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    Salinas, el ministro que empezó titubeando, enfrentó la peor crisis sanitaria en un siglo y al que no le creen que se va de la política

    “Estoy bajo mil presiones, de sindicatos, prensa. Realmente, le regalo mi lugar”. Las palabras del ministro Daniel Salinas al diario El País, publicadas el miércoles 8 de abril de 2020, eran más una catarsis que declaraciones. Aseguraba que había sufrido bullying por los vecinos del balneario Solís: lo habían visto el sábado por las calles y un comercio de ese balneario, en el inicio de la Semana de Turismo más atípica de la historia, con cuarentena voluntaria y pedido oficial de no irse a ningún lado por el reciente aterrizaje de la pandemia de Covid-19, y lo habían denunciado a la prensa. Él retrucó que le estaba llevando víveres a un familiar a quien prestó la casa para que se confinara. “El estrés mío ya se fue al diablo”, remató. No eran palabras nada tranquilizadoras viniendo de quien apenas hacía un mes y seis días era el ministro de Salud Pública y hacía 26 días debía encabezar la lucha contra la emergencia sanitaria. Sus primeras intervenciones, en las que se mostraba dubitativo, generaban inquietud sobre quién estaba timoneando el barco en un mar más que picado.

    Cuando el neurólogo Daniel Salinas asumió al frente del Ministerio de Salud Pública (MSP) no lo conocía casi nadie. Y había sido designado en el cargo por Cabildo Abierto, un partido integrante de la coalición de gobierno que era otra incógnita. Se sabía que era de San José, donde había nacido el 17 de febrero de 1962, que era hijo de maestros, que apenas había tenido militancia política (salvo en las elecciones de 1984, para el Herrerismo) y que era un hombre de gran confianza del líder de Cabildo, Guido Manini Ríos (con quien había coincidido en el Hospital Militar, donde el hoy senador fue director). Para peor, antes de asumir se vio envuelto en una polémica cuando VTV divulgó que había tenido un vínculo comercial con el psiquiatra Martín Gutiérrez, acusado de realizar torturas durante la dictadura, quien a su vez era el tío de su esposa.

    Al comienzo de la pandemia las dudas sobre Salinas también dominaban en la Torre Ejecutiva. El principal frente de batalla del gobierno tenía como general a alguien ajeno al círculo del presidente Luis Lacalle Pou. En el MSP no parecía estar todo bajo control. En diciembre del 2020 el mandatario ordenó echar al coordinador de Relaciones Internacionales y Cooperación, Franco Alaggia, por haber rechazado una propuesta de Pfizer. Uruguay todavía no tenía vacunas y la presión sobre el Poder Ejecutivo crecía.

    Esas controversias quedaron millones de inoculaciones atrás. Salinas, quien deja el cargo luego de tres años de gestión es —con suma holgura— el ministro con mayor aprobación del actual gobierno. Esta alcanzaba al 56% de la población, según indicó Opción en setiembre de 2022. Su elogiada gestión frente a la pandemia fue el principal sustento de su apoyo. “En este momento no se puede tener miedo”, dijo entonces, recordó una mujer que ha trabajado a su lado en el ministerio, y que lo define como un “capitán de navío”, capaz de atravesar todos los mares. Sus habilidades como comunicador, ya sea en conferencias, en ruedas de prensa o en redes sociales, mejoraron notoriamente.

    “A nuestro juicio hizo una gestión espectacular, desbordando cualquier previsión que podríamos haber hecho”, dijo a Búsqueda el senador Guillermo Domenech. “Realmente fue una sorpresa en el gabinete. Estuvo a la altura de las circunstancias al enfrentar una pandemia que tuvo a todo el mundo patas para arriba”, señala su par nacionalista Gustavo Penadés. Incluso desde la oposición, en momentos en que todo parece enfrentamiento, hay palabras de reconocimiento. “Durante la emergencia (sanitaria) hay que reconocer que convocó sin prejuicios a la Universidad de la República y a todos los organismos que tuvieran que ver con la ciencia”, indicó la diputada frenteamplista Lucía Etcheverry, quien lleva adelante muchos de los temas vinculados a la salud.

    Este último punto, el que habla de un desconocido que tiene la flexibilidad infrecuente en política de recostarse en la academia para enfrentar una crisis mundial, también es destacado por el politólogo Daniel Chasquetti. “Cuando la oposición ataca al gobierno en temas relacionados con la salud, ha sido más frecuente que apuntara a (Leonardo) Cipriani, presidente de ASSE (Administración de los Servicios de Salud del Estado), que a él, que no ha recibido grandes cuestionamientos. Y cuando lo interpelaron tuvo la valentía de reconocer que hubo muertes evitables por la pandemia y siguió en el cargo”, afirmó a Búsqueda. Según distintos analistas consultados, el Frente Amplio no se tiró contra él por lo delicado del tema, porque estaba embarcado en otros frentes, como el intento de derogar 135 artículos de la LUC, y, además, porque el respaldo popular al jerarca lo hacía un contrincante de mucho peso, demasiado.

    La interpelación fue en julio de 2021. En ese mismo mes, el ministro que encaraba una pandemia que pasaba por su momento más cruento, admitía en el programa Santo y Seña de canal 4 que en el plebiscito de 1980 había votado “Sí” al proyecto de la dictadura para legitimar su poder. A cualquier otro político, aun en contextos más tranquilos, una declaración de ese tipo podría haber significado su lápida. Al mes siguiente, Cifra ubicaba la aprobación a su gestión en 76%.

    Daniel Salinas y Luis Lacalle Pou. Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS

    Otras turbulencias

    En el MSP alguna vez se habló de hacer una colecta para regalarle un teclado eléctrico para aligerar el estrés de la gestión. Salinas toca el piano y tiene conocimientos de solfeo. La gente cercana a él lo describe como amable, minucioso y atento. En el segundo piso del ministerio, la puerta que separa los despachos del ministro y del subsecretario, José Luis Satdjian, está casi siempre abierta, señaló este último, que destaca el “vínculo personal” que les permitió enfrentar “el mayor desafío sanitario que tuvo el país en los últimos cien años”.

    En las últimas reuniones del equipo ya está presente Karina Rando, quien deja de ser directora de Coordinación del MSP para ser la ministra. La idea es continuar las líneas de gestión trazadas por Salinas.

    Si la pandemia sobrevoló todo este período, su candidatura a fines de setiembre para ser director de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) fue un mojón. Salinas quería ese cargo y con ese fin había pagado de su bolsillo una gira internacional buscando apoyos. Si bien decía que la suya era una “candidatura país”, a nivel diplomático Uruguay no desplegó el esfuerzo requerido, según los expertos, para obtener el cargo. Y para complicar más las posibilidades de Salinas, apenas días antes de la votación el gobierno emitió un decreto que flexibilizaba el empaque de cigarrillos. Aunque el ministro jamás hizo un cuestionamiento público de esta situación, lo cierto es que ni bien llegó de esa votación en Washington —en la que salió último— el 4 de octubre habló en rueda de prensa de hacer “una salida ordenada” del MSP.

    Ese episodio reflejó que, más allá de los elogios públicos, en el seno de la coalición no eran todas loas al ministro, con excepción de la unanimidad en Cabildo Abierto. Domenech dijo entonces que Salinas se “inmoló” por una decisión del gobierno. En el Partido Nacional había y hay voces que recelaban del alto perfil del médico y deslizaban que se vestía “con plumas ajenas”, en detrimento de una gestión atribuible a todo el equipo del MSP. También recuerdan “pasos en falso” de Allagia, hombre de su confianza, con Pfizer. Desde el Frente Amplio, más allá de que nunca fue uno de los jerarcas más criticados, como sí lo han sido Cipriani o su par de Interior, Luis Alberto Heber, sí se le achaca un excesivo “dejar hacer” en lo referido a la cuestionada gestión de ASSE y la “opacidad” relacionada con el cierre de la mutualista Casa de Galicia, de acuerdo con la diputada Etcheverry.

    “Da la impresión que lo de la OPS fue un parteaguas. Creo que el gobierno no manejó bien ese tema y no por responsabilidad de Salinas, al que le generó un costo. Se inmoló... o lo inmolaron”, opinó el politólogo Adolfo Garcé. “Hay quien dice que eso (el decreto) no fue casual”, apuntó por su lado su colega Antonio Cardarello.

    Daniel Salinas y Guido Manini Ríos. Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS

    Lo que pasará luego de su salida es una incógnita. “No me picó el bicho político”, dijo Salinas a principios de este mes, agregando que piensa volver a dedicarse a la medicina. En octubre había bromeado con que era su esposa, Graciela Soto, madre de sus cuatro hijos, quien no quería que siguiera en el cargo. 2022 fue un año intenso para él en lo personal: perdió a su padre y fue abuelo por primera vez.

    Sin embargo, no muchos creen en un retiro total. Domenech dice que Cabildo Abierto “da por descontado” que Salinas va a apoyar al partido con miras a las elecciones de 2024, acompañando a Manini Ríos —quien fue el responsable de su desembarco en la política— en la fórmula presidencial. Es obvio que Cabildo no quiere perder semejante cuadro para esa instancia. “Salinas habla de que el bichito no le picó, pero los principales referentes de su partido dicen que sería un compañero de fórmula casi ideal”, agregó Cardarello. “Es más que probable que siga en la actividad”.

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    2023-02-15T21:02:00