El estudio aborda el fenómeno de la deserción del sistema educativo en zonas rurales. Según la investigación, a cargo de la asociación Edúcate Uruguay, con el Fondo Sectorial de Educación de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) y la Fundación Ceibal, las temáticas de mayor interés para los jóvenes del medio rural refieren al campo, la sustentabilidad ambiental, la tecnología, la salud y el bienestar.
Entre sus recomendaciones, las autoras del estudio sugieren “fortalecer” los liderazgos institucionales y los perfiles docentes en la educación en el área rural, en particular en aspectos “tecnológicos y comunicacionales”, así como procurar “alianzas” como las que ya existen con la Universidad Tecnológica (Utec) o Microsoft para explorar salidas laborales al estudiantado.
Uno de los enfoques propuestos es “el aprendizaje aplicado”, que conecta lo que los estudiantes aprenden con su entorno y posibilidades laborales, explicó a Búsqueda Cecilia de la Paz, responsable de la investigación y fundadora de Edúcate Uruguay, una asociación civil sin fines de lucro creada en 2009 y volcada a fortalecer a la escuela pública, específicamente en el medio rural.
En Uruguay, el 42% de las escuelas públicas son rurales (más de 1.400 que atienden a unos 18.000 alumnos), pero en educación media solo hay 24 liceos en esas zonas del país. La metodología de investigación, de modalidad descriptiva y analítica, incluyó entrevistas y encuestas a estudiantes, docentes, directivos y empresarios vinculados al ámbito rural.
Tras obtener los datos, se desarrolló un plan piloto diseñado junto con la organización internacional Big Picture Learning en centros educativos rurales de Cerro Largo y Salto durante tres meses. La muestra se compuso por 101 estudiantes y 18 directivos y docentes de tres centros de ciclo básico rural y tres liceos rurales ubicados en Salto y Cerro Largo, un par de ellos de modalidad María Espínola.
La evidencia recogida muestra que se deben “mejorar los liderazgos de docentes” y conectar la realidad de los estudiantes al entorno, según el informe presentado este lunes en el Auditorio Semprún de la UCU y al que también asistió Andrew Frishman, codirector de Big Picture Learning.
Abandono educativo “alarmante”
La investigación independiente parte de un escenario en el que las cifras de abandono educativo en Uruguay son “alarmantes”, especialmente a partir de los 12 años de edad, ya sea en la educación media básica o superior. El 33% de los alumnos del país no llega a culminar la educación media básica sin extraedad y el 57% de los estudiantes no culmina la educación media superior en iguales condiciones, según un informe del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed, 2020).
De acuerdo con la Encuesta Continua de Hogares (2019), consultados sobre el principal motivo para no terminar la educación media, el 52% expresó que lo hacía porque no tenía interés o le motivaba aprender otra cosa; el 24% empezó a trabajar, el 7% por embarazo, el 4% para atender asuntos familiares, otro 4% porque le resultaban difíciles las materias, el 3% por dificultades económicas, y el resto por otros motivos.
A su vez, el último Monitor Educativo de la Administración Nacional de Educación Pública señaló que, a los 16 años, el 51% de los jóvenes asiste a clase sin rezago, un 34% lo hace con mayor edad de la esperable y un 15% ya está fuera del sistema educativo. A los 19 años, un 36% egresa, 22% asiste con rezago y 42% abandona el sistema.
En ese contexto es que el trabajo plantea el desafío de conectar los intereses de los estudiantes, particularmente en el ámbito rural, con las demandas del sector productivo y las posibilidades del sistema educativo. El propósito es desafiar los índices de desvinculación integrando tecnología, así como nuevas temáticas y metodologías, en el contexto de la transformación curricular en curso.
Falta de motivación, un desafío “crítico”
Según el informe, la tarea partió de dos preguntas disparadoras: “¿Por qué los jóvenes rurales desertan del sistema educativo en Uruguay?” y “¿Podría una investigación al respecto dar pistas para políticas públicas más amplias o mejor contextualizadas?”.
La pesquisa evidenció, además, un “desafío crítico” en la falta de motivación juvenil estudiantil en los entornos rurales. Los alumnos de estos contextos dicen sentir cierto “desinterés” con la formación que reciben, remarcó De la Paz, la coautora del informe, junto con Mónica Girolami y Evelyn Aixalá.
Otro dato importante surge de la valoración que hacen los estudiantes del quehacer de sus docentes. Cuando se les pregunta si estos vinculan lo trabajado con contenidos reales, el 11% contesta “nunca”. Y cuando se les pregunta si los docentes proponen contenidos motivantes, un 56% dice que solo “a veces”.
Un 19% de los estudiantes encuestados, así como un 14% en los de ciclo básico rural pensó en abandonar la institución. Las razones son diversas, pero el estudio destaca que “prefieren trabajar a estudiar, que se aburren o que no quieren madrugar”.
Dejar el centro educativo muestra una desmotivación con el sistema que se puede extender a otros aspectos de la vida, destaca el estudio. “Por eso buscamos abordajes alternativos a la cultura escolar, especialmente con alianzas con el mundo laboral y la comunidad en un sentido más amplio”, argumentó De la Paz, con la intención de disminuir la apatía y el aislamiento.
Propuestas de mejora para el área rural
El estudio propone un modelo para reducir la deserción escolar y fortalecer las trayectorias educativas de adolescentes en contextos rurales. Su enfoque “se enmarca en el uso de tecnologías disponibles y prácticas pedagógicas innovadoras, integrando a la comunidad y fortaleciendo el sentido de pertenencia”, aseguró a Búsqueda De la Paz, responsable de la investigación, al comentar los resultados del trabajo.
El objetivo es “reducir la brecha de acceso a oportunidades educativas” entre los estudiantes del campo y de las ciudades, remarcó la investigadora.
De la Paz citó tres elementos para convertir esta propuesta de investigación en una posibilidad de política pública “en el corto plazo”: el trabajo cotidiano con el sistema educativo público local (inspecciones departamentales) y la coordinación con las redes productivas de más de 30 localidades.
Además, plantea la integración de “un modelo híbrido” de enseñanza y aprendizaje para la formación continua con más de 150 maestros en nueve departamentos “de la mano de Microsoft y las computadoras del Plan Ceibal”.
De allí que un propósito adicional es encontrar caminos en los que la tecnología y la inteligencia artificial “operan al servicio del aprendizaje semi-presencial”, superando la distancia geográfica con “vínculos significativos y cercanía intelectual”.
De la Paz también señaló, en línea con el informe, que “la transición de educación primaria a media también implica el manejo de distintas competencias y predisposiciones vinculadas al trabajo”.
Según el informe, “las competencias básicas o fundacionales resultan esenciales —lectura, escritura y expresión oral u artística—, pero muchos jóvenes no llegan con una base sólida, haciendo difícil su pasaje de la escuela a un próximo nivel”, lo que se asocia a la “inequidad interna” —los más pobres aprenden menos y abandonan más que el resto—, uno de los mayores problemas del sistema local, y particularmente para los alumnos que viven en el campo.
