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Al canciller Mario Lubetkin se lo nota entusiasmado y, al mismo tiempo, expectante. El viernes 21, el gobierno recibió la notificación de la aceptación que dio inicio al proceso de adhesión de Uruguay al Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP, por su siglas en inglés), tres años después de comenzada esa gestión por la anterior administración. “Es para estar felices, no para festejar”, señala. Pero no solo por ese paso, que desencadena negociaciones con los 12 miembros de ese espacio económico. “¿Alguna vez se llegó a algún fin de año así, después de un escenario de ocho meses (de gobierno)? (…) ¡Nunca se llegó a este escenario!”, celebra, y relaciona esta oportunidad con —entre otras cosas— el “creciente prestigio en este período” que goza Uruguay.
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Y, a modo de llamado hacia el Frente Amplio y a otros actores políticos y sociales, pregunta si, ante “la potencialidad inmediata” que se está abriendo, el país tendrá la “capacidad de aprovechar esta fase, pensando en largo” plazo y no “en meses ni en un año (...). Todos tendrían que empujar a la misma dirección, porque esto favorece absolutamente a todos”.
Lo que sigue es una síntesis de la entrevista que el ministro de Relaciones Exteriores mantuvo el martes 25 con Búsqueda.
—Usted dijo a principios de año, en una entrevista con Búsqueda, que las señales para entrar al CPTPP no eran esperanzadoras y que la pelota “no estaba cerca del arco”. ¿Qué cambió desde entonces? Porque al final parece que no estábamos tan lejos del arco.
—Estábamos lejos del arco. Por supuesto. Cuando se hace la transición (de gobierno) nosotros no sabíamos cómo estaba este proceso. La información me la entrega el canciller saliente: un cuadro de quiénes son los que estarían más interesados, quiénes son los que están reflexionando, y otros. Ese cuadro —y no es crítica para el gobierno anterior— nos decía: esto es para el 2026, no es para el 2025. ¿Qué fue lo que hicimos? Cambiamos la forma de la negociación. No fuimos a hablar con un negociador, sino que iniciamos una fase de ir in situ a dialogar con los decisores, que no eran los ministros. Porque sentíamos que esto iba a avanzar con una lentitud extrema, si es que avanzaba. Hasta mediados de año los datos no nos daban por ningún lado. Ese fue el cambio sustancial, que es cuando el presidente pide acelerar, y mandamos a la subsecretaria Valeria Csukasi, que viajó cinco, seis o siete veces en seis meses. Luego empiezan a crecer las señales, por múltiples razones: el escenario internacional, el escenario geopolítico, el escenario comercial. Además, lo destaco, un creciente prestigio de Uruguay, dentro de un cuadro de prestigio histórico, pero un creciente prestigio en este período. No hago ejercicios de comparación, pero sí afirmo este creciente escenario de prestigio del Uruguay datos en la mano.
—¿A qué atribuye ese creciente prestigio de Uruguay que destaca?
—Es un dato de la realidad. Que, al mes y medio que asumimos, inmediatamente votaron por unanimidad darnos la presidencia de la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), cuando iba por otro lado y no para nosotros. Que entramos en una fase de avance con la Unión Europea, en una fase de fluidez y de diálogo que va desde el presidente del Consejo de Europa al vicepresidente de la Unión Europea, al comisario para Asuntos Comerciales. El prestigio que nos da que el vice primer ministro de China haya hecho un viaje de Beijing a Montevideo el otro día. Son movimientos que van todos en esa misma dirección.
—¿A qué lo atribuye?
—La vida lo dirá. Hablo hoy de un creciente prestigio nuestro. Después, que cada uno saque sus conclusiones.
—¿Este gobierno siempre quiso avanzar en el acuerdo?Algunos exjerarcas le reprochan haber encajonado el tema.
—En diferentes etapas. Si iba para el 2026, íbamos a avanzar con otros ritmos. Cuando entendimos que podíamos ir hacia el 2025, ahí hicimos movimientos superiores.
—Usted y el ministro Gabriel Oddone mandaron una carta a los miembros del Transpacífico. ¿Qué importancia tuvo?
—Fue el ministro de Relaciones Exteriores y el ministro de Economía escribiéndoles a cada uno de los 12 ministros de Comercio para decirles: “Téngannos en consideración, estamos jugando en serio”.
Empezamos a sentir los síntomas de que estaba madurando la posibilidad de que lo subiéramos este año y entonces teníamos que acelerar. Si el tema era que íbamos al 2026, hubiéramos jugado las movidas de otra manera, y la carta no hubiera salido nunca.
Lo que sí no hicimos nunca fue responder (las críticas). A todos les decíamos lo mismo: “No es verdad lo que están diciendo”.
Ahora vamos a entrar en una fase de negociación que va a ser muy compleja, tanto local como internacional, y lo más probable es que volvamos a llevarlo todo a un perfil bien bajito, como hay que hacerlo en el ámbito de las negociaciones. Diría: es para estar felices, no para festejar.
Mario Lubetkin
Mario Lubetkin.
Javier Calvelo / adhocFOTOS
—¿Cómo calza con el Mercosur esta negociación con el Transpacífico?
—Lo del Mercosur es una pregunta que va más allá del Transpacífico. Yo hago la misma pregunta: ¿cómo calza la negociación de Argentina y Estados Unidos con el Mercosur? Veamos el texto escrito y ahí continuamos.
—¿No lo vio?
—¡Si no está escrito! Al menos en conocimiento público, no. ¿Cómo calza la negociación de Brasil con Estados Unidos? Y así podemos preguntarnos por unos cuantos.
Cuando nosotros asumimos nuestras responsabilidades, una cosa que tratamos de hacer con las autoridades argentinas —que tenían la presidencia del Mercosur— era tratar de usar palabras que se adecuaran a los términos. Para nosotros era “modernización”. El otro día con el ministro hablábamos de una verdadera “repotencialización” del Mercosur. ¿Qué significa eso? Puede significar tantas cosas, pero es un proceso que hay que dar. Lo que no podemos, y es de sentido común más allá de cómo se mueven las piezas, es decir que estamos en el Mercosur de 1991, del 2010 o del 2023. ¡No estamos! Lo que ha pasado en estos meses, si somos conscientes y coherentes, es que ha cambiado el mundo. ¿Qué Uruguay va a haber? Si consideramos el EFTA (European Free Trade Association o Asociación Europea de Libre Comercio), el Transpacífico y, ojalá, el acuerdo con la Unión Europea, es una transformación que no tiene antecedentes en Uruguay. ¿Alguna vez se llegó a algún fin de año así, después de un escenario de ocho meses (de gobierno)? ¡Nunca se llegó a este escenario! Tenemos que tomar nota, no solo nosotros, todos, para entender qué reproyección hacemos de este país. Es parte del mismo debate. ¿Se acuerdan de que era un debate ideológico la flexibilización? Esa historia la pulverizó la realidad. Eso es lo que hay que entender. No hay debate ideológico sobre eso, de buenos o malos.
—¿Ve al país preparado para dar ese debate?
—¿La alternativa cuál es? Creo en la inteligencia de los uruguayos, en la capacidad de los uruguayos.
—Dice que el debate fue superado por la realidad. Pero, cuando el gobierno anterior anunció que iría por la adhesión al Transpacífico, en la Comisión de Relaciones Internacionales del Frente Amplio se sostuvo que había habido falta de participación social, toma de decisiones con base en informes reconocidos. ¿Cómo se va a subsanar esto?
—Se iniciará un proceso que va a ser complejo y tiene que tener ámbitos locales y ámbitos internacionales. Hay que ajustar, negociar, definir, hablar poco y trabajar mucho, y remangarse para ir encontrando las soluciones.
—El militante más minucioso y detallista podría decir que este acuerdo no estaba en el programa del Frente.
—Sí, había una línea. Habla de conceptos, sobre la diversificación y ampliación de mercados. Lo que hicimos fue irles dando contenido a los conceptos a partir de los cambios. ¿Este escenario lo podías haber tenido hace dos años? Era impensable, por más genio que fueras. La fuerza política tiene que entenderlo, discutirlo. Lo vamos a hacer también con los actores nacionales a todos los niveles.
Lo que ha pasado en estos meses, si somos conscientes y coherentes, es que ha cambiado el mundo. ¿Qué Uruguay va a haber? Si consideramos el EFTA (European Free Trade Association o Asociación Europea de Libre Comercio), el Transpacífico y, ojalá, el acuerdo con la Unión Europea, es una transformación que no tiene antecedentes en Uruguay. Lo que ha pasado en estos meses, si somos conscientes y coherentes, es que ha cambiado el mundo. ¿Qué Uruguay va a haber? Si consideramos el EFTA (European Free Trade Association o Asociación Europea de Libre Comercio), el Transpacífico y, ojalá, el acuerdo con la Unión Europea, es una transformación que no tiene antecedentes en Uruguay.
—¿Cómo se va a procesar la negociación con el Transpacífico y ese diálogo en lo interno?
—Ahora empezamos el diálogo con los 12 países, que tienen regímenes diferentes, y también tienen aproximación y análisis diferentes.
En la interna también. Primero, ahora están todos informados. Se iniciará un proceso con cada uno de los actores de diálogo, de discusión, de ajuste. Hay temas sensibles que tendrán que ser afrontados.
Yo desdramatizo. Por eso, cuando algunos dicen “¿cuánto va a durar (la negociación)?”. Hemos escuchado… ¡Yo qué sé cuánto dura! Durará el tiempo necesario para que se acomoden todas las piezas.
—¿Cuál es su expectativa?
—No, no me animo. Año, año y medio, porque no hay que olvidar que no tenemos solo esta negociación; tenemos la negociación con la Unión Europea también, y después vamos al hilo fino de la próxima fase. El acuerdo de la EFTA es más fácil.
Nosotros tenemos la negociación con los chinos, que es una cosa muy potente. Veamos el viaje del presidente Orsi, que lo más probable que se haga antes de terminar el primer año de su gestión, es un terrible paquete.
Y, además, no va a ser menor nuestra presidencia del Mercosur en el segundo semestre (del 2026); no es lo mismo presidir ahora que el año próximo, con todo esto. Ni haberlo presidido hace dos o tres años. Reitero, no estoy criticando a nadie. Son datos duros de la realidad.
Mario-Lubetkin
Mario Lubetkin.
Javier Calvelo / adhocFOTOS
—¿El gobierno tiene identificados los potenciales sectores perdedores de entrar al Transpacífico?
—Es parte de los estudios que hay que hacer. Desconozco si hay estudios hechos; me dicen que había estudios hechos desde hace un par de años.
—¿No recibió eso como un insumo de la transición?
—No, no. Lo que recibí fue el cuadro. Punto. Y el cuadro, reitero, porque el ministro saliente me lo entregó.
—Entonces, cuáles podrían ser los sectores ganadores y perdedores no se analizó todavía.
—En la fase en la que estoy… No es lo mismo que sean dos a que sean 48 (sectores perjudicados), por supuesto. Pero está claro que, si hay 48, tendría que haber 70 favorecidos, porque (adherir al Transpacífico) es un aspecto de desarrollo económico y comercial. Si no somos capaces de habilitar esta oportunidad, algo va mal en nuestro propio desarrollo económico y comercial. A eso me niego.
Pero, además, hay que tener la capacidad de ir tomando (decisiones) sin gran show, cero show, con todas las mejores capacidades e inteligencia que podamos para que trabajemos en esa dirección. Pero tranquilos. Logramos un paso que no lo pensábamos.
No va a ser menor nuestra presidencia del Mercosur en el segundo semestre (del 2026); no es lo mismo presidir ahora que el año próximo, con todo esto. Ni haberlo presidido hace dos o tres años. Reitero, no estoy criticando a nadie. Son datos duros de la realidad. No va a ser menor nuestra presidencia del Mercosur en el segundo semestre (del 2026); no es lo mismo presidir ahora que el año próximo, con todo esto. Ni haberlo presidido hace dos o tres años. Reitero, no estoy criticando a nadie. Son datos duros de la realidad.
—Mencionó la visita del presidente Orsi a China prevista para antes de marzo. ¿Qué expectativa tiene de lo que se pueda lograr en ese viaje?
—Ah, muy grande.
—¿Es la posibilidad de reactivar un eventual TLC (tratado de libre comercio) o algo por el estilo? ¿O va por menos?
—Un TLC es un tema que no está planteado.
Ahora se está en la fase de preparación (del viaje) en las embajadas en Uruguay, en Beijing, los técnicos, aquí. Creo que se van a firmar unos cuantos documentos.
Las visitas presidenciales que se hicieron desde que volvió la democracia siempre marcan cambios sustanciales. La importancia de por qué nosotros queremos que se haga en esta primera fase es porque a este gobierno le quedarán cuatro años largos después. Si llegás al final (del período), ya no hay capacidad de movimiento.
Por eso reitero: el otro día el presidente tuvo una larga reunión con las autoridades de Estados Unidos y nosotros ya hemos tenido varias reuniones con ellos acerca de algunos objetivos bien importantes. Entonces, imagínense, hablo de paquetes. Unión Europea, paquete. China, paquete. Y detalle no menor: vamos a un cambio de calidad muy importante con los indios. Porque se dio la primera reunión entre un presidente de Uruguay y un primer ministro de India. Ellos vinieron con una hoja de propuesta para los próximos 10 años; nosotros tenemos unas cuantas ideas, pero ellos vienen con más. ¿Y qué fue lo que dijo el primer ministro Narendra Modi? Primer paso, abrir la embajada en Uruguay, lo que está planteado para los primeros meses del próximo año. Esos son mecanismos de aceleración muy fuertes.
Lo que planteo es al revés: que tenemos demasiado material en nuestra canasta para lo que somos. Me pregunto si, frente a la potencialidad inmediata que tenemos como país, tenemos la capacidad de aprovechar esta fase, pensando en largo (plazo), no estamos pensando en meses ni en un año. Desde mi punto de vista, el sistema político tiene que pensar en eso. Porque hay resultados que van a estar en el 2027, otros en el 2028 y otros en 2029, y van a seguir porque estamos abiertos, porque son grandes carreteras. ¡Vaya a saber quién ganará (las elecciones) en el 2029! Pero todos tendrían que empujar a la misma dirección, porque esto favorece absolutamente a todos.
Mario-Lubetkin-Despacho
Cuadros con fotografías sobre un mueble en el despacho de Mario Lubetkin, en la Cancillería.
Javier Calvelo / adhocFOTOS
—¿Tiene miedo de que se desaproveche este panorama favorable que señala?
—¡¿Y dónde está garantizado que no sea así?! Lo que digo es: tenemos que aprovecharlo. Si me dijeran: “Este es el cuarto antecedente de un escenario parecido, pero los otros tres los aprovechamos”. Nunca estuvimos en una cosa parecida. Nunca.
—Se postergó la cumbre del Mercosur. ¿Eso cambia la expectativa de firmar el acuerdo con la Unión Europea el 20 de diciembre?
—Se postergó (la cumbre) porque no cuadran las fechas. Se firma si, efectivamente, no hay ninguna sorpresa del lado europeo. Del lado nuestro, lapicera en mano para firmar.
—¿Cómo está la relación con la Argentina?
—Usted le pregunta al ministro de Relaciones Exteriores y yo le digo que es muy buena. Desde el primer día que asumimos. Y no es un detalle que, a tres días, su nuevo canciller al primer ministro de Relaciones Exteriores de otro país que recibe es a mí, y durante tres horas hicimos una cepillada general de absolutamente todos los temas. En el mejor clima, como fue con el anterior ministro de Relaciones Exteriores.
—¿Está más cerca una reunión mano a mano entre Orsi y el presidente Javier Milei?
—Lo invitó (a visitar Uruguay) al terminar la reunión del Mercosur en Buenos Aires. Todavía no hay una fecha.