“941… ¿será acá?”. Tres personas —un hombre mayor, una mujer y un muchacho joven de peinado urbano, traje, corbata y championes— apuran el paso para llegar a tiempo. En minutos, en el segundo piso de un edificio por la calle Paysandú, hacía su presentación en sociedad la franquicia uruguaya de La Libertad Avanza.
La Libertad Avanza presentó el viernes 6 unas casi 1.600 firmas en la Corte Electoral para validarse como partido. Se requieren unas 1.350 (0,5 por mil del último padrón electoral, según la Ley 18.485) para conseguir la habilitación. “Estamos recolectando más, porque siempre hay algunas que no figuran iguales a las registradas. Todos los que quieran aportar son bienvenidos”, dice Nicolás Quintana, el más locuaz y conocido de los dirigentes de este proyecto a lema. Es un exmilitante del Partido Nacional, también del efímero Partido Uruguayo y del menos efímero pero igualmente desaparecido Partido de la Gente; fue asesor de comunicación y community manager de Guido Manini Ríos en Cabildo Abierto (le manejaba, entre otras cosas, su perfil en TikTok), donde fue también candidato a diputado en las últimas elecciones y de donde se fue en malos términos. Hoy pone el hombro a este emprendimiento que tiene “como faro y guía” a Javier Milei, presidente argentino, líder y fundador de La Libertad Avanza original y referente libertario en esta parte del mundo.
La presentación comienza con algunos problemas de audio y video, y dos saludos desde Argentina: son los de la senadora bonaerense Florencia Arietto, provocadora del primer “¡Viva la libertad, carajo!” institucional gritado en este lado del río, y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, saludando “al país hermano”. A la hora de los discursos, La Libertad Avanza de Uruguay presenta a su primera línea: Quintana, Matías de Brun, proveniente del Partido Libertario (el que por ocho votos no pudo participar en las elecciones de octubre), a su presidente Juan Pablo Baeza y Jessica Borges.
Bullrich saluda La Libertad Avanza
De Brun, que arranca tímido, habla de la “decadencia lenta y constante” provocada por la alternancia de gobiernos del Frente Amplio y los partidos tradicionales, “en los que se hace la guerra a los honestos que quieren los cambios”. Evoca la esperanza que genera el “éxito” de gobiernos liberales, entre los que nombró a Milei en Argentina y a Nayib Bukele en El Salvador. “Acá hay que apostar a las recetas de la libertad”, “acá son bienvenidos todos los que creen en el individuo”, “acá apostamos al valor de la familia”, “acá no hay lugar para las ideas colectivistas”, enumera, ni bien va tomando confianza. Le falta culminar con el “viva la libertad, carajo”; eso lo aporta, voz en cuello, un robusto muchacho parado cerca de la puerta. Varios de los asistentes le siguen.
La intervención de Baeza, más institucional, sobre la inscripción en la Corte Electoral y la presentación de la Carta de Principios, es seguida por la de Borges, que pone más énfasis en lo emocional: “Soy abogada, joven y voy a ser madre; esto cambia muchas cosas: quiero un Uruguay que le deje un futuro a mis hijos”. Ese futuro pretendido, a su criterio, no tiene nada que ver con un presente en el que “emprender es un acto de rebeldía" y donde hay “un Estado que castiga al que quiere crecer”. Para ella, un país “más libre, más próspero y más humano” requiere que “los burócratas nos saquen las manos de encima”. Más aplausos, más “viva la libertad, carajo” desde el fondo.
El discurso final, el más largo, el único de pie, el más interrumpido por aplausos a lo largo de más de 10 minutos, es el de Quintana. Pone su ejemplo como militante de Cabildo Abierto para hablar “de comerse todos los sapos que nos podíamos haber tragado” para que el Frente Amplio no siguiera en “una agenda colectivista que está destruyendo al Uruguay”, que llegó a cosas “que no tiene nombre”, como “votar a Beatriz Argimón”. Aplausos. Habla de la “batalla cultural” contra la “izquierda gramsciana” que nunca se dio, como nunca se dio la firma del decreto para “cortar las pensiones que cubren a los terroristas”. Más aplausos. El de hoy, dice, es “el peor Frente: liderado por tupamaros y comunistas”. Pero todo eso, además de “tristeza y frustración, genera esperanza”, pausa. A la hora de elegir, en la Coalición Republicana “también se elegía la casta”. El sistema, añade, “está diseñado para que nada cambie”.
Para Quintana, Uruguay es “un gran país que perdió la libertad” y este proyecto “vino a recuperarlo, a levantarlo de su agonía”. Otra salva de aplausos. Luego de anunciar lineamientos como el rechazo al impuesto a los sueldos, a ministerios “al pedo”, como Ambiente o el proyectado de Justicia, así como “la estupidez y desatino total de (la existencia de) las oficinas de género”, aludió al mensaje inicial de Bullrich, quien se enfrentó duramente a Milei durante las elecciones argentinas de 2023 para luego ser parte de su gobierno. “Si ellos pudieron, cómo no vamos a poder reunirnos y entendernos todos los liberales, libertarios, conservadores y patriotas de acá”, cierra.
Nuevamente, el “viva la libertad, carajo” con que culmina la oratoria, y que contagia al resto, parte del fondo. El encargado de las arengas se llama Patrizio Faroppa, es integrante de la flamante Comisión de Ética del flamante partido y comenzó su trayectoria militante en un lugar tan distante como el Partido Socialista. “Abrí los ojos”, cuenta, quien luego transicionó al mundo libertario con pasajes previos en los partidos blanco y colorado (“con Fernando Amado y Patricia Soria”, según contó).
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Detrás de Juan Pablo Baeza, Nicolás Quintana; a su lado, Jessica Borges
Javier Calvelo, adhocfotos
Referentes y objetivos
El Partido Libertario, que en las internas de 2024 sacó 492 votos, por lo que no pudo seguir en el proceso electoral, es hoy parte de La Libertad Avanza. Con la llamada Plataforma por la Libertad, que tiene entre sus referentes al comunicador Esteban Queimada, no hay un vínculo institucional. “Hay contacto, hay una relación muy cordial”, precisa Quintana, como invitándolos a sumarse. En rueda de prensa, dice que Agustín Laje, un escritor y politólogo de extrema derecha que es algo así como el referente intelectual del gobierno de Milei, al que subraya como “exitoso”, es también desde ahora un referente de ellos.
Si bien se dicen “consustanciados” con La Libertad Avanza original y toman a Milei como un faro guía (“más que posible, es necesario que haya un Milei en Uruguay”), Quintana también reconoce que Uruguay —por más que esté “muriendo por el socialismo y por ideologías colectivistas”— es un país distinto a Argentina.
Mientras Quintana y De Brun ponían el rostro en una rueda de prensa, el presidente de La Libertad Avanza de Uruguay, Juan Pablo Baeza, sentado a la misma mesa en la que dio su discurso, tecleaba en una laptop. No era por actividades políticas. “Dame un segundo, yo teletrabajo todo el día”, pide este abogado de profesión, que no pudo parar ni en el día de la presentación en sociedad. Ya con el chip de dirigente puesto, le cuenta a Búsqueda que su meta no es precisamente chica: “Nosotros queremos ganar las elecciones (de 2029). ¿Es un objetivo grande? Grandísimo. ¿Nos va a costar trabajo? Muchísimo. La vamos a remar todo lo que podamos, además, vamos a crecer como organización. Queremos ser como una sábana que abarque a todos aquellos que tengan estas ideas, pero les cueste decirlas en voz alta, sobre todo, en los partidos tradicionales. El nuestro es un discurso que puede parecer antipático, lo sabemos, pero vamos a ir largando propuestas claras. Tenemos las puertas abiertas a cualquiera que se quiera integrar”.
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En primer plano, Nicolás Quintana; detrás de él, Matías de Brun
Javier Calvelo, adhocfotos
Espacios
Para el politólogo y docente universitario Adolfo Garcé es habitual que en cada elección haya una novedad, más allá de que, si se concreta, La Libertad Avanza sería una novedad en extremo temprana, surgida un mes después de culminado el ciclo electoral 2024-2025. “Siempre hay espacio para algo nuevo: en esta última etapa fue Identidad Soberana, en la de 2019 fue Cabildo Abierto. Eso tiene que ver con procesos naturales, con la fatiga de la ciudadanía respecto al statu quo o las crisis de representación, que varían”, indica a Búsqueda.
En referencia concreta a una propuesta radicalmente liberal, con alusiones a la escuela de economía austríaca, ataques a “la izquierda gramsciana” (en un público en el que solo una minoría sabe algo de la vida y obra de Antonio Gramsci) y símbolos como la bandera de Gadsden, Garcé encuentra que también hay espacio. “En todo el mundo está pasando que los hombres se están volviendo más de derecha (por el vínculo más estrecho de la izquierda con los feminismos) y acá en Uruguay hay una pequeña movida soterrada libertaria en los jóvenes. Es un discurso que puede germinar, todo depende de cómo se posicionen los demás partidos. Si el Partido Nacional, sobre todo, se empecina en ubicarse en el centro, como hizo en 2024, van a crecer los liberales”, afirmó.
Tan importante como el contenido, sobre todo en la penillanura suavemente ondulada de este país, es la forma. En un aparte con Búsqueda, el propio Quintana admite que, si bien las ideas de Milei son el faro que ilumina el camino, no se siente tan en sintonía con sus expresiones públicas. En criollo: atacar a los “zurdos de mierda” o cuestionar que “no se odia lo suficiente a los periodistas”, pararse retóricamente en un punto donde más a la derecha haya únicamente una pared, en Uruguay aleja más votantes de los que acerca.
“Sería raro que un discurso como el de Milei cuaje acá. Si esta versión de La Libertad Avanza tiene el mismo discurso que el de Argentina, es porque se están olvidando que están en Uruguay”, concluye Garcé.