—Al frente del Ministerio de Economía y de la OPP estarán Gabriel Oddone y usted, dos economistas de izquierda independientes. ¿Es una fortaleza o una debilidad que no respondan a ningún sector del Frente Amplio?
—La pregunta sería para el presidente electo. Yo creo que lo importante es que el equipo (económico) surge del respaldo del equipo del presidente y no de ningún proceso de asignación de cuotas. Esa es la fortaleza más relevante que podemos tener.
—¿Cómo se viene procesando la transición en la OPP?
—Tuvimos una reunión en diciembre, otra el martes (21) de cerca de tres horas, y ahí acordamos empezar a tener instancias con los equipos de trabajo de la OPP. El área que nosotros tenemos preocupación más inmediata es la de empresas públicas.
—¿Se recibió toda la información requerida?
—Tuvimos cierta información en diciembre y otra adicional el martes; solicitamos más en distintas áreas.
—¿La preocupación por tener información sobre las empresas públicas es por los problemas con los pagos que han trascendido en estas semanas de transición o es más en general?
—Más general; el equipo económico quiere tener un diagnóstico del estado de situación de la economía del país como parte de un trabajo serio del futuro gobierno.
La OPP tiene un rol específico en el área de empresas públicas, que son un componente muy relevante de la economía del país y también del Estado uruguayo. En algunos casos sabemos que hay situaciones más delicadas que otras, como OSE. Ancap ha pasado por circunstancias que ameritan tener cierto grado de atención.
También debemos tener un foco sobre las transferencias que las empresas han hecho al gobierno central en 2024 y las previstas para el 2025, lo que en muchos casos tiene que ver con impuestos. Entendemos que algunos, correspondientes a este año, se han adelantado; eso puede ser una práctica sana en ciertos contextos o puede ser algo que condicione el funcionamiento fiscal de 2025 si la magnitud es tal que acorta mucho los ingresos. No tenemos elementos hoy para afirmar que sea una situación preocupante, sino que queremos tener claridad del diagnóstico.
—Mencionó a OSE y a Ancap. ¿Cuál es el diagnóstico que hacen sobre la situación de los principales entes con base en la información que tienen hasta ahora?
—OSE es el que muestra una situación económica y financiera más frágil. No es un componente estrictamente nuevo, pero sí nos preocupa y hay que atender.
Ancap tiene un componente relacionado con factores como la parada de la refinería y cómo evolucionan los ingresos, y los ajustes de los ingresos respecto de los costos. Eso también hay que mirarlo porque genera una necesidad financiera, lo que también repercute en las disponibilidades generales del Estado.
Esto no es prender alarmas innecesarias, sino con un criterio de seriedad: llegar al 1° de marzo teniendo un diagnóstico claro de la situación de todo el Estado uruguayo.
—¿Tiene una definición respecto, por ejemplo, a qué hacer ante las pérdidas en el negocio de portland de Ancap?
—Todavía no tenemos acceso a la información global como para tener un diagnóstico claro. Dónde están las fragilidades o las fortalezas de cada empresa pública o en otras áreas del Estado lo iremos viendo.
—Oddone dijo en rueda de prensa el lunes 20 que será necesaria una consolidación fiscal. ¿Es un mensaje para bajar expectativas de cara a la ley de Presupuesto?
—Esa declaración señala un espacio de preocupación que hay en la gestión de las finanzas públicas uruguayas, que tiene que ver con un déficit fiscal que se mantiene relativamente incambiado en el quinquenio, aunque no tenemos el número fiscal de 2024 ni tenemos todavía una proyección al 2025.
Lo cierto es que, cuando hablamos de consolidación fiscal, quiere decir asegurarnos que Uruguay siga transitando por una senda de sostenibilidad de las finanzas públicas. Es un elemento diferenciador en la región, un activo que hemos preservado en distintas administraciones de gobierno. La consolidación también quiere decir generar los espacios fiscales para sostener las políticas públicas que el gobierno que asumirá en marzo pretenda desarrollar.
—En la campaña electoral Orsi aseguró que Uruguay tiene una presión fiscal adecuada y que no se subirán impuestos. ¿La consolidación de las finanzas vendrá de la mano de un mayor crecimiento económico y también de baja del gasto?
—Se dará por la dinámica de lo que es la evolución de los ingresos del Estado proyectada con la evolución de los gastos y los requerimientos de las políticas públicas. Son esos elementos que habrá que analizar con detalle y, simultáneamente, habrá que explotar sinergias. Por ejemplo, en el área de desarrollo del interior, una propuesta que tenemos es cumplir cabalmente el mandato que está en la Constitución de la República desde la reforma de 1996, que es que la OPP es la responsable de articular el desarrollo de las políticas de los ministerios, de las empresas públicas y de los gobiernos departamentales en pos del desarrollo local. Ahí todavía tenemos instrumentos a mejorar por la vía de sinergias.
—El gobierno de Luis Lacalle Pou asumió con la promesa de aplicar un shock de austeridad tras los “despilfarros” que, decía, hizo el Frente Amplio. ¿Cómo juzga la gestión fiscal de la administración saliente?
—Es claro que lo que la información señala es que no hay avances en esta materia, no hubo cambios. Estamos en una situación en la que la evolución de los ingresos y los gastos terminan convergiendo a un nivel de déficit que es muy similar al que teníamos en 2019. Todavía estamos por cerrar el 2024. Queremos tener el escenario completo… no es prender señales de alarmas innecesarias, sino comprender el estado de situación.
—Las autoridades salientes del Ministerio de Economía pueden alegar que el resultado fiscal estructural, definido en la regla, mejoró. ¿Eso no conforma como argumento?
—Creo que no hay elementos para afirmar eso. En todo caso, Uruguay tiene una situación a atender en el frente fiscal, de tal manera de asegurar que la evolución del déficit sea compatible con el sendero de crecimiento. En ese sentido, no veo elementos de cambio relevantes (durante el actual período de gobierno).
—¿Qué rol pretende que tenga la OPP en el próximo gobierno?
—La OPP emergió de la reforma constitucional de 1967 con un sentido de época; un mundo y una región que veía en la planificación una necesidad para superar las limitantes del desarrollo. Independientemente de sesgos ideológicos, en buena medida la oficina es heredera de la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico, y del esfuerzo de Wilson Ferreira, de Danilo Astori y de varios actores involucrados en procesos de ese estilo.
Claramente, cuando uno habla de planificación en el siglo XXI es distinto al rol de la planificación de aquellos años. Pero, no obstante, la OPP tiene definido un rol por su ubicación y su definición en cuanto a los objetivos específicos. Desde el punto de vista constitucional, la oficina tiene un rol muy claro en la articulación de las políticas de desarrollo en todo el territorio nacional y, en particular, la descentralización. Ese perfil se agudizó en la reforma de 1996. Hay espacio y mucho para hacer en el sentido de darles consistencia a las políticas nacionales con lo que son las políticas locales y mejorar el grado de coordinación. Hoy esos espacios de coordinación son, por lo menos, débiles.
Un segundo elemento es pensar a la oficina como plataforma para coordinar políticas que tienen necesariamente un sesgo interinstitucional. La seguridad social es un caso muy claro; el Frente Amplio tiene un compromiso, a partir de un espacio de diálogo, construir una nueva reforma de la seguridad social y de protección social en general que vaya al encuentro de algunas necesidades que tiene el país, y entendemos también, con algunas debilidades que tiene la última reforma.
Hay otras áreas donde la oficina tiene mucha participación y debemos fortalecer esa participación; tenemos una ley de riego… Lo que no puede pasar es que haya espacios de coordinación que no tengan una referencia clara, y queremos que la OPP sea un espacio de referencia para asegurar que se cumplan los lineamientos programáticos.
Otra área es la ciencia y tecnología, donde hoy los espacios de coordinación son endebles y donde las políticas son a muy corto plazo. Habrá otros actores en torno a Presidencia que trabajarán en este tema, pero la OPP tendrá un rol importante al comienzo. En el proceso de construir el conjunto de nuevas políticas y la nueva institucionalidad la OPP tiene un rol muy importante que cumplir.
Por supuesto que la OPP tendrá un rol como parte del equipo económico al entregar el proyecto de presupuesto quinquenal y cada Rendición de Cuentas.
Tenemos una debilidad estructural: en Uruguay se invierte poco, y la inversión en investigación y desarrollo es particularmente baja en las empresas públicas y privadas”. (…) Uruguay no va a poder superar a mediano y largo plazo el umbral del desarrollo si no apuesta decididamente a la incorporación del conocimiento en todo su funcionamiento económico y social Tenemos una debilidad estructural: en Uruguay se invierte poco, y la inversión en investigación y desarrollo es particularmente baja en las empresas públicas y privadas”. (…) Uruguay no va a poder superar a mediano y largo plazo el umbral del desarrollo si no apuesta decididamente a la incorporación del conocimiento en todo su funcionamiento económico y social
—En línea con la preocupación planteada varias veces por el ahora futuro ministro de Economía, usted, en recientes entrevistas en los canales 10 y 12, también habló de un crecimiento económico “anémico” de largo plazo que arrastra Uruguay. ¿Cuál es el origen de ese problema y qué medidas debería tomar el nuevo gobierno para revertirlo, en su opinión?
—Uruguay tiene un conjunto de fortalezas relevantes, como su estabilidad —económica, social y política—, que es una seña de identidad que tenemos que defender en la región y en este mundo bastante convulsionado. Son valores relacionados con la calidad del desarrollo que podemos impulsar.
Ahora, es claro que, en un país pequeño y con las características demográficas que tiene, debemos ser conscientes de algunos elementos: Uruguay no va a poder superar a mediano y largo plazo el umbral del desarrollo si no apuesta decididamente a la incorporación del conocimiento en todo su funcionamiento económico y social. El conocimiento que se expresa en el acceso a la educación media y superior de la población, y también en la capacidad de construir puentes entre la investigación y la vida económica y social del país. Tenemos una debilidad estructural: en Uruguay se invierte poco, y la inversión en investigación y desarrollo es particularmente baja en las empresas públicas y privadas. Lo poco que invierte Uruguay, el grueso está en ámbitos académicos, en universidades, en institutos como el Pasteur, el Clemente, el INIA (Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias). Pero en el resto del entramado organizacional —salvo algunas excepciones conocidas, vinculadas con las TIC—, la inversión en investigación y desarrollo es muy baja. Si no logramos apuntalar estos procesos, difícilmente podamos pensar, a mediano y largo plazo, en tasas que nos ubiquen en un sendero de crecimiento sostenido. Esto dialoga con otros temas, con el medio ambiente. En un país donde hay una preocupación especial por sus recursos hídricos, emergen situaciones como la sequía, pero no genera investigación a largo plazo.
Por supuesto que hay que elevar la tasa de inversión (en general); no se crece con una tasa de inversión relativamente baja. El país tiene cierta capacidad de captar inversión extranjera; tiene que incentivar también la inversión local y facilitar algunos procesos. El Estado no va a sustituir a los privados, pero puede generar por supuesto que certezas, pero también señales claras sobre dónde y cómo invertir.
—¿A qué señales se refiere?
—Las señales pueden ser más de corte sistémico, que tienen que ver con la estabilidad del país en distintas dimensiones, y hay otras que marquen que a Uruguay le importan inversiones direccionadas a intentar asumir riesgos e innovar en ciertas áreas.
—¿Eso implica, por ejemplo, modificar la matriz de incentivos fiscales que pasa por la Comisión de Aplicación de la Ley de Inversiones?
—Esa matriz de incentivos que Uruguay construyó sanamente en su momento hay que analizarla y evaluar si es adecuada para este momento. También hay que facilitar algunos procesos de inversión.
Hay que ver el grado de profundidad de cada una de las herramientas que tenemos para alcanzar los objetivos. Son reformas que no son sencillas, que son de sintonía fina en algunos aspectos, pero son relevantes para pensar las políticas públicas en el siglo XXI.
—Que en Uruguay se invierte poco, también específicamente en ciencia y tecnología, es un diagnóstico sabido hace años. Incluso, el gobierno saliente puede decir que hizo avances, como la creación de Uruguay Innovation Hub, por ejemplo. ¿Por qué pensar que la administración entrante va a lograr cambios de fondo en esta área?
—El diagnóstico está claro en algunos aspectos y en otros no. Por ejemplo, he visto relativamente poco debate sobre cuáles son los instrumentos de política que debemos innovar para promover la ciencia y la tecnología en Uruguay.
Las razones de por qué hay un bajo nivel de inversión fuera del ámbito estatal no están del todo claras. Algunos instrumentos que se han desarrollado no han logrado los resultados esperados. Ahí, debemos seguir generando conocimiento en esta materia, en la misma medida que vamos desarrollando políticas nuevas.
Hay que generar incentivos para que los privados inviertan en ciencia y tecnología, y, al mismo tiempo, necesariamente el Estado va a tener que invertir más. Tenemos que ver bajo qué formato y en qué forma institucional, por supuesto, en forma tendencial.