Es una de las voces más hermosas de la música latinoamericana actual. La cantautora colombiana Marta Gómez, radicada desde 2009 en Barcelona, cantó en Montevideo por primera vez en junio de 2023, en la Sala Zitarrosa, y ahora repetirá, como una de las figuras del festival Música de la Tierra, todo un clásico de la escena musical uruguaya, cuya 14ª edición tendrá lugar el sábado 30 y el domingo 1º en el Teatro Solís. En cuatro escenarios (uno gratuito en la explanada y las tres salas del teatro, con entradas en venta en Tickantel para cada concierto), el festival reunirá, además, a grandes artistas como la argentina Silvia Pérez Cruz, los brasileños Lenine y Yamandú Costa, los argentinos Jorge Fandermole, Juan Falú, Marcelo Moguilevsky, Juan Quintero y Luis Pescetti. De Uruguay estarán la ascendente cantautora Melaní Luraschi, quien viene especialmente desde París, donde está radicada desde hace dos años, y el Trío Oriental, integrado por Hugo Fattoruso y dos instrumentistas uruguayos radicados en Buenos Aires: el bajista Javier Maza y el baterista Fabián Sapo Miodownik. La grilla completa está publicada en musicadelatierra.com.uy.
Marta Gómez se ha transformado en los últimos años en una fuerte referencia en el mundo de la canción, no solo en el continente, sino también en Europa y Estados Unidos. Lo ha hecho de la mano de canciones de amplia repercusión popular como Para la guerra, nada, de los dos premios Latin Grammy que ganó, además de otras nominaciones importantes como los Billboard Music Awards, y de una gran proyección, en paralelo, en la música infantil en todo el continente.
La colombiana, que suele cantar acompañada con su guitarra, se presentará el domingo 1º a las 16 horas en la sala principal del Solís con una banda formada para la ocasión por el contrabajista argentino Andrés Rotmistrovsky, con quien se presenta habitualmente, y por el grupo uruguayo Trío Ventana (Nicolás Ibarburu en guitarra, Hernán Peyrou en piano y Martín Ibarburu en batería). Presentará su nuevo disco, Seré guitarra, e interpretará piezas de su extensa obra, con 22 producciones discográficas (más de 120 canciones) en 25 años de carrera.
En entrevista con Búsqueda desde su casa en Barcelona, Gómez, nacida en la localidad colombiana de Girardot en 1978, relató sus orígenes musicales en el mundo de la música coral cuando era muy pequeña (comenzó a cantar en un coro infantil a los 4 años y continuó en diversas formaciones corales populares, líricas y religiosas hasta que dejó el país, a los 21 años) y cómo cantar en coros moldeó su oído y su sensibilidad como intérprete. “Ya de niña, en Cali, donde me crie, cantaba en forma profesional, ensayábamos todos los días y actuábamos en los grandes teatros y hasta en televisión. Canté de todo, desde ópera hasta Charly García y Fito Páez”.
Gómez contó que debido a la escalada de violencia asociada al narcotráfico que se vivió en su país a fines de los 90, que provocó que uno de sus tíos fuera secuestrado, todos debieron emigrar forzosamente. Ella a Estados Unidos y sus padres a Canadá. Continuó su formación vocal en Nueva York, donde probó suerte en el mundo del jazz, pero recién llamó la atención cuando comenzó a cantar en clave latinoamericana. “La música de Mercedes Sosa, Violeta Parra, Víctor Jara y Silvio Rodríguez habitaba en mí desde siempre, pero no llamaba la atención cantando jazz. Ellos manejan a la perfección ese lenguaje. Sin embargo, me pedían que cantara cosas de Colombia y canciones en español de las que cantaba en el coro y se maravillaban. Así me di cuenta de que ese era el camino. Empecé a componer mis canciones en el lenguaje de nuestros folclores, a los ritmos de seis por ocho, a las chacareras argentinas con las que había crecido, me volví a enamorar de la música latinoamericana y eso es lo que soy”.
Marta Gomez 5.png
Marta Gómez presentará su nuevo disco 'Seré guitarra'
En 2009 se instaló en Barcelona, donde nació su único hijo, y desde donde proyectó su carrera solista. España, Argentina, Colombia y Chile son los países donde más se presenta habitualmente. “Aunque no haya vuelto a vivir, mi vínculo con Colombia es muy poderoso. Todo lo contrario a eso de que no se es profeta en su tierra (ríe). Sin vivir allí, fui armando mi camino en pequeños bares y pequeños teatros hasta llegar a las grandes salas. Me siento muy querida en Colombia, me viven llamando a festivales y para cantar sola. En mis ocho años en Estados Unidos había sido igual, primero en la calle, luego en bares y después en teatros. Y en Buenos Aires, donde voy una vez al año, fue igual. Desde sitios pequeños hasta salas como el Ópera. Me siento muy agradecida por eso”.
En su célebre charla TED titulada ¿De dónde nacen las canciones?, Marta reivindica la posibilidad de “permitirse la pena” y se posiciona contra el “estado de alegría permanente” que se impone en las redes sociales. Allí cuenta cómo el miedo y la ansiedad de la maternidad generó en ella la tristeza de no poder lidiar con las semanas y las expectativas. Cuenta cómo esa tristeza pudo transformarse en una canción, dedicada a su hijo, y canta Una pena, que así dice: Tengo una pena / No te preocupes, es una pena pequeña / Si no la nombro, quizá se vuelva una pena de veras. “Eso es el arte, y por eso es tan fuerte, porque realmente esa pena es belleza. Otro arte es más violento, pero igual tiene belleza. Una película dura o un poema áspero pueden ser bellos, si no te quedas en el dolor. Esa es una capacidad humana maravillosa. No solo para los que lo oyen, sino también para quienes lo crean. Cuando lo haces, sientes que te sacaste ese dolor que se estaba convirtiendo en algo demasiado fuerte. Por eso para mí el arte es magia”.
Para la paz, todo
Sus canciones poseen un potente contenido social y político, sin rozar, siquiera, lo partidario. Con evidente vocación pacifista, en el contexto de un país que desde hace dos décadas transita un dificultoso proceso de paz tras medio siglo de violencia armada, Gómez pone en práctica el principio de que su voz y su guitarra “pueden plantarse como armas poderosas para dar voz a quienes no pueden contar su historia”. Como muestra representativa, así comienza su canción más difundida, que se ha transformado en un símbolo de paz no solo en Colombia, sino también en varios países donde se viven conflictos armados: Para el viento, una cometa / Para el lienzo, un pincel / Para la siesta, una hamaca / Para el alma, un pastel / Para el silencio, una palabra / Para la oreja, un caracol / Un columpio pa' la infancia / Y al oído un acordeón / Para la guerra, nada.
Marta cuenta que una vez su hijo pequeño le preguntó si era cierto que esa canción había parado la guerra en Colombia y que su respuesta fue: “‘¡Claro, por supuesto, el presidente y la guerrilla oyeron la canción y firmaron la paz!’. Esa ilusión es importante. Una vez alguien dijo que en Colombia la esperanza es una obligación. No tenemos otra. Nos toca tener esperanza. En este mundo tenemos que ir como el salmón, contra la corriente, porque cualquier noticia es mala, cualquier futuro es negro. Entonces, o crees en la paz o te mueres amargado”.
Consultada sobre por qué cree que esa canción, con esa síntesis poética tan potente, se ha transformado en un emblema, Gómez respondió que se trata de una canción “ingenua”, que no se presta a ninguna retórica ideológica. “Por eso es muy poderosa y la cantan desde todos los bandos. Desde la derecha y desde la izquierda. Es facilísimo usarla porque no permite eso de ‘ah, porque a ti te gusta la guerrilla, o eres pro gobierno, porque eres de izquierda o de derecha’. No, para la guerra, nada. Punto. Surgió del hartazgo contra las excusas para hacer la paz. Es sencilla y terminante, sin tintes. No se puede tergiversar. Es como decir: ‘Para la paz, todo’”.
La artista compartió su visión del proceso de paz que vive Colombia desde hace más de una década entre el Estado y, principalmente, las FARC. “Es duro, complejo e imperfecto, pero el acuerdo de paz firmado es maravilloso. Ocurre que no se cumple todo lo que quisiéramos. La gente que lo ha estudiado dice que es un proceso único en el mundo. Y el arte tiene un rol fundamental, algo que nunca había ocurrido antes en un plan de paz. Ni en Irlanda, ni en Sudáfrica el arte jugó este rol. En todos lados, las canciones y las películas venían mucho después de la firma de la paz. Esta vez el arte ha sido pieza fundamental para plasmar los acuerdos. Para pedir perdón a los familiares de los asesinados por el Estado y por las guerrillas, el perdón se pedía en los sitios concretos, a través de poetas, actores de teatro, músicos, artistas plásticos, que intermediaban representando artísticamente ese perdón, con las víctimas y victimarios de ambos lados. Era una catarsis impresionante. De hecho, algunas madres les pegaban a los actores y había que pararlas. El arte fue clave en la Comisión de la Verdad, con su informe de 12 tomos de testimonios, con los que se hicieron cientos de poemas, canciones, obras de teatro y otras creaciones artísticas. Muchos fuimos llamados para esto. Yo tuve reuniones con víctimas, psicólogos, asistentes sociales. Ha sido increíble”.
La melodía y la voz
Como se ve, Gómez tiene muy claro de dónde vienen las letras, pero ignora de dónde vienen sus melodías. “Siempre me lo preguntan, pero nunca lo veo (ríe). Estudié música desde niña, pero no estudié cómo componer. No lo sé, me sale. Vendrá de la música que he oído, supongo. Cuando me siento con el piano me pongo a jugar con melodías y salen. Se las canto a los músicos y ellos construyen el resto. Leo mucha poesía y le dedico mucho tiempo a la palabra, pero no tanto a la música. Es algo orgánico, aprendí a cantar en un coro, sin más instrumentos que la voz. No compongo sabiendo que estoy haciendo un acorde mayor o menor, una tercera o una séptima. Debería saberlo porque tengo mi cartón de graduada (ríe). Puedo hacer una armonía compleja sin saber qué acorde es. Simplemente lo hago”.
Y la última pregunta, ¿de dónde viene esa voz tan limpia, cálida y natural, despojada de cualquier ornamento, vestida apenas con un leve vibrato? “Bueno, eso seguro viene de mi coro, de mi querida profe del coro. Cuando creces en un coro no tienes derecho a maña. Veo que muchos jóvenes imitan a los famosos y se llenan de melismas al estilo Mariah Carey (imita ese tipo de canto barroco, recargado de vibrato). En un coro de estilo popular estás mezclado, eres uno más y la idea es que todo suene como una sola voz. Ni vibrato había. Teníamos técnica, por supuesto, pero el que se lucía era el coro y no el cantante. Incluso en el coro puede suceder que voces que son defectuosas individualmente se ensamblan y logran una unidad perfecta, y eso es maravilloso”.
Invitación a cantar con Marta
Hablando de coros, además de dar su recital y un taller en el marco de Música de la Tierra, Marta Gómez participará junto al coro Panambí, dirigido por Cecilia de los Santos, de una interpretación especial colectiva de Para la guerra, nada, que tendrá lugar en la explanada del Solís el sábado 30 a las 19 horas. La convocatoria, abierta y sin restricciones, es organizada por el colectivo Mujeres Activan por la Paz Uruguay, que nuclea a organizaciones internacionales de mujeres de Israel y Palestina con el objetivo de llamar al alto al fuego en la guerra de Gaza. Pueden participar quienes lo deseen, tengan o no experiencia vocal. Para la ocasión han hecho circular por redes las partituras y los audios con el arreglo vocal creado por De los Santos. Basta con estar presente.