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    El sueño de ser Marset: los narcos uruguayos que buscan expandirse hacia Bolivia

    Intentan establecer contactos directos con los productores de cocaína para comercializarla al exterior

    El copycat en ciertos delitos es un efecto habitual que incluso ha sido estudiado por la academia para intentar disminuir su frecuencia. Asesinos seriales, tiroteos masivos, atentados a políticos y actos de terrorismo suelen ser los casos más conocidos. Pero la imitación de conductas delictivas también ocurre en el mundo criminal más llano, vinculado al dinero, donde los casos de éxito son mirados con atención y anhelo. El ascenso de Sebastián Marset, sumado a la exposición mediática que alcanzó, es un ejemplo observado con interés por los narcotraficantes que operan a escala local, que ahora dimensionan la expansión y el poder que puede alcanzar un uruguayo criado en un barrio corriente de Montevideo. “Marset juega en la Champions League”, ilustró tiempo atrás a Búsqueda un abogado penalista que formó parte del “caso del pasaporte”, cuando el uruguayo aún no había adquirido la notoriedad mediática de estos días.

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    Con esa imagen en mente, protagonistas del hampa local intentaron seguir los pasos de Marset, hacer pie en Bolivia para contactarse con los productores de coca y conseguir de manera directa un producto de calidad para comercializarlo al exterior. Fuentes policiales informaron que la Policía tomó conocimiento de al menos dos casos ocurridos meses atrás, uno de ellos protagonizado por un distribuidor de renombre. No obstante, ambos intentos fracasaron porque desde el propio grupo de Marset advirtieron a los narcotraficantes que, para concretar ese negocio, necesitaban de su intervención: él era el eslabón ineludible para que la droga boliviana pudiera salir de Bolivia y viajar a Paraguay. Las fuentes indicaron que la Policía anticipa que puede haber más intentos similares de trascender el negocio local.

    La industria narco uruguaya está formada principalmente por bandas familiares dedicadas al microtráfico de pasta base en bocas de venta de Montevideo, Canelones y San José. Un paso arriba están los distribuidores que compran la droga al por mayor y la colocan en esas bocas. Otro escalón por encima están quienes participan del envío de megacargamentos de cocaína desde el Puerto de Montevideo, en general bajo el rol de exportador. En ocasiones estos dos últimos niveles se entreveran. Marset logró ir un poco más allá: se instaló en Bolivia en 2018, acordó con productores de coca, sacó la droga vía aérea hacia Paraguay y desde allí por la hidrovía a distintos puertos de la región, con Europa como destino final. Algunas cargas pasaron por Montevideo, otras lo hicieron por Argentina y, en mayor número, por Brasil, como el Puerto de Santos.

    Bolivia es el tercer productor mundial de cocaína, detrás de Colombia y Perú. La superficie de cultivos de coca en el país era de 29.900 hectáreas en 2022, según el último informe de monitoreo elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc). Otro informe de la Unodc, de carácter global y presentado en junio, indicó que el año pasado los puertos del mar del Norte como Amberes, Róterdam y Hamburgo eclipsaron a los tradicionales puntos de entrada en España y Portugal de la cocaína que llega a Europa.

    El reporte señala que las rutas hacia Europa “han evolucionado” y que el papel dominante de los puertos y la cocaína de Colombia como salida está en baja. “La cocaína procedente de Bolivia y Perú se transporta cada vez más a través de la ruta del Cono Sur por Paraguay y la hidrovía Paraná-Paraguay. Los grupos delictivos, a menudo procedentes de Brasil, utilizan aviones para cruzar la frontera y luego barcos por el río hasta el Atlántico”, indica.

    En ese esquema participa Marset. En febrero de 2022 la operación A Ultranza Py desembocó en Paraguay con la detención de 24 personas y la incautación de bienes por US$ 250 millones, entre ellos, nueve aeronaves. Las avionetas formaban parte de la flota de Marset, que permanece prófugo desde entonces. La investigación de la Secretaría Nacional Antidrogas de Paraguay vinculó a su organización directamente con tres cargas incautadas en Bélgica y Holanda.

    No está del todo claro cómo el narco uruguayo prevaleció en Bolivia. A Ultranza Py demostró que unos de sus socios fueron los integrantes de la familia paraguaya Insfrán. Otra hipótesis lo vincula a personajes aún más relevantes: la familia Cartes, del expresidente paraguayo Horacio Cartes. En 2013 Marset trabajó junto con Juan Domingo Viveros Cartes, tío de Horacio, en un envío de 450 kilos de marihuana a Uruguay. Aunque tanto la Policía de Paraguay como la de Uruguay creen que Marset no es el líder original ni único —entre otras cosas desestiman la supuesta existencia del Primer Cartel Uruguayo (PCU) y lo toman como una ostentación personal—, sí comprobaron que se transformó en un engranaje clave de una estructura regional que comercializó miles de kilos de cocaína boliviana e ingresó millones de dólares. En precios promedio aproximados, el kilo de cocaína en Bolivia cuesta alrededor de US$ 2.000 y en Europa, US$ 25.000; se puede disparar hasta US$ 150.000 en los Emiratos Árabes Unidos, un país que Marset visitó y del cual admitió públicamente, entrevistado por el programa Santo y Seña de Canal 4, que era bueno para hacer negocios.

    Una línea de investigación de las policías de la región es que, tal como dice el estudio de Naciones Unidas, bandas brasileñas se encargan de controlar toda la ruta marítima desde la hidrovía al océano Atlántico, en concreto el Primer Comando Capital (PCC). Aseguran protección a quienes transportan cocaína y la actuación de la mafia calabresa ‘Ndrangheta en destino para distribuir la droga al consumidor final europeo. En la entrevista con Santo y Seña, emitida el 27 de noviembre, Marset afirmó que no tiene relación con el PCC.

    En Uruguay la Policía integra un proyecto de Interpol (denominado I-CAN) del que forman parte Italia, Brasil, Argentina y Estados Unidos, entre otros países, cuya finalidad es investigar y debilitar a la ‘Ndrangheta. Integrantes del proyecto mantuvieron una reunión el año pasado en Roma y otra en noviembre en Buenos Aires, de la que participaron fiscales y policías para intercambiar información sobre investigaciones en curso y realizar un análisis comparado de los marcos jurídicos actuales. Por ahora nunca se habló de Marset, aunque sí de los lazos entre el PCC y la ‘Ndrangheta y de la utilización de Uruguay por parte de la mafia italiana para el lavado de activos, evidenciada con la captura en el país de una de sus cabezas, Rocco Morabito.