vista social, en el sentido de que estaba bien integrado en la parroquia. Pero la vocación sacerdotal no me hizo eco hasta los 20.
¿Qué es lo que más le gusta de ser sacerdote? Me encanta celebrar la misa. Disfruto inmensamente de celebrar la misa, porque me encuentro con Jesús y encontrándome con él, me encuentro con la gente. Creo que cuando disfrutás haciendo una cosa, comunicás eso que disfrutás. Entonces, para mí, celebrar la eucaristía es exquisito. También me gusta mucho acompañar a la gente y la docencia.
¿De qué es docente? Soy profesor de Nuevo Testamento en la Facultad de Teología.
Suele decir que hay dos genes uruguayos que no tiene, el del fútbol y el del carnaval. ¿No es hincha de ningún cuadro? Papá era de Fénix porque era de Capurro, y en casa éramos de Nacional. Fui tres veces al estadio: una vez cuando vino el papa (Juan Pablo II), en el año 88; otra cuando beatificaron a Jacinto Vera, y la tercera fue a ver un clásico, que ni me acuerdo.
Le gusta tallar madera. ¿Dónde aprendió? Siempre digo que fui a un taller que se llamaba ensayo y error. Empecé hace unos 30 años, con un cuchillo, luego me compré un librito… en aquel momento no había YouTube. Después me fui haciendo, progresivamente, de las herramientas de tallar, que son caras. También me fueron regalando libros. Así me fui haciendo.
Sabe varios idiomas. ¿Cuántos? Mamá era profesora de inglés y de francés, entonces en casa todos terminamos el Proficiency en inglés, y todos en algún momento dimos clases de inglés. Cuando iba al liceo se hacía francés, entonces mamá, para que no tuviéramos dificultades con el idioma, nos mandaba unos años a la Alianza Francesa. Después viví unos años en Roma, entonces, agarré el italiano. En Roma vivía en el Colegio Pío Brasileño, entonces agarré el portugués. También manejo el griego, pero lo tengo como lengua pasiva, lo uso solo para lectura.
Suele celebrar misa en inglés. Sí, porque soy capellán de las Misioneras de la Caridad de Calcuta, de la madre Teresa. Ellas tienen que tener un capellán de lengua inglesa, porque cuando la madre Teresa fundó la congregación había muchas mujeres de la India. Como en ese país hay más de cien lenguas, para unificar la madre Teresa estableció que la lengua de la congregación sería el inglés. Entonces, cada 15 días voy a celebrarles la misa en inglés.
¿Cómo le gusta prepararse para la Navidad? Para nosotros los curas, los tiempos fuertes (del año litúrgico) generan tensión, porque la Navidad y la Pascua son tiempos de mucha demanda de la gente. Ese servicio pastoral nuestro es lindísimo, pero también es desgastante. Al final del día uno dice: qué lindo cansarme para que la gente pueda vivir esto. Como preparación propia, suelo acentuar la lectio, que es una tradición antiquísima de la Iglesia. Lectio quiere decir “lectura” (de las Sagradas Escrituras). El itinerario de la palabra en este tiempo de Adviento es exquisito. Entonces, trato de detenerme más en la lectura del Evangelio de cada día.
¿Con quién suele pasar Navidad? Celebro (la misa) en Stella Maris, y normalmente después vamos a la casa de mi hermana.