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A fines de marzo se activó la bomba. Y entonces empezó a correr el reloj, la cuenta regresiva hasta la inevitable explosión. Pasó muy poco tiempo entre una cosa y otra. Pero hubo algunos hitos. La militante blanca Romina Celeste Papasso anunció en sus redes sociales que tenía una denuncia grave sobre abuso sexual y pedofilia que involucraba a un conocido legislador. Horas más tarde dijo públicamente que esa persona era Gustavo Penadés. Y el temporizador del explosivo pareció ir más rápido. La figura de Penadés, uno de los senadores más influyentes del Partido Nacional y el oficialismo, espada parlamentaria de la Torre Ejecutiva, se fue diluyendo entre señales confusas al inicio y evidencias contundentes en su contra al final de la trama. Hasta que un día detonó.
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Antes hubo un apresurado intento de defensa. Una conferencia de prensa con la institucionalidad del Palacio Legislativo como escenografía para jurar su inocencia y ensayar una tibia contraofensiva –una denuncia por difamación e injurias a su honor– que nunca se concretó. En paralelo, el respaldo del presidente de la República, Luis Lacalle Pou, del ministro del Interior, Luis Alberto Heber, y de buena parte de la dirigencia política del oficialismo. Hubo varias reuniones de autoridades y dirigentes del Herrerismo, el sector de Penadés, para hacer el recuento de daños. ¿Y qué se concluyó? Que todo esto sería una anécdota. Una crisis pasajera, superable, y sin consecuencias para uno de los líderes y referentes de la agrupación. La idea de estos encuentros era pensar estrategias para el sector en medio de un paisaje complejo. Penadés no solo era el articulador y zurcidor legislativo, el que mantenía diálogo con la oposición para garantizar el curso adecuado de determinados proyectos. También estaba en la logística política e ingeniería electoral detrás de la precandidatura de Laura Raffo, impulsada por la Lista 71 en Montevideo y por otras corrientes del Herrerismo en el resto del Uruguay.
Raffo, a diferencia de dirigentes de su propio sector, se mostró bien cauta al declarar en público sobre un episodio que fue escalando en incomodidad para sus compañeros. “Confío en la Justicia”, se limitó a decir, lacónica, la precandidata. Pero fue aún más distante en la interna. Puertas adentro, manejó la situación con una frialdad que despertó molestias y comentarios negativos entre sus correligionarios. Y en el propio Penadés. Coloquialmente le cuestionaban que le hubiera “soltado la mano”.
Focus group
Pero la bomba detonó hace rato. Pasó la renuncia de Penadés al Senado, al Partido Nacional, a su agrupación política. Pasó el desafuero. Y llegó su formalización judicial como presunto autor de 22 delitos sexuales. Ahora cumple prisión preventiva por 180 días. Y mientras el exlegislador pasa sus días en un establecimiento carcelario en Florida, su sector partidario calienta motores para las elecciones internas de junio de 2024. Aunque todos los dirigentes herreristas saben ya que uno de sus referentes está y estará completamente fuera de la escena política, todavía quieren saber hasta dónde llegaron las esquirlas de la bomba que le explotó a principios de año.
Según pudo saber Búsqueda, la Lista 71 encargó un estudio a la consultora Opción para calibrar su temperatura electoral tras un año particularmente tumultuoso. El focus group, una herramienta de investigación de mercado, incluyó centenares de preguntas. Y algunas de ellas estuvieron relacionadas con el caso Penadés. El objetivo era medir el impacto del caso entre los electores. Según distintas fuentes consultadas, en general el episodio queda “desenredado” de la política. Uno de los informantes destacó que la gente logra “separar lo personal de lo partidario”. “En principio no generó un daño en la imagen de la Lista 71 ni en la precandidatura de Raffo”, señaló una fuente.
La flamante presidenta de la agrupación, Valentina Arlegui, había declarado a Búsqueda que pese perder a “un gran organizador” y que son “horas difíciles” en la interna, el caso “no afectó el ánimo” del militante.
Más condenas
El episodio Penadés, de todas formas, está lejos de llegar a su fin. La investigación judicial avanza y si se siguen conociendo detalles que lo comprometen aún más. El martes 19, la jueza Marcela Vargas condenó a cinco personas involucradas en la compleja trama ideada por el exsenador, en complicidad con jerarcas policiales, para articular una defensa sustentada en la hipótesis de que las víctimas habían montado un operativo político en su contra.
Según consignó la diaria, entre los condenados está el funcionario del Parlamento y director de la Secretaría Parlamentaria del Parlasur, Diego Cuiñas, que hizo el nexo con el exdirector del Comcar Carlos Taroco para que liderara la investigación parapolicial.
La fiscal del caso, Alicia Ghione, destacó, en declaraciones a Subrayado, como un “gran logro” que cinco imputados hayan sido condenados al confirmar que “existía entre ellos el armado de una trama, no solo para averiguar la identidad de las víctimas sino para salvar al hombre”, como se referían a Penadés en sus diálogos durante la ejecución de un plan en el que se incluyen distintos pagos monetarios del exlegislador, intentos de encubrimiento y tráficos de influencia.