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    Embajadora palestina: Uruguay será “parte del problema” si abre una oficina comercial en Jerusalén

    Todavía “cuesta mucho entender” los cambios de posición del país en la ONU, resueltos por Lacalle Pou, sobre el conflicto entre israelíes y palestinos, dice la embajadora Nadya Rasheed

    La embajadora Nadya Rasheed asumió su cargo en Montevideo justo cuando el gobierno de Luis Lacalle Pou iniciaba un proceso de cambio en la política uruguaya respecto del conflicto entre Israel y Palestina. Era noviembre del 2020 y por primera vez en décadas Uruguay se abstuvo de apoyar algunas resoluciones discutidas en Naciones Unidas sobre el tema. Hasta hoy a la diplomática palestina le “cuesta mucho entender” esas decisiones.

    El trabajo de Rasheed, dice en entrevista con Búsqueda, ha estado enfocado en buscar las respuestas a esas dudas. Asegura que la nueva postura uruguaya en algunos temas no es consistente con su posición histórica sobre el conflicto y su discurso de respaldo a los derechos humanos y al derecho internacional.

    A la embajadora y su gobierno les preocupa particularmente la decisión de Lacalle Pou de abrir una oficina comercial en Jerusalén. Esa ciudad tiene un estatus especial de acuerdo con las resoluciones de Naciones Unidas, señala Rasheed, por lo que ningún país debería instalar representaciones diplomáticas allí. “Puedes poner una piedra y una bandera de Uruguay arriba y aun así sería ilegal”, señala. Si Lacalle Pou cumple su promesa, Uruguay se “volverá parte del problema” y no de la solución al conflicto, sostiene.

    A continuación, un resumen de la entrevista que Rasheed mantuvo con Búsqueda.

    —¿Cómo describiría las relaciones bilaterales?

    —Históricamente, Uruguay y Palestina tienen muy buenas relaciones. Creo que eso continúa hasta hoy porque para nosotros es importante mantener una agenda bilateral muy positiva con Uruguay, no solo por nuestro respeto al país sino también por su gente.

    —Algunas cosas han cambiado en los últimos años con la llegada del actual gobierno. La administración del presidente Luis Lacalle Pou modificó la postura de Uruguay en varias votaciones de Naciones Unidas, lo que implicó que el país dejara de apoyar resoluciones críticas sobre la política de Israel en los “territorios ocupados”. ¿Cuál es la evaluación de su gobierno al respecto?

    —Primero debo decir que las Naciones Unidas son, para mí, muy importantes. Estuve trabajando ahí por 20 años y de hecho estuve en el equipo negociador de varias de estas resoluciones sobre las que hablamos ahora. Venir a Uruguay en momentos en que vemos este cambio, me preocupó personalmente porque siempre vi a Uruguay desde la perspectiva de las Naciones Unidas como un país que es pequeño pero tiene una voz mucho más grande, porque siempre mantuvo firme los principios del derecho internacional, los derechos humanos y el imperio de la ley. Antes de que llegara a Uruguay ya habíamos visto algunos cambios de posición en resoluciones que antes apoyaba, pero sobre las que ahora se abstiene. Siempre acompañaron estas resoluciones junto con la mayoría de los países del mundo, pero ahora vemos que Uruguay se encuentra en una minoría muy pequeña de países que se abstienen. Nosotros queremos mirar el lado positivo: Uruguay todavía vota a favor de varias resoluciones sobre Palestina en las Naciones Unidas. Entonces, si bien han cambiado en algunas, mantienen su posición en otras, como por ejemplo la que refiere a nuestra autodeterminación, a la soberanía que tenemos sobre nuestros recursos naturales y muchas otras. En los casos que hemos visto una modificación de posición, continuamos teniendo diálogo porque, viniendo de la escuela de las Naciones Unidas, nos cuesta mucho entender por qué se produjeron esos cambios. Porque Uruguay es muy firme en términos de derechos humanos, del derecho internacional y protegiendo a los vulnerables, y las resoluciones de las Naciones Unidas están dedicadas a eso.

    —¿Hay consistencia entre las resoluciones sobre las que cambió de posición y las que no?

    —Si voy a ser honesta, todavía buscamos comprender por qué ha habido algunos cambios. Todavía buscamos esas explicaciones. Por ejemplo, en asuntos como el de los refugiados, en los que Uruguay ha cambiado de posición y ya no apoya la resolución vinculada con la agencia de Naciones Unidas que da apoyo humanitario a los refugiados palestinos, y es considerada un factor grande de estabilidad en Medio Oriente. Es algo sobre lo que nos cuesta mucho entender que Uruguay haya cambiado de posición, porque se trata de un país pequeño, como Palestina, que apoya los organismos multilaterales y que también los necesita para protegerse de las cosas que ocurren en el mundo. Además, es una agencia que depende de contribuciones voluntarias y no de otro tipo de financiamiento. No entendemos por qué cambió. Quizás hay desinformación o falta de entendimiento de qué hace esta agencia, y estamos tratando de mantener diálogos con el gobierno sobre eso.

    —Usted ya ha tenido conversaciones con el gobierno sobre estos temas.

    —Sí, y estoy muy agradecida por ello. Tuve dos reuniones con el presidente para hablar de ello. Sentí que realmente me escuchó, se interesó e hizo preguntas. Por supuesto que también encontramos una puerta abierta para ser escuchados.

    Pero quiero volver a las resoluciones sobre las que vimos cambios. También hubo modificaciones sobre la agencia, sobre el tema refugiados y sobre la ilegalidad de los asentamientos israelíes. Sobre este último punto quedamos perplejos, porque Uruguay fue miembro no permanente del Consejo de Seguridad cuando ese órgano adoptó una resolución que hablaba de la ilegalidad de esos asentamientos, un documento que Uruguay negoció y apoyó. Es una resolución, además, que los europeos en la Asamblea General, todos los años cuando se vota, no solo apoyan, sino que son coespónsores. Uruguay es un país que constantemente repite su aspiración y su acuerdo con una solución al tema que implique la creación de dos Estados. Es un objetivo internacionalmente aceptado, que no era nuestra idea pero que aceptamos, lo que fue una concesión muy grande. Está claramente aceptado que los asentamientos israelíes son un —sino el principal— problema para alcanzar el objetivo de los dos Estados. Esas cosas nos cuesta mucho entenderlas y comprender dónde está la desconexión, pero estamos hablando constantemente con todos los que podamos. Mucho de esto es dar nuestra perspectiva, nuestra narrativa, que suele faltar en la discusión. Además, son resoluciones que apoyan países que tienen una manera de pensar similar a la de Uruguay, muchos de ellos europeos; también tienen el apoyo de las organizaciones internacionales de derechos humanos, que dicen casi lo mismo que decimos los palestinos: esto es una situación no solo de ocupación, sino de apartheid. La situación se volvió ilegal porque la ocupación en sí misma no debe ser permanente, pero lo que vemos ahora es que, desde el punto de vista israelí, se ha vuelto permanente con la consolidación de los asentamientos y el robo de la tierra. La idea es reemplazar a la comunidad nativa palestina por judíos que vienen de todo el mundo para asentarse, para colonizar la tierra.

    —El presidente uruguayo suele citar a lord Palmerston: “Las naciones no tienen ni amigos permanentes ni enemigos permanentes, tienen intereses permanentes”. Con esa forma de pensar, cambiar de posición en la ONU es válido si corresponde con los intereses de Uruguay. La resolución de los dos Estados es de 1947 y la resolución del Consejo de Seguridad que usted mencionaba fue adoptada en el período pasado, con otro gobierno uruguayo. ¿No es válido cambiar?

    —Por supuesto. Cada país tiene derecho soberano de actuar como quiere, pero los palestinos creemos que si no vamos a mantener el orden internacional y el imperio de la ley, y defender los derechos humanos, esto nos puede afectar a todos. Si un país puede actuar por encima de la ley y tener un trato preferencial, esto tendrá consecuencias en todo el mundo. Así que, por supuesto que Uruguay puede actuar como quiera, pero mi trabajo como embajadora de Palestina es recordar constantemente al país sobre su tradición y su posición histórica sobre Palestina. Nosotros decimos que no pedimos que se reinvente la rueda, no pedimos nada más que lo que pediría cualquiera: que la aplicación de la ley también sea para los palestinos, no podemos ser la excepción de cada regla. Lo que pedimos no es nada loco, es algo a lo que la mayoría en el mundo tiene acceso: derecho a la libertad, derecho a vivir en nuestra tierra, en nuestro país, libremente, no bajo una ocupación militar que lleva 50 años. Ni hablar de la violencia diaria que debemos experimentar no solo por parte de los soldados israelíes, sino ahora también tenemos unos 800.000 colonos que viven en territorios ocupados y que reciben tratos preferenciales. Esos colonos ahora están empoderados por el actual gobierno israelí, hacen lo que quieren contra los palestinos y después son premiados. Es algo que nadie debería aceptar. Vivimos bajo una ocupación militar y se nos exige que estemos callados, que no intentemos alcanzar nuestros derechos mediante todos los medios posibles. Seguimos el camino de la no violencia por muchos años, nuestro presidente acordó intentar alcanzar la paz con Israel yendo a las Naciones Unidas, negociando, pero también somos castigados por eso. Protestar en las calles pacíficamente es castigado. La idea es que seamos buenos nativos y nos quedemos callados, aceptando cualquier cosa que nos quieran imponer, pero eso nunca va a suceder.

    —Los palestinos también recurren a la violencia como un medio para alcanzar sus objetivos.

    —Creo que cuando hablas de violencia, lo que tienes que entender es qué significa la ocupación, la violencia institucionalizada que enfrentan los palestinos estén donde estén. Para ir a la escuela, algo simple, debes pasar por puestos de control con militares israelíes. Como mejor escenario, serás humillado en un puesto de control; como peor escenario, te pueden matar. Entonces, cuando hablas de violencia, tienes que entender la violencia del otro lado. Los palestinos no tienen un ejército. De hecho, bajo el derecho internacional, tienen el derecho de defenderse, de resistir. Los israelíes, por otro lado, tienen uno de los ejércitos más poderosos, son una potencia nuclear y son ellos los que están en Palestina. No son los palestinos los que están en las ciudades y los pueblos israelíes, es el Ejército y son los colonos los que están en nuestro territorio. Mira lo que pasa en Gaza, que sufre un bloqueo desde hace 15 años. Ellos dicen que abandonaron Gaza y todo fue peor; pero en realidad impusieron un bloqueo y de vez en cuando lo bombardean. ¿Lo consideran una manera de alcanzar la paz? Quieren seguridad, claro, pero no puedes tener seguridad cuando le niegas los derechos básicos a una nación. Cuando se habla de la violencia desde el lado palestino, claro que ha habido un poco. Hemos intentado seguir el camino de la no violencia y las negociaciones pacíficas, pero no nos ha llevado a ninguna parte. No puedes controlar a cualquier individuo para que no haga algo. El gobierno uruguayo no puede controlar si alguien va y roba un banco, esto es un acto individual. Durante todos los años que hemos negociado, lo único que hemos visto es más colonialismo y anexiones, más negación de nuestros derechos, nada positivo. Todavía estamos comprometidos con una solución pacífica, pero las modalidades deben cambiar. Debe haber un grupo de países más amplio en la mesa de negociaciones de paz, no solo Israel y Estados Unidos. Tener que negociar con el poder que te ocupa es como negociar con tu carcelero. Mientras que Estados Unidos no es imparcial, sino que ha actuado como el abogado de Israel.

    —Hay negociaciones en curso entre Arabia Saudita e Israel, para establecer relaciones diplomáticas, en las que el tema palestino está en la mesa. De hecho, hay representantes de su país y de Estados Unidos en la conversación. ¿Qué espera su gobierno de ese proceso?

    —Nuestra posición siempre ha sido que cada país tiene el derecho soberano de firmar acuerdos con cualquiera. Cuando hablamos de este tema de Arabia Saudita, que es un país muy cercano y muy aliado de Palestina, es porque tienen derecho de alcanzar acuerdos, pero ya existe algo sobre la mesa: la iniciativa de paz árabe. Es una iniciativa con la que estamos comprometidos nosotros y los países árabes. Es una propuesta presentada en 2002 y muchas veces después, pero fue rechazada por Israel. Lo que dice la iniciativa es que nosotros, los 22 países árabes, si Israel abandona los territorios ocupados y si hay una solución justa para los refugiados palestinos, entonces todos los países del mundo árabe le ofrecerán una normalización de las relaciones diplomáticas y económicas. Esta iniciativa está basada en el derecho internacional y las resoluciones de Naciones Unidas. Estos acuerdos bilaterales claro que afectan al pueblo palestino si están sacados del contexto de la iniciativa de paz árabe. Tenemos conversaciones activas con los saudíes, porque de hecho la iniciativa fue de ellos. Israel quiere paz con los países árabes, bueno, tienen la iniciativa que ya fue aceptada por los países árabes y musulmanes.

    —Ahora Israel está logrando negociar y establecer relaciones diplomáticas normales con países árabes, como Emiratos Árabes Unidos. ¿Los palestinos están perdiendo el apoyo que tenían?

    —No creo. Los países tienen intereses. Si ves la posición árabe sobre Palestina, no debería ser tomada a la ligera. Si viste el Mundial de Fútbol, en cada tribuna había banderas palestinas, había jugadores que iban a abrazarse a ellas, porque la causa palestina está en el corazón de los árabes. Creo que no estamos perdiendo el respaldo.

    Israel tiene el poder de abandonar el territorio palestino y no lo hace. Y se hace llamar una democracia, cuando subyuga, oprime, a más de 6 millones de palestinos que no tienen oportunidad de decir nada acerca de quien toma todas las decisiones sobre su vida. No es una democracia. Es una farsa. Lo siento, lo es. Y hay países que dicen que comparten valores con Israel. ¿Qué clase de valores compartes con un país que es colonizador, ocupante? Un Estado que aplica un apartheid.

    —Si le pregunta al gobierno uruguayo, seguro dirá que comparte valores con Israel.

    —Probablemente. Muchos países lo dicen. Uruguay no es una potencia ocupante. Uruguay no viola derechos humanos básicos diariamente. Esos valores, te aseguro, no son compartidos.

    —En una reunión con autoridades israelíes, Lacalle Pou reiteró su intención de abrir una oficina comercial de Uruguay en Jerusalén. Usted y otros países le pusieron presión al gobierno para que revisara su posición. ¿Es una batalla perdida?

    —No diría que fracasó. Y, de paso, nuestra estrategia no es poner presión.

    ¿ Lobby?

    —Nuestra táctica es diferente a la de Israel. No presionamos. Por ejemplo, cuando esta noticia salió dos semanas atrás estuvo en todos los medios y tenía información distinta, confusa. Y nada salió de Uruguay. Por eso dije hace poco que no me informo por Israel, sino por las autoridades uruguayas. Y he tenido reuniones después de ese episodio para buscar aclaraciones sobre el tema. Entiendo que sí se discutió sobre la posible apertura de la oficina.

    —¿Qué le aclaró el gobierno, entonces?

    —No sé si hubo algo nuevo. Sí es una intención del presidente que ha repetido varias veces. Nosotros dejamos claro que esperamos que Uruguay no lo haga. Esto es ilegal, no importa la presencia que tengas; puedes poner una piedra y una bandera de Uruguay arriba y aun así sería ilegal. Es una ocupación ilegal. Es territorio ocupado. No solo es reconocido como territorio ocupado por Naciones Unidas, sino por la mayoría del mundo. La relatora especial para el tema lo dijo hace poco en mejores palabras que yo. Abrir la oficina no ayudará en nada a alcanzar la solución de dos Estados. Es más, Uruguay se volverá parte del problema porque en ese momento estarían reconociendo la legalidad de la anexión de territorio por métodos violentos. Es algo sobre lo que escuchamos todo el tiempo cuando se habla de Ucrania y Rusia. Uruguay es muy claro y firme en cuanto a que lo de Rusia es ilegal, que la anexión de territorio por la fuerza es ilegal; entonces, ¿por qué sería legal en otra parte? Creemos que Uruguay, por su tradición y perspectiva histórica en el tema, no va a tomar esa decisión. Deseamos que esto no suceda. Deseamos que el presidente, a quien respetamos mucho, escuche a las personas que le dicen que esto no debería suceder.

    Información Nacional
    2023-09-13T17:01:00