Oddone se define identificándose con tres principios: compromiso con el estado de bienestar, con la regulación de los mercados y el impulso a una fiscalidad redistributiva para crear igualdad. “Al mismo tiempo confío en la iniciativa privada. Por eso es un error que el Estado pretenda sustituirla”, agrega, y subraya que cree en una “visión socialdemócrata o de la izquierda liberal”.
El despegue libro Oddone.jpg
Crecer más
La necesidad de elevar la tasa de crecimiento económico del país es un eje que atraviesa las casi 500 páginas del libro, incluidos los anexos documentales. “Si Uruguay no crece por encima del 3% anual, el estado de bienestar no se podrá mantener, gobierne quien gobierne”, afirmó Oddone en un ciclo de charlas organizado por Ediciones de la Banda Oriental en 2019, que recoge la nueva publicación.
Según remarca el economista en uno de sus trabajos, también invocado en el libro, el declive que caracterizó gran parte de la historia del Uruguay no está asociado a un prolongado estancamiento de la economía, sino más bien a un crecimiento bajo. Entre 1913 y 2010, el Producto Interno Bruto (PIB) aumentó, en promedio, a una tasa anual de 2,2%. “Es decir que el país demoró casi un siglo en multiplicar por 10 su producción anual”, mientras países como Holanda, Nueva Zelanda o Chile lo hicieron por 17, 15 y 19, respectivamente, señala. Las razones detrás de ese magro desempeño que identifica el economista son varias, como la “ineficacia estabilizadora de la gestión macroeconómica” derivada de una “política fiscal marcadamente procíclica”. Pero, según Oddone, parte de las lecciones que dejó el siglo pasado fueron aprendidas, lo que implica que Uruguay debe renovar la lista de deberes.
“Nuestro reducido tamaño de mercado y el aumento modesto de la productividad de nuestros factores de producción terminan confiriéndoles a factores externos, como los precios de exportación y la prosperidad de nuestros vecinos, un rol central en el crecimiento. Cuando el viento es favorable (al menos relativamente), como entre 2003 y 2014, nuestras debilidades se disimulan. Sin embargo, cuando el escenario externo es menos amistoso, la economía se estanca como entre 2015 y 2019”, cuestiona.
Para romper ese círculo que convierte a Uruguay en una especie de “Estado-veleta” —ilustra Batalla—, Oddone plantea: “Se requiere más innovación, reformas en el sector no transable y una inserción internacional menos dependiente de la región. Eso implica reformar al Estado y sus vínculos con el sector privado, promover la competencia en varios mercados e integrarnos más intensamente con otras zonas del mundo”.
¿Cuál es ese número mágico al que debería crecer Uruguay para mantener su modelo de bienestar?, se pregunta en el libro. El economista responde que no existe una “estimación metodológicamente incuestionable” al respecto, pero cita varios trabajos que sugieren que un crecimiento anual del PIB del orden del 3% a largo plazo sería adecuado para acortar distancia con las economías industrializadas y sostener el estado de bienestar uruguayo.
Gabriel Oddone. Foto: Nicolás der Agopián / Búsqueda
Nicolás der Agopián / Búsqueda
Un plan de reformas
Una materia pendiente es reformar la actividades no transables con el exterior —que incluye al sector público, el transporte, la salud, la educación y todos aquellos bienes o servicios destinados al mercado en el que se producen—, cuyas “ineficiencias” son “transferidas como costos al sector expuesto a la competencia internacional a través de la venta de insumos, la contratación de mano de obra y el pago de impuestos”, sostiene el economista. Entiende que, en los combustibles, por ejemplo, hay varios cambios por hacer, así como en el sistema de salud.
“Pero hay un problema. En el sector no transable de la economía trabaja más de las tres cuartas partes de la población empleada en el país y, además, el sector transable es y seguirá siendo poco intensivo en mano de obra. Por tanto, un eventual desplazamiento de empleo del sector no transable no será absorbido por el sector transable. Tampoco será fácil lograr aumentos de productividad en el sector no transable que no sean acompañados de mayores remuneraciones para los factores. En breve, reformas proeficiencia en el sector no transable tienen una economía política muy compleja por sus efectos potenciales en el empleo y en la distribución del ingreso entre sectores de actividad”, reflexiona.
En clave de economía política, Oddone afirma que la clase dirigencial uruguaya valora mucho la "cohesión social" y es sensible a la "opinión de los votantes (...). Eso es algo que los técnicos tienen que comprender muy bien a la hora de hacer política económica. Una cosa es tener razón. Otra es tener legitimidad institucional. Y otra tan importante como las dos primeras es impulsar agendas que sean política y socialmente factibles”. Prosigue en esa línea: “Por eso es muy importante (y creo que en general los gobiernos llegan al 2 de marzo con poca claridad al respecto) que los partidos políticos tengan no solamente diagnósticos (que más o menos están), sino que también tengan identificadas cuáles son las cosas que van a hacer y cómo las van a hacer (...). Eso debería ayudar a ordenar las prioridades de la agenda en términos de las relaciones costo-beneficio de su contenido”.
Para Oddone, “si estuviera disponible un paquete de reformas que incluya mejoras en la educación, en la gestión de la administración central, del sistema de protección social, de la seguridad ciudadana, del gobierno de las empresas públicas y de la organización de la salud, se podrían establecer los costos y los tiempos involucrados, así como identificar a los ganadores y perdedores. Todo ello permitiría elaborar una estrategia de cambio para el mediano plazo”. Y avanza: “En un país que se va a volver más eficiente, eso perfectamente podría contemplarse en un plan bien articulado y establecido: negociar con los mercados, con los organismos internacionales para traer recursos del futuro (que será más próspero) para financiar las transiciones. De manera tal que se puedan afectar recursos para proteger a la porción de la población que va a quedar más expuesta, menos protegida”.
Inserción y “upgrade ”
Por otro lado, el exsocio de CPA/Ferrere propone adoptar una estrategia que permita abrir mercados sin romper con el Mercosur y con la precaución de intentar no quedar enredados en las tensiones de la confrontación entre Estados Unidos y China.
En su opinión, el Mercosur está hoy “muy lejos de su aspiración de convertirse en un mercado común. Es más, en la actualidad es difícil seguir sosteniendo que funciona como una unión aduanera imperfecta. El arancel externo común está perforado como nunca desde su adopción en 1994 y en la práctica no existe la libre circulación para todos los bienes y servicios entre sus miembros. En otras palabras, la estrategia que Uruguay adoptó a comienzos de los años setenta para abrirse al mundo, y a la que ha permanecido adherido (...) está seriamente comprometida”. Frente a esa realidad, dice, “el país debe afinar su diagnóstico y definir un camino alternativo”. Plantea para Uruguay la necesidad de un “upgrade” que “supone salir del corsé. ¿Qué quiere decir eso? Tenemos que irnos sin irnos” del bloque. “Tenemos que avanzar y animarnos a desafiar al Mercosur”, insiste.
Oddone ve en la dirección correcta los pasos dados por la administración de Tabaré Vázquez y la actual, de Luis Lacalle Pou, para aproximar a Uruguay al Acuerdo Transpacífico, aunque, según él, se dieron sin que sea parte de una “estrategia general”.
Respecto al intento de negociar un tratado de libre comercio con China, cree que “Uruguay se está adentrando en un mar desconocido, y el gobierno actual no parece haberse terminado de dar cuenta”, al razonar “a partir de una visión perimida y un tanto ingenua”. Según la mirada de Oddone, la táctica debería ser acercarse todo lo posible comercialmente a China, sin que eso implique “arriesgar un descontento de la potencia hemisférica”, Estados Unidos.
Por otro lado, entiende que, desde una perspectiva uruguaya, es necesario tomar en cuenta otros aspectos para abordar el tema de los cambios tributarios que están en proceso a escala global. “Uruguay debe moverse sin ignorar las tendencias globales, pero evitando apresurarse para no avanzar en cambios que no se consoliden o que puedan revertirse”, sostiene. Hay otra alternativa, más radical, que el economista no descarta. Sería no solo seguir las recomendaciones que provienen de los países avanzados y sus foros, sino también hacerse miembro pleno de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE): “Si Uruguay se va a comprar todas las restricciones que derivan de la agenda tributaria global, entonces prefiero comprarme también todos los beneficios que están asociados a integrar una organización como la OCDE”.
Entes y agencia
En un país en el que la escala suele ser una limitante para casi cualquier ecuación, las empresas públicas tienen un rol estratégico para incorporar en proporciones relevantes la inversión y el progreso técnico, dos ítems ineludibles en la contabilidad del crecimiento, plantea el libro —editado por Penguin Random House— como introducción al capítulo referido a los entes.
Un primer elemento del diagnóstico de Oddone es que la fragmentación hace que las competencias y responsabilidades terminen siendo difusas. “Nuestro sistema de empresas públicas es tan complejo y extraño que en realidad sigue siendo un instrumento para la gestión económica. Es una herencia de una economía inestable como fue la de Uruguay por décadas, pero que en un país que luce más estable no tiene mucho sentido”, opina.
También cuestiona las restricciones que rigen sobre estas empresas que deben funcionar bajo el derecho público. La postura “oddoniana” —señala el libro— considera “natural, lógico y conveniente” que los entes puedan trazar alianzas estratégicas con otros agentes públicos o privados, corporaciones internacionales, por ejemplo, e incluso, participen en “procesos de fusiones y adquisiciones de terceras compañías” bajo un marco legal flexible y claro que lo habilite.
En un seminario de 2016, Oddone afirmó que se debería promover la búsqueda de capital y financiamiento para las empresas públicas en el mercado de capitales. Con la experiencia de los parques eólicos de UTE en la cabeza, en las conversaciones con Batalla para el libro, profundizó: “Empezaría por una unidad de negocios para ver cómo evoluciona; y aprendería del proceso”. También es partidario de abrir en la bolsa un porcentaje de las acciones de Ducsa, la sociedad de Ancap que se encarga de la distribución mayorista de combustibles.
Otra propuesta respaldada por Oddone es crear una Agencia Nacional de Infraestructura para promover y coordinar proyectos de largo plazo y “explotar mejor las economías de escala”, con relativa independencia de los ciclos políticos. La Corporación Nacional para el Desarrollo y la Corporación Vial del Uruguay podrían ser el “germen”.
Imagina a esa agencia como dependiente de un ministerio “potente que hoy no existe”, o de la Presidencia, que es una solución que no le termina de convencer porque “arriesga a no reportar a nadie” o a sobrecargar al máximo órgano del Poder Ejecutivo. “Otra opción, difícil de instrumentar porque requiere una reforma constitucional, sería convertir a la Oficina de Planeamiento y Presupuesto en un Ministerio de Economía que fuera responsable de la agenda económica del largo plazo (del desarrollo si se quiere)”.
Sobre el financiamiento de las obras, Oddone entiende que es un “grave error basado en una enorme ingenuidad decir que no sirven” los proyectos de participación público-privada (PPP). “¿Eso quiere decir que todas las inversiones deben hacerse mediante PPP? Por supuesto que no. De lo que se trata es de elegir bien la mejor herramienta para cada proyecto y circunstancia”, acota.
Gabriel Oddone. Foto: Nicolás der Agopián / Búsqueda
Nicolás der Agopián / Búsqueda
Capital humano
Para Oddone, la contribución del capital humano a la economía uruguaya depende más de su calidad que de su cantidad. En ese sentido, la situación de la educación en el país, “en términos comparables latinoamericanos no es horrible, pero la posición relativa que ocupábamos antes y que ocupamos ahora sugieren que algo no va bien”, asegura. El problema probablemente más importante, según él, es que no retiene a los jóvenes en Secundaria, especialmente a los de hogares de menores ingresos.
Dice compartir, en líneas generales, el diagnóstico que hacen las actuales autoridades, aunque se declara “escéptico con varios aspectos” de la reforma en marcha. “Hay problemas con la gestión del cambio”, sentencia el economista.
Conectando con el mercado de trabajo, propone una serie de cambios a la negociación colectiva para contemplar la heterogeneidad de situaciones, explorar la posibilidad de habilitar pisos salariales diferenciados (por tamaño o localización de las empresas) y permitir mayor flexibilidad para las pequeñas empresas expuestas a condiciones estacionales marcadas.
Para Oddone, la reforma jubilatoria que hizo el gobierno de Luis Lacalle Pou fue “a la uruguaya”, que “mejora lo que había, pero es incompleta”, como argumentó en una de sus columnas en Búsqueda. Y augura que “será necesario en un futuro no lejano introducir nuevos cambios al sistema”.
Cree que el país debería plantearse definir una agenda de reformas y buscar acuerdos para llevarla adelante, poniendo en un primerísimo lugar y como prioridad absoluta a la infancia y la adolescencia: “Por los niños y jóvenes sí vale la pena endeudarse”.
Volviendo a la pesadilla ficticia ante la “absoluta falta del sentido de urgencia” que caracteriza a Uruguay, en otro pasaje del libro Oddone afirma: “La carrera que ellos corren es la construcción permanente de un sistema que van perfeccionando. En contraste, nosotros estamos siempre en el mismo lugar haciendo lo mismo, pero con un modelo que está obsoleto, que no se revisa, que no se repiensa”.
Esta nota fue publicada originalmente el 1º de agosto de 2024 en la previa de la presentación del libro de Oddone.