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Bancos: volvió a caer en 2023 la cantidad de sucursales y su plantilla
Las instituciones se apoyan cada vez más en sus canales digitales y en los corresponsales financieros, una figura de tercerización de servicios surgida hace 10 años
En 2010, una sucursal del Banco República, muy concurrida. Foto: Ricardo Antúnez, adhocFOTOS
En ciertas horas, en algunas sucursales bancarias el público supera en cantidad al personal, contando los funcionarios que atienden el mostrador y los guardias contratados. No es que la actividad sea menor que hace unos años, cuando las colas y esperas eran infaltables; es que hoy, para muchas gestiones, lo que antes requería de la presencialidad se puede hacer desde la aplicación del celular o la web de la entidad financiera, sin traslados, rápido y eludiendo al menos en parte el rígido horario bancario.
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Es una tendencia mundial a la que Uruguay se subió hace tiempo: una proporción creciente de usuarios de servicios financieros —en especial los más jóvenes— han ido sustituyendo los canales digitales por la tradicional operativa presencial en las dependencias bancarias, cuyo número, en 2023, volvió a caer. Además, ciertas transacciones específicas se pueden hacer en una red de pagos y cobranzas o en un supermercado que trabaje para los bancos, una figura de “corresponsalía financiera” que, a escala local, acaba de cumplir una década.
A fin del año pasado el sistema tenía 242 sucursales bancarias, de las cuales 91 estaban en Montevideo y 151 en el interior del país, analizó Búsqueda a partir de estadísticas informadas por el Banco Central (BCU). En 2022 eran 254 en total, 12 más; el mayor cierre neto de dependencias se dio fuera de la capital (10).
La creciente preferencia de los clientes por usar canales digitales supone, para los bancos, la ventaja de un abatimiento de costos en las sucursales y en personal (si bien han aumentado la inversión en equipamiento, tecnologías y capacitación). La plantilla total de las instituciones de intermediación financiera —incluyendo a la cooperativa Fucerep—bajó de 6.745 al cierre de 2022 a 6.736 un año después. Este fenómeno tiene implicancias sobre la fuerza gremial de los trabajadores y también en la Caja de Jubilaciones y Pensiones Bancarias que, en parte por la pérdida de aportantes, requirió de una ley de rescate votada el año pasado para darle oxígeno financiero.
En el sector bancario uruguayo los costos “no solo son altos, también son rígidos. Pero, más allá de eso, hacia la digitalización van el mundo, las nuevas generaciones y los cambios de comportamiento, algo que la pandemia aceleró al máximo. Es un cambio al cual es imposible oponerse; nosotros creemos ser un banco digital pero con sucursal, o a la inversa, un banco con sucursales pero bien digital”, opina el gerente general de Santander Uruguay, Gustavo Trelles.
El BCU informa los datos agregados sobre la red física y la plantilla total, lo que impide analizar la evolución por institución.
En el caso del estatal Banco República, la red no se ha movido sustancialmente de entorno a las 120 sucursales, aunque sí redujo su personal en los últimos nueve años, desde unos 4.500 a 3.500. Sin embargo, actualmente está en un proceso de contratación. “Cuando llegué al banco nos planteaban como una preocupación importante que el 40% del personal era jubilable en estos cinco años del período de gobierno; era un dato de la letra. Ahora estamos en una etapa intensísima de la renovación del talento de la institución: para el año 2026 el promedio de edad de los funcionarios será del orden de los 35 años, cuando a comienzos de 2020 era cerca de 55. Es una baja muy significativa que da proyección de futuro al banco”, dijo su presidente, Salvador Ferrer, en una reciente entrevista con Búsqueda.
Calculado por empleado —los 6.736—, el gasto medio mensual en retribuciones y cargas sociales del conjunto de las instituciones de intermediación fianciera el año pasado rondó los $ 433.000. Por otro lado, según un análisis de la Asociación de Empleados Bancarios, los costos operativos de los bancos privados crecieron “apenas un 3,8% en términos reales y los gastos de personal solo un 2,5%” frente a 2022. En un sector en el cual la productividad “se ha incrementado fuertemente, la mejora ha sido fundamentalmente apropiada por las empresas y no por los trabajadores”, señala.
Corresponsalías
Buscando acercar los servicios financieros a la gente, sobre todo en países donde las oficinas bancarias no están tan a mano —por razones geográficas o al tener mucha población rural—, la figura de los corresponsales tuvo una fuerte penetración en América Latina en los últimos años. Son farmacias, estaciones de servicio, supermercados u otros establecimientos minoristas que, mediante un acuerdo con un banco, a su nombre reciben depósitos y retiros de dinero, y en algunos casos canalizan créditos y pólizas de seguros.
Según datos de la Federación Latinoamericana de Bancos, la cantidad de dependencias bancarias en la región aumentó hasta alcanzar un máximo de 68.397 en 2015 y luego bajó (a 66.106 en 2022). Mientras, las corresponsalías bancarias se multiplicaron por ocho, al pasar de unas 103.000 en 2007 a 841.861 en 2022.
En la plaza uruguaya, la disposición que dio nacimiento a los corresponsales o administradores de corresponsales financieros fue la circular 2.149, aprobada por el BCU en junio de 2013.
Ya antes de que fuera emitida esa norma habían empezado negociaciones entre interesados directos y potenciales nuevos jugadores en este tipo de servicios. La figura del corresponsal financiero “ha tenido éxito en América Latina, ya que permite que la gente se sienta más a gusto con los servicios financieros prestados en la proximidad de su casa, con horarios amplios y la atención típica del negocio de barrio”, afirmaba por entonces el presidente de Redpagos, Bernardo Leis. Actualmente, esa red —Nummi S.A.— tiene contratos con todos los bancos, salvo el Hipotecario (BHU), surge de registros del BCU.
También Abitab, con más de 500 locales, entró al negocio como parte de una estrategia para crear “una curva de valor diferencial” en la cual la empresa se transformó en “centro de servicio”, algunos “de los más insólitos”, desde oficiar de ventanilla del Banco República para abrir cuentas a recibir declaraciones juradas para la Dirección General Impositiva o tramitar afiliaciones para clubes de fútbol, explicaba en 2019 su presidente, Roberto Palermo. “Algunos habían dicho que Abitab no iba a sobrevivir. Sin embargo, inventamos y promovimos una figura nueva, el administrador de corresponsales financieros”, y la experiencia “mostró resultados” y “crecimiento”, según el empresario. Hoy, la sede de Abitab —un edificio de vidrio en la Avenida Fernández Crespo proyectado por el arquitecto Carlos Ott— se parece mucho a la casa matriz de un banco.
Además de esas dos redes de cobranza y pagos, actúan bajo la figura de corresponsalía las empresas POS S.A., Resonance, Administración Nacional de Correos, Emprendimientos de Valor (Créditos de Valor), Sisterbank, Rias Redbank (Banred), Socur (Creditel), Efamar (Urupago), así como las cadenas de supermercados Devoto, Henderson y Cía. (Tienda Inglesa) y Polakof (El Dorado). El estudio jurídico de cobranza de créditos que opera a través de la sociedad Braditex es corresponsal del BHU.
Las cantidades y los montos canalizados a través de estos agentes por “servicios de desembolso de fondos”, “servicios de cobranza en general” y “otros servicios” —las tres categorías que identifica el registro del BCU— “forma parte de la operativa transaccional interna de cada entidad a nivel comercial y no es información estadística requerida” por el regulador, explicó el organismo ante una consulta de Búsqueda buscando darle dimensión al rol de estas ventanillas no bancarias.