Uruguay ya entró en la era de la inteligencia artificial (IA), aunque todavía no la domina.
Uruguay avanza en la adopción de inteligencia artificial, pero a paso diverso; hay entusiasmo, poca formación y una brecha creciente entre quienes la entienden y quienes solo la prueban
Uruguay ya entró en la era de la inteligencia artificial (IA), aunque todavía no la domina.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáSegún la primera Encuesta Nacional sobre Adopción de IA en Uruguay, elaborada por el Centro de Evaluación de Políticas basadas en Evidencia (CEPE) —un centro académico argentino de la Universidad Torcuato Di Tella— y la organización Fundar, el 41,8% de los encuestados ya usa herramientas de IA generativa como ChatGPT o Gemini para fines personales. Sin embargo, la mayoría lo hace de manera ocasional, sin capacitación formal y con un conocimiento limitado de su funcionamiento.
Según el estudio, una encuesta desarrollada en agosto de 2025 a 500 personas, la IA avanza rápido en Uruguay, “transformando economía y vida cotidiana”, pero con fuertes brechas. Jóvenes, universitarios y personas con mayores ingresos la usan más, mientras que los sectores con menos educación o recursos participan menos.
Entre quienes usan IA, ChatGPT lidera con el 76,1% de las menciones, seguido por Gemini (45,9%), el chatbot de Google. Las herramientas más recientes, como Copilot o los modelos integrados en WhatsApp, todavía tienen una penetración mucho menor.
El uso típico es funcional: buscar información, traducir, reanudar textos o generar contenidos simples. La práctica de pago es casi inexistente -solo el 2,4% tiene suscripción-, lo que muestra una adopción exploratoria más que profesionalizada.
Según el informe, “el nivel de adopción de la IA en Uruguay para usos personales se encuentra a niveles similares” al de los países desarrollados, y el desafío principal ya no es el acceso, sino la alfabetización en esta tecnología.
El uso laboral de la IA todavía es “incipiente”, pero crece rápido: uno de cada cinco trabajadores (20,6%) ya la usa en su empleo y un tercio (34,2%) planea hacerlo pronto.
El fenómeno tiene un rasgo distintivo, explica la investigación: la adopción viene “desde abajo”, impulsada por la iniciativa individual y no por estrategias empresariales. Solo el 16% de las personas afirma que su organización tiene un plan formal para incorporar IA y apenas el 19,8% recibió capacitación.
Las funciones más frecuentes en el trabajo son búsqueda de información, análisis de datos, marketing y tareas administrativas, lo que indica un uso complementario más que sustitutivo. Aun así, el 38% de los encuestados cree que la IA “transformará significativamente” su empleo en los próximos cinco años, una percepción que entre los jóvenes y los trabajadores más calificados.
Pese a la expansión, el conocimiento sobre la IA sigue siendo bajo. Solo el 14,9% dice tener un nivel alto de entendimiento y un 42% se ubica en la franja baja o nula.
La confianza también es moderada: la mayoría (42,8%) confía “más o menos” en los resultados de la IA, mientras que un 57,2% de las personas expresa preocupación por los riesgos éticos y de privacidad.
Las percepciones sobre la IA combinan cautela y optimismo moderado. El 42,6% se declara “expectante”, el 26,4% optimista y apenas el 7,8% pesimista. Entre las principales barreras para adoptarla aparecen la falta de conocimiento (47,4%), las preocupaciones éticas (27,8%) y los costos o dificultades de acceso (15,8%).
Según el informe, el 58,4% de las personas encuestadas apoya una regulación del uso de la inteligencia artificial. Además, el 47,2% opina que el Estado debería regularla para proteger derechos, mientras que el 26,8% pide garantizar equidad y acceso igualitario. Un 21,6% se propone invertir en investigación y desarrollo nacional. Solo un 17% opina que el gobierno no debería intervenir.
Este respaldo a la regulación se combina con una demanda de transparencia. Como resume el informe, “el desafío no es solo normativo, sino también institucional: construir mecanismos de supervisión, estándares de calidad y protocolos de transparencia que fortalezcan la confianza pública sin frenar la innovación”.
La encuesta confirma el liderazgo generacional: la generación Z (nacidos entre 1997 y 2012) muestra la mayor tasa de uso (63,9%), seguida por los millennials (45%), generación X (38,4%) y boomers (29%).
A diferencia de otras brechas tecnológicas, no se observa una diferencia de género significativa en el uso de IA: el 48,2% de las mujeres y el 43,1% de los hombres la usan de manera personal.
Los autores del estudio, entre ellos el economista Eduardo Levy Yeyati (CEPE) y el especialista en tecnología y políticas digitales Daniel Yankelevich (Fundar), plantean que el próximo desafío de Uruguay es pasar del uso ocasional para comprender realmente cómo aprovechar la IA. "Aunque el uso crece, la alfabetización en IA va por detrás. En otras palabras, existe una brecha significativa entre uso y comprensión, lo que sugiere un fenómeno de uso, pero sin capacitación. Estos indicadores muestran que, para sostener y orientar la adopción, hacer comprensible la tecnología y sus límites serán decisivos", concluye.