Con visitas al interior, diálogo “fluido” con gremios y gestión “empresarial”, futuro presidente busca dar nuevo perfil a la SCJ

entrevista de Victoria Fernández 
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John Pérez asumirá la presidencia de la Suprema Corte de Justicia (SCJ) en un momento delicado. Los gremios judiciales están distanciados de la cúpula debido a la falta de diálogo y han denunciado diversos problemas en la gestión. Además, durante la presidencia de Tabaré Sosa se acrecentaron las tensiones internas y se dificultó el relacionamiento con otras instituciones, como el Colegio de Abogados. Sin embargo, estos problemas no parecen desanimar al futuro presidente que, por el contrario, se muestra entusiasmado por asumir su nuevo rol.

Aunque aún faltan dos semanas para que asuma la representación de la Corte, el 1º de febrero, hace tiempo que Pérez empezó a preparase. Inició una recorrida por los juzgados del interior del país porque quiere ver de cerca los problemas y mostrar “apoyo” a los funcionarios. Se reunió esta semana con el representante de la asociación de funcionarios y buscará tener un diálogo “fluido y directo” con todos los gremios. Dice que no se puede trabajar de otra manera. Convocó a todos los directores administrativos a una reunión los primeros días de febrero para fijar objetivos y planea citarlos mensualmente para monitorear los avances. Como si se tratara de una empresa. Insiste en que la gestión administrativa será una de sus prioridades porque reconoce que allí hay mucho por mejorar. Además, concede al gremio de jueces que “no están claras” las reglas para ascender en la carrera judicial y promete trabajar con sus colegas en un nuevo reglamento. También se propone “reformular la política de comunicación” de la Corte y buscar un perfil más alto, sin pasarse de “mediático”. Es que “el espacio que vos no comunicás lo ocupa otro”, explica, en una entrevista que concedió a Búsqueda el martes 18.

Sobre las turbulencias que atravesó el máximo tribunal de Justicia en el último año el futuro presidente prefiere no hablar. “El año pasado ya pasó. Yo puedo hablar para adelante”, se ataja. Y “puedo decir que para adelante las cosas cambiarán”.

—Hace prácticamente un año que ingresó a la Suprema Corte de Justicia. ¿La idea que se había hecho se parecía a la realidad que se encontró?

—La realidad es un poco más compleja, más trabajo. Hay mucha más riqueza en los problemas de lo que yo esperaba.

—Ahora le toca asumir la presidencia, ¿cuáles serán sus prioridades?

—El tema más importante es impulsar la idea de trabajar en equipo. Acá no se amalgama todo como un equipo. Quiero que la parte administrativa y la jurisdiccional empiecen a trabajar como equipo. En la parte administrativa, por ejemplo, voy a hacer reuniones periódicas, mensuales. Ya tengo la primera programada para el 3 de febrero, con todos los directores y el secretario letrado, para ver y evaluar la situación en la que estamos y conocernos. Y que empiecen a proponer, ver en qué estado estamos, qué piensan hacer. Más bien una prospectiva. Quiero que la gente se involucre y tengamos reuniones de directorio donde cada uno plantee los problemas. Y ver al mes siguiente en qué avanzamos, en qué no avanzamos, qué problemas surgieron.

—¿La idea es darle una impronta más empresarial a la gestión?

—Sí, una cosa más empresarial. Como tiene que ser. No podés comandar una organización que tiene 5.200 funcionarios, 500 jueces, más defensores y técnicos, sin una visión total. Tenés que ponerte objetivos e ir midiendo y cumpliendo poco a poco. Dar un espacio para que la gente proponga, pues muchas veces la gente no propone porque no le das el espacio.

—¿Qué otros temas priorizará?

—Si cuento con el aval de mis colegas —porque el presidente es uno más, igual a sus pares—, quiero proponer dos cosas que para mí son esenciales. Una es la capacitación a los jueces letrados sobre trabajo en equipo. Te pasás unos 15 años para ascender a un tribunal, trabajando solo. Después tenés que trabajar con dos personas más, y no siempre te acomodás, porque no tenés la noción de dejar de decir “yo pienso tal cosa” para decir “nosotros decimos tal cosa”. Ahí tenés que lograr acuerdos, y quiero preparar en ese aspecto. Yo entré al tribunal sin preparación, después hice cursos de capacitación con ese encare y me sirvió montones. Otro objetivo es capacitar al área administrativa en planificación estratégica. La gente está muy involucrada pero hay que saber capacitarla en planificar en forma estratégica, con objetivos. Tercero, capacitar más profundamente a los jueces en derechos humanos.

—¿Por ejemplo en cuáles?

—Derechos humanos en un sentido amplio. Aunque ya se está abriendo la mirada. Por ejemplo, ahora tuvimos que sortear entre todos los ministros de los tribunales para integrar la Corte y prácticamente solo dos votaron con la posición antigua, todos los demás han mantenido la posición nueva a favor de la inconstitucionalidad de la ley que limita el acceso a los medicamentos.

—Hace énfasis en mejorar la parte administrativa. ¿Le preocupa la gestión del Poder Judicial?

—Hay que pensar en las futuras generaciones que van a venir acá. A mí me quedan cinco años, y quiero preparar el terreno para que no se encuentren con los problemas que te podés encontrar si no tenés capacitación en administración. A mí me gusta la materia administrativa y me he capacitado, pero a lo largo de toda la carrera judicial no tenés capacitación en administrar. Llegás acá y la parte judicial la tenés bastante clara después de casi 30 años de carrera, pero la parte administrativa…, por más que tenemos un excelente equipo, la que tiene que decidir es la Corte. No tenés que delegar esa función. Las políticas las decide la Corte, los cinco integrantes. Y para decidir tenés que estar capacitado para administrar. Por eso mi idea, si cuento con el aval de mis compañeros, es que se capacite a los ministros de tribunal, que es de donde van a salir los futuros integrantes, en el área administrativa, para que cuando lleguen acá tengan esa visión que no tuvieron a lo largo de toda la carrera. También quiero seguir la informatización y seguir mejorando el sistema de estadísticas.

—Asume la Corte en un momento especialmente delicado. En diciembre todos los gremios judiciales decidieron no ir a la celebración del Día del Poder Judicial en protesta por la falta de diálogo con la Corte. ¿Planea recomponer el vínculo?

—Mi objetivo es tener el mayor diálogo posible con los gremios, en forma clara, fluida y directa. Después trasmitir a mis colegas y resolver los puntos. Que me hagan los planteamientos y yo los presento en el seno de la corporación, porque la función del presidente es la de representar a la Corte. Leí una entrevista en Búsqueda a la presidenta de la Asociación de Magistrados, Graciela Gatti, y una cosa que ella remarcaba, que estoy totalmente de acuerdo, es que a la Corte no se la critica nunca por los fallos, se la critica por las faltas administrativas. Y tiene razón. Por eso una de mis prioridades es la parte administrativa.

—¿Qué pasó? ¿Por qué se cortó el diálogo con los integrantes del Poder Judicial?

—No sé. La verdad que no… El año pasado ya pasó. Yo puedo hablar para adelante, no para atrás. Éticamente no corresponde.

—Pero justamente Gatti decía en esa entrevista que no quería cargar las tintas sobre el presidente o un ministro en particular porque la ausencia de diálogo es responsabilidad de toda la Corte. Entonces, ¿por qué sucedió eso?

—Puedo decir que para adelante las cosas cambiarán. Yo tengo buen diálogo con todas las asociaciones. Y voy a empezar a reunirme con todos. El miércoles (por ayer) me voy a reunir con el presidente de la Asociación de Funcionarios Judiciales, Pablo Elizalde. Y le voy a pedir una entrevista a Mónica Bottero (directora del Instituto Nacional de Mujeres), por ejemplo.

—¿Para tratar el tema de los juzgados de género?

—Por los problemas que uno ve en las recorridas, por ejemplo. Estuve en Libertad (Canelones) y me decían que mucha gente con problemas de violencia doméstica vive en Ciudad del Plata. Ahí no hay juzgados de Familia ni de Violencia Doméstica, hay juzgados de Paz. Cuando estuve ahí hablé con la defensora y me planteaba que el 90% de los problemas eran de juzgados de Familia y violencia de género. Y en Libertad, cuando citan a las personas, no pueden ir. Porque el boleto sale caro, y la gente no tiene dinero. Entonces, voy a ver cómo hacer con las empresas de transporte para conseguir pasajes por mes o algo así. No tenemos recursos para llevar nuevos juzgados. ¿Pero por eso toda esa gente queda desamparada? No. Tenemos que darle una solución. El mismo problema lo vi en otros lados, como Ciudad Rodríguez. Toda esa gente queda sin acceso a la Justicia por una cuestión económica. Y tenemos que pensar en la gente, para eso estamos.

—La impronta de Tabaré Sosa en la presidencia del organismo provocó rispideces, por ejemplo, con el Colegio de Abogados. ¿Cómo observó esa situación? ¿También allí buscará un acercamiento?

—Siempre hablando para adelante: la presidenta del colegio, la Dra. María Laura Capalbo, me parece una excelente persona, tuvimos mucho diálogo y planeo seguir teniéndolo. Es otra de las entrevistas que tengo planeadas. Un diálogo franco. Porque para mí es una parte importante, porque son los principales operadores del sistema. Ellos te pueden decir qué funciona, qué no funciona.

—Está la percepción de que la Corte se aisló en el último tiempo a raíz del poco diálogo con los gremios, con el colegio y hasta con los otros poderes del Estado… ¿Cree que tiene por delante un trabajo para volver a vincularse, también políticamente? 

—Con los restantes poderes políticos hay que tener un diálogo también franco, cada uno dentro de sus atribuciones. El Estado es uno solo, y el fin del Estado es uno solo: el bienestar general de la gente. Vos no podés ir solo a pedir recursos, tenés que tener diálogo continuo. Porque si no te conocen o no saben que estás haciendo… Cada uno es un sistema de pesos y contrapesos y tiene su función. Pero no quiere decir que sean compartimentos estancos. El Poder Judicial no es un compartimento estanco. Abarca todo el sistema. Es importante el diálogo.

—Sosa se reunió con el presidente Luis Lacalle Pou sin comunicarlo a los demás integrantes de la Corte. ¿Supieron sobre qué trató la reunión?

—Lo que trascendió en la prensa fue lo que nos comunicó el presidente de la Corte. Nada más.

—Su intención es, por lo que dice, en el futuro trabajar de forma más colegiada. 

Porque la Corte es un colegiado. El presidente es representante de la Corte para los efectos formales. Mi objetivo es adentro del seno tratar los asuntos importantes con un diálogo fluido, de respeto entre todos y conseguir los apoyos necesarios para lograr los objetivos. O que los demás me convenzan de otra cosa. Hay que tomar decisiones de a cinco, confluir todas las voluntades. Somos todos iguales, todos tenemos el mismo 20% del poder.

—Ha dicho que está a favor de los concursos para ascender. Pero los magistrados reclaman que hoy las reglas no están claras y no saben qué requisitos rigen. El año pasado la Corte decidió ascender a un juez por su puntaje en un concurso, pero no estaba en la lista de ascensos. ¿Procurará reglamentar este tema con mayor claridad?

—Hay que hacer un reglamento definitivo sobre el sistema de concursos. Hay un proyecto de la AMU y hay otro proyecto que presenté y los estudiaremos cuando la Corte esté integrada. En el caso que menciona, lo que pasó es que si llamás a concurso y la persona saca 98%, después no le podés decir: “Ah, no, mirá que no es solo el concurso”. Yo voté ese pedido de venia por eso. Si vos te esforzás para un concurso, lo ganás, después no le podés decir al juez que también tenía que estar en la lista. ¿Para qué hiciste el concurso?

—Pero eso no estaba claro.

—No, no había quedado muy claro desde mi punto de vista. Hay posiciones distintas. Y eso es consecuencia de no tener las reglas claras. Cuando estemos todos integrados hablaremos del tema y trataremos de llegar a un consenso. Y dejar reglas claras y llamar a concurso para todo. Sigo sosteniendo que el concurso es la única forma. Pero con reglas claras.

—¿Los concursos deben combinarse con las evaluaciones de la comisión asesora y los jueces superiores?

—Es un sistema complejo. Yo estaría de acuerdo con la lista de ascenso si todas las personas fueran calificadas. En este momento no lo son. Cuando estaba en el tribunal, había gente que no conocía, no me llegaban asuntos, porque no le apelaban o no sé… Y quedan fuera de la lista de posibles para ascender. Porque, si a vos no te califican porque no llegan trabajos tuyos al tribunal, ¿cómo te evalúan? Tienen razón algunos colegas, no es solo la prueba de concursos. Hay que evaluar otra cantidad de cosas, la actuación. Pero para eso tenés que partir de la base de que todos sean calificados, que sea un sistema justo.

—En una entrevista con Búsqueda cuando apenas ingresaba a la Corte, habló de la importancia de encontrar el equilibrio entre comunicar más sin ser “mediático”. ¿Buscará que la Corte tenga un perfil más alto?

—Sí, otro de los objetivos es reformular la política de comunicación. El espacio que vos no comunicás lo ocupa otro. Y de repente no con la verdad, o con una verdad a medias. O de repente no hay ninguna información. Hay que darle la mayor difusión posible. Por ejemplo, hay mejor visión entre la gente que utiliza los servicios de Justicia que entre la gente que jamás pisa un juzgado. En los rankings mundiales estamos en un excelente nivel. En el World Justice estamos primeros en América.

—Hablando de esos índices, que destacan la independencia del Poder Judicial uruguayo, ¿cómo le cayeron las declaraciones de la senadora Graciela Bianchi sobre que la Justicia está infiltrada y por eso hay pocos frenteamplistas presos?

—Son declaraciones que por supuesto no comparto, pero están dentro de su derecho a la libertad de expresión, y el derecho a criticar. Es un tema que, en su caso, deberíamos verlo como institución, pero no sé si tiene tanta importancia. Si tiene pruebas, que las presente, se hace la denuncia y se investiga. Si se comprueba, se aplicarán las sanciones correspondientes. Como cualquier ciudadano que ante hechos que considere irregulares debe presentar las pruebas y hacer la denuncia.

—Dice que está amparada en su libertad de criticar, pero desde los gremios judiciales señalaron la gravedad de que realice esas acusaciones cuando ocupa un cargo de senadora y es tercera en la línea sucesoria de la Presidencia…

—Ella puede criticar los fallos, como cualquiera. Si tiene pruebas de lo que dice, que las presente. Yo confío en la independencia del Poder Judicial hasta que no se demuestre lo contrario.

—La jefa del Servicio de Abogacía denunció ante el Tribunal de lo Contencioso Administrativo que la Corte le dio una orden que violentaba su ética y la sancionó por no cumplirla. ¿Cómo vio esa situación?

—Como ciudadana y como justiciable tiene derecho a presentar la demanda. Y será el TCA el que resuelva. Mi posición la fijé en la resolución. No estaba cuando pasó el asunto pero cuando llegó el expediente voté que para mí no correspondía la sanción. Pero es una posición personal. Ahora tendrá que decidir el TCA. No corresponde que esté valorando si está bien o mal porque sería incidir de alguna forma.

—Otro episodio atípico vinculado a la Corte fue la denuncia que presentaron abogados sobre una presunta filtración de información respecto a la decisión de un caso.

—En ese episodio yo no tuve ninguna intervención porque ni siquiera estaba en la Corte cuando se tramitó el expediente. Y por un principio de transparencia me abstuve, como se abstuvieron los restantes colegas, y se designaron dos cortes paralelas para dar las mayores garantías a los justiciables. Dos cortes integradas por sorteo público, que están trabajando y ni siquiera sé en qué están, no sé ni qué resolvieron. Ni me interesa saberlo, para mantener la independencia.

—¿Cree que episodios como estos dañan la reputación de la Corte?

—No quiero hacer ninguna valoración. Es una denuncia que tiene que ser investigada y cualquier opinión puede ser tomada como que estás incidiendo, y no me interesa incidir en nada. Mi interés es que se llegue a la verdad del fondo del asunto.

—Comenzó a hacer recorridas por los juzgados del interior del país. ¿Continuará haciéndolo durante la presidencia?

Sí, solo pude recorrer tres departamentos. Mi idea es terminar de recorrer todo el país en el año. Espero poder lograrlo.

—¿Por qué emprendió esa tarea?

—Tenés que tener proximidad con la gente. Ver los problemas. Tenés que hablar con los colegios de abogados, que son los usuarios principales. Es una forma de ver el trabajo. No los voy a obligar a los demás. Cada uno tiene su forma propia. La ministra Elena Martínez también me dijo que le interesaba sumarse a las recorridas. La verdad es que me he llevado buenas sorpresas, porque a veces ves funcionarios que se han deslomado y hay que reconocerlos. O los problemas técnicos, los problemas edilicios, que a veces de repente son pequeños y se pueden solucionar. Aparte, la gente se siente apoyada. Siente que la Corte no está tan distante de los juzgados. Para mí el aspecto humano es muy importante. Si estás apoyando a la persona, la persona te responde. Salvo contadas excepciones, que siempre las hay. Si no tenés contacto con la gente, esto no tiene razón de ser.

—¿Cómo lo reciben los funcionarios? ¿Se sorprenden de verlo?

—Lo valoran mucho, la verdad que sí. Y que vayas hasta allá. Lleva tiempo, porque tenés que ver, escuchar. No es solo pasar y decir “hola y chau”. Es un desgaste, pero es mi forma de trabajar.

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2022-01-20T00:47:00