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    Con la abstención del Poder Ejecutivo, sector metalúrgico acordó reducir la jornada y poder trasladar costo a obras públicas

    El convenio abarca a unas 1.200 empresas; algunas sostienen que les provocará problemas debido a su falta de competitividad

    En todas las mesas de la décima ronda de Consejos de Salarios la reducción de la jornada laboral estuvo en el primer punto de reivindicación por parte de los trabajadores. Sin embargo, solo en la industria metalúrgica se acordó disminuir el tiempo de trabajo —sin rebaja salarial— a partir del año próximo y de manera gradual.

    Ese convenio también fue novedoso por establecer el traslado a precios del porcentaje derivado de los ajustes salariales y del impacto de la reducción de la jornada, lo que generó la abstención del Poder Ejecutivo; la aprobación se dio con el apoyo sindical y de las empresas.

    La falta de convenios firmados en forma tripartita será, según las consultas realizadas por Búsqueda, una de las características de esta ronda de Consejos de Salarios. La abstención del Poder Ejecutivo, que era “excepcional” en las anteriores negociaciones, pasó a ser algo más habitual en esta ronda, donde por acuerdo con el Ministerio de Economía, el Ministerio de Trabajo (MTSS) no acompaña aquellos acuerdos que se apartan de los lineamientos definidos, explicó una fuente.

    El martes 14, el presidente de la Cámara de Industrias (CIU), Fernando Pache, lamentó en su discurso del Día de la Industria que “a esta altura siga habiendo acuerdos sin firmar”, pero también aludió a que sigue pendiente un ajuste a la Ley de Negociación Colectiva para que los acuerdos, más allá de los laudos mínimos, sean bipartitos, sin injerencia del Poder Ejecutivo. En los hechos, eso sucedió en el caso de los metalúrgicos y para algunos empresarios sirve de ejemplo de que los actores sociales pueden sellar acuerdos beneficiosos para ambas partes, aunque les demandó tres meses de ardua negociación y conflictividad.

    Al inicio de esta décima ronda, a mediados de año, la aspiración generalizada de los sindicatos de reducir la jornada chocó con la postura empresarial, que alegó problemas de competitividad para mantener el salario si se recortaban las horas de trabajo. En el sector comercio y servicios, con una jornada de 44 y 48 horas semanales, los empleadores calcularon que en algunos casos implicaba un crecimiento del salario de 20%, lo que hacía “inviable” analizar la propuesta en la actual coyuntura económica.

    Tampoco el MTSS acompañó el planteo sindical —respaldado también por el PIT-CNT— y advirtió sobre las consecuencias de que prospere el proyecto de ley presentado por el Frente Amplio para reducir el tiempo de trabajo. En cambio, propuso dialogar sobre la productividad, para lo cual convocó a distintos actores.

    Acuerdo con “madurez”

    Un elemento de presión para llegar al convenio de los metalúrgicos fueron las medidas de paralización durante la negociación. Incluso, en algunas firmas los trabajadores sindicalizados redujeron la jornada semanal por su cuenta, retirándose dos horas antes los viernes, indicaron las fuentes.

    En otros rubros industriales, como la elaboración de dulces, chocolates, golosinas, galletitas y alfajores —entre otros productos alimenticios—, donde las partes no lograron convenio y se aplicarán los ajustes delineados por el Poder Ejecutivo, algunas firmas con sindicato de base están estudiando el planteo de reducción de jornada. Ese punto fue el principal factor de desacuerdo y conflictividad, dijeron a Búsqueda fuentes del sector.

    En líneas generales, esta ha sido una ronda “complicada y con menos acuerdos” de lo esperado, dijo a Búsqueda el asesor laboral de la CIU, Raúl Damonte.

    “(En el rubro alimentos) Fuimos y vinimos desde agosto hasta hace 15 días y no se logró” nada, afirmó ese abogado. Explicó que el sindicato no aceptó ninguna propuesta que no incluyera la reducción de la jornada laboral y los empresarios se negaron a analizar planteos que la contuvieran. “Nos quedamos ahí (…). Fue una negociación bastante incómoda”, comentó, porque hay empresas que no quieren o no pueden disminuir las horas de trabajo. Las diferencias están en la posibilidad de implementarlo a nivel sectorial, señaló, porque es muy diversa la realidad de las industrias en materia de organización del trabajo, cantidad de personal, volumen de producción, tipo de procesos, nivel de automatización y demás. Ese problema de tamaño y formas de producción es el que enfrentan las empresas metalúrgicas, que ahora están analizando cómo implementar el convenio firmado hace 10 días y que comenzará a regir —en materia de reducción de jornada— desde enero de 2024. Algunas firmas ya advierten dificultades para llevarlo a la práctica: “No tenemos competitividad y asumir esto la tensa mucho más”, afirmó un empresario mediano del rubro. “Ahora estamos en un brete”, dijo otro.

    “Que el 90% de las empresas aprobaran en asamblea ir por la reducción (de la jornada) no significa que lo hicieran contentos, aunque sí conformes por haber evitado y prevenido conflictos”, reconoció a Búsqueda Andrés Fostik, presidente de la Comisión de Asuntos Laborales de la CIU.

    “Se quiso organizar, ordenar el mercado”, dijo ese empresario, que valoró el convenio por la “visión larga” en temas que están siendo una tendencia mundial, como es la reducción del tiempo de trabajo. Y opinó que se llegó con “madurez a un acuerdo que no dañará al sector”.

    Fostik precisó que el acuerdo comprende a unas 1.200 empresas del grupo 8 subgrupo 01 (industrias metálicas básicas, productos metálicos y reciclaje de los mismos, aberturas de aluminio, muebles metálicos, maquinarias y equipos, motores, bombas, compresores, refrigeración y montaje de equipos e instalaciones), que entre 60% o 70% ya trabajan con una jornada mínimamente reducida (de 47,5 horas semanales). Según el convenio, la jornada pasará a ser de 47 horas semanales a partir del 1 de enero del 2024, y de 46 horas desde el año siguiente, sin afectación salarial.

    Tras un comienzo de negociación “virulento”, donde la bandera del sindicato era luchar por las 40 horas semanales, las firmas accedieron a “dar un paso” hacia la reducción horaria porque había una “necesidad práctica” en el rubro metalúrgico para acompasar “hasta donde se pudiera” el sistema de trabajo de la construcción (de 44 horas). Eso, porque a menudo trabajan en las mismas obras y resulta difícil coordinar tareas en común.

    Fostik destacó que algo que también se adecuó con el convenio firmado y la incorporación de una cláusula de “traslado a precios” es la “desigualdad” competitiva que tenían en el rubro de montaje —principalmente— las firmas metalúrgicas con las de la construcción. Explicó que al incluirse en el convenio de los metalúrgicos ese punto (que establece 5,1% como porcentaje a trasladar a precios, retroactivo a julio de 2023), la obra pública que se contrate al sector tendrá que asumir ese costo. “Por primera vez tomamos la iniciativa de incluir esa cláusula, que es para las obras medianas y grandes y que habilita a que se trasladen los ajustes al precio de las obras públicas que se liciten. Es un espejo de lo que hace la construcción”, explicó ese dirigente empresarial. Y añadió: “Eso nos estaba sacando de la Troya, porque perdimos el montaje industrial por este tema” de diferencia competitiva. En la construcción, según el último convenio, se aplica 10,04%.

    Economía
    2023-11-22T20:18:00