Un equipo de la OPP, liderado por Calderón, junto con la directora Schiappapietra y varios colaboradores elaboran las etapas de la transformación; en diciembre la biblioteca restablece los servicios con mejoras en atención al público
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLa conferencia de prensa del lunes 20 fue una señal del apoyo que desde Presidencia se le da al proyecto Biblioteca Nacional del Futuro. Así lo indicó la presencia en la mesa del presidente Yamandú Orsi, que acompañó al ministro de Educación y Cultura, José Carlos Mahía, a la directora de la Biblioteca Nacional (BN), Rocío Schiappapietra, y a Gabriel Calderón, exdirector de la Comedia Nacional y ahora al frente de un equipo de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) que está trabajando en el proyecto. Entre el público se encontraban otras presencias significativas: Rodrigo Arim, director de la OPP, Gonzalo Tancredi, director de la Dirección Nacional de Innovación, Ciencia y Tecnología, autoridades del MEC (Ministerio de Educación y Cultura) y figuras individuales como la del escritor, artista visual y cineasta Pablo Casacuberta.
Había entusiasmo entre todos los participantes, aunque los periodistas esperaban algo más concreto en cuanto a la financiación y los pasos a seguir para la transformación de la BN, que piensa retomar los servicios básicos en diciembre.
Hacia esas respuestas apuntó Búsqueda en entrevista con Schiappapietra, psicopedagoga y magíster en Estudios Organizacionales, especializada en cambios educativos y en el fomento de la lectura, y con Calderón, ahora en una función pública muy diferente a la del teatro. En el despacho de la directora hay una gran mesa ovalada que sustituye el histórico escritorio de José Enrique Rodó, ahora en la oficina contigua. En torno a esa mesa, la directora trabaja con funcionarios, colaboradores y autoridades en el plan de transformación. En ese despacho, recibió a Búsqueda.
—Después del cierre parcial de la BN recibiste muchas críticas, ¿cómo las tomaste y cómo transcurrieron estos meses?
Rocío Schiappapietra —Estos meses los pasé muy acompañada y, sobre todo, con mucha confianza en el trabajo. La explosión más mediática y agresiva fue una parte de todo eso. La otra parte fue que se activó una colaboración muy grande de muchas personas y sectores que se sintieron convocados a colaborar con la biblioteca. Para mí hay cuestiones que se iban a dar naturalmente. Tomar decisiones tiene consecuencias y hay que hacerse cargo. Estos meses los transité sobre todo con mucho trabajo. Esa manta que ves ahí me la regalaron mis secretarias el día de mi cumpleaños porque llegó un momento que casi me quedaba a dormir acá. Me sentí muy apoyada por el equipo de funcionarios de la biblioteca. Lo que pasó el 26 de mayo fue poner en palabras una situación que ellos me describieron en el relevamiento de los procesos internos.
—Hasta el domingo antes de la conferencia había una pancarta en la fachada con reivindicaciones de los trabajadores. ¿Cómo es el diálogo con el sindicato?
R. S. —El diálogo comenzó desde el primer día, cuando convoqué a una reunión con los funcionarios. Necesitábamos tener información de gente que se estaba jubilando y que tiene un conocimiento muy valioso. Todos los días me juntaba una hora y media con distintos grupos de trabajo, y eso me llevó a tener muchos datos de la organización. Este proceso mostró que la gente acá adentro es muy generosa con su conocimiento. En cuanto al sindicato, hemos afianzado nuestro vínculo en este tiempo. Estamos teniendo reuniones periódicas y sistematizándolas en actas, porque no hay un histórico de actas.
—Por lo que decía el cartel el sindicato no tenía mucha confianza en este proceso. ¿Se suavizó la relación a partir de la conferencia del lunes?
R. S. —La BN no había solicitado en el último tiempo refuerzos extrapresupuestales y no estábamos seguros de si eso sucedería. Ahora sabemos que tendremos ese refuerzo y vamos a trabajar en una adecuación de la estructura funcional. Muchas personas han ido absorbiendo tareas por la falta de funcionarios. Hicimos un acuerdo con el sindicato para trabajar con la Oficina Nacional de Registro Civil en una adecuación del organigrama y de la carrera funcional. Establecimos comisiones y estamos en una práctica constante de transferir conocimiento.
—¿Qué riesgos corre el acervo?
Gabriel Calderón —Que los materiales se pierdan o incluso se roben de una biblioteca es habitual, el problema es cuando no se tienen controles o protocolos para saber por qué pasa. No es que esos controles no existieran, sino que cuando tenés a una persona encargada de tres jefaturas es más probable que el acervo empiece a estar en riesgo. Si tenés una misma colección en tres o cuatro lugares del edificio, y si uno de esos lugares está en peligro o es inundable, está en riesgo. A fines del siglo XX la BN tenía 200 funcionarios y ahora tiene 40, y no todos han tenido la necesaria formación para el rol que cumplen. Y como cumplen tres o cuatro, la función que tienen se debilita. Los dos siglos de diarios y revistas siguen en el sótano y son copias únicas. Seguramente en un recorrido encontrarán lugares limpios y ordenados, porque los diarios apilados no están desordenados, pero la cuestión es si tienen que estar en el piso atados con una cuerda. Los anaqueles están todos llenos y los libros empiezan a estar en el piso. Puede ser que no se inunde, pero están en el piso. En cuanto al acervo literario, no se pueden contener las donaciones y hay archivos que se van al exterior porque no se confía en cómo se cuidan acá.
R. S. —En ese sentido, estamos trabajando en la repatriación del archivo de Armonía Somers y de Denis Molina, que están en la Universidad de Poitiers de Francia. Ordenando esta oficina, nos encontramos con papeles de Carlos Liscano y entre ellos el acuerdo con esa universidad.
—Anunciaron que van a sacar parte del acervo de la BN, ¿ya tienen un lugar al que trasladarlo?
R. S. —Lo primero es saber qué hay y dónde está. No se trata de sacarlo, sino de tener una buena geografía del acervo, saber en qué situación está para saber cómo tenemos que gestionarlo. Parte de la preservación está en el edificio, que no soporta más peso.
—¿Por qué no se tienen esos datos?
R. S. —La biblioteca tiene un acervo de 200 años, en los que hubo mudanzas y cambios tecnológicos. Tenemos el catálogo en libros de papel (señala la biblioteca en su despacho), en los ficheros y en forma digital en la web, pero no todo está integrado allí. Y hay material que no está catalogado, por ejemplo, la pinacoteca.
G. C. —¿Cuánto de esos tres catálogos está solapado y cuánto falta por incluir? No se sabe. Muchos funcionarios conocen, por estar 20 años acá, qué parte del acervo es de uso frecuente y qué no. Pero ese saber se va con las personas. Tenemos que saber qué se necesita tener cerca o lejos con los bibliotecarios y con estudios comparados. Las grandes bibliotecas públicas necesitan depósitos externos. Hoy estamos trabajando en esa línea y trataremos, en un año, de desagotar el acervo, ya sea en un edificio, una casa o un depósito en condiciones.
—¿Cómo van a trabajar el aspecto nacional de la BN?
R. S. —La BN tiene por ley, desde la época de Tomás de Mattos, ser la rectora de las bibliotecas públicas del país. En la dirección pasada se creó el Área de Gestión Territorial, que trabaja con la prensa del interior, y me pareció un gran proyecto para mantener. Lo mismo con la coordinación de bibliotecas, que muchas son departamentales. Lo que siempre hablamos es que lo segundo que más hay en el país, después de las escuelas, son bibliotecas.
G. C. —Hay un informe de 2012 y 2013 del MEC con un mapeo de las instituciones culturales del país. Habría que actualizarlo, pero el dato que arrojó es que hay más de 600 bibliotecas de uso público en el país. El informe dice que el 58 % están en el interior y más de la mitad están fuera de las capitales departamentales. De pronto tenés una red que funciona sostenida casi por fuera de lo estatal y que está demandando un liderazgo. Se vivió primero en el Solís y después en el Sodre: algunos teatros del interior empezaron a tomar sus modelos para revitalizarse. La BN tiene que ser un ejemplo para esas bibliotecas. El desafío es que el último ciudadano en Bella Unión tiene que sentir que el cambio de la biblioteca lo involucra y que tendrá consecuencias palpables en su departamento o localidad. Esto se dice lindo, pero hacerlo implica que la BN entienda cuáles son los problemas del territorio y los incorpore a las soluciones que se van a encarar.
—En la conferencia estaba el escritor y artista Pablo Casacuberta, ¿cuál es su aporte?
R. S. —Está trabajando como consultor del proyecto de innovación. También estamos trabajando con Carmen Fenoll, bibliotecóloga española, coordinadora de las bibliotecas de Barcelona, que trabajó mucho en procesos de bibliotecas nacionales. Hay actores con los que dialogamos y construimos conocimiento. También con el Latu y Ceibal.
—¿Cómo llegaste del teatro a dirigir este proyecto en la OPP?
G. C. —En mi proceso en la Comedia Nacional, que fue hermoso, lo di todo y era hora de irme de la gestión pública. Estuve hablando con Rocío y el ministro (Mahía) y les dije que contaban conmigo para pensar lo que quisieran, pero que me iba a trabajar en lo que me gusta. Cuando se produjo el cierre parcial pensé que la alarma pública había que tenerla en cuenta y entenderla. Entonces decidí aceptar vincularme al proyecto. Tengo un contrato con la OPP, dirijo un equipo con una secretaría ejecutiva de siete personas, tres están viniendo a la BN para ayudar en el reestablecimiento de los servicios básicos para que en diciembre podamos reestablecerlos. El resto de las personas están trabajando con el acervo, el archivo, los depósitos, el territorio y la participación de instituciones vinculadas. El proceso tendrá varias etapas e implica entender las molestias y los enojos.
R. S. —Son procesos largos. Probablemente cometamos errores, pero lo importante es no apurarnos. Hoy tuvimos una reunión con todos los funcionarios a la que asistió Rodrigo Arim y terminamos hablando de la importancia de transferir conocimiento. No hay crecimiento si no hay generosidad a la hora de construir conocimiento.
—Anunciaron etapas para este plan, ¿en qué consisten?
G. C. —Vamos a tener que hacer dos movimientos. Uno es la apertura: tiene que seguir viniendo más gente, y si necesita leer en silencio y concentrada tiene que tener salas que se lo permitan. Pero también la comunidad tiene que apropiarse de prácticas de conocimiento que no son necesariamente leer un libro. Si alguien quiere conectarse con talleres, tutoriales, laboratorios, cursos de creación, tiene que ser aquí. Todas las experiencias están vinculadas al conocimiento y ese conocimiento está en en el acervo. Otro movimiento es reconectarse con la fundación de la BN, que en su modelo inicial incorporaba el Museo Histórico Nacional. Hay que trabajar para que los científicos, artistas y ciudadanos sientan que tienen un aliado. La innovación del futuro, el pensamiento del futuro se ejercitan y se entrenan en función del acervo y de la memoria.
—El ministro dijo que se abrirá una sala en la primera etapa. ¿Es la sala infantil?
R. S. —Sí, el plan de restablecimiento de los servicios básicos en diciembre incluye mejorar la atención al público, ampliar el horario de apertura y repensar la experiencia de niños y niñas que vienen a la biblioteca. A mí me interesa que la trayectoria vital de quien pasa por la BN sea significativa y que quede en el recuerdo, que te pase algo. Seguramente trabajemos con el programa Verano Educativo.
—¿Tienen un modelo de biblioteca a seguir?
G. C. —Algunas bibliotecas hicieron una transformación con una gran obra urbanística y arquitectónica como el modelo Parque Biblioteca de Medellín. Otras están enfocadas en la sostenibilidad como la García Márquez en Barcelona. Con Carmen Fenoll estamos haciendo un estudio comparado de prácticas de esas bibliotecas que son aplicables a Uruguay. Elegimos no empezar por el cambio arquitectónico. Primero queremos consensuar un modelo de gestión y después ir hacia el cambio en la arquitectura, teniendo en cuenta que el edificio vale, que la situación territorial es hermosa y que tenemos que lograr un canal con las facultades de Arte, de Derecho, de Humanidades, con la FIC (Facultad de Información y Comunicación).
R. S. —El MTOP (Ministerio de Transporte y Obras Públicas) está haciendo un escaneo total del edificio y actualizando los planos regulares y los eléctricos. Ha sido un trabajo muy arduo. Con el equipo de arquitectura patrimonial del MTOP tenemos reuniones todos los meses. Se entusiasmaron tanto que dos de las arquitectas están escribiendo un trabajo sobre bibliotecas.
—¿Cómo se financia el proyecto? ¿Están pensando en conseguir apoyos internacionales?
G. C. —El gobierno tiene abiertas varias líneas históricas de financiamiento con países e instituciones. Primero tenemos que entender qué vamos a hacer y qué tipo de financiamiento podemos llegar a conseguir. Pero, más allá de los financiamientos, el gobierno tendrá que hacer un esfuerzo porque es una biblioteca nacional. Uruguay es en la región un ejemplo de cultura democrática, y la BN conserva la historia de los partidos políticos. Nos podemos sentar con todos en la mesa y llegar a acuerdos.