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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acá“Saber de memoria una fecha no sirve para nada. Saber 20 fechas tampoco. Ahora, saber de memoria mil fechas es enormemente útil, porque ante cualquier hecho a considerar podés ubicarlo en un contexto: saber qué pasó antes o después de tal evento”.
De esta idea se sirve el ministro de Educación y Cultura, Pablo da Silveira, para afirmar que “alguien realmente educado y culto es capaz de trazar una línea de tiempo mental muy compleja, que funciona en muchos niveles y le permite explicar cualquier evento en un marco interpretativo”. De lo contrario, dice, “somos como coleccionistas de figuritas que, separadas del álbum, no dicen nada”.
Su reflexión viene a cuento de la irrupción de ChatGPT, un programa de inteligencia artificial (IA) para el procesamiento del lenguaje natural —creado por OpenAI y presentado en noviembre pasado— que es capaz de generar textos similares a los que escribiría un ser humano. Esta nueva herramienta digital, que simplifica el acceso a un enorme caudal de información, reabrió este año a escala mundial y también en Uruguay el debate de la tecnología en las aulas.
El sector educativo sigue con atención, y en algunos casos con inquietud, el desarrollo de este recurso digital que “interpela radicalmente” al sistema educativo, según dijo a Búsqueda el ministro. Da Silveira ve en estas tecnologías “un potencial enorme” y también una oportunidad para replantearse el acto educativo. Aunque enseguida puntualiza que “es un error pensar que vuelve al sistema obsoleto o innecesario”, y reivindica, “hoy más que nunca”, el rol docente y el de la escuela.
Para el jerarca, “lo que ya venía ocurriendo con recursos como Google, y ahora de manera todavía más espectacular con esta nueva herramienta (por ChatGPT), es que tenemos una disponibilidad de información y una capacidad de acceso a perspectivas y a visiones analíticas inmensas; y que además pueden ocurrir a velocidades que eran impensables hasta hace pocos años”.
Pero más allá del impacto de estas nuevas tecnologías, agrega Da Silveira, “si una persona no tiene una cabeza ordenada y una cantidad mínima de puntos de referencia, de datos y de información que le permitan navegar en medio de esa abundancia, no va a poder hacer un gran aprovechamiento de todo eso”.
De allí que el ministro plantee que “el desafío es encontrar maneras de equipar a las nuevas generaciones para que sean capaces de hacerse buenas preguntas, de comprender y de encontrar en esa inmensa masa de información, y ahora también de piezas de análisis, elementos que les sirvan para construir su propia visión de las cosas”.
Da Silveira cuenta que en su experiencia como docente “notaba muchas veces que Google estaba matando algo muy importante” en sus alumnos, que definió como “el sentido de la profundidad histórica”, aquel que permite contextualizar la información para entender qué significa “un hecho crudo” en un contexto determinado.
“Sin ese sentido no hay capacidad de procesar la información y de entenderla; y eso no se compra en la farmacia”, insiste el titular del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), al ponderar “una tarea de construcción de referencias internas que cada uno va haciendo de manera más rica o más pobre”.
Pablo Da Silveira. Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS
Mientras el MEC “analiza” el potencial de esta nueva herramienta digital —que permite contestar en segundos cualquier información que aparezca en un libro de texto, redactar un cuento o componer un verso, además de resolver problemas de álgebra avanzada—, millones de usuarios testan sus capacidades y los expertos en IA advierten que prohibirla es contraproducente, pese a impactos negativos evidentes como el del plagio.
El ChatGPT tiene un potencial “demencial” para la educación, porque entre otras cosas “abre un abanico de posibilidades increíbles” para generar nuevos conocimientos, pero a su vez demanda “políticas flexibles” y una nueva “estrategia pedagógica”, alega a Búsqueda Juan Marrero, director del Centro de Transformación Digital de la Universidad Tecnológica (Utec).
Y es que aunque la herramienta puede proporcionar respuestas rápidas y sencillas a las preguntas que se le hace, no fomenta el pensamiento crítico ni la capacidad de resolver problemas, apunta este especialista en estrategias que integran tecnologías digitales en los procesos de enseñanza y aprendizaje, y avisa sobre otras falencias importantes que tiene ChatGPT. La primera es que a veces se equivoca, y otra es que no revela las fuentes de información que utiliza para contestar, lo que dificulta contrastar sus afirmaciones o profundizar en los puntos que resulten interesantes para el usuario; además, por ahora la información que maneja fue producida hasta 2021.
Desde OpenAI, la fundación que creó el ChatCPT —cofundada por Elon Musk en 2015 para desarrollar sistemas de IA—, no esconden estas limitaciones y recuerdan que es un sistema en etapa de prueba, según reconoció en diciembre su director ejecutivo, Sam Altman.
Como sea, varias instituciones educativas ven en este recurso una amenaza, e incluso prohibieron su apropiación a los alumnos. Algunos auguran el fin del modelo tradicional de los deberes, puesto que la herramienta puede ayudar a hacer las tareas domiciliarias. Otros señalan que en realidad esa práctica ya proviene de la familia o de profesores particulares; que, en cambio, ahora es una tecnología la que asiste y que eso lleva a plantearse nuevas estrategias educativas.
Allí entra también el debate sobre el plagio, ante el cual Marrero plantea: “Siempre estuvimos expuestos al plagio… Pero eso ocurre porque planteamos el plagio en relación con la metodología tradicional de evaluación: aquella de pedirle al estudiante que haga un resumen o defina un concepto. Ahora, si evaluamos al estudiante de otro modo, no podrá haber plagio”.
El experto anima a plantear tareas diferentes dentro y fuera del aula, a resolver problemas aprendiendo en clase y a trabajar por proyectos, en equipos, utilizando diversidad de medios y metodologías, aun a libro abierto y con libre acceso al celular, desarrollando la evaluación continua de manera más efectiva, y todo sin descuidar los principios pedagógicos esenciales.
Da Silveira también señala la necesidad de integrar estas herramientas de IA, que tienen cada vez más presencia en la sociedad y cuyos recursos resultan “muy poderosos” y desafían las maneras tradicionales de organizar la educación. Para el ministro, se trata de aprender a convivir con las tecnologías de forma saludable y ética, desarrollar una identidad digital adecuada y superar la brecha educativa.
“Pero todo esto no significa que dejen de ser necesarias las escuelas, ni los docentes ni que todo ahora se pueda hacer por inteligencia artificial”, concluye Da Silveira, pensando en el impacto de la IA sobre la educación.