La DTA es la tercera división del básquetbol uruguayo. Una liga sacrificada, casi amateur, con mayoría de clubes barriales de Montevideo, muchos sin gloria ni historia profesional. En las canchas suele haber poca gente: dirigentes, socios, familiares, algún hincha de la primera hora. Un ambiente chico en el que se conocen todos de memoria.
Las apuestas deportivas viven un auge. Para 2030 se prevé que el mercado global alcance un valor de US$ 182 billones. Abundan casas y empresas que permiten apostar a cualquier deporte, en cualquier momento, desde cualquier lugar. Muchas son multinacionales poderosas, patrocinantes de las asociaciones y las competiciones más prestigiosas, incluso de los atletas de élite más famosos. Este año Disney, dueña de ESPN, llegó a un acuerdo de US$ 2.000 millones con Penn Entertainment, una empresa estadounidense operadora de juegos de casino, para crear ESPN Bet.
En 2019, la FUBB ya había presentado una denuncia penal tras conocer audios entre jugadores de Peñarol y Unión Atlética que planteaban pactar el resultado de un juego de antemano. Ese mismo año, la Secretaría Nacional del Deporte detectó un aumento de este delito en el fútbol y activó un convenio con LaLiga, la asociación de clubes españoles que participan en las categorías de primera y segunda división. LaLiga brindó acceso a tecnología y sistemas de control de amaño de partidos y envió a Uruguay a responsables de su Dirección de Integridad y Seguridad.
Desde entonces no se avanzó. El control del Poder Ejecutivo sobre la industria lo ejerce el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), mientras que de manera privada las asociaciones deportivas contratan a empresas especializadas para intentar monitorear un fenómeno al que es complicado seguir el rastro.
“Desde la Secretaría Nacional del Deporte no se ha tomado ninguna medida ni elaborado ninguna regulación. En lo personal me parece que el tema de las apuestas deportivas es algo muy peligroso. Y especialmente peligroso me parecen las apuestas que permiten elegir qué jugador hace la primera falta, o recibe la primera amarilla, o lanza el primer saque lateral. Ahí creo que es más fácil arreglar a quienes están involucrados”, afirmó a Búsqueda el secretario nacional del Deporte, Sebastián Bauzá.
En 2017 el MEF estableció que la prestación de servicios a través de Internet, plataformas tecnológicas, aplicaciones informáticas o similares referidas a juegos de azar o apuestas online se encuentra alcanzada por el principio general de la ilegalidad, sin perjuicio de la facultad conferida al Poder Ejecutivo de otorgar habilitaciones específicas. En el deporte, únicamente Supermatch está autorizada para ofrecer servicios de apuestas en Uruguay.
A diferencia de casas internacionales, Supermatch restringe las apuestas en competiciones locales a parámetros relacionados con el resultado y el marcador. “Supermatch me hace ruido porque tiene el monopolio de las apuestas deportivas en Uruguay, pero no permite apostar a detalles como amonestaciones u otras incidencias del juego, que son las que considero más complicadas”, planteó Bauzá.
La empresa aporta US$ 1 millón al año a la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) y a la Organización del Fútbol del Interior (OFI) para potenciar las divisiones juveniles a través de obras de infraestructura. Un trabajo del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres) preparado el año pasado para la Mutual Uruguaya de Futbolistas Profesionales, ubicó en US$ 400.000 el 0,5% de la recaudación anual de Supermatch. Según estadísticas de la Dirección Nacional de Loterías y Quinielas, solo La Quiniela lo supera en Uruguay por monto facturado: incluso de enero a agosto de 2022 fue el juego que, en proporción a lo apostado, más premios entregó, con $ 2.930 millones.
Por fuera de Supermatch, el Ministerio de Economía está autorizado a prohibir en el país las comunicaciones comerciales, el patrocinio y la publicidad de juegos no autorizados. Esto supone un problema para los clubes uruguayos que disputan competiciones de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), porque son multados por el MEF cuando ofician de local: en las vallas publicitarias la Conmebol por contrato promociona a uno de sus principales sponsors, Sporting Bet, una compañía internacional con sede en Londres dedicada a las apuestas en línea.
El ministerio también puede bloquear el acceso a sitios web de juegos de azar y apuestas por Internet. De 2017 a 2022 se bloqueó la entrada a 1.525 sitios. “Es un gran trabajo, pero no es un calderín, donde podés pescar todo”, indicó a Búsqueda el abogado de la FUBB, Fernando Posada. Herramientas sencillas de utilizar como una VPN (red privada virtual, por sus siglas en inglés) permiten a cualquier usuario de Internet saltearse las restricciones para navegar al cambiar su dirección IP y no dejar registro de sus datos.
La reciente denuncia presentada por la FUBB apunta a que el hipotético arreglo de partidos en las divisiones de ascenso se produjo vía gigantes como el británico Bet365, que avala apuestas de distinta índole y por montos más altos que Supermatch. Una de las alertas en la federación de básquetbol saltó cuando conocieron que partidos de la DTA manejaban valores de 180.000 euros en apuestas.
Tráfico de drogas
A Sandro Tonalli lo comparan con Andrea Pirlo. Elegante, siempre bien ubicado, con ojos en la nuca para marcar el juego de su equipo desde la mitad de la cancha. A los 19 años debutó en la primera división del fútbol italiano y meses después lo incorporó el legendario AC Milan. Allí salió campeón de la Serie A, se afirmó como una de las figuras de la selección italiana y a los 23 años fue transferido en 80 millones de euros al Newcastle de Inglaterra. Parecía el camino perfecto a una carrera exitosa. Pero la Fiscalía de Turín y la Federación Italiana de Fútbol comenzaron a investigarlo por apostar en plataformas ilegales. Admitió tener una adicción al juego. En octubre fue sancionado con 10 meses de suspensión.
Los peligros de las apuestas deportivas están expandidos a todas las disciplinas, en cualquier país y de distintas formas. La National Football League (NFL), la liga deportiva más popular de Estados Unidos, inició este mes una investigación a una de sus franquicias, los Cincinnati Bengals, por no incluir a su jugador estrella, el mariscal de campo Joe Burrow, en el informe de lesionados que deben publicar todos los equipos antes del partido. Burrow tenía una lesión en la muñeca y la NFL sospecha que su equipo la ocultó para no disparar movimientos bruscos de último momento en las casas de apuestas: con Burrow dolorido los Bengals hubieran dejado de ser favoritos en los pronósticos.
Si casos de este tipo suceden en las máximas categorías profesionales de Italia y Estados Unidos, es lógico que ocurran en Uruguay. Posada señaló que en el básquetbol uruguayo se cree que hay jugadores endeudados; por lo pronto, la FUBB aportó evidencias a la Policía para que determine el uso que basquetbolistas realizan de aplicaciones de apuestas deportivas.
A escala mundial la preocupación llegó a la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc), que en 2021 presentó su primer informe global sobre corrupción en el deporte. “La implicación de la delincuencia organizada en las apuestas ilegales, la manipulación de las competiciones y la corrupción vinculada a los grandes acontecimientos deportivos sugiere que el valor total de estas actividades ilegales está a la altura del tráfico ilegal de drogas, la trata de seres humanos o el tráfico de armas”, concluye la Unodc, una agencia acostumbrada al análisis profundo del negocio de la cocaína. “La participación de grupos delictivos organizados transnacionales es una característica común”, añade el informe.
Un año antes esta oficina de Naciones Unidas firmó un memorando de entendimiento con la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) para intentar erradicar la delincuencia del fútbol —“en particular, el amaño de las competiciones”— mediante asistencia técnica, coordinación de políticas y elaboración de estudios.
Un informe producido en 2020 por la Agencia de la Unión Europea para la Cooperación Policial (Europol) arrojó más detalles sobre el trasfondo de las apuestas deportivas ilegales. “Pueden servir como plataforma para que los grupos del crimen organizado lleven a cabo esquemas de lavado de dinero a gran escala”, sostiene Europol, que posicionó al fútbol como “el deporte más manipulado por los grupos internacionales del crimen organizado debido a su popularidad mundial, dimensión financiera y el gran volumen de apuestas asociado a él”. Lo siguen el tenis y luego otros deportes como el básquetbol, el hándbol, el vóleibol playa y el hockey sobre hielo. Tampoco se salvan las carreras de caballo: en India un grupo criminal organizado había dopado a animales “en eventos en todo el país” para ganar apuestas.
Europol también advirtió que “los criminales suelen apuntar a competiciones de nivel inferior en diferentes deportes”, dirigiéndose con mayor frecuencia a jugadores que desempeñan un papel específico dentro del equipo (por ejemplo, arqueros y defensores), ya que estos son más “valiosos para quienes arreglan partidos, pues un simple error de ellos puede llevar fácilmente a recibir un gol”.
En el punto sobre las competiciones de nivel inferior recientemente hizo hincapié el académico y periodista canadiense Declan Hill, reconocido como uno de los principales investigadores sobre apuestas deportivas: “Un equipo de la Universidad de New Haven identificó partidos sospechosos en Irán, Uganda y ‘mierda total’ en Argentina”, escribió Hill en su cuenta de X. Se refirió concretamente a juegos de divisiones inferiores y del ascenso argentino.
El alcance de las apuestas deportivas ilegales se agrava por la escasa recopilación sistemática de información que realizan los gobiernos, las federaciones y los clubes. “Esto dificulta a las autoridades policiales y judiciales la estimación de la magnitud del problema y la evaluación del impacto exacto de la delincuencia organizada en el deporte”, avisó la Unodc.
En Uruguay el año pasado la AUF inició un programa de integridad para jugadores y oficiales de sus competencias, desarrollado e implementado por Sportradar, una empresa suiza de tecnología deportiva de análisis de datos que entre sus servicios ofrece la identificación del amaño de partidos. El programa de la AUF incluye talleres que se enfocan en educar sobre este delito. En uno de ellos, Sportradar informó a los futbolistas uruguayos que el 2022 alcanzó el récord de más partidos sospechosos en la historia de su Sistema Universal de Detección de Fraude (UFDS), habiéndose traspasado la marca de 1.000 partidos sospechosos por primera vez. Sportradar también trabaja con la FUBB.
“Con la empresa se hace un monitoreo lo más acabado posible, pero no definitivo, porque en este tema inevitablemente algunas cosas se escapan por abajo del radar”, explicó Posada.