Se cumple un año de pandemia parecido a una montaña rusa, con el GACH como símbolo

escribe Sergio Israel 
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Al principio solo había 28 test, es decir nada. En marzo, mientras la mayoría de los uruguayos se quedaban en casa con miedo, porque el Covid-19 se venía sin remedio, hubo un grupo de universitarios en frenética actividad. En un laboratorio del Institut Pasteur de Montevideo, que dirige Carlos Batthyány, el virólogo Gonzalo Moratorio tenía casi todo pronto para producir los test, que entonces era imposible importar debido a la gran demanda en todo el mundo. Solo faltaba una muestra del virus para hacer los chequeos previos a empezar la producción.

En febrero, en la Facultad de Ciencias, Moratorio y su colega Pilar Moreno habían dado una clase de coronavirus en privado al designado ministro de Salud, Daniel Salinas. Como muchas veces ocurre en un país chico, la casualidad quiso que Gustavo Salinas, uno de los hermanos del entonces futuro ministro, fuera un destacado investigador del Pasteur y gracias a esa cercanía todo fue más fácil.

Gustavo había hecho el nexo durante el verano de modo que ya antes de asumir el gobierno, quedó establecida una comunicación directa entre el aplicado y atípico principal del Ministerio de Salud Pública (MSP) y el investigador Moratorio.

Uno era capitán médico, votante herrerista convertido en cabildante por su amistad con el general Guido Manini Ríos a través de sus esposas y antes alumno y socio de un psiquiatra al que se le atribuyen ideas nazis, destacado durante la dictadura militar. El otro, como muchos científicos, era de izquierda.

Persuadido de la relevancia de contar con testeos, el ministro había dispuesto que el laboratorio del MSP ubicado en el Instituto de Higiene entregara unas muestras del Covid-19 al equipo del Pasteur, pero pasaban los días y la orden no se cumplía. Durante una reunión en el ministerio a la que asistieron, entre otros, representantes del Institut Pasteur de Montevideo y el rector de la Universidad de la República, Rodrigo Arim, Salinas, harto de excusas, decidió que iría él mismo a buscar las muestras al laboratorio. Aunque no se las pudo llevar ese día, la caja al fin llegó a destino y entonces se pudo comenzar la producción nacional de test PCR, que salvarían muchas vidas.

Testeo, rastreo y aislamiento (Tetris, por su sigla en inglés). Esa fue la clave para evitar que la pandemia creciera en Uruguay y debido a eso, la prestigiosa revista científica estadounidense Nature puso a Moratorio entre los 10 académicos más destacados del año en todo el mundo. La publicación argumenta que su trabajo con otros colegas permitió “desarrollar test de diagnóstico del virus de la Covid-19 que ayudaron a su país a evadir una cascada de infecciones y muertes”.

Desde esa perspectiva, haber mantenido al país durante siete meses en la “zona verde” de la clasificación de la Universidad de Harvard no fue debido a la suerte sino al trabajo realizado.

Es cierto que para que Uruguay viera aplazada la llegada de la primera ola también ayudaron factores objetivos: buen saneamiento, una población informada y solidaria, el sistema nacional integrado de salud, un afiatado servicio de emergencias móviles y un sistema de médicos a domicilio, algo que evitó congestionar las puertas de hospitales y sanatorios como había ocurrido en Italia y España. También jugó un papel el factor demográfico, entre otros.

Vista de la avenida 18 de Julio, a días de confirmarse los primeros casos de coronavirus en Uruguay. Foto: Nicolás Celaya / adhocFOTOS

Lockdown versus libertad responsable

Aunque tienen grandes diferencias en muchos asuntos, el gobierno y la oposición colaboraron para luchar contra el “enemigo invisible”. Igual que Cuba y Estados Unidos, que aun en los peores momentos de enfrentamiento no interrumpieron la diplomacia secreta, el gobierno de Luis Lacalle Pou y el Frente Amplio, durante el primer año de la pandemia, mantuvieron contactos públicos y privados.

Entre los vínculos públicos destacaron la visita del presidente a la casa de Tabaré Vázquez a fines de mayo. Ya entonces muy enfermo, el anterior jefe de Estado y su sucesor discutieron algunos aspectos del documento presentado por un grupo de trabajo diseñado por Vázquez con los exministros Ricardo Ehrlich y Miguel Fernández Galeano, pero no se pasó de ahí. A pesar de eso, consultado por Búsqueda, Ehrlich insistió en “sumar” y no decir “teníamos razón” porque “la crispación hace mucho daño”.

En un momento más crítico, el 11 de enero, Ehrlich, que es investigador del Pasteur y preside la comisión de programa del Frente Amplio, el exintendente de Canelones Marcos Carámbula, Fernández Galeano y el profesor Uruguay Russi escribieron una carta al ministro Salinas donde además de expresar “el mejor ánimo de colaborar ante un crecimiento exponencial de casos diarios de Covid-19” y respaldar el trabajo realizado por el Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), llamaron la atención acerca de la necesidad de acelerar la compra de las vacunas y advirtieron sobre los efectos de “la flexibilización de las medidas restrictivas de la movilidad y la eliminación de iniciativas orientadas a prevenir los contagios, tales como la reducción del número de pasajeros en el transporte interdepartamental”.

Unas horas después, Lacalle Pou llamó a Carámbula para pedirle una reunión en la Torre Ejecutiva, que se realizó sin que se conocieran detalles.

Es que, desde el 12 de marzo, cuando finalmente llegaron los primeros casos, se había instalado una discusión, expresada luego por el presidente con la metáfora de las perillas, acerca de cuánto había que dejar librado a la decisión de cada uno y cuánto debía disponer el Estado para asegurar cierto equilibrio entre la salud pública y el funcionamiento de la sociedad y, sobre todo, de la economía.

Cuando el país no contaba aún con test ni mucho menos equipos de rastreadores para aplicar el Tetris y los Centros de Tratamiento Intensivo (CTI) corrían riesgo de colapso, Vázquez y el presidente del Sindicato Médico del Uruguay (SMU), Gustavo Grecco, exhortaron a aplicar medidas más duras.

“Creemos que es necesaria una presencia más enérgica del Estado a través de la cuarentena obligatoria”, declaró el presidente del SMU en Telemundo el 22 de marzo, aunque luego ese polémico término no fue incluido en ningún documento de la gremial.

Grecco, de profesión intensivista, basó la recomendación en la experiencia de España e Italia, países donde hay muchos médicos uruguayos que informaban casi en directo a sus colegas acerca de lo que estaban viviendo.

“La recomendación surge de lo que son las propias imágenes de la gente, que todavía no ha tomado conciencia de que el comportamiento individual tiene que respetar el aislamiento en las casas”, sostuvo Grecco para pedir el lockdown, un cierre de emergencia que aplicaron muchos países a un costo económico y psicológico alto.

Aunque el médico advirtió que el SMU “no está polemizando con el gobierno” porque “estamos alineados con la línea estratégica”, Lacalle Pou tomó ese dato para reafirmar su posición de apelar a la “libertad responsable”, que finalmente resultó exitosa durante buena parte de 2020 y que le permitió ganar prestigio en el mundo, incluyendo Argentina. Para ese país realizó una maratón de entrevistas televisivas por Zoom, que comenzó el 15 de julio en el canal Todo Noticias del Grupo Clarín.

A pesar de que ha dicho a menudo que no se quejaría de la herencia recibida, en muchas de sus intervenciones el presidente dejó en claro que el Frente Amplio le había dejado, además de déficit fiscal elevado, un panorama social complicado y que debido a ello el país no estaba en condiciones de cumplir con algunas de las demandas que hacía la oposición y los sindicatos.

“No queremos ser autocomplacientes”, dijo Lacalle Pou en una de sus muchas comparecencias ante la prensa, al tiempo que iba ganando peso en la opinión pública; y aventuró que, si hubiera pasado lo mismo que en los países vecinos, en Uruguay “debería haber 100.000 casos y 3.000 muertos”.

Aunque a fin de año dispuso algunas medidas como el teletrabajo en oficinas públicas (cumplido a medias), la cancelación de los deportes en espacios cerrados, las multas a los organizadores de fiestas clandestinas, el cierre de fronteras y la polémica represión de las aglomeraciones, el presidente descartó otras medidas más duras consideradas por el GACH, como que los restaurantes solo trabajaran con pedidos a domicilio, el toque de queda nocturno o que se limitara el desplazamiento entre departamentos.

Uruguay fue el primer país de las Américas en abrir las escuelas. El profesor Henry Cohen, uno de los tres coordinadores del GACH, como el integrante de la Academia Nacional de Medicina Hamlet Suárez, entre otros, advirtieron acerca de lo que llaman efectos parapandémicos en la salud, sobre todo en niños y viejos.

Operativo de fumigacion por coronavirus en una paradas de ómnibus en el centro de Montevideo. Foto: Daniel Rodriguez / adhocFOTOS

Año nuevo

El analista de datos sobre la pandemia Marcelo Fiori opina que, además de la fatiga de tantos meses, fueron las elecciones municipales de setiembre las que ayudaron a disparar los casos. Los coordinadores del GACH se mantuvieron cautos al hablar en público, pero para muchos quedó en evidencia, sobre todo luego del 16 de diciembre, cuando hubo una conferencia de los tres coordinadores científicos en la mañana y otra del presidente por la noche, que entre las recomendaciones y las decisiones políticas había bastante distancia.

Es que la diferencia entre los casos que se podían rastrear y la pérdida del hilo, es decir la circulación comunitaria sin control, iba en aumento.

A comienzos de ese mes el exjerarca frenteamplista Fernández Galeano, que cada semana entrega un informe sobre la pandemia a la Mesa Política del Frente Amplio, realizó una presentación en una conferencia organizada por la Fundación Lula.

Fernández, que mantiene un diálogo fluido con Salinas, a veces personal y otras vía Twitter, llamó la atención acerca de un dato de los muchos que inundan Internet en relación con la pandemia: mientras en todo 2020 en Uruguay habían fallecido 181 personas a causa de Covid-19, solo en enero murieron 225, con un descenso en febrero a 172.

Aunque muchos uruguayos enviaron mensajes de esperanza respecto a que el nuevo año sería mejor que el anterior, la realidad fue mucho más dura. A su vez, el encierro voluntario y las medidas del gobierno trajeron otras consecuencias: retraso en los diagnósticos de cáncer y otras enfermedades cuyas posibilidades de cura dependen de una detección precoz, pero a su vez un descenso de las muertes por patologías respiratorias. Mientras en Uruguay fallecen cada año unas 1.300 personas por enfermedades respiratorias, en 2020 esta cifra se redujo 26%, según datos del MSP, es decir que murieron unas 325 personas menos por esa causa.

Otro beneficio fue que los niños y los adultos se enfermaron menos de gripe, por tener menos contactos y debido al uso de tapabocas.

El documento presentado por Fernández registra un crecimiento sostenido de casos entre el 15 de diciembre y el 15 de enero, una meseta a partir de mediados de ese mes, mientras que el 7 de febrero se registraba un descenso de nuevos casos, con promedios semanales de 510 nuevos. La reactivación de la actividad a inicios de febrero verifica, según el informe, un aumento creciente del número de casos, que se acerca a la situación de la primera quincena de diciembre, caracterizada por el crecimiento exponencial y la pérdida de control de los contagios.

Para la actual semana 52, es decir al cumplirse un año de pandemia, en Uruguay “se consolida el escenario de transmisión comunitaria (TC, sin seguimiento)”. Mientras la Unión Europea “establece un máximo de un 15-20% como porcentaje de casos sin nexo epidemiológico demostrado y Uruguay estuvo meses en el entorno de ese porcentaje, “en la actualidad alcanza el 45% de los casos”.

Precisamente el 7 de febrero, el GACH había presentado su último informe, en el que colocaba los escenarios posibles y dejaba abierta la posibilidad de tener que adoptar otras medidas antes de que hicieran efecto las vacunas.

Un virólogo residente en el exterior consultado por Búsqueda opinó que la forma de abatir las cifras actuales es “el distanciamiento social y la ayuda económica para que las personas puedan quedarse en casa hasta que se alcance un porcentaje de vacunación razonable, lo mismo que hizo Uruguay con tanto éxito hace un año”.

Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS

La lenta carrera por las vacunas

Los académicos uruguayos habían recibido una alerta desde Brasil respecto al crecimiento de los casos y en especial de la llegada a Uruguay de la llamada cepa P-1. Desde Río de Janeiro habían advertido de ese riesgo semanas atrás y el tema estaba siendo motivo de preocupación de investigadores de la universidad estatal en Montevideo y Salto. “Nunca vimos una diseminación tan rápida y en una escala geográfica tan grande en Brasil, donde una buena parte de la población ya se infectó en 2020”, advirtió un virólogo a sus colegas.

En esa misma línea se expresó esta semana el ministro Salinas, minutos después de recibir la primera dosis de la vacuna Sinovac.

La actividad en relación con las vacunas había comenzado en setiembre, según dijo a Búsqueda el coordinador del GACH, Rafael Radi, cuando 10 integrantes del grupo asesor de Presidencia comenzaron a trabajar junto con el MSP y otra decena de técnicos para establecer qué vacunas debía comprar el país.

Los cálculos eran que en abril se comenzaría a vacunar, pero las cosas se aceleraron, porque en todo el mundo comenzó una carrera egoísta por conseguir la inmunización y el sistema Covax, creado por la Organización Mundial de la Salud con un sentido de cooperación internacional, pasó a segundo plano.

La cuerda se tensó a tal punto que poco antes de Navidad el presidente ordenó cesar a un funcionario del MSP que había comunicado por escrito a los representantes del laboratorio estadounidense Pfizer que el país no consideraba adquirir su vacuna (Búsqueda N° 2.103).

A partir de ese momento el tema comenzó a ser manejado en forma directa por el secretario de la Presidencia, Álvaro Delgado, en consulta con el presidente, que a fines de febrero recibió al embajador chino Wang Gang.

Cuándo se producirá la neutralización del virus por medio de la vacunación, la llamada inmunidad de rebaño, no es algo que se pueda saber con certeza. Radi explicó que ello depende del ritmo de vacunación, que ronda las 20.000 dosis diarias, pero también del avance del virus, en especial la cepa brasileña, y el comportamiento de la población.

Los científicos que formulan los modelos matemáticos sí han determinado que la inmunización se producirá en etapas. “En algún momento la vacuna va a ganar, primero con la disminución de los casos graves y luego con la baja de los nuevos casos por día”, explicó Radi.

Para alentar esperanzas de que en alrededor de un mes se verán los primeros resultados, el GACH considera los ejemplos de Chile, Israel, Estados Unidos y el estado de San Pablo, en Brasil. Este último caso tiene relevancia para Uruguay porque allí se está demostrando que la vacuna china Sinovac, que llegó de forma masiva aquí, está bajando el número de casos graves. Con el final de la pandemia en el horizonte, el GACH tiene pensado un cierre de su actuación, aunque ese tema aún debe ser discutido con Presidencia.

Desde el Pasteur, su director Batthyány considera “extremadamente satisfactoria” la experiencia con el poder político a raíz de la pandemia. Moratorio, que no integra el GACH y por lo tanto tiene más libertad para opinar, dijo a Búsqueda que el país tuvo un gran desempeño, tanto de la población como de los asesores y el gobierno, pero que “en cierta forma hemos sido víctimas de nuestro propio éxito, porque eso y la fatiga llevaron a una disminución de la percepción de riesgo” y además sobre fines del año pasado “lo político pesó sobre lo científico”.

Información Nacional
2021-03-11T00:40:00