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Para tomar un poco de distancia de tanto griterío de campaña —entre el supuesto “fracaso” y el presunto “éxito”—, esta simple herramienta permite hacer tu propia valoración de la gestión económica gubernamental
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáQue el país carece de “rumbo”, que está “a la deriva”, que “se cae a pedazos” y que desde la crisis del 2002 no había tanta gente sufriendo para llegar a fin de mes, gritan desde la vereda de la izquierda. Que, pese a las “plagas” que enfrentó Uruguay, el salario de hoy compra más que en 2019, que hay más empleos y que en otros varios aspectos estamos mucho mejor que con el Frente Amplio, retrucan desde la otra. Y, en medio de la calle, nosotros, los votantes. No queda otra que tratar de informarse para evitar ser atropellados en esta campaña electoral.
¿El actual gobierno “fracasó”, como proclama la oposición, o fue “exitoso”, como dice en su defensa la coalición republicana? ¿Quién tiene razón? Soy Ismael Grau, editor de Economía en Búsqueda y autor de esta newsletter, Detrás de los Números, y en esta entrega te presento el “Fracasómetro” —o “Exitómetro”, si te gusta más—, una herramienta para que hagas tu propia evaluación de la gestión económica gubernamental. Es relativamente rudimentaria, para que su uso resulte amigable a cualquiera; el que la quiera poner a someter a test de rigurosidad estadística la rompe.
Hay indicadores que permiten analizar el desempeño de la economía, pero lo cierto es que, en general, les prestamos poca atención o no tenemos el conocimiento suficiente para evaluarlos en profundidad. Por otro lado, en la campaña electoral las lecturas de estas estadísticas se contaminan según cuál se elija o cuáles sean los períodos que se tomen para hacer las comparaciones.
En definitiva, el balance depende de valoraciones personales y posicionamientos ideológicos propios (que, como señalé en una anterior newsletter, para alrededor de dos terceras partes de los votantes uruguayos están claramente marcados entre izquierda y derecha de antemano a cualquier elección).
El “Fracasómetro” no requiere que sepas el dato preciso del Índice de Precios al Consumo, el nivel de déficit fiscal o cómo evolucionó el salario real (si estás informado al respecto, mucho mejor, y las páginas de Búsqueda pueden ser útiles para eso), pero sí que tengas el conocimiento suficiente para formarte opinión acerca del desempeño general de la economía en lo que va del actual período.
Primero veamos el diseño de esta herramienta nerdy. Para construirla, establecí 20 dimensiones en total, considerando por ejemplo la gestión de las cuentas públicas de manera amplia (incluida la nueva regla fiscal), la inflación y la pobreza, decisiones específicas adoptadas por la actual administración previstas en su agenda programática (reformas del mercado de combustibles y la jubilatoria, los intentos por mejorar la inserción comercial externa y la “solución” para los deudores en unidades reajustables, entre otras), además del manejo de ciertos acontecimientos que tuvieron influencia sobre la economía (como la crisis por el Covid-19, la sequía o la diferencia cambiaria con Argentina). Esa es una primera subjetividad: podría haber tomado otras variables. Cada una de estas dimensiones tiene una puntuación de entre 1 (“muy mala”) y 5 (“muy buena”).
Pero también hay subjetividades respecto a cuán relevantes son para cada uno de nosotros estas dimensiones. Eso lo contemplé previendo que le puedas asignar una importancia relativa —una “ponderación” o peso— dentro del valor total que surgirá del “Fracasómetro”; para eso tenés que darles un puntaje también de entre 1 (“nada importante”) y 5 (“muy importante”).
Por ejemplo, la contención de la inflación a mínimos en varios años y haber encarado una reforma en la seguridad social —perfectible, por cierto, pero necesaria— tienen en mi valoración más relevancia que haber emitido un primer bono vinculado a metas medioambientales o que se haya bajado la carga del IRPF y del IASS, otras de las acciones tomadas por el gobierno. No tenés por qué estar de acuerdo conmigo: la gracia de la democracia es que cada uno piensa lo que le parece, ¿no?
De la puntuación asignada a las 20 dimensiones y la importancia que le des a cada una surgirá tu valoración final de la actuación del gobierno en materia económica: es un número entre 1 (“muy mala” gestión) y 5 (“muy buena”).
También podés acceder al "Fracasómetro" haciendo click acá.
A ocho dimensiones les asigné una calificación “mala” (2), a seis “regular” (3) y a las otras seis, “buena” (4); en ningún caso usé las valoraciones extremas. Combinando eso con la importancia que les di, mi “Fracasómetro” arrojó un resultado que ronda el 3. Se trata, por tanto, de un juicio intermedio dentro del cual hacen contrapeso negativo, entre otras cosas, mi decepción por una reforma del Estado que solo avanzó con planes de transformación organizativa dentro de la administración central y ante una nueva carrera para los funcionarios públicos que, por cálculos políticos, quedó plasmada en el texto de una ley pero sin ejecutarse.
No está mal detenerse a pensar de manera más o menos sistemática qué hicieron los gobernantes —con este juguetito del “Fracasómetro”, repito, solo respecto de la economía—, cuánto de lo prometido cumplieron y cómo gestionaron ciertos desafíos. Es una forma de tomar un poco de distancia de tanto griterío de campaña, para después elegir la acera que consideremos correcta.
Si me querés contar qué dio tu “Fracasómetro” —porque es personal y ni yo ni nadie más puede acceder a tus respuestas salvo que las compartas—, tenés dudas, te trancaste o dio cosas sin sentido, podés escribirme a [email protected]. Como “servicio técnico” te atiendo con gusto, aunque espero que no sea necesario.
Me despido, no sin antes recomendarte algo de lectura de Búsqueda de esta semana: la provocativa argumentación contra la meritocracia —sobre todo, en ámbitos creativos— que hace en esta columna Franco Bronzini.
Te escribo en dos semanas.
¡Saludos!
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