—¿Pero no cree que, más allá de esas razones ajustadas a derecho que señala, faltó una mayor atención de a quién le estaban entregando la documentación? Es alguien que ahora está prófugo de la Justicia.
—Pero pregunto: si le hubiera negado el pasaporte, ¿el gobierno no estaría incumpliendo la ley? El gobierno tiene que tener a los ciudadanos documentados en donde sea. ¿Y si el gobierno hubiera condenado previo al dictamen judicial, no estaría violentando la ley?
—¿Usted sostiene que en este caso el gobierno actuó bien?
—Se actuó de acuerdo a derecho. Y eso es lo que corresponde.
—Pero le ocasiona un montón de incomodidad al gobierno, genera dudas, suspicacias.
—Por supuesto, genera tanta incomodidad como darle de comer en la cárcel a un violador de niños.
—¿Lo compara con eso?
—Y sí, porque son cosas feas de tener que hacer. Pero en estas cosas no hay más remedio que ajustarse a derecho.
—¿No se compraron un problema? ¿No se podía haber evitado?
—¿Y cómo se evitaba?
—Y quizás no otorgándole el pasaporte.
—¿Negándole la documentación a un uruguayo?
—A un narcotraficante.
—Bueno, ¿tú ya tenés el dictamen judicial que dice que es un narcotraficante y que se le está pidiendo la extradición?
—Se lo estaba investigando en el momento en el que le dieron el pasaporte.
—Investigaciones hay cientos, para pedir la extradición tiene que ser condenado, tienen que estar las pruebas. Porque las pruebas, me imagino, no serán lo que Petro dijo. Esto no es simpático para nada, pero no darle el pasaporte implicaba quedar al margen de la ley. Y precondenar a una persona antes de culminar unas investigaciones no se ajusta a derecho.
—¿Cuál es el final de esta historia? ¿Qué costos puede pagar el gobierno?
—Dentro de una semana nadie se acuerda de esto.
—¿Cree que el gobierno tiene que pisar el acelerador para aprobar una reforma de la seguridad social aun cuando no haya consenso político?
—Son necesarios los consensos políticos y darle amplia base al acuerdo. Este es un asunto de Estado, mirando el país a 30 o 40 años. La estabilidad deviene de los acuerdos y este tema necesita reglas de juego claras y sostenibles en el tiempo. Por lo cual acá no hay que apretar el acelerador, como sí hay que hacerlo en otros temas de la vida nacional. Acá hay que seguir buscando consensos. El diagnóstico de los expertos es bueno, sus propuestas son de verdad inteligentes, mucho menos duras de lo que esperábamos, pero también hay que escuchar otras propuestas, hablar de otras fuentes de recursos para financiar el sistema, por ejemplo.
—¿Qué pasa si no hay consenso político?
—Hay tiempo y hay que trabajar con serenidad para que exista. Yo no renuncio a los consensos ni busco camino alternativo. El Uruguay necesita una amplia base.
—Recién decía que el gobierno necesita pisar el acelerador en otros temas, ¿qué es lo que queda por hacer?
—La pandemia demoró la puesta en práctica de algunas reformas sustantivas. Uruguay tiene que bajar los costos de producción para ser una economía competitiva y tiene que invertir en los sectores de la inteligencia, que son los que tienen menor tasa de desempleo: los de la tecnología de las comunicaciones, de la información, la biotecnología. En esos sectores hay que invertir y hacer desarrollo. Y después hay que hacer enormes esfuerzos para bajar costos de los factores de la producción, bajar el costo de los combustibles…
—¿Cómo se baja el costo de los combustibles?
—Yo presenté un paquete de ocho leyes para bajar tributos al costo de los combustibles, para eliminar pérdidas de Ancap, para mejorar decisiones en materia de fijación de precios, de distribución, que son las que inciden. Hay que seguir bajando el costo de la energía, hay que seguir bajando el costo de las telecomunicaciones y de la transmisión de datos, tenemos que seguir achicando el Estado innecesario.
—¿En qué está ese paquete de proyectos que usted presentó para bajar los costos de producción?
—La ministra de Economía compareció en el Parlamento y manifestó su acuerdo general con la mayoría de los proyectos, en especial con los tributarios y el que elimina el IVA del gasoil y lo sustituye por un impuesto fijo de menos de tres pesos, lo que hace que el gasoil pueda bajar nueve pesos por litro. Son todos proyectos que tienen la aceptación general de la ministra, pero les teme a las rigideces que tiene la ley y busca alguna reglamentación o que sean por vía de decretos.
—Más allá de estas cuestiones, ¿en qué otros asuntos cree que el gobierno está en un debe?
—Con este tema de la baja de los costos está en un debe que le puede costar caro. Los commodities van a bajar en el mundo, estamos sin duda en un cambio de ciclo económico y es imprescindible bajar estos costos para que el país mantenga el nivel de actividad y empleo y para que siga exportando. Para eso hay que encarar algunas reformas con convicción, con la misma convicción con la que se encara la reforma de la seguridad social. En otras cosas en las que el gobierno está en un debe enorme es con las políticas de frontera, que no serían necesarias si se toman medidas valientes para la baja de los costos generales de la economía. Hay que animarse a derrotar la diferencia de precios en la frontera con la liberación de las importaciones y con algunas eliminaciones tributarias. Ahí hay que acelerar procesos. También hay que ir a fondo en otros temas. Tenemos casi US$ 2.000 millones en proyectos a consideración de la Comap (Comisión de Aplicación de la Ley de Inversiones), ¿qué estamos esperando para poner en funcionamiento estos proyectos? Creo que deberíamos actuar con mayor celeridad. Además, los blancos deberíamos profundizar el proceso de descentralización. En Uruguay se ha descentralizado cada departamento, pero no se ha descentralizado el país. Hay que descentralizar en la toma de decisiones de la salud, en la educación.
—Yendo a cuestiones de la interna partidaria, ¿dónde está hoy Botana?
—Siempre luchando por más libertades, por más igualdades, por un Estado más chico, por profundizar la descentralización. Hemos decidido darle un nuevo impulso al Grupo de los Intendentes, a Mejor País. Junto con el intendente de Maldonado, Enrique Antía, hemos decidido celebrar acuerdos que nos posibiliten tener más fuerza dentro de la interna partidaria. En eso estamos trabajando, y estamos recorriendo el país para hacerlo.
—¿Todo esto dentro del ala wilsonista?
—Lo que el partido necesita no es una reedición de etiquetas. Somos artiguistas, como oribistas, somos de Leandro Gómez, todos partidarios de las revoluciones de Aparicio. Nadie puede negar el lado del herrerismo y la permanente vigencia del wilsonismo. Pero lo que hoy se necesita es un Partido Nacional consustancial con las demandas del país y de los pagos más alejados en particular. Ahí tiene que estar el partido. Porque es un partido de hombres y mujeres libres que no defiende intereses corporativos de sesgo alguno. Eso es lo que necesita, no la repetición de etiquetas.
—Pero hay candidatos y sectores. Por el lado del herrerismo, ya está sólido Álvaro Delgado; por el lado wilsonista, hay algunos nombres como el de Beatriz Argimón. ¿Ustedes por qué nombre se decantan?
—Nosotros tenemos muy claro lo que queremos: un partido fiel a su pensamiento y valores de todos los tiempos y con énfasis descentralizador. Ya vendrá el tiempo de ver quiénes son los mejores intérpretes de esas realidades. Lo que es innegable es que el partido necesita un ala popular que encarne las demandas de los ciudadanos de cada barrio de este país y de cada lugar solitario de la campaña.
—¿Y entonces?
—A trabajar. Porque ningún movimiento se construye sin trabajo. A liderar en lo que somos capaces y a apoyar a los que sean capaces de desarrollar en otras áreas del pensamiento.
—¿Qué opina esta agrupación de que ya haya dirigentes que planteen sus aspiraciones presidenciales? Delgado les comunicó a intendentes de su sector que va a ser candidato.
—No sé si eso es de verdad así. Es necesario poner las cuestiones electorales en el tiempo de las cuestiones electorales. Lo electoral siempre tiende a dividir. Nosotros estamos necesitando un partido muy unido. Por eso tenemos que tener la responsabilidad de marchar en unidad y de boquita bastante cerrada.
—A usted se lo había vinculado en un momento a un proyecto de reconstrucción del ala wilsonista comandado por Argimón. ¿Esa reformulación de su agrupación lo separa de esta idea?
—Para nada. Yo voy a apoyar las reafirmaciones. Lo sustantivo anda por otro lugar. Pero quién se va a negar a participar de espacios donde se quiera hacer énfasis en los buenos valores que generaron el Movimiento Nacional de Rocha o el Movimiento por la Patria. Uno con su siembra de valores, en la honradez administrativa y la ética política, el otro con las propuestas de cambios profundos en la economía y en la sociedad. Creo que nadie puede marcar ausencia cuando esa es la convocatoria. Pero lo que el país debe hacer es bastante más que eso. Tenemos que tener un movimiento que siembre unidades, pero que además tenga la valentía de animarse a hacer los cambios políticos que hay que hacer. No es momento para los apretados, es momento de encarar.
—¿En qué sentido?
—Necesitamos un partido que esté dispuesto a enfrentar las oposiciones que haya que enfrentar, que esté dispuesto a hacer lo que hay que hacer, cueste lo que cueste, que no ande con medias tintas. La gente nos puso en el gobierno para liderar esas transformaciones y cumplir es hacerlas.
- Recuadro de la entrevista
La oposición es “un gurí malcriado”