Pero el riesgo es alto cuando un sector deja de contar con buenos precios, como es el caso de la lechería. En la misma lógica, si la buena racha del clima se corta, porque con este tipo de cambio lo va a sufrir. Es algo importante a observar, además del sector lácteo, que trigo y arroz atraviesan una sobreoferta importante a nivel global.
La ecuación ganadera ganó por precio y aquí cabe apuntar: cierra el 2025 con valores de exportación récord, tanto para la vacuna como para la ovina. Y esto es una parte el mercado internacional, neutro, como tomadores de precios que parcialmente somos. Pero también tiene que ver con una larga construcción colectiva de posicionamiento y marca país, donde la sinergia público-privada funciona.
Del mismo modo, en el plano agrícola y específicamente en trigo, cebada, maíz y soja, hay una trayectoria de rendimientos que, más allá del azar climático jugando a favor, muestra que se produce muy distinto a 10 años atrás. Por ejemplo, en términos de fertilización y manejo sanitario.
A juzgar por las declaraciones del presidente del Banco Central del Uruguay, Guillermo Tolosa, la realidad cambiaria llega para quedarse, por lo cual el nivel de desafío para el sector agropecuario en 2026 –y podríamos decir hasta 2030– es un escenario exigente. El listón cambiario estará alto por varios años más. El dólar bajo parece estar para quedarse.
Consideramos que el escenario más posible es de persistencia de los altos precios del ganado y eso va a seguir generando una señal a aumentar la producción de maíz. En otros granos, arroz, cebada o incluso trigo, el crecimiento del engorde a corral puede ser el factor que ponga un piso a los precios de granos que en el mundo están presionados por una inusual sobreoferta.
Ganadería acelera con tres fechas. El 2025 cierra con precios de exportación récord para la carne vacuna y ovina, y muestra –a nuestro entender– una lógica que debe persistir. Altos precios, intensificación forrajera, más uso de granos, baja en la edad de faena, aumento en el peso de las carcasas, más ciclo “incompleto”, vender los novillos de 400 kilos como si estuvieran terminados, reponer y repetir el ciclo, y más de 3 millones de terneros por parición.
Los supuestos sobre los que se basa esta proyección tienen que ver con la persistencia –al menos por un año más– de precios de exportación en el entorno de US$ 5.000 por tonelada. Un escenario nuevo para Uruguay que desata la aceleración productiva. Para seguir la lógica de 2026 hay tres momentos clave por delante.
Una parte de esa proyección tendrá un dato clave antes de que termine el año: ¿firma finalmente la Unión Europea () el acuerdo con el Mercosur? En caso de que se firme, puede ser un factor que ya empiece a tener una gradual incidencia en 2026. Y sobre todo abre una perspectiva muy favorable de largo plazo.
Por otro lado, en dos semanas también empezará a delinearse la lógica de China, que posiblemente ponga algún tipo de reglamentación a las importaciones de carne para dar una señal de estímulo a sus productores.
En el mercado predomina el escepticismo respecto a que haya alguna limitación importante al comercio. Con el acuerdo Mercosur-Unión Europea, y con las mismas reglas de juego en el mercado de China, la situación estará despejada y muy firme si Estados Unidos mantiene el impulso de este año.
Como es sabido, hay restricciones en la oferta ganadera de varios países clave: Estados Unidos, Brasil, Australia y Argentina. Por diferentes razones, es muy poco probable que aumenten su oferta de carne en 2026.
Estados Unidos tiene faltantes estructurales en su producción interna de terneros y en el ingreso de terneros desde México por la llegada de la mosca de la bichera a ese país.
En ese sentido, 2026 ofrece una tercera bifurcación que genera dos escenarios muy diferentes: que se restablezca el tránsito de terneros de México a Esstados Unidos, o que el problema sanitario se agrave. Allí está el tercer factor a observar.
En la medida en que México logre un razonable control a la bichera, se abra esa frontera y empiece a generar una recuperación en la oferta de terneros se va a acelerar la recomposición en Estados Unidos. Habrá fuertes presiones políticas para que eso pase, pero es poco probable que ese factor ya se pueda expresar con fuerza en 2026 y aumente la oferta de ganado para faena.
Estados Unidos está en un momento especialmente vulnerable de oferta de carne y, al mismo tiempo, en un período fuerte de demanda. En varios frentes se intenta recomponer la oferta, pero no se expresarán en el mercado el año próximo.
A lo largo de este año los casos en México han aumentado, pero la mosca no llegó todavía a Estados Unidos. Será un factor clave, como tantos otros factores sanitarios. La fiebre porcina en España, los casos de aftosa que ocurrieron en Europa. Los cisnes negros pueden estar a la orden del día, incluyendo que la gripe aviar pueda volverse un problema que trascienda a la avicultura.
En el plano regional habrá algo más de competencia de Brasil y Argentina, pero nuevamente limitada por lo escaso de la oferta en los dos países.
Las condiciones comerciales de Argentina y Brasil pueden mejorar en Estados Unidos. El condicional deriva de lo inestable de las políticas comerciales estadounidenses. Pero, en principio, Brasil vuelve a tener aranceles estándar, y Argentina tendría más cuota que en 2025. La faena de ambos países será menor en 2026 que este año, y por lo tanto no serán solución al faltante de oferta.
Dado el tamaño del hueco de oferta en Estados Unidos y en la Unión Europea, sigue sin parecer que haya factores que lleven a una caída del precio de exportación significativa.
Sintonía fina en el mercado interno
A igual precio de exportación podría ser factible una leve reducción del precio del ganado gordo para restablecer asimetrías que en 2025 hicieron ruido a la industria. Plantear esta firmeza de precios internacionales persistente no significa que los excepcionales precios actuales del ganado gordo se vayan a mantener tal cual están. Hay varios factores que pueden llevar a un aterrizaje suave de los precios, que aun así permanecerán sensiblemente por encima de los niveles históricos, pero que pueden cerrar el año por debajo de los precios de cierre de 2025.
Un indicador que muestra esto es el Novillo Tipo, que ha reflejado una menor participación de la industria en los márgenes respecto a los promedios históricos. En un promedio de largo plazo la industria retiene un margen de US$ 350 por el proceso de un novillo luego del pago de la hacienda. Ese indicador mejoró en el cierre del año, pero todavía está por debajo del promedio. En noviembre fue US$ 315. De modo que, a un igual precio de exportación, el precio del gordo debería tener una leve corrección a la baja si se volviera a los promedios históricos.
También en este año la relación entre precios de exportación y precio del novillo ha resultado favorable a los precios de la hacienda. Un reequilibrio podría significar un leve ajuste de precios de la hacienda.
Un tercer factor que puede incidir es el aumento en la oferta, que se dará en el segundo semestre del año. Empezarán a quedar atrás las restricciones de oferta que se originan en la sequía pasada. Sobre el último trimestre del año próximo la oferta puede dar un salto importante.
El acuerdo Mercosur-Unión Europea puede generar un camino de gradual mejora en las condiciones de acceso, que compense la fase de aumento de la oferta que se iniciará el año próximo.
Falta definir las reglas de juego de China de 2026, pero es poco probable que signifiquen restricciones importantes para los países de América del Sur.
Entran y salen más terneros
Uruguay sumará otra parición muy alta para las referencias históricas y sostendrá una producción superior a los 3 millones, tanto en la producción que saldrá al mercado en el otoño próximo, como en la que nacerá en la primavera 2026.
Los 3 millones y fracción son la nueva normalidad de las zafras de otoño, pero con una exportación en pie activa y corrales ávidos de convertir maíz en carne vacuna, los precios de los terneros se mantendrán firmes.
Eso debe permitir en 2026 otro aumento moderado de la faena de vacunos, similar al 6% de aumento de este año. Eso volverá a darse con el sostén de una abundante exportación en pie y precios de la reposición que también deberían mantenerse estables. El aumento de la participación del engorde a corral será un dinamizador, tanto de la faena como de la demanda de terneros y novillos.
Los efectos de la sequía seguirán sintiéndose en la oferta de novillos de dos años, pero se volverán menos perceptibles desde el último trimestre de 2026.
Cuánto puede durar el impulso
El consumo de proteínas está reivindicado por razones más vinculadas a la salud y el bienestar, que abarcan desde la población mayor de 60 años –que es cada vez más importante demográficamente–, pero también en una población de jóvenes que busca la belleza física y el fitness, y en una población de niños y madres que biológicamente necesitan indiscutiblemente proteína animal.
Por otra parte, el intento de imitar la proteína animal, o de generarla a través de cultivo celulares, ha demostrado ser un fracaso que llevará muchos años revertir si es que alguna vez se revierte.
Cada vez hay más la conciencia del problema que significan los alimentos ultra procesados y, por lo tanto, las hamburguesas que intentan simular el sabor de la carne entran en la línea de productos con una cantidad muy grande de aditivos, incluyendo otras grasas y sal, que a un público cada vez más preocupado por su longevidad no le puede atraer demasiado.
En el caso de las carnes cultivadas la dificultad enorme para producir en gran escala, y la enorme huella ambiental y climática que tienen, hace que el argumento de enfrentar el cambio climático a través de incorporar estos productos en la dieta sea extremadamente débil.
También vemos una persistencia de los altos precios, porque lo que se vio como una competencia potencialmente importante ha demostrarlo no serlo.
El panorama planteado es igualmente válido para la carne ovina, tal vez todavía con más énfasis, por una caída muy fuerte de la oferta a nivel mundial. La apertura de la exportación de carne con hueso a Israel acentuó una lógica favorable, y los precios de exportación y de las categorías ovinas cierran 2025 de la mejor manera.
Con Brasil consolidado y empujando, y una razonable diversidad de mercados, como en carne vacuna, no se ven factores de riesgo que puedan llevar a una baja, salvo sanidad y geopolítica.
Luz verde a la inversión ganadera
En síntesis, lo que la carne puede perder en estas semanas de precio lo puede ganar en el 2026, en persistencia de precios que resulten más que interesantes a toda la cadena cárnica. Un novillo gordo cerca de US$ 5 a la carne, tal vez corrigiendo gradualmente hacia US$ 4,70, con un ternero cerca de $3,30 por kilo vivo, y así en la categorías intermedias, valores que permiten una relación insumo-producto en términos de alimentación, como para que los ganados sigan incorporando grano a la dieta durante distintas etapas del crecimiento y durante todo el año.
Los productores podrán seguir evaluando en qué invertir un excedente que se va a generar en la comparación con la venta a precios históricos. Agua, sombra, infraestructura, genética o diversificar fuera del rubro aparecen como opciones para aquellos que tienen una cierta escala y desahogo financiero como para lograr márgenes suficientes.
Se va a precisar una buena producción de maíz para hacer frente a la demanda, y con los rendimientos actuales y un precio de US$ 200 por tonelada, al agricultor también le resulta una ecuación favorable. La zafra de cultivos de maíz de primera está casi asegurada con las lluvias que deben llegar en lo que queda de 2025.
Precios de los lácteos se frenan
El sector lechero tuvo –como el ganadero– un año muy favorable climáticamente, pero en materia de precios internacionales los lácteos no acompañan el panorama de la carne. Los precios desbarrancaron en el segundo semestre de 2025 y no han encontrado piso.
Aquí aparecen las luces amarillas. Con este precio internacional y este tipo de cambio, el precio de la leche al productor empieza el año a la baja y esa trayectoria puede continuar.
Como en otros sectores, sin un buen precio internacional, el tipo de cambio se volverá mucho más difícil de sobrellevar. La lechería tiene dos atenuantes: un mercado interno importante y el precio que se paga en pesos.
Los tres estratos de los granos
El mercado de granos va a seguir funcionando sobre la base de tres niveles distintos de intensidad en demanda y precios. En el nivel superior se encuentran las oleaginosas de alto contenido de aceite: girasol, colza, carinata y otras similares. En ese escalón parece haber una situación estructuralmente favorable para Uruguay, similar a la que se le da en la carne vacuna: una demanda que no puede ser abastecida por un plazo importante de tiempo por la oferta existente a nivel mundial; y también como la carne, es un producto con certificaciones en las que Uruguay tiene una ventaja importante respecto a sus vecinos.
Cabe esperar un nuevo aumento del área de colza y carinata en Uruguay. La baja de precios del petróleo y de la soja, así como un área de siembra mundial que se espera sea récord, pueden moderar levemente los precios de 2025.
En el segundo nivel del mercado de granos tenemos a las dos grandes opciones de Uruguay en verano: soja y maíz. La soja enfrenta una situación estructural de sobreoferta, por el crecimiento impactante de Brasil, crecimiento que además es geopolítico, en una sinergia con China, que permite a los asiático prescindir todo lo posible de comprar en Estados Unidos.
La baja en la producción de Estados Unidos, y posiblemente también en otros países donde el maíz gana en área, alivia los efectos de la persistente suba de la producción brasileña. El stock mundial de soja está en niveles récord, pero al menos no sigue creciendo.
El precio de la soja seguramente se mantendrá en el rango que va de los US$ 350 a US$ 400 por tonelada, un número muy fino para los agricultores que están lejos de los puertos y arriendan.
En este segundo escalón, pero mucho más firme, está el maíz. Con una producción local fuerte, pero completamente colocable en la producción animal, ya sea carne, lácteos o avicultura.
Podría repetir un precio relativamente modesto, cercano a US$ 200 por tonelada, pero respaldado por una productividad que muestra una clara tenencia creciente y que compite favorablemente en los mejores suelos con los márgenes de la soja. El Uruguay maicero está en las mayores áreas en décadas, y tiene todo para seguir su gradual crecimiento.
En el tercer escalón agrícola encontramos al trigo y el arroz, granos que tienen por destino principal el consumo humano, y que están fuertemente sobreofertados. La situación del trigo incide en la cebada.
El consumo se va estabilizando porque la población humana crece a un ritmo cada vez menor, y los segmentos que pasan a ser clase media urbana no aumentan el consumo de estos granos, sobre todo de arroz.
Por lo tanto, son mercados donde los compradores operan muy cómodos, especialmente en el caso del trigo, que tiene mercados muy políticos. Es de alto interés para Rusia, para Estados Unidos y para la Unión Europea que los países importadores del Mediterráneo y del norte de África cuenten con grano a un precio accesible, para intentar asegurar una calma social que en esa zona siempre es frágil, y que cuando se rompe genera conmociones geopolíticas muy importantes.
En ambos cultivos es claro que la carrera por la productividad es clave, para que puedan sostenerse en un país estructuralmente caro como Uruguay.
¿Qué puede alterar el status quo?
¿Qué puede cambiar el status quo de 2025? Factores climáticos que alteren la oferta agrícola en algunas zonas del mundo. Pero con el océano Pacífico por ahora cerca de la zona neutral, no se pueden esperar subas de precios de origen climático.
Cuánto se va a sembrar de maíz y soja en Estados Unidos es un factor muy importante de la conformación de los precios. Todavía es temprano para saber qué determinarán los farmers estadounidenses con el área a sembrar. Cabe esperar que siga la expansión del maíz y una cierta reducción del área sojera.
Los problemas geopolíticos seguirán, pero es dudoso que vayan a alterar los precios agrícolas, salvo que tengan incidencia en los precios del petróleo. Además de la marcha de la guerra entre Rusia y Ucrania, la situación de Venezuela es para seguir con atención.
Finalmente, también cabe preguntarse hasta cuándo los consumidores convalidarán los altos precios de la carne, pero salvo una crisis económica aguda, por ahora, los aceptan precios y el consumo no decae.
La ventaja de los sistemas agrícola-ganaderos de Uruguay queda una vez más a la luz de estos tiempos de incertidumbre que corren, pero que al mismo tiempo pueden repetir la lógica que tuvieron los mercados en 2025.