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    ‘Grita’, de Roberto Saviano

    A pesar de las miserias humanas que se amontonan en el libro, el mensaje de Saviano es optimista: “Buscar la verdad, creer que la justicia existe, mantiene el corazón sano y le permite desempeñar su función: guiar nuestra acción”

    Quien luego se convirtió en ministro de Cultura de Italia dijo de él que era un escritor mediocre y un tipo antipático con una vida infeliz. El destinatario de un juicio tan tajante lo recordó en tono jocoso, durante la última Feria del Libro de Frankfurt, cuando fue excluido de la delegación oficial a pesar de ser uno de los autores vivos más leídos en su país.

    Después de Gomorra (2006), el libro sobre la Camorra que vendió más de 10 millones de ejemplares en Italia y en el mundo y fue llevado al cine, el teatro y la televisión, el periodista y escritor napolitano Roberto Saviano (1979) publicó otras novelas y ensayos, pero ninguno con tanto impacto ni riesgo, ya que por esa obra fue amenazado de muerte por una familia mafiosa y desde entonces vive con escolta policial.

    Aun bajo condiciones de semiclandestinidad, Saviano siguió trabajando: es colaborador, entre otros, de The Washington Post, The New York Times, Die Zeit y El País; en 2013 lanzó CeroCeroCero, que trata sobre la influencia mundial de la cocaína y, 10 años después, Los valientes están solos, sobre el magistrado Giovanni Falcone, quien fue asesinado por la mafia.

    En 2020 se editó Grita (Anagrama) que cinco años después tiene traducción al castellano. A diferencia de los anteriores, este libro contiene 32 relatos cortos que solo en algunos casos están vinculados entre sí.

    En las más de 500 páginas se cuentan muchas historias de valentía y de las otras: desde la que tiene como protagonista a Hipatia, la mujer que creó una escuela filosófica en Alejandría, cuando la filosofía era cosa de hombres, hasta la más reciente de Edward Snowden, el exanalista de la inteligencia estadounidense que vive refugiado en Moscú.

    Los textos son cortos y aportan a menudo una mirada original. A pesar de la opinión del ministro, están muy bien escritos y contienen abundante información sobre cada uno de los personajes elegidos, el contexto histórico de sus vidas y, en muchos casos, de sus muertes. Al final de cada retrato, el lector encuentra una serie de referencias que aportan credibilidad y veracidad. La mayoría provienen de fuentes en italiano o en inglés, pero también las hay en castellano.

    Embed - GOMORRA - Nueva versión 4k - Tráiler oficial - Subtítulos en Castellano

    En guardia

    “Solo quiero darte un mapa, ponerte en guardia”, le dice el escritor a quien imagina su joven lector, que podría ser él mismo antes de haber vivido lo que ha vivido, cuando aún era un estudiante en Caserta, cerca de Nápoles. A pesar de las miserias humanas que se amontonan en el libro, el mensaje de Saviano es optimista: “Buscar la verdad, creer que la justicia existe, mantiene el corazón sano y le permite desempeñar su función: guiar nuestra acción”, afirma en la introducción.

    Uno de los textos describe a dos personalidades opuestas: Martin Luther King, el reverendo que luchó por los derechos civiles de los negros en Estados Unidos y finalmente fue asesinado, y John E. Hoover, el director del FBI que ordenó espiar su vida y la de millones a lo largo de una carrera vitalicia.

    Saviano se ocupa también del nazismo y del estalinismo. Para lo soviético toma como referencia a la poeta Anna Ajmátova, que dejó de escribir para poder vivir en su país, pero incluso su silencio amenazaba a los burócratas “como cuando sabemos que los ojos de alguien, aunque tengamos la boca cerrada, nos juzgan severamente”.

    El escritor Émile Zola y el militar Alfred Dreyfus fueron víctimas en Francia. El autor de Yo acuso, el manifiesto que defendió al oficial sospechoso, fue puesto en la picota en medio de un clima militarista. “A Zola lo mataron sus colegas, los que no se pusieron de su parte”, el Estado y los periodistas que aceptaron publicar calumnias.

    Y está el caso de la periodista rusa Anna Politkóvskaya, quien denunció los abusos de los soldados de su país en Chechenia y molestó al presidente Putin con 2.000 artículos bien escritos.

    El libro se ocupa de otra mujer que desafió al poder: Daphne Caruana Galizia, que se atrevió a dar la voz de alarma sobre los paraísos fiscales en Malta. “He leído tantas veces lo que te ocurrió aquel día que aún siento en mi pecho el miedo que te acometió”, escribió antes de concluir con mayúsculas, como al final de cada retrato: GRITA. QUE TU PAÍS NO ESTÁ EN VENTA.

    Cero Cero Cero Roberto Saviano

    La libertad de expresión es abordada también desde su lado menos “progre”: el juicio por US$ 150 millones que ganó Terry Bolea cuando su abogado encontró la forma de argumentar que su odioso personaje Hulk había sido inventado para abrirse camino en el mundo de la lucha y que él, en cambio, era un buen americano que llevaba una vida tranquila y de sanos principios.

    “El juicio de Hulk Hogan —sostiene Saviano— es para mí uno de los más significativos de la historia y debería figurar en los libros de texto y estudiarse en las universidades porque desenmascara de una vez y para siempre la hipocresía de hacer pasar por información lo que solo es chismografía, calumnia, acoso y, en última instancia, la más peligrosa y sutil forma de censura. O mejor dicho, el rostro que la censura ha adoptado en el siglo que acaba de empezar”.

    En plan de defender el derecho a la intimidad, un capítulo está dedicado a la costarricense Karina Bolaños, que debió renunciar al cargo de viceministra de Cultura de su país luego de que un ingeniero informático fracasara en chantajearla, pero subiera a internet un video íntimo que ella había enviado años atrás a su amante.

    Saviano utiliza también el diario que llevaba el ministro de Propaganda de Hitler, Joseph Goebbels, para hacer una comparación entre los diarios íntimos y las actuales publicaciones en Instagram o Facebook y su relación con la propaganda y los algoritmos, además de ahondar en la personalidad de este soldado frustrado que mentía muy bien.

    Otros dos personajes dejarán pensando no solo al joven lector imaginado por el autor: Kantano Habimana y Zu Lizhi. El primero fue el locutor de radio utilizado para encender la mecha que desembocó en el genocidio de Ruanda en 1994. El segundo es un joven poeta chino que se alistó a trabajar en una empresa dedicada a la fabricación de teléfonos, libros electrónicos y play station en una de las zonas de China en la que se instaló, en 2014, el capitalismo salvaje.

    Las descripciones que hace el autor de lo que pasó en Ruanda —bajo la enorme manija radiofónica que llamó a degüello y a la violación masiva de mujeres tutsis— y en Foxconn City —donde la alegría y el compañerismo no formaban parte del programa— dejan huella.

    ¿Tiene sentido luchar en un mundo tan malo? La respuesta es sí, “porque ver la injusticia aumenta nuestra capacidad de resistencia”.