México, un antes y un después
Ulises Beisso nació en una familia de clase media montevideana, marcada, sin lugar a dudas, por la figura de su abuelo materno, Carlos Quijano, referente intelectual y político, fundador y director del semanario Marcha. Su madre, María del Rosario Quijano, y su padre, Ulises Beisso, quien se dedicaba a la administración rural, tuvieron cinco hijos.
Desde pequeño, Ulises mostró interés por la actividad plástica, veta que acrecentó con su formación en diversos talleres. Con 15 años se inició en el taller de José Luis Montes, uno de los últimos discípulos de Joaquín Torres García. “Era muy gracioso porque Pepe te enseñaba con toda la gracia torresgarciana y yo le daba unos laburos chinos. (....) Porque, obvio, me aburría si tenía que hacer la naturaleza muerta, primero toda en azul, después toda en amarrillo y después en rojo”, manifestaba Beisso en una entrevista concedida a Cuadernos de Marcha, en el año 1996, meses antes de morir.
“Recuerdo la primera exposición que hizo el taller (...). Todos los cuadros eran absoluta y totalmente Torres García y los míos no tenían nada que ver. Eran unas caras de mujeres, con pedazos de trapos pegados como si fuera el vestido. (...) Entonces, Pepe trajo a Nenin Matto para que nos diera su opinión. Todos bien torresgarcianos, le parecían bárbaros. Cuando llegó a los míos, dijo: ‘Esto es un horror’”, contaba en la entrevista.
Luego de tres años en el taller de Montes, Beisso continuó su formación artística con el pintor Jorge Damiani. Esto fue hasta el año 1977, cuando viajó a México a visitar a sus abuelos, que por aquel entonces se encontraban exiliados a causa de la dictadura militar, la cual había clausurado el semanario Marcha en 1974. “Me fui de visita y me quedé dos años”.
01 Tu y yo, Ulises Beisso
Gentileza Malba
Homosexual solo partes humanas, Ulises Beisso
Homosexual solo partes humanas.
Gentileza Malba
México marcó un antes y un después en su vida, no solo en la producción artística, sino también en el plano personal, como bien lo deja ver en la correspondencia familiar de aquellos años. “Cuando decidí venirme fue porque ya no aguantaba más la situación en que estaba, digámosle que me escapé (eso creía) de una cantidad de cosas por no enfrentarlos”, le escribe a su familia. En diálogo con Galería, Ricardo Ocampo, director de la galería Walden Naturae (Pueblo Garzón) y miembro de Estate of Ulises Beisso, una figura jurídica que resguarda y preserva el legado cultural del artista, señaló que a su entender el viaje a México fue la vía de escape para “zafar de la familia”, que por aquel entonces no comprendía su condición homosexual.
En México, siguió formándose en la escuela de arte La Esmeralda. Fue en ese país donde “su producción artística cambió absolutamente”, marcada por Frida Kahlo y los muralistas, entre ellos, Diego Rivera. “Comienza a utilizar colores más vivos. También hay cambios en su producción. En muchas obras se ve la parte de sus genitales como si estuviesen mutilados o cosidos. Ya en los años 80 comienzan a aparecer seres travestidos o seres a los que no se identifica con ningún sexo”, indicó Ocampo.
Legado en clave queer
En 1979 regresa a Uruguay y ante la exigencia de sus padres culmina los estudios de Psicología, que había empezado antes de irse. “Después de dos años estudiando en México, una cosa más informal en una academia de arte, la familia un poco que me obliga y me dice que me tengo que recibir de algo”, confesó Beisso en la entrevista. A la vez, en los años 80 comenzó a trabajar como ilustrador gráfico en Cuadernos de Marcha, que había comenzado a editarse nuevamente luego de la dictadura. A partir de entonces, Beisso intercaló su actividad de artista con la de psicólogo, ilustrador y diseñador gráfico.
Por aquel entonces conoció también a la pareja que lo acompañó durante el resto de su vida, Juan Arrospide, un psiquiatra 15 años mayor que él, fallecido años atrás y protagonista del documental La intención del colibrí (2019), del cineasta Sergio De León. El filme es un homenaje a Beisso, en el que Arrospide intenta rescatar del olvido su obra.
Llorando ante la fragilidad que somos, Ulises Beisso
Llorando ante la fragilidad que somos.
Gentileza Malba
Es que su condición sexual, sumado a los cánones del arte con los que trabajaba, para nada tradicionales respecto a los paradigmas del arte uruguayo, hacen que su obra quede por muchos años invisibilizada. “Su estética posmoderna, donde mezcla la tradición del arte mexicano con la tradición uruguaya, con referencias de la mitología griega, de la pintura egipcia, del arte clásico y del medioevo, lo lleva a construir un imaginario que aporta y diversifica, pero a la vez rompe con muchos cánones y con muchas maneras del arte uruguayo”, aseguró Craciun. Su trabajo constituye un legado en clave queer imprescindible para comprender las disidencias a la salida de la dictadura uruguaya.
“Los espacios para las disidencias o para este tipo de arte, que era una figuración muy clara, llena de color, con humor, con lecturas muy directas, como la (pintura) de un hombre dándole a otro una fruta, donde ambos tienen un corazón representado que se sale del cuerpo, en aquella época no existían. Su obra tiene un componente homoerótico muy importante y su pintura de alguna manera habla de esa experiencia de ser homosexual en Uruguay en los 90, en una sociedad que no daba espacio”, agregó el curador de la exposición.
Precisamente para Ocampo, uno de los rasgos más característicos de la personalidad del artista fue el ser “sumamente fiel a lo que creía y sentía”, y lo reflejó en su obra. “Fue una persona totalmente extrovertida, que no buscó reconocimiento, fama ni dinero, sino que creó valor a partir de cualquier situación que le tocó vivir, con el deseo de transformarla”.
De las Doras a la rosa negra
De esa incomprensión y de su propulsión de vida, nacen las Doras, unas esculturas que funcionan como muñecas, y que el artista produjo con la intención de venderlas, por lo cual cada una tiene un precio adjudicado y un manual para armar. Y ellas fueron la inspiración para el Manifiesto doriano que el artista escribió.
“La humanidad ha necesitado por distintas razones inventarse religiones. Todas ellas con sus dioses, cultos y ritos. Muchas de ellas son públicas y llegan a congregar cantidades de gentes. Pero también las hay privadas, personales y secretas. Esta es una de ellas. Las imágenes veneradas son las ‘Doras’. Especie de semidiosas de las que no se sabe mucho acerca de sus orígenes. Ellas inventaron este asunto de los rituales dorianos. Se levantaron contra las nociones de pecado, culpa y sacrificio. Decidieron rescatar la fantasía. Crearon un mundo poblado de ángeles sexuados, animales voladores, cándidos perversos adanes y evas, se convirtieron en amantes de las frutas frescas, se adornaron con flores de plástico y gozaron bañándose en el mar”, dice el manifiesto.
exposición ulises beisso malba 2
Alejandro Guyot
exposición ulises beisso malba 3
Alejandro Guyot
“Que una persona en los años 90 en Uruguay se planteara escribir un manifiesto con lo que esto representa para las artes y de alguna manera dar texto y sentido a toda una producción es fantástico. Él sabía lo que estaba haciendo. Estaba construyendo una crítica a una sociedad que no lo estaba dejando ser”, señaló Craciun. Por eso, durante esa época era frecuente verlo en la Feria del Libro y el Grabado, lo que hoy es Ideas Más. “Resulta muy significativo. Él quería estar en los museos, pero como no podía, estaba en las ferias”. Fue allí donde encontró “un lugar más amable con su obra, el espacio de libertad que estaba anhelando”. El no sentirse comprendido y valorado lo llevó también a correrse hacia las artes aplicadas y empezar a diseñar muebles.
En el año 1993 se le diagnostica un cáncer de páncreas y en el 95 viaja a Nueva York para realizarse un tratamiento. En una visita al Museo Guggenheim, conoce la obra de Ross Bleckner, un artista estadounidense que en buena parte de su producción reflexiona sobre la epidemia del sida. “La verdad, me desnucó”, comentó Beisso al respecto en la entrevista a Cuadernos de Marcha. Fue también en ese viaje que, en un ejemplar de la revista Parkett, se encontró con una foto que lo impactó mucho: un hombre joven, en calzoncillos, tirado en una cama, de costado, con una pierna estirada y la otra doblada, mirando al fotógrafo. La impresión que le causó fue tal que luego pintó una serie de distintos cuadros con la misma imagen, serie que se convirtió en parte central de su única exposición, Imágenes de lo (mi) escondido, que se realizó en el Cabildo en mayo de 1996.
Eduardo Constantini y Martín Craciun
Eduardo Costantini, fundador y presidente del Malba, y Martín Craciun, curador de la exposición y coordinador del Instituto de Artes Visuales.
Alejandro Guyot
Esa exposición reunió las obras de la última etapa de su vida, pinturas monocromas, oscuras, donde se ve el dolor y la frustración de la enfermedad, pero también del no ser comprendido en su condición sexual ni valorado en su producción artística. “Hay una obra, que para mí es clave en los últimos años de Ulises, donde hay una rosa con espinas pintada de negro, en fondo oscuro y la leyenda: ‘Dolor negro’. Claramente, habla de una condición que lo llevó al sufrimiento extremo”, señaló Ocampo.
Beisso falleció el 26 de setiembre de 1996. Inmediatamente, su madre, quien no quería que su obra cobrara visibilidad debido a sus características homoeróticas, guardó bajo llave, en una habitación de su casa, las casi 300 producciones. Y así permaneció durante casi 25 años. Después de 2019, cuando ella muere, sus hermanos deciden darle la trascendencia debida. “Esta obra literalmente salió del clóset”, manifestó el curador.
Así fue que en 2022 se realizó la primera exposición post mortem en el Centro de Exposiciones Subte, la cual se llamó Rara Avis y contó con la curaduría de Pablo León de la Barra, curador para América Latina del Museo Guggenheim.
La historia recién empieza
La curadora del Malba Nancy Rojas estuvo en la exposición del Subte, quien quedó encantada con el trabajo de Beisso, y el año pasado se puso en contacto con Craciun para decirle que querían llevar su obra a los salones del museo bonaerense.
Mi mundo privado aborda los dos momentos centrales de su carrera. Por un lado, sus series sobre mundos fantásticos, lo que él llamó los Rituales dorianos, donde la sexualidad confluye con la mitología clásica, en figuraciones llenas de color y expresividad. Y, por otro lado, Imágenes de lo (mi) escondido, serie que muestra la madurez del artista, la oscuridad propia del ocaso de su vida y su mirada crítica hacia una sociedad que lo discrimina.
exposición ulises beisso malba 1
Sofía Miranda
exposición ulises beisso malba
Alejandro Guyot
Para el curador, la obra de Beisso constituye una invitación a reflexionar. “¿Cuál fue el contexto montevideano que permitió que esta obra sucediera? ¿Cómo esta obra habla de ese momento en Uruguay y cómo puede resonar en nosotros? ¿Cómo es la capacidad de las personas de ser y sentir hoy? ¿Cómo estamos en términos de libertades individuales y colectivas? ¿Cómo transmitimos eso que queremos y no podemos? Me parece que ese es su legado. Ojalá Ulises nos pueda ayudar a caminar juntos, para encontrar una sociedad que sea más justa, más libre, más igualitaria”.
En tanto, para Ocampo, Beisso se trata de “una figura increíble, con una producción alucinante y un replanteo de cómo ver y sentir la vida. La obra de Ulises es su propia vida, lo que da mucho mayor potencialidad a su producción. Más aún si se tiene en cuenta que la obra estuvo guardada 25 años y hoy sigue siendo muy contemporánea”.
Al parecer, Buenos Aires es solo el inicio de esta historia. Para mayo de 2026 la obra de Beisso llegará a Nueva York, con una exposición en el Islaa, que contará con la curaduría de León de la Barra.