—De cara al balotaje, ¿dónde cree que puede estar la base de crecimiento del oficialismo?
—Por sobre todo, la coalición marca un rumbo, que tiene que ver con lo económico y con una serie de valores, como la libertad. El proyecto de la coalición es mucho más confiable que el de la oposición, que genera dudas y pone incertidumbres en varios aspectos.
—¿En cuáles?
—En lo económico, hay mensajes todos los días… Tuvimos un plebiscito e inmediatamente dos dirigentes importantes, (el presidente del PIT-CNT, Marcelo) Abdala y (el secretario general del Partido Comunista, Juan) Castillo, salen a decir que hay que seguir determinado camino. Gabriel Oddone hace declaraciones y salen a decirle que debe escuchar a la 609, la lista mayoritaria, como diciéndole que las cosas que plantea no las puede plantear. Eso, como uruguayo, me deja un montón de dudas, cuál sería el rumbo económico si gobierna la oposición.
—¿Cree que habría un giro brusco en la política económica si Oddone fuera el ministro en un gobierno del Frente Amplio?
—Él mismo dijo que capaz que en 15 días vuela por los aires. Eso da una pista. ¿Le creo o no le creo si él mismo dice que puede durar 15 días (como ministro)? El rumbo económico tiene que ir mucho más allá de las personas; las personas podemos ponerle cierto enfoque, pero las políticas deben estar claras con el respaldo de todo el partido o de todos los partidos de gobierno.
—Si Delgado gana el balotaje, gobernará sin mayoría en ninguna cámara del Parlamento. ¿En qué partidos cree que podría encontrar apoyos para aprobar las leyes presupuestales o las reformas que quiera emprender?
—Hay que dialogar con todos y buscar puntos de encuentro. Así será para la formulación del Presupuesto en particular, pero también con otras leyes. Con la primera infancia no vamos a decir “esta es nuestra propuesta y, si no sale, no hay nada”. Vamos a escuchar y a buscar acuerdos. Seguramente el próximo gobierno tenga una agenda de temas que estén mucho más cerca del consenso que del disenso; hay muchos en los que hay opiniones parecidas, por lo menos entre todos los partidos de la coalición y alguna parte de la oposición.
—¿Señala eso como una diferencia respecto de la situación del Frente Amplio?
—En el Frente veo más disensos internos. Claramente, los promotores del Sí tienen una agenda muy distinta que algunos sectores más moderados, que además hoy tienen una representación parlamentaria prácticamente mínima.
—Se refiere al ala seregnista. Por lo que dice, al MPP no lo identifica como un sector moderado…
—Y no, creo que no (lo es). No me gusta opinar sobre lo que piensan los demás… Si esto termina siendo un gobierno del MPP, como algunos dicen, no veo líneas moderadas en general, empezando por la nacionalización de las AFAP sobre la que habló el otro día (Alejandro) Sánchez. Muchos planteos terminan siendo cosas que no ayudan a la economía de mercado, a las reglas de juego claras. ¿Queremos más crecimiento? Para que haya más crecimiento debe haber más inversión, y el que invierte quiere tener un retorno. Pero (desde el Frente Amplio) todos los días repiten que es malo que te vaya bien o ganar plata. Ahí veo una contradicción.
No nos olvidemos de que no está Astori, no está Vázquez; (en los primeros gobiernos del Frente Amplio) había ciertos cortafuegos o cierta sensatez que hoy no están.
—¿La figura de Oddone no aporta esa sensatez?
—Pero sin peso político.
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Diego Labat, designado ministro de Economía de un eventual nuevo gobierno de la coalición multicolor
Javier Calvelo-adhocFOTOS
—¿El crecimiento del Partido Colorado y la pérdida de peso de Cabildo Abierto aseguran menos fricciones en la coalición?
—No, no. Mantenemos una muy buena relación y, de hecho, el viernes nos juntamos con los referentes económicos del Partido Colorado, Independiente y Cabildo —no estuvo la gente de (Eduardo) Lust—. Pensamos bastante parecido y en términos económicos no vamos a tener problemas.
—Pero en este período hubo algunos disensos. Incluso, el presidente terminó vetando una ley restrictiva de la actividad forestal impulsada por Cabildo Abierto.
—Hubo algunos temas, pero es parte del disenso, y no le tengo miedo.
Ayer andaba circulando en redes que la coalición se rompía. ¡La coalición no se rompió (en este período)! Ha administrado sus diferencias y, además, Álvaro está planteando tener una mesa con los principales referentes y eso debería mejorar el relacionamiento. Obviamente, no en todos los temas pensamos exactamente igual, pero ninguna diferencia es absolutamente insalvable. Va a haber mucho diálogo.
—Cabildo Abierto fue muy crítico con el “atraso cambiario” y con las exoneraciones a ciertas inversiones. ¿Esos planteos serán contemplados en un eventual nuevo gobierno de la coalición multicolor?
—La competitividad va a ser un eje central de la política económica; sin atajos, no controlando el tipo de cambio y sí buscando un país más barato para producir. Ahí no vamos a tener ninguna diferencia. De hecho, Cabildo en particular ha insistido mucho con las reformas micro, que por distintas razones capaz fueron más lentas de lo que hubiéramos querido. En un próximo período vamos a ir muy fuerte con esas reformas.
Por otro lado, queremos mirar el régimen Comap (Comisión de Aplicación de la Ley de Inversiones), para que siga existiendo y para que el régimen sea más ágil y tenga mejor foco. Tendremos que encontrar con los demás partidos de la coalición dónde están los incentivos; a nosotros en particular nos importa mucho la descentralización y el empleo juvenil, y hay que promover eso.
El apoyo a las pymes es otro punto en el que Cabildo ha insistido, y queremos buscar algún incentivo que las incluya. Puede ser tocando la matriz (para evaluar los incentivos) o por alguna exoneración puntual a la inversión en determinados productos, con un esquema más simple. Nos tiene que importar que inviertan el grande, el mediano y el chico.
Después, la simplificación y la desregulación en el Estado, en particular el comercio exterior. Ahí claramente hay que simplificar un montón de cosas, sobre todo requisitos paraarancelarios, que hay muchísimos, y trámites que no agregan valor. Tenemos un equipo razonando fuerte en eso. Esto, en particular, tiene que ayudar a las pymes.
A veces se discute si la inversión extranjera recibe muchos o pocos beneficios… De lo que tenemos que preocuparnos es que estén las condiciones y que haya inversión. En algunas partes del país eso no pasa y hay que apuntar fuerte a mejorar los incentivos.
Otra reforma micro que hay que hacer es en el mercado laboral.
—¿En qué dirección?
—Hay que ir a una negociación de reglas de juego donde no sea todo a favor de las empresas grandes y los sindicatos grandes, y que cuelga a las pymes. Capaz que en algunos casos hay que ir a dos grupos, de grandes y chicos. En algún caso consideramos que la representación esté repartida… Ojalá no se precise llegar a eso. Otra dimensión que nos preocupa mucho es la geográfica, porque a veces se negocian laudos sin sentido en cierta región.
—¿El corte sería Montevideo e interior o de otro tipo?
—De repente una segmentación mayor. La zona norte, noreste, tiene un desarrollo económico distinto y hay que buscar herramientas distintas.
Pongo otro ejemplo (sobre la dimensión territorial): la vivienda promovida está concentrada en el sur y un poquito en Salto y Paysandú; hay que pensar si no es necesario mover condiciones para que el régimen se desarrolle en otras zonas.
También hay que ir a cierta flexibilización de los horarios laborales, que hoy el régimen no lo permite.
—¿Cree que el empresariado que votó a la coalición multicolor en 2019 por la promesa de “aflojar la cincha” al sector privado está conforme con la actual gestión?
—Contesto citando a Exante: 88% de los empresarios dice que en Uruguay el clima de negocios es bueno o muy bueno, cuando hace cinco años eran 12%. Otros datos de esa encuesta son también muy positivos.
Tenemos una buena reforma, perfectible, que le dio sostenibilidad al sistema, más allá de que hagamos alguna propuesta instrumental para las jubilaciones más bajas Tenemos una buena reforma, perfectible, que le dio sostenibilidad al sistema, más allá de que hagamos alguna propuesta instrumental para las jubilaciones más bajas
—Hablemos del plebiscito de la seguridad social. Usted y otros dirigentes blancos criticaron a Oddone por decir que el casi 40% de votos al Sí es un mensaje a escuchar. ¿No hay nada para hacer por las casi 500.000 personas —según datos del BPS— que cobran unos $ 18.900 de jubilación mínima o menos por pensión por vejez e invalidez o por los trabajadores que, por distintas circunstancias, no llegan a completar 30 años de aportes a la seguridad social?
—Lo primero es que el 60% —muchos de ellos, votantes del Frente— no puso la papeleta, por lo cual el cambio drástico e insostenible que se proponía no se va a dar. Esa es la primera lectura; la segunda es que a la reforma vigente se llegó con un diálogo social intachable.
—No es lo que dicen el Frente Amplio ni el PIT-CNT.
—(El principal técnico del gobierno en el tema) Rodolfo Saldain tiene un comparativo de lo que fue el diálogo social de esta reforma y la de 2008. No hay ningún elemento en que, objetivamente, uno pueda decir que otras instancias fueron mejores. Más allá de eso, la metodología que se utilizó sigue las mejores pautas recomendadas por la OIT.
Por otro lado, aunque quedó como olvidado, esta reforma creó una agencia reguladora de la seguridad social que, entre otras cosas, debiera empezar a mirar en los próximos años para velar por la sostenibilidad del sistema y que el mercado de trabajo evolucionó como se proyectaba.
Lo que no queremos es romper las reglas de juego y el pilar de ahorro; eliminar eso sería un retroceso para el país. ¿Se quiere hacer una lectura para quedar en el medio porque votó el 40% (por el Sí)? En las bases hay una propuesta del Frente con tres carillas, de las cuales dos terceras partes explican cómo sería ese diálogo social. Vuelvo a lo de la incertidumbre: ¿qué quiere decir el ahorro no lucrativo?, ¿que no va a haber más AFAP?, ¿que las AFAP no van a cobrar más comisión?, ¿quién pagaría la comisión?, ¿el resto de los uruguayos? ¿Se pretende que un ente del Estado, capaz permeable a ciertas presiones, administre esos fondos?
El 60% de la ciudadanía se expresó y tenemos una buena reforma, perfectible, que le dio sostenibilidad al sistema, más allá de que hagamos alguna propuesta instrumental para las jubilaciones más bajas.
—Insiste con señalar que el Frente Amplio produce incertidumbre. Sin embargo, la agencia Moody’s aseguró la semana pasada que tanto con usted como con Oddone habría una continuidad en las políticas.
—Está bien, Moody’s opina… También he recibido llamadas de inversores preocupados por cómo seguía el tema (de la seguridad social), porque creyeron que después de octubre se iba a terminar.
Mi opinión es que hay ciertas reglas de juego, valores y principios que el Uruguay ha sostenido —con gobiernos de muchos colores— que hoy, en más de una ocasión, están amenazados. No nos podemos quedar con la visión de Gabriel Oddone; tenemos la visión de Juan Castillo, que está en las antípodas. ¿A quién le tenemos que creer? Porque, insisto, Astori no está.
—En materia fiscal, el Frente Amplio, en su programa, plantea mantener el orden fiscal…
—¡Y juntaron firmas para derogar la regla fiscal de la LUC (Ley de Urgente Consideración)! El track record, en esto, vale.
Porque, insisto, hay que mirar a Moody’s, hay que mirar a los inversores del exterior, pero también hay que mirar a los más chiquititos de adentro del Uruguay. Si todos los días estás escuchando que el que gana plata casi que es un antipatriota, si decís que vas a gravar más al gran capital y al patrimonio, no estás dando buenas señales ni le generás confianza. Para nosotros, el “no más impuestos” significa que cualquier corrección de las cuentas fiscales que se deba hacer será por el lado de la austeridad y no por la fácil, que es subir impuestos. Lo fiscal debe ser consistente con la competitividad que queremos.
La palabra clave es confianza. Es el gran parteaguas, y por eso digo que hay dos modelos: uno que genera confianza y otro que, por más que lo tratan de disimular, no la genera.