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    24 razones para no sentir nostalgia

    Al menos en materia económica, de bienestar y del confort en general, en varios aspectos, para mí y para el promedio de los uruguayos el presente es mejor —sin ser perfecto— que el pasado de hace algunas décadas; mi lista antinostalgia

    Hola:

    Es posible que cuando leas esta newsletter todavía estés con la resaca de la Noche de la Nostalgia de este sábado 24, una fiesta que congrega a medio millón de adultos según estimó para 2022 el Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres). En mi caso no hubo salida ni nostalgia, eso que la Real Academia Española define como la tristeza melancólica originada por el recuerdo de una pérdida o ausencia. De hecho, voy a ser un poco aguafiestas: al menos en materia económica, de bienestar y del confort en general, en varios aspectos, para mí y para el promedio de los uruguayos el presente, aunque lejos de ser perfecto, es mejor que el pasado de hace algunas décadas.

    Soy Ismael Grau, editor de Economía de Búsqueda y autor de esta newsletter, Detrás de los números. Esta es mi lista de la antinostalgia:

    • El tamaño de la economía uruguaya —el Producto Interno Bruto (PIB)— es hoy algo más del doble mayor, en valores constantes, que en 1970 y un 139% más grande que en 1980, aunque recientemente el crecimiento promedio anual ha sido mediocre. En dólares, también constantes, el PIB per cápita (por habitante) pasó de 11.000 en el 2000 a 18.100 en 2023.
    • Producimos y exportamos un poco más diversificado: el podio en 1972 lo ocupaban la carne vacuna, la lana e hilados y los cueros, mientras que ahora (en los primeros siete meses de 2024) lo hacen la celulosa, la soja y la carne. También vendemos al mundo software y servicios varios. Pero, si queremos subir de escalón en el nivel de desarrollo económico, hay cosas por hacer, como señalaba Ricardo Pascale.
    • No siento melancolía por nuestras crisis de deuda, como las de los primeros años de principios de los años 1980 y de los 2000.
    • No añoro la inflación alta. Durante el año en que nací los precios al consumo casi se duplicaron (95%) y la suba promedio anual del costo de vida en mi juventud (hasta mis 18) fue de 65%; luego cedió y en mi adultez la inflación promedió un 17%. Ahora, en los 12 meses cerrados en julio fue 5,5%. Me gusta esta mayor estabilidad.
    • Prefiero el dólar moviéndose con el libre juego de la oferta y la demanda antes que un tipo de cambio arbitrado por el gobierno, como hubo con la “banda de flotación” (que no es un grupo musical ochentero sino el régimen conocido como crawling peg, que rigió hasta el 2002). Las anclas cambiarias han sido pan para hoy y crisis para mañana.
    • Infraestructuras como las viales, los puertos, los aeropuertos, de energía y de telecomunicaciones son mejores que las que tuvimos algunas décadas atrás. Nuestra banda ancha (que tampoco es un grupo de cumbia) es la más veloz de la región.
    • Nuestro Índice de Desarrollo Humano —que tiene en cuenta el PIB per cápita, la esperanza de vida y la escolarización— progresó de 0,702 en 1990 a 0,830 en la última medición.
      Tendencias en el Indice de Desarrollo Humano de Uruguay 1990 -2022.jpg
    • La cantidad de pobres disminuyó (de 19% de las personas en 2001 a 10% en 2023). Siguen siendo muchos, en particular los niños; si eso no cambia, las perspectivas para el país a futuro son complicadas.
    • En varios mercados se abrió el juego, lo que bajó precios y mejoró la calidad de productos y servicios, aunque en algunas áreas se mantiene la poca competencia. No extraño, por ejemplo, el monopolio estatal de los seguros que hubo hasta los años 90.
    • Tampoco añoro el monopolio de los taxistas. Opciones como Uber empoderan a los usuarios: me das un mal servicio, me bajo y tomo otro. Aplicaciones en diferentes sectores han tenido un efecto similar.
    • Se extendieron como alternativa el teletrabajo y las reuniones virtuales; el contacto personal es importante, pero no siento melancolía por los encuentros presenciales muchas veces ineficientes.
    • Los smartphones son una increíble herramienta de conexión humana y para trabajar (si la usamos mal es nuestra responsabilidad, no de la tecnología). Hay actualmente en Uruguay unos 4,8 millones de servicios de telefonía móvil; todavía quedan activos 1.343 teléfonos públicos.
    • Los bancos están en el celular.
    • El dinero en efectivo se usa menos. Hoy hay casi el doble de tarjetas de débito y crédito emitidas como habitantes tiene el país, y además hay transferencias interbancarias instantáneas, códigos QR y pseudomonedas como el Bitcoin. Pin y verde.
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    • Muchos trámites ante oficinas públicas se pueden hacer por Internet, evitando tener que enfrentarse a un mostrador y con un costo relativamente razonable, como comenté en esta nota. Sin embargo, varias áreas del Estado se han quedado en el pasado.
    • El confort que dan ciertos aparatos llegó a más hogares: pasaron de 59% en 2006 a 89% los que tienen lavarropas, de 38% a 67% los que cuentan con horno microondas y de 24% a 63% aquellos que disponen de computadoras. Sin embargo, algunas necesidades básicas siguen insatisfechas en más de uno de cada diez (13,7% en 2021).
    • Las plataformas on demand multiplicaron las opciones de entretenimiento y de decidir cómo utilizamos nuestro tiempo. Y si quiero ir, el cine o un concierto todavía están allí.
    • El shopping es el mundo; tenemos la chance de comprar casi todo lo que queramos desde donde queramos haciendo un par de clicks.
    • Viajar es ahora más accesible. Los vuelos internacionales se abarataron en términos relativos y mejoró la conectividad, aunque los espacios en los asientos se achicaron. El año pasado hubo 4.845.426 salidas de turistas al exterior; en el 2000 habían sido unas 700.000.
    • Desde 2012 y hasta el 2023 recibimos a unos 62.000 nuevos inmigrantes, la mayoría expulsados por dictaduras, populismos o crisis económicas. Aportan su cultura, trabajo y consumo a un país con una población estancada en cantidad y que envejece.
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    • Soy un alumno de la educación pública, pero celebro que, desde mediados de la década de 1990, abrieran las universidades privadas. Y más recientemente, que haya Universidad Tecnológica y sedes de la Universidad de la República fuera de Montevideo. Aunque, se sabe, tenemos un problema serio como país, sobre todo en la enseñanza media.
    • La medicina avanzó. La calidad del servicio asistencial, en general, no tanto.
    • Me gustan los ambientes comunes sin humo, una política sanitaria adoptada en los primeros años de este siglo. En el 2000 en Uruguay se consumían 185 millones de cajillas de cigarrillos comprados en el mercado formal; en todo 2023 se vendieron casi 105 millones menos (81.324.551). Sí, hay contrabando.
    • Casi toda la energía que usamos hoy fue generada por represas, molinos de viento, paneles solares o a partir de biocombustibles. Pero, por darle sin parar al consumo, entre todos, estamos rompiendo el planeta (Mafalda, ¡te extraño!).

    Antes de despedirme, mi recomendación de lectura de lo último en Búsqueda —que, de algún modo, tiene puntos de contacto con mi lista—: la columna de Jorge Borlandelli propone un régimen legal especial para las personas pobres. Una opinión más que suma al debate de qué hacer frente a este problema, sobre el cual se habla tanto en cada campaña electoral.

    Si querés escribirme tus comentarios, nostálgicos o no, críticas o sugerencias, podés hacerlo a este mail: [email protected].

    ¡Hasta la próxima!

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