El cine argentino atraviesa una crisis marcada por el recorte en la financiación del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y una producción estancada y más dependiente de fondos privados.
Las películas Alemania y Arturo a los 30 se incorporaron a la plataforma Max
El cine argentino atraviesa una crisis marcada por el recorte en la financiación del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y una producción estancada y más dependiente de fondos privados.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáA lo largo del año, en eventos como festivales internacionales o mercados como Ventana Sur, actualmente en desarrollo en Montevideo, integrantes del rubro han expresado una reiterada preocupación ante los cambios drásticos del sector.
Pese a este contexto adverso, incorporaciones recientes a la plataforma Max de la señal HBO demuestran que la cinematografía argentina continúa siendo una de las más estimulantes de la región.
Durante lo que resta del año, la plataforma sumará una selección de estrenos recientes y de una amplia gama de géneros que incluyen el thriller Rojo, de Benjamín Naishtat, y los dramas más experimentales Trenque Lauquen, de Laura Citarella, y Los delincuentes, de Rodrigo Moreno, recientemente elegida entre las 10 mejores películas del año según la revista francesa Cahiers du Cinéma.
Es dentro de este manojo de novedades que se encuentran, ya disponibles, las películas Alemania, ópera prima de María Zanetti sobre una adolescente que busca escapar de su familia, y Arturo a los 30, segunda película de Martín Shanly, una tragicomedia sobre un treintañero que se choca de cara con su postergada adultez. La identidad, la familia y la maduración son explorados con enfoques y estilos diferentes, pero conducen a un mismo resultado: dos películas notables.
En Alemania, la protagonista es Lola, una adolescente que sueña con participar de un intercambio estudiantil en el país en cuestión para escapar de las tensiones familiares que la abrazan día a día.
La principal de ellas es la referida a su hermana mayor, quien padece trastorno bipolar y concentra toda la preocupación de sus padres. Lola, la hija del medio en una familia de cinco, es bastante social, una alumna competente (debe mejorar algunos promedios, eso sí) y alguien que, debido a su mezcla de madurez y pasividad, no recibe la atención que sus padres destinan, ya sea en la salud mental de su hermana o en una crisis financiera que pone en peligro la posibilidad de la protagonista de viajar a Europa. Para Lola, ese anhelo de viajar no es solo un escape. También es una oportunidad de encontrarse, en una autonomía que aún no tiene, consigo misma.
Zanetti se inspiró en sus vivencias y con ellas le da a su película la sensación de ver, en tiempo real, la reproducción de una memoria. La inmersión en este período de la vida de Lola es absoluta, y el espectador se ve a su lado escena a escena, jamás la abandona.
En esta nostálgica recreación de la adolescencia bonaerense de los 90, marcada por una incipiente crisis económica que sacude a una familia de clase media, la directora logra capturar la esencia de una época. Lejos de sumergirse en un drama constante, la película utiliza momentos de humor y ligereza que humanizan a los personajes y nos conectan con sus vivencias. Se refleja, así, la idiosincrasia de muchas familias rioplatenses de aquellos años.
Filmada en la casa donde la directora vivió su adolescencia, esta narración, potenciada por la más pura nostalgia, evita caer en las trampas usuales del género coming of age convencional gracias a un estilo visual atento a la cultura que rodea a Lola y que combina sensibilidad y naturalismo. Se destaca, sobre todo, la actuación de Maite Aguilar, quien interpreta a la protagonista.
Alemania, que evoca la melancolía tan presente en Aftersun, también explora la mirada como herramienta principal de Lola para desentrañar un mundo que, gradualmente, le revela su verdadera naturaleza al confrontarla repetidamente con los obstáculos que su entorno le impone.
El posible intercambio en el horizonte se convierte en la eventualidad de una nueva vida para Lola, un escape de las presiones que la sofocan. Es en este viaje interior, y previo, que Zanetti encuentra una construcción humana, dulce y tierna de una identidad, y le imprime a Lola facetas de sí misma que ni siquiera sospechaba. A través de su mirada introspectiva, la protagonista no solo hallará respuestas, sino que también aprenderá a redefinir los vínculos que, inevitablemente debido al paso del tiempo, ya cargan con otra naturaleza.
Como parte del ciclo El valor del cine argentino, Cinemateca exhibirá Alemania el domingo 8 y el lunes 9 en varios horarios.
En Arturo a los 30, el protagonista es, no sorpresivamente, Arturo, un treintañero que, a duras penas pelea contra las responsabilidades de su adultez. Parece vivir en un estado de confusión, arrastra un duelo no resuelto de su hermano y enfrenta la presión social de un entorno que, constantemente, le hace recordar que es incapaz de cuidar de sí mismo.
Perdido en una doble nebulosa, se mueve como un autómata. La primera es la nube de humo de porro que lo envuelve a donde va. La segunda, más intangible y persistente, es una nube mental compuesta por inseguridades, falta de confianza y una sensación acuciante de extrañeza. Se siente como un pez fuera del agua, no importa el escenario. Cada lugar, cada situación, se convierte en un recordatorio de su desconexión consigo mismo y con el mundo que lo rodea.
La película surgió de la necesidad del director, Martín Shanly, de explorar los efectos del duelo no procesado en una persona y cómo este puede impedir el desarrollo personal. Shanly también quería hacer más hincapié en la comedia que en su anterior película, Juana a los 12, creyendo que el humor ayuda a digerir los temas más difíciles.
Con una narrativa no lineal que entrelaza el presente y el pasado y es guiada por la escritura de un diario personal de Arturo que funciona como narración, la película construye la complejidad del personaje a través de los eventos que lo marcaron. Este ir y venir temporal, que tiene como crisis central un accidente automovilístico que Arturo sufre al inicio de la historia, revela momentos clave de su pasado, como relaciones fallidas y su incapacidad para afrontar sus propios traumas.
La película utiliza planos cerrados para crear una atmósfera opresiva que refleja la incomodidad de Arturo en su entorno. Su lenguaje corporal y expresiones faciales denotan su inseguridad, mientras que la narración expone sus pensamientos y contradicciones, mostrando cierta tendencia a mentirse a sí mismo. No hay un embellecimiento de la realidad, sino una catarata de defectos y errores que hacen de Arturo alguien tan torpe como humano.
Al igual que en Alemania, pero apelando a la fragmentación temporal, el tiempo juega un papel crucial en esta trama que abarca desde la década pasada hasta los inicios de la pandemia de 2020. Arturo y, por ende, el espectador, navegan por un laberinto de malas decisiones, entre las que destaca un bochornoso incidente sexual en la boda de una amiga.
Más allá de las metidas de pata de Arturo, Shanly, quien dirige y protagoniza la película, genera situaciones cómicas con un toque trágico que convierten la inmadurez del personaje en una fuente de risas y vergüenza ajena por igual.
Arturo a los 30 fusiona hábilmente lo gracioso y lo triste con su retrato honesto de la inmadurez, el dolor y los pequeños triunfos que acompañan el proceso de madurar. La película no solo profundiza en la crisis existencial del protagonista, sino que también entrega un retrato generacional en la incertidumbre de un mundo que parece exigirles, a personas como Arturo, más de lo que pueden dar.
A pesar de centrarse en etapas generacionales distintas, las vidas de Alemania y Arturo a los 30 comparten las complejidades inherentes de la transición a la adultez. Ambas historias, si bien reflejan las características y desafíos propios de sus respectivas generaciones, se encuentran entrelazadas: Arturo podría ser un posible futuro para Lola si todo no sale como espera.
Mientras Zanetti opta por un naturalismo íntimo para retratar los momentos de cambio y descubrimiento de Lola, Shanly utiliza un humor agrio y una estética más cruda para explorar las contradicciones de Arturo. Estas decisiones creativas enriquecen las historias de manera individual y las emparejan en un combo agridulce de notable calidad cinematográfica.
En un contexto en el que el cine argentino se enfrenta a desafíos estructurales, películas como Alemania y Arturo a los 30 demuestran la capacidad de sus realizadores para narrar historias universales desde una mirada local, sensible y valiosa.