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    Uruguay “ha navegado el shock del coronavirus relativamente bien”

    El gobierno no destinó “un montón” de recursos para responder a la crisis, pero gastó “bien” y “no queda sin munición fiscal para la parte de recuperación” tras un año de emergencia sanitaria; el 2021 “será decisivo” para ver si “habrá un ajuste más significativo del déficit estructural”, señala analista de la calificadora FitchRatings

    Con su cargo de ministra recién estrenado, Azucena Arbeleche pasó “encerrada” el fin de semana posterior al viernes 13 de marzo de 2020, comunicándose con organismos multilaterales en busca de “tener el financiamiento pronto para atender lo que se venía, sin saber qué dimensión tendría” y sin la posibilidad de “ir a un libro de texto, a un colega, a ver otro país” para planear la respuesta frente a la crisis que produjo la llegada al país de un nuevo virus altamente contagioso. “Veníamos con unas prioridades que se dejaron de lado y todas las horas se destinaron”, por ejemplo, a “hacer que llegue el respirador” artificial para reforzar la atención en los hospitales, recordó la titular de Economía en una reciente entrevista con Búsqueda.

    Un año después de aquellas semanas de incertidumbre, la economía uruguaya está en un proceso de lenta recuperación que, ahora, la aceleración de los contagios pone bajo amenaza, al mismo tiempo que persiste un desempleo alto, crecieron la pobreza, la desigualdad social y los rezagos educativos, junto con un desequilibrio fiscal que ya era un problema desde antes. Todo eso mantiene activa la discusión pública: mientras la población valora la gestión sanitaria —sobre todo en la primera fase de la pandemia—, desde el Frente Amplio y el PIT-CNT cuestionan a las autoridades el haber seguido adelante con el ajuste de gastos en el Estado en un contexto recesivo y ven insuficientes los apoyos a sectores golpeados por esta crisis. Y pocos días atrás, cuando algunos socios de la coalición pentapartidaria empezaban a acorralar a Arbeleche reclamando ellos también medidas adicionales, el Poder Ejecutivo envió al Parlamento un proyecto que concede alivios en los aportes patronales a empresas chicas, facilidades de pago al BPS y a la DGI, da más dinero a ollas populares y merenderos, y refuerza prestaciones que otorga el Ministerio de Desarrollo Social.

    Por fuera de esos cabildeos políticos, desde la calificadora FitchRatings hacen un juicio positivo sobre el manejo de esta crisis, en el aniversario de la emergencia sanitaria. “Uruguay sobresale como un país que, hasta ahora, ha navegado el shock del coronavirus relativamente bien. Estimamos una caída de 6% del Producto Interno Bruto (PIB o PBI) en 2020, mejor que la mediana de 8% en la región, lo cual balancea un estancamiento económico preexistente con un buen manejo del shock”, dijo a Búsqueda su analista Todd Martínez. Acotó que el PIB “nunca cuenta toda la historia” y “este éxito se manifiesta en otros aspectos”, como la “buena aprobación del gobierno” en las encuestas de opinión pública, la “preservación de la estabilidad social”, y una “baja mortalidad por el virus”.

    Freno y repunte zigzagueante

    La economía uruguaya virtualmente se congeló tras la declaración de la emergencia del 13 de marzo de 2020 que cerró las fronteras, prohibió espectáculos públicos y alentó al distanciamiento físico. Gran parte del comercio cerró, bajó a niveles mínimos el transporte de pasajeros y se extendió el homeoffice (en abril, casi el 20% de los ocupados hacía teletrabajo). En el primer trimestre el PBI se contrajo 1,6% frente a un año atrás; el verdadero mazazo se vio en abril-junio, cuando la economía uruguaya se hundió 12,5% según el Banco Central. El único sector que zafó fue “Transporte y telecomunicaciones” (5,6%), por más tráfico de datos.

    Un primer paquete de medidas fue anunciado por el gobierno el 19 de marzo e incluyó canastas alimentarias de emergencia, refuerzos a prestaciones como la Tarjeta Uruguay Social, prórrogas de vencimientos tributarios y de facturas de entes, subsidios por cese de actividad y un “seguro de paro” especial, además de garantías estatales para créditos a empresas que ayudaron a mantener la cadena de pagos; en los meses siguientes algunos apoyos se prorrogaron o se ajustó su alcance. Aunque muchas empresas (en torno al 4%) se declararon en inactividad ante el BPS y la cantidad de subsidios por desempleo trepó a casi 186.000 en mayo —superando los máximos que se habían registrado en la crisis del 2002—, la fase más crítica pasó relativamente rápido. “El piso fue abril y mayo; junio estuvo mejor y julio estuvo hasta mejor que junio”, dijo a comienzos de setiembre en Búsqueda Isaac Alfie, director de Planeamiento y Presupuesto y nexo con el grupo científico asesor. “Lo que tenemos es un nivel de actividad que se está recuperando, pero para volver a niveles normales o poder expandirse se precisa que las fronteras se empiecen a abrir del todo”, agregó. Sin embargo, la entrada de personas se mantiene restringida, aunque el 27 de enero pasado el Poder Ejecutivo abrió las puertas a uruguayos y a extranjeros residentes en el país. Por ahora la hotelería, la gastronomía y otros servicios sobreviven con el gasto del austero turista interno.

    Para Fitch, la administración de Luis Lacalle Pou hizo un “buen manejo económico durante la pandemia. En el lado fiscal, no ha gastado un montón en el contexto de problemas fiscales preexistentes, pero ha gastado bien, canalizando recursos a los sectores más afectados. Y esta cautela fiscal durante la pandemia significa que el gobierno no queda sin munición fiscal para la parte de recuperación, y que mantiene buen acceso a los mercados” de crédito, evaluó Martínez.

    El dato del PBI de julio-setiembre volvió a ser negativo frente a un año atrás (–5,9%), aunque menos que en el trimestre previo. Las telecomunicaciones fueron, otra vez, de los pocos rubros expansivos. “Estaríamos dejando atrás la recesión económica”, evaluó Arbeleche cuando se informaron las cifras. La medición del PBI del último trimestre del 2020 se conocerá el miércoles 24 y reflejará el efecto de la “primera ola” de contagios en el país que llegó entre noviembre y diciembre.

    En el transcurso del año pasado casi todos los rubros reabrieron adoptando protocolos sanitarios, pero sin volver su actividad a niveles prepandemia. Algunos datos más recientes, del 2021, muestran por ejemplo incrementos en la venta de vehículos nuevos y también de las exportaciones de mercaderías (7,6% en enero y 17,6% en febrero), pero al comparar con los mismos meses del 2020, cuando el Covid-19 ya había afectado a economías como la china y eso repercutía en Uruguay. Y sin considerar la refinación de crudo en La Teja, en enero la industria produjo 0,9% menos.

    “En octubre, cuando afirmamos la calificación ‘BBB—’, anticipamos una recuperación bastante más lenta que la ‘V’ proyectada en el Presupuesto, y esta visión se ha ratificado por los hechos desde entonces. Era evidente que la pandemia y sus efectos económicos no iban a terminar a finales de 2020, y esto se ve más claramente en el sector turístico. Y Uruguay procesará un importante ajuste fiscal y nueva caída en los salarios reales en 2021 que —a pesar de ser importantes para la consistencia macroeconómica— complican en alguna medida la perspectiva para una recuperación rápida”, evaluó el economista de FitchRatings. De todos modos, aclaró: “No proyectamos ningún retroceso en la recuperación en adelante dado un contexto global prometedor y un proceso de vacunación auspicioso, pero habrá desafíos: el tipo de cambio es fuerte en el contexto regional, y podría pesar aún más cuando se reestablezca la libre movilidad. Y es esperable que la pandemia dejará desafíos económicos duraderos después de que termine, más que todo en el mercado laboral”.

    Impacto macro y social

    La contracción de la actividad general tuvo otras derivaciones en la economía y a escala social.

    Al Estado le bajaron los ingresos y, por ejemplo, la recaudación de la DGI se contrajo en valores reales enseguida de declarada la emergencia, con abril y mayo como los peores meses (–9,9% y –19,2% frente a iguales períodos de 2019), aunque luego en general se dieron leves subas. Como se gastó más en atención sanitaria y en apoyos a afectados por la crisis, el déficit fiscal en períodos de 12 meses se ubicó en casi todo 2020 por encima de 5,5% del PBI (sin “cincuentones”). Es una cifra que —desde una perspectiva “estructural”, es decir sin computar esos egresos extra— Arbeleche y su equipo juzgan como razonables, aunque no les conforma.

    Desde ese lado “estructural” de las finanzas públicas, el analista de Fitch consideró que aún “queda por ver cuánto progreso” habrá. “Con su discurso, la Ley de Urgente Consideración y el Presupuesto, está claro que el gobierno pretende mejorar la competitividad. Pero todavía está por ver si podrá lograr el apoyo de su coalición multicolor para reformas contundentes en temas claves (inserción internacional, tarifas públicas). Un mercado laboral rígido sobresale como un desafío clave de larga data, y aunque no hay planes para una reforma integral, las próximas negociaciones salariales serán claves, especialmente porque la recuperación promete ser algo heterogénea (de forma ‘K’) por sectores. Y aunque el gobierno logró iniciar un proceso de consolidación estructural en 2020 con recortes en la inversión y contención del gasto de funcionamiento, el ahorro hasta ahora ha sido moderado y compensado en parte por gasto en pasividades que siguen excediendo las proyecciones oficiales. Este año será decisivo para ver si habrá un ajuste más significativo del déficit estructural que podría estabilizar la deuda/PIB en los próximos años, lo cual será una consideración clave en la resolución de la perspectiva negativa en nuestra calificación”, analizó.

    Los problemas en el ámbito laboral solo se reflejaron en parte en las estadísticas porque el INE cambió el método de relevamiento ante la emergencia sanitaria. El desempleo osciló entre 10,5% y 11,2% desde junio del año pasado (10,7% en enero de 2021, unas 192.000 personas). Y los sueldos y otros ingresos familiares perdieron poder de compra. Para Martínez, el gobierno logró aplicar una “política salarial sensata para el contexto” de la pandemia.

    En 2019, las personas que no podían pagar una canasta básica de bienes y servicios eran casi 310.000, el 8,8% de la población. Pero con la crisis por el Covid la pobreza se incrementó en 2020, dijeron algunos ministros adelantándose a la publicación del cálculo del INE.

    Al hacer balance de su primer año de gestión, el martes 2 ante la Asamblea General, Lacalle Pou recordó el quiebre que se produjo con los primeros locales casos de Covid. “El 13 de marzo, el Uruguay inmediatamente declaró la emergencia sanitaria y las prioridades de todos nosotros cambiaron rápidamente. (...) Fueron días de mucho nerviosismo y de mucha tensión, tanto para la población como para el gobierno: como todo fenómeno desconocido, genera incertidumbre”. Tras un año bajo la emergencia sanitaria, su gobierno confía que la economía se irá recomponiendo —aunque quizás más lento, si el ritmo de contagios obliga a cerrar algunas actividades— y que eso le permitirá retomar una agenda aplazada debido a una crisis inesperada.