Estaba en Nueva Delhi, donde trabajaba y vivía con su familia, cuando a comienzos de 2020 Mariana Wainstein recibió el ofrecimiento para ocupar el cargo de directora nacional de Cultura del MEC. Su nombre no era desconocido en el ámbito cultural por su larga trayectoria como directora teatral y gestora. Incluso ya había trabajado en la Dirección Nacional de Cultura (DNC) durante la primera administración frenteamplista, a pesar de su filiación blanca, para impulsar los Fondos de Incentivo Cultural (FIC). Justamente, un problema grave con esos fondos heredó de la dirección anterior cuando asumió. En su gestión se propuso una nueva institucionalización para la DNC. Entre otras medidas, impulsó que por la Ley de Urgente Consideración (LUC) se crearan institutos para las distintas áreas culturales. También sustituyó los Centros MEC del gobierno anterior por los Centros Culturales Nacionales. “La diferencia es que buscamos más coordinación con los gobiernos departamentales. Con los Centros MEC se había creado otra unidad ejecutora y hacían lo mismo que la DNC, querían llegar a todo el país, pero no coordinaban”. Otro de sus objetivos fue terminar con los contratos a través de horas docentes, un dolor de cabeza en el MEC. “Hicimos bastante, pero es difícil, igual que la renovación de contratos, que van y vienen en el Estado. Trabajamos mucho en la formalización de la gente. Ahora hay un provisoriato para que ingresen como funcionarios. Acá hay museos que hace años tenían 50 funcionarios y ahora tienen solo 10, que es muy poco. Se solucionaron muchos temas de contrato y tenemos muy buen diálogo con el sindicato cuando plantean un problema al respecto”, agregó. Sobre logros, problemas que continúan y algunas frustraciones, Wainstein mantuvo la siguiente entrevista con Búsqueda en su despacho de la calle San José.
—¿En qué se benefició el sector con el cambio de instituto a agencia?
—No puedo responder por los integrantes del sector, pero la agencia es autónoma, tiene más potencia, no depende de la burocracia de la DNC, que a su vez depende del MEC. La gran esperanza es que esa autonomía tenga que ver con la celeridad de los procesos. Además, prestigia la actividad en el mundo, tener una agencia es útil para recibir fondos.
—¿Se podría trasladar esta experiencia a las artes escénicas o visuales, por ejemplo?
—Todo puede ser, hay que estar abiertos a adaptarse. En esta Rendición de Cuentas salió algo que veníamos buscando desde 2021, que es la creación de la Fundación Uruguay Cultura. Muchos países trabajan la internacionalización de su cultura a través de una fundación, y nosotros aspiramos a mejorar los procedimientos. Por ejemplo, tuvimos que reparar el pabellón de Uruguay en la Bienal de Venecia, que salió 20.000 dólares, que no es poco dinero para la cultura. Si hubiéramos tenido una fundación el Estado se los hubiera podido ahorrar, porque permite exonerar IVA. Con esta fundación se podrán recibir donaciones privadas que tendrán una devolución fiscal. Ahora la estamos reglamentando y estamos haciendo los estatutos. Va a prestigiar la importancia de la cultura como marca país, la forma en que se presenta en el exterior, en ferias internacionales o en festivales.
—¿El monto global para los Fondos Concursables se dejó de incrementar?
—No se incrementó y se podría implementar por ley, era de las cosas que propusimos, pero por ahora nos arreglamos con el dinero que teníamos. En realidad, tratamos de incrementarlo, pero todos los años queda dinero sin usar que hay que reasignarlo. En los Fondos Regionales sobró tanto dinero que hicimos una segunda vuelta en los departamentos que no habían recibido un solo peso.
—¿Por qué ocurre eso?
—Los jurados que contratamos, que son independientes, consideran a veces que los proyectos no tienen el nivel para obtener fondos. Entonces hacemos la segunda vuelta. El talento existe en todos lados, pero hay una necesidad de capacitación para presentarse a los proyectos, para que a la gente no les dé temor, hay que hacer más tutoriales y visitas.
—Pero no es una contradicción que se reclame más dinero y que haya proyectos que no tengan el nivel suficiente. El reclamo podría continuar siendo válido…
—Si sobra dinero, hay que ejecutarlo, pedir más dinero en algo que no se gasta no tiene sentido. Otra cosa son los montos que obtienen los que ganan que se tendrían que ajustar por IPC, como en los fondos de fomento para el cine. Lo ideal es tener un mismo criterio para todo, pero todavía no hay músculo para que se presenten proyectos suficientes para usar la plata que hay. También se puede pasar dinero de un fondo a otro. Ahora hay un proyecto que tiene que ver con diseño de moda que se había presentado en 2020. Con un dinero que sobró de un fondo se pudo ir a tres departamentos. Se anotaron más de 80 personas en cursos que tienen que ver con moldes y diseño de ropa. Van a estar en Florida, Durazno y Treinta y Tres. El año que viene, posiblemente, en Lavalleja. Hay mucho espacio que tiene que ver con la cultura, como diseño, gastronomía, arquitectura.
—Cuando asumió había problemas con los Fondos de Incentivo Cultural (FIC) que estaban bloqueados, se hizo una investigación administrativa y se destituyó a dos funcionarios. ¿Continúa esa investigación?
—Esa investigación administrativa siempre la llevó la Dirección General del MEC, no esta dirección. Sé que dos personas fueron destituidas y creo que otra fue sancionada. Para desbloquear el espacio fiscal de los FIC tuvimos que tomar varias acciones, entre ellas, analizar proyectos que habían sido perjudicados para honrar la deuda con ellos. El sector de los emprendedores culturales quedó muy agradecido y recuperamos la confianza de las empresas. Estamos demostrando que funciona y que es un buen negocio para el Estado. El espacio fiscal se terminó en setiembre y no solo se usa la plata, sino que a las empresas les gusta participar y el sentimiento de pertenencia. Recuerdo escuchar a Lestido, presidente de la Cámara de Comercio, en un lanzamiento de llamado a proyectos. Todos estamos en la misma, unámonos para que haya más emprendimientos culturales que le hacen bien al país. Además, desde el punto de vista económico, no hay que olvidar que esos proyectos pagan impuestos y crean empleos. Tendríamos que aumentar el espacio fiscal, que ahora es de 42 millones de pesos, aproximadamente. En la LUC nos ocupamos de la institucionalidad y de que hubiera un organismo idóneo para que administrara ese dinero que para los FIC fue la Corporación Nacional para el Desarrollo. No se puede poner a un funcionario a manejar dinero cuando no sabe, como ocurrió en la administración anterior. Si logramos demostrar que los FIC generan proyectos que duplican, o más, la cantidad del espacio fiscal, no va a pasar más que se termine ese espacio en setiembre. Si podemos demostrar que es un buen negocio, podría ser hasta una ventanilla abierta, con un sistema de contralor bien garantista.
—Hubo una inversión importante en el sector audiovisual en comparación con el resto de los sectores. Un millón de dólares es para todos los FIC y menos de 1 millón para todos los Fondos Concursables. ¿Se ha analizado ese desbalance?
—Uno quisiera desde el ministerio crear un paraguas que pudiera amparar a todos, desde el poeta más bohemio hasta el productor de cine más profesional. Para eso se necesitan distintos instrumentos. Trato de pensar no en lo que haría si tuviera más plata, sino en qué hago con lo que tengo. Igual que hago en mi casa con mi economía. Ese desbalance es cierto y tiene que ver con el lobby, con la llegada más directa con los reclamos que hacen los usuarios que hablan y convencen a los legisladores y al Ejecutivo. El sector audiovisual trabajó muy bien, hay que verlo como un ejemplo y ver qué se puede aprender de eso. Es importante que la cultura no sea la hermana hippie de la familia y se posicione en un lugar serio de desarrollo. Cuando llegué a la DNC sentí que a eso había que dedicarse bastante, a prestigiar la actividad cultural como motor de desarrollo del país, algo transversal a todo.
—En 2019 el Parlamento votó por unanimidad la Ley de Promoción del Desarrollo del Teatro Independiente, que este gobierno no ha reglamentado, lo que creó fricciones entre los sindicatos y el MEC. ¿Por qué se ha ignorado esa ley?
—No la ignoramos, al contrario. Si uno lee esta ley, la que en los años 90 creó Cofonte (Comisión Fondo Nacional de Teatro) y la creación del Instituto Nacional de Artes Escénicas (INAE) por la LUC, se ven esfuerzos en paralelo. No estamos en contra de ninguna ley, pero es muy desprolijo tener tres normativas paralelas, con mesas diferentes. Si tenés poca plata, es lo peor que podés hacer. Al INAE se le aumentó el presupuesto de 9 millones a 20. El sector no está desatendido, dentro de las posibilidades es el que más presupuesto tiene en su fondo de fomento. En letras o artes visuales tienen 7 o 10 millones, antes tenían 2 o 3 millones. Hay algo más conceptual, que tiene que ver con quién maneja los fondos públicos. Si vas al concepto más corporativo, lo manejan los usuarios, los que saben del tema, por ejemplo, los teatreros. El otro concepto dice que los fondos públicos los deben manejar quienes fueron elegidos por el pueblo. Lo que hay que hacer es un mix, una mesa donde quienes tienen que manejar los fondos públicos tengan poder de decisión, que con esta ley no tienen. La ley establece una mesa integrada por dos representantes de SUA (Sociedad Uruguaya de Actores), dos de FUTI (Federación Uruguaya de Teatros Independientes) dos de la Asociación de Teatros del Interior (ATI) y uno del Estado, sin ningún tipo de ponderación. Entonces, hay que armonizar esta ley con la Cofonte, que le ha dado mucho al sector de teatro. Después está el INAE, que no abarca solo teatro, sino también danza, circo y títeres. La danza, por ejemplo, entrega sus ingresos que se dividen entre gente de teatro, y no obtiene nada. Estamos armando todas las posibilidades, no fue sencillo, no tuvimos años armoniosos para tratar este tema. Nos reunimos muchas veces con FUTI, en un momento, todos los viernes. Quería entender bien la ley y me reunía con toda humildad. El único legislador que preguntó de dónde se iban a sacar fondos para presupuestarla fue Pedro Bordaberry. Se votó el 19 de setiembre de 2019, la fecha lo dice todo, ¿quién iba a oponerse antes de las elecciones, que fueron en octubre? Estuvieron 14 años, ocho meses y 19 días para sacar esta ley. De todas maneras, no estoy en contra, sino que hay que armonizar todo lo bueno que tiene con Cofonte, que es una maravilla aprobada en los años 90, también por consenso entre el sector de teatro independiente y suscripta por Gonzalo Carámbula (Frente Amplio), Luis Alberto Heber (Partido Nacional), Luis Hierro (Partido Colorado) y Héctor Lescano (Partido Demócrata Cristiano).
—En la inauguración de la muestra Giro gráfico hubo alguna tensión con los organizadores, el director del Espacio de Arte Contemporáneo (EAC) y usted. ¿Cuánta independencia tienen los directores para decidir sobre las muestras?
—Conmigo la independencia es total. Les digo que organicen las exposiciones y yo me ocupo de que se pinte la pared entre una y otra y de que esté el catálogo. Tenemos una reunión semanal los lunes en la que intercambiamos ideas y me informan. Sé de las exposiciones de todos los museos, y si tengo algo para aportar, lo hago. Mi responsabilidad es que las cosas se puedan hacer. Lo que pasó en este caso: el mismo director, por lo que dijo en el artículo de Búsqueda y me dijo a mí, se vio superado por la situación. Por mi forma de ser, no me gustan los museos mudos, si crean un debate, mejor. Entonces, no pasó nada. Mi frustración en realidad es con un proyecto que presentamos para tener un fondo del Mercosur y terminar otro de los rayos de la excárcel de Miguelete. Son fondos de convergencia y Paraguay ya había conseguido uno para arreglar un museo. Pensamos que iba a salir y un día nos llegó un mail que decía que habían cambiado las prioridades. Nos quedamos helados. Para mí habría que terminar todo ese predio para que la gente lo disfrute. Podría ser nuestro (Museo) Reina Sofía, con una escuela de restauración y un espacio de exhibición más grande. El fondo era de 3 millones de dólares, y si esa plata no se usa, se pierde. Nadie la había pedido. No es suficiente para terminar todo el edificio; en 2020 se necesitaban 6 millones. Para mí no hay nada más caro que no terminarlo. Todos esos años estuvimos poniendo de a 20 millones de pesos para arreglar membranas y equipar al Museo de Historia Natural, una parte está allí y otra sigue en la casa de la Ciudad Vieja, que cuesta 9.000 dólares de alquiler.
—En Pocitos se comenzó hace años la construcción del Centro Cultural García Lorca, una iniciativa privada de la asociación civil El Camarín, con financiación española, y quedó sin terminar. ¿Esta administración intervendrá de alguna manera para finalizarlo?
—Es un elefante blanco en avenida Brasil y Benito Blanco. Al principio pensé que no iba a poder hacer nada, pero después se fueron dando las cosas y el ministro (Pablo) Da Silveira hizo un gran esfuerzo por ayudar. Todos queremos que se haga algo, en especial, los vecinos de la zona. No creo que sea un fracaso para siempre. Además de la voluntad del ministro, el nuevo embajador de España (Santiago Jiménez Martín) tiene interés en hacer algo. Hay mucha disposición y sensibilidad del embajador, con el que tenemos otro proyecto. Son buenas señales. En lo personal, hice algunas gestiones porque ese lugar había recibido cajas de donaciones de China. Los pedí para dárselo a teatros del interior que los necesitan. Esos equipos se ponen obsoletos si no se los usa. Me parece que deberían entregarse y di pasos en ese sentido. Pero nadie entregó nada.
—Después de estos años en una dirección ministerial, ¿qué habría que solucionar en el Estado?
—Creo que muchas cosas se van solucionando a la fuerza. Digitalizaron los registros y la gente puede hacer trámites online. Por otro lado, no logramos evitar que la gente del interior tenga que venir a Montevideo a anotarse si gana una convocatoria o un convenio. Tienen que venir a anotarse a un registro al Ministerio de Economía. Somos un país muy moderno en muchas cosas, tenemos conectividad en todo el país, pero quedan estas situaciones. Lo que sucede muchas veces es que pensás que solucionaste un tema y vuelve. Hasta un monje budista puede llegar a perder la paciencia en algún momento. Soy muy realista, no sé cuánto más se puede mejorar. También hay que reconocer que yo no sabía nada del funcionamiento del Estado cuando entré acá. No era funcionaria pública. Creo que los políticos deberían formarse en administración pública si les gusta este tipo de tareas. A lo mejor eso ayuda. Yo tuve suerte con el equipo, hay gente a mi lado que hace 15 años que son funcionarios y me fueron guiando. Me sentí muy ayudada también por el equipo del MEC, con el director general Pablo Landoni, que ayuda a todo el mundo. Logramos articular con todo el ambiente cultural, con Patrimonio, con el Consejo del Sodre, la Biblioteca Nacional. Estamos en constante comunicación. Eso no siempre se dio y es más fácil para la eficiencia. Además, hay que saber pedir ayuda e insistir en los temas. Eso lo sabemos los gestores culturales. Pero sin un buen equipo es imposible.
Vida Cultural
2023-11-30T00:47:00
2023-11-30T00:47:00