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    Bancate esta caricatura

    ¿Qué pasa hoy con el humor gráfico? ¿Está atravesando su mejor momento en las plataformas virtuales? ¿Sigue viva la mordacidad de las caricaturas políticas? Sobre la risa a través de la imagen trata esta entrega de Algo que quiero contarte, una newsletter de temas culturales

    Tienen arte, tienen grotesco, tienen comicidad, pero eso no alcanza. Las caricaturas necesitan de la mirada aguda del dibujante que al mismo tiempo que exagera un rasgo físico de su modelo capta “algo más” para que se produzca la identificación con el original. De esa combinación surge el humor, a veces malvado, a veces cariñoso. No cualquier dibujante, por excelente que sea, puede ser un buen caricaturista.

    Quienes han rastreado los orígenes del género se detienen especialmente en el siglo XVI y en la escuela de arte boloñesa de la familia Carracci. Allí los estudiantes empezaron a hacer retratos graciosos de personas con sus rasgos más notorios amplificados y crearon piezas de humor. Así nacieron los retratini caricci (retratos cargados), el inicio de la caricatura moderna.

    Pero un siglo antes, Leonardo da Vinci, había dibujado sus cabezas grotescas: seres con expresiones exageradas, con narices demasiado aplastadas o demasiado ganchudas, con bocas desdentadas, con cabellos ralos o melenas alborotadas. El genio florentino no buscaba el humor, pero sí captar ese “algo más” en los rostros que veía en su entorno. Sin proponérselo había creado caricaturas antes de que se hablara de la caricatura.

    “Es especialmente en el que ríe, en el espectador, en el que reside lo cómico”, escribió Charles Baudelaire en uno de sus artículos de mediados del siglo XIX, recopilado en el libro Lo cómico y la caricatura. Al analizar algunas obras de su época, distinguió dos tipos de caricaturas: las clásicas de expresión grotesca y las que buscan la crítica mordaz, tal como se concibe hoy la caricatura social o política. Para el grotesco, encontró un antecedente en Francisco de Goya y en sus retratos de monjes. “Goya también ha atacado a la gente monástica. Supongo que los monjes no le gustaban, pues los hizo bien feos; ¡pero qué bellos son en su fealdad y qué triunfantes en su mugre y su crápula monacales! Aquí domina el arte, el arte purificador como el fuego”.

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    ¿Qué sucede hoy con ese arte purificador como el fuego? ¿Se trasladó de los diarios a otras plataformas? ¿Sigue teniendo vigencia la caricatura mordaz y punzante dirigida hacia quienes tienen algún tipo de poder? ¿Qué pasa con la caricatura uruguaya?

    Mi nombre es Silvana Tanzi y esta es una nueva entrega de Algo que quiero contarte, newsletter de temas culturales. Si querés escribirme con tus opiniones y sugerencias, podés hacerlo a [email protected].

    ___

    En enero de este año, la caricaturista estadounidense Ann Telnaes renunció a The Washington Post, donde trabajaba desde 2008, porque la sección Opinión del diario había rechazado una de sus caricaturas. Telnaes ha obtenido varios premios, entre ellos, el Pulitzer de Caricatura Editorial 2001 por su trabajo en Los Ángeles Times.

    Aunque no fueron hechos similares, encontré una relación con la decisión que tomó en 2019 The New York Times, cuando eliminó la caricatura política de su sección internacional al recibir críticas por una viñeta que fue tildada de antisemita. Me pregunté, entonces, si el humor gráfico estaría poco a poco desapareciendo.

    Pero vuelvo a Telnaes y a su trabajo rechazado. En su caricatura aparecían varias figuras poderosas arrodilladas frente a una estatua de Donald Trump: Mark Zuckerberg, fundador de Meta; Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI; Patrick Soon-Shiong, propietario de Los Angeles Times; Mickey Mouse, que no necesita presentación, y Jeff Bezos, quien además de fundador de Amazon es el dueño de The Washington Post. Entonces aquí está el detalle no menor: Telnaes desafió a su propio jefe.

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    Viñeta de Ann Telnaes rechazada en The Washington Post

    Viñeta de Ann Telnaes rechazada en The Washington Post

    En una breve explicación por su renuncia, la caricaturista dijo: “En todo este tiempo, nunca me habían prohibido una viñeta por quién o a qué había decidido apuntar con mi pluma. Hasta ahora”. Y agregó que este rechazo es “peligroso para una prensa libre”. Seguramente la caricaturista nunca se cruzó con el dueño de un diario que a la vez fuera noticia. Porque Jeff Bezos es noticia.

    Su editor trató de hacerla recapacitar para que no renunciara, y argumentó que ya había publicado una columna de opinión que criticaba los apoyos que estaba recibiendo Trump, entre otros de Bezos. Por ese motivo, no quiso reiterar el tema. Pero no la convenció a Telnaes. A mí tampoco.

    Por un lado entiendo al editor porque la caricatura está ridiculizando al jefe de todo el diario que tiene el poder de decir: “Esto no va”. Pero entiendo a la caricaturista: si se puede escribir una columna sobre la relación de Bezos con Trump, ¿por qué no se puede plasmar en una caricatura?

    Tal vez la respuesta está en el poder inmediato de la sátira a través de la imagen. Un columnista puede opinar que Bezos está entregado a Trump y tener palabras muy duras y drásticas. Pero ver a Bezos arrodillado frente a la estatua enorme de Trump es como un dardo envenenado.

    ¿Te parece que esa caricatura se tendría que haber publicado?

    Los peligros de tomar sol

    Me vengo ahora más cerca, al Río de la Plata, con algo que también ocurrió en enero de este año. Seguro que conocés a Maitena, la creadora de Mujeres alteradas, historieta de los años 90 que caricaturizó a personajes de pelos coloridos y revueltos, de ojos grandes y mirada perturbada que hablan de sus hijos, de la infidelidad, de la balanza y de los kilos que sobran. Pues bien, en enero Maitena publicó en el diario Clarín una viñeta con dos mujeres que están tomando sol. Acá te la dejo:

    Maitena.jpg

    Apenas publicada llovieron las críticas y La Sociedad Argentina de Dermatología hizo una declaración pública con su malestar por reírse de una enfermedad grave, y solicitó que Maitena se disculpara. Sin embargo en la declaración no hay enojo por el precio de los protectores solares, que es hacia lo que apuntaba la viñeta. Entonces Matiena se disculpó así:

    Maitena 2.jpg

    No me causan gracia ninguna de las dos viñetas, mucho menos la segunda, aunque me gusta que se haya metido con el precio de los protectores solares. Pero lo que me resulta incomprensible es la disculpa de Maitena. Si los caricaturistas o los humoristas se empiezan a disculpar por su trabajo, de a poquito lo irán matando. El humor siempre puede ofender a alguien y mucho más en la actualidad. Y si la caricatura deja indiferente, si nadie se ríe o reacciona, entonces falla como caricatura.

    “Practicar el arte de la sátira política en nuestros días es como hacer patinaje artístico sobre un hielo muy delgado. La gente se ofende por todo”, dijo Patrick Chappatte, quien fue caricaturista editorial de la edición global de The New York Times hasta que esa edición dejó de existir.

    ¿Y por casa cómo andamos?

    Uruguay tiene una larga tradición de humor gráfico y de caricatura política. En 2023, una muestra en el Espacio de Arte Contemporáneo (EAC), a propósito de los 50 años del golpe de Estado, exhibió dibujos, viñetas de crítica social y política y caricaturas de revistas de humor que sufrieron censura o fueron clausuradas antes y durante la dictadura. La muestra se llamó Pasar revista y su curadora fue Denisse Torena, artista, ilustradora y docente.

    Egresada de la Escuela Nacional de Bellas, Denisse comenzó haciendo dibujos para El Enclave, una banda de rock. Cuando tuvo un montón de dibujos para mostrar, tocó la puerta de editoriales y se la abrieron en La Mochila, revista escolar que edita Banda Oriental. Y allí comenzó su trayectoria como ilustradora infantil en libros y también en la película animada Anina. Ahora está haciendo un doctorado en la Universidad de Granada y en ese contexto viene elaborando una novela gráfica a partir de las historias familiares que le contaba su abuela.

    “En la investigación para la muestra me encontré con muchísima caricatura política. Me asombró la cantidad de versiones que había de Pacheco, sobre todo con los guantes de box. Aparecía en revistas como Misia Dura, La Balota, La Bocha, que se publicaron del 68 al 72, de las medidas prontas de seguridad en adelante. Los autores estaban muy efervescentes, no parecía que tuvieran miedo. Claro que hubo un período sin revistas de humor gráfico, hasta que apareció El Dedo en 1983, aún en dictadura”.

    Y en El Dedo también apareció Jorge Pacheco Areco.

    Pacheco.jpg

    Para Denisse fue una época de mucha avidez por publicar el chiste que se necesitaba decir. Tal vez ahora ese chiste se encuentre en un meme en las redes sociales. La diferencia es que antes todos veían la misma caricatura, ahora el algoritmo selecciona y nos muestra lo que ver según nuestras preferencias.

    “La creación está en auge, son los medios los que están cambiando. Hay formatos digitales que son los más populares, como las cuentas de Instagram. Y la novela gráfica está tomando más relevancia frente a las revistas de historietas. Pero también hay historietas que desarrollan un tema más largo en las que también hay humor e ironía”.

    Para la muestra, Denisse combinó pasado y presente, con humoristas gráficos que hoy trabajan en diferentes formatos y los que aparecían en las revistas. En la comparación, encuentra que ahora hay autocensura de los autores. “El humor a veces lleva a la burla hacia el otro, algo que ahora no está permitido. Pero fue muy interesante hablar con Elina Carril para la muestra porque me decía que con esto de estar cuidando de que nadie se sienta ofendido nos hemos olvidado de reírnos de nosotros mismos. Creo también que antes había otro desparpajo con respecto a reírse del poder". Carril es hija de Elina Berro, quien firmaba sus columnas de humor con el seudónimo de Mónica y es considerada la primera mujer humorista uruguaya.

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    En el libro Iconografía republicana, publicado por la Udelar, se analizan las representaciones de la República tomada como un personaje. Se la representaba con un gorro frigio y una toga y generalmente estaba vinculada con algún político. Denisse encontró similitudes en su investigación para Pasar revista con la de este libro. "Lo que le pasaba a la República es que algún político siempre algo le hacía. Y generalmente aparecía diezmada". A través de estas representaciones, la República fue adquiriendo una identidad. ¿La seguirá teniendo?

    El político uruguayo y el humor

    Lo primero que aclara Hogue (Horacio Guerriero) es que él nunca se acercó voluntariamente a los políticos cuando se dedicó a hacer caricatura política. Y lo hizo durante años en varios medios de prensa y en vivo en la televisión, mientras se desarrollaban las entrevistas en el programa Código País que conducía Aldo Silva.

    “En algún momento hubo enojos o molestias, pero fueron muy pocas veces si se tienen en cuenta los años que trabajé en los medios. Y nunca me llegaban directamente, sino a través del editor o periodista. Hubiera sido un diálogo inentendible si me lo decían directamente porque los lenguajes son diferentes, los argumentos de uno y otro hubieran tenido poco en común. Pero el político uruguayo tiene sentido del humor. Esa es mi opinión, de pronto hablás con algún otro y no piensa lo mismo”.

    Una vez dibujó desnudo a Eduardo Bonomi cuando era ministro del Interior y fue a una entrevista en Código País. Eran momentos de crisis en la seguridad y a Bonomi lo entrevistaban mucho. Él siempre iba. "Debo de haber hecho como 15 caricaturas de él. Me acuerdo que en un momento toda la seguridad había quedado expuesta, tal vez fue cuando se incendió la cárcel de Rocha, algo muy dramático. Entonces lo hice desnudo y él lo recibió muy bien. Después me enteré que tenía todas las caricaturas en su casa de afuera. Pero en general todos los políticos tenían una buena actitud. Muchos enmarcaban las caricaturas y las tenían en sus despachos".

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    Bonomi dibujado en vivo por Hogue en Código País

    Bonomi dibujado en vivo por Hogue en Código País

    ¿Era más audaz el caricaturista antes? Hogue no lo sabe con certeza, tal vez las revistas daban otra oportunidad, como le pasó a él con Guambia, para la que dibujó varias portadas muy transgresoras. De todas formas piensa que la caricatura sigue “vivita y coleando”, aunque reconoce que al desaparecer tantos medios de prensa, los profesionales se vuelcan con otros trabajos a los medios digitales.

    Hogue ha desarrollado desde hace años su faceta artística con pinturas y carbonillas de seres mertamorfoseados, mitad humanos, mitad animales. Sus obras las expuso en Uruguay y en el exterior. También ilustra las contratapas de la versión uruguaya de Le Monde Diplomatique, que escribe Fernando Butazzoni. Allí a veces vuelve a asomar la caricatura, pero lo que prima es la ilustración que él siempre concibe en forma independiente del texto.

    “Sería muy simplista pensar que el lucimiento o el efecto de una caricatura lo genera solo ser buen dibujante. Es una conjunción. Si sos un gran dibujante y no tenés ideas, sos eso, un gran dibujante. Pero si tenés ideas y las sabés traducir al dibujo, no importa que seas un gran dibujante, vas a ser un gran caricaturista”.

    Por eso destaca a Junior entre los caricaturistas políticos que han surgido en los últimos años. "Es alguien que piensa, que tiene ideas y sabe leer la realidad, la sabe analizar y trasladarla a la caricatura".

    Y acá está Junior:

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    La coronita del presidente

    Junior se llama Junior, un nombre que ya le dio la firma servida para sus caricatura. Nació en Fray Bentos y desde niño dibuja y siente atracción por la caricatura política. Su padre fue marinero de la Prefectura y trabajaba en el paso de frontera, a donde llegaban los medios argentinos. “A veces me llevaba los diarios y yo iba de una a buscar las caricaturas. Hasta hoy tengo recortes de los trabajos de Hermenegildo Sábat o de las historietas de la página de atrás. Estaba el Clemente de Caloi o las historietas de Tabaré. Hasta hoy tengo carpetas con esos dibujos, eran un motor tremendo. Llegaban y salía a buscar hojas para dibujar”. Y como aquellos muchachos italianos de la escuela Carracci del siglo XVI, Junior en el liceo dibujaba caricaturas de sus compañeros de clase.

    Después atravesó etapas. Tuvo un “momento Ombú” (Fermín Hontou, con quien estudió), su “momento Hogue” y después se volcó más a la escuela de Sábat y de Arotxa de caricatura política. “No es que dibuje como ellos, pero tengo su forma gráfica para resolver la caricatura”. Y como todos sus maestros, no utiliza palabras en sus dibujos.

    En 2020 entró a Búsqueda y empezó su camino como caricaturista político profesional. Para él lo más difícil es encontrar dónde poner el foco entre todo lo que sucede en la semana. “Por un lado me gustaría tener la receta y por otro no, porque se empieza por una línea y no se sabe cómo va a terminar. Ahí está lo interesante. Mi miedo más grande es que no se me ocurra una idea. Me persigue mucho eso de que la idea perfecta existe, como si fuera una construcción que está y la tengo que alcanzar, la tengo que pescar”.

    Su entrada a Búsqueda coincidió con la presidencia de Luis Lacalle Pou. “Me costó, pero creo que me acerqué bastante al personaje. Requiere mucho trabajo de observación. Y después están los símbolos o gestos que le agregás y que buscan complicidad con quien mira la caricatura. Y ahí es importante la figura del editor o de alguien con quien se pueda comentar, porque uno nunca es espectador de su propio trabajo. Me pasa con muy pocos dibujos que digo 'di en el clavo'. Si fuera por mí, no lo publicaría y sacaría un dibujo cada dos meses. Siempre tengo la sensación de que quedé corto, de que le faltó otra vuelta".

    A veces la idea se la da el propio protagonista por algo que dice o por la forma en que se expresa. Junior recuerda cómo Arotxa agarró al vuelo la frase que dijo Jorge Batlle en 1989 cuando el entonces presidente Julio María Sanguinetti eligió como su sucesor a Enrique Tarigo y no a él: “Es como si me hubiera arrancado un brazo sin anestesia”.

    "Arotxa tuvo la habilidad de agarrar esa frase y pensar en algo absurdo. Dibujó el brazo de Batlle en la sección de deportes, tirado al lado del arco de Jorge Seré. Se arriesgó y logró la conexión con el espectador". El "brazo de Batlle" apareció después en varias caricaturas, igual que el propio Jorge Batlle a quien Arotxa le dedicó todo un libro.

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    Junior encontró un símbolo para Lacalle Pou: la coronita. "Nadie lo sabe, pero viene de un dibujo que nunca salió publicado. En 2019 me hice una cuenta de Instagram y empecé a subir dibujos. Cuando asumió Lacalle Pou, dibujé a Tabaré Vázquez mientras le entregaba la banda presidencial, pero de Lacalle salía un globo de pensamiento en el que se imaginaba que le estaba poniendo una coronita. De eso me di cuenta después, pero ahí estuvo la semilla. Creo que la usé enseguida cuando entré a Búsqueda".

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    Sus caricaturas han tenido todo tipo de repercusiones, la mayoría buenas, pero también de las otras, sobre todo en redes sociales a las que sigue sin obsesionarse. A veces las reacciones lo afectan, aunque no tanto como para limitarse. "La censura más grande soy yo mismo", dice. "Obviamente que esa censura interna tiene algo del otro y lleva a pensar que hay caminos innecesarios. Tal vez esos caminos son más fáciles y efectistas: hago esto y sé que en tal tribuna va a tener un efecto. Pero trato de evitar lo obvio, por eso es más trabajoso llegar a representar un hecho político".

    Salvo casos puntuales, los políticos han tomado con buen humor sus caricaturas. De todas formas para él sigue siendo un oficio que tiende a crear molestia. "Deja algo al descubierto y se ve al instante. Y como no uso la palabra, la interpretación es más libre. Me han dado devoluciones que yo nunca las hubiera pensado".

    Ahora Junior está poniendo el foco en Yamandú Orsi y habrá que esperar cuál será la "coronita" que encuentre para él. Seguro que el presidente se lo tomará con humor, porque los políticos uruguayos se bancan la caricatura.

    Aunque el mundo esté dado vuelta y el humorista sea el acusado a quien hay que eliminar, las palabras del gran Baudelaire mantienen su vigencia: "La risa es satánica, luego es profundamente humana".

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    Antes de despedirme, quiero recomendarte la nota que hizo Javier Alfonso sobre Dulce pájaro de juventud, obra de Tennessee Williams protagonizada por Enzo Vogrincic, y también la entrevista de Fernando Santullo a Alfredo Ghierra, creador del documental Montevideo inolvidable, sobre el patrimonio de la ciudad.