Una persona sentada en una silla plegable mira el atardecer. Tomas Pospisil cree que hay pocas cosas más uruguayas que esa escena y lo que ella representa. Lo bueno y lo malo.
El lavado de activos es “la enfermedad más grave” del país, dice el diplomático europeo Tomas Pospisil, y agrega que la falta de controles puede facilitar la llegada a la política de candidatos con mucho dinero y “poca transparencia” que prometen cosas al estilo Pinchinatti
Una persona sentada en una silla plegable mira el atardecer. Tomas Pospisil cree que hay pocas cosas más uruguayas que esa escena y lo que ella representa. Lo bueno y lo malo.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáDespués de cinco años en Uruguay, Pospisil dejará el 31 de agosto su cargo de jefe de la Sección Política de la Embajada de la Unión Europea (UE) en Montevideo. A partir de esa experiencia, que le permitió conocer de primera mano la dinámica política local, este diplomático checo dice que la estabilidad de las instituciones uruguayas es envidiable.
El número dos de la embajada de la UE también tiene algunos consejos para un país amigo y “socio confiable” de Europa. La entrevista con Búsqueda es casi un llamado a abandonar la reposera y pasar a la acción. El primer consejo, quizás, sea que los uruguayos dejen de tomar esa “estabilidad como algo que existe y nunca se va a ir”. Al diplomático le preocupa la baja percepción de riesgo que tiene Uruguay, cuando el mundo va más “rápido” y los peligros abundan.
Sería “aconsejable” que Uruguay apruebe una nueva estrategia nacional de combate al lavado de activos, cuyo borrador está en la Torre Ejecutiva, porque el blanqueo de dinero es “la enfermedad más grave” que puede sufrir el país, dice Pospisil.
El diplomático advierte, además, que los mecanismos de control del dinero que ingresa a la política local, sobre todo en las elecciones internas, son demasiado débiles. Cualquiera sin experiencia, con mucho dinero y sin transparencia, puede competir con chance. “La reglamentación permite fácilmente la aparición, otra vez, de un Pinchinatti, como en la campaña de 1989, alguien que trata de captar la atención por ser distinto y por introducir temas distintos, pero sin mucho contenido real”, agrega.
—Llegó a Montevideo en 2019 y está por terminar su trabajo en el país. ¿Qué imagen se lleva de Uruguay?
—Me llevo la imagen de un país que no se parece nada a lo que uno espera si viene por primera vez a América Latina. Es un país, quizás, demasiado europeo, y uno fácilmente se siente acá como muy en casa. Es un país con extraordinaria tradición de estabilidad política y democracia. Es un país con muy poca población, pero que seguramente pelea encima de su categoría de peso. El hecho de que Uruguay, inmediatamente y sin hesitación, ha apoyado a Ucrania en febrero de 2022, significó mucho, incluso para mí personalmente, y es la confirmación más importante de que nos unen no solamente lazos históricos y culturales, sino los valores que compartimos. Después de estos cinco años tengo mucho aprecio por varios políticos uruguayos, que para mí representan lo que se llama value-based leadership —liderar basándose en valores—, con visión, con compromiso por el país y la sociedad. Sin nombrar a nadie, quiero al menos destacar los gestos cuando sus expresidentes aparecen juntos en eventos públicos y ofrecen su experiencia para el bien de todos. Esa continuidad de la actividad política por el bien del país es algo que en Europa no se ve mucho a través del espectro político. Es realmente algo que me asombra desde el primer día.
—El embajador de la Unión Europea explicó en Búsqueda las líneas de cooperación con Uruguay y mencionó la seguridad, la ciberseguridad, el narcotráfico y la desinformación. ¿Por qué esos temas son de interés para la Unión Europea?
—Con la excepción de la época de dictadura y con la crisis económica en 2002, ustedes no han tenido grandes preocupaciones en las últimas décadas. Y están disfrutando una estabilidad que nosotros podemos solamente envidiar. Yo, por ejemplo, vengo desde Checoslovaquia, que vivió dos guerras mundiales, una dictadura comunista de 40 años. Cuando estamos aquí trabajando y vemos que ustedes toman esta estabilidad como algo que existe y nunca se va a ir, nos preocupa, porque en realidad el mundo demuestra que hay peligros. Para nosotros, Uruguay es un socio muy importante en los foros internacionales y queremos que mantenga esta estabilidad, por el bien del país y también por el bien de los valores que compartimos. En esta época, con lo que pasa en Europa y Medio Oriente, nosotros en Europa necesitamos más socios confiables. Lo que noto acá en Uruguay es que la percepción del riesgo en general es extremadamente baja. La droga en contenedor llegando a Europa afecta directamente a la seguridad en Pocitos o Carrasco, pero muchos no lo ven. Se dice que en Uruguay no pasa nada, pero en realidad pasa mucho, solo que la mayoría cree que no es así, y mientras tanto, algunos aprovechan esta percepción. A veces lo comparo con el comportamiento de los uruguayos en la calle o en las carreteras: ustedes cuando cruzan la calle apenas miran una vez si pasa un auto y van cruzando sin apuro, sin miedo, porque no les va a pasar nada. Y lo mismo cuando conducen, muchos conducen como si todavía vivieran en el campo, donde no hay autos, en el siglo XX. El mundo cambió y hay muchos autos hasta en Uruguay, en Montevideo, y hay autos que van muy rápido y pueden chocar si uno no toma medidas cautelares. Entonces, está bien estar sentado en la silla plegable y mirar el atardecer, pero el mundo gira más rápido que eso. El crimen organizado llegó a Uruguay hace buen tiempo; originalmente era para esconderse, pero su presencia gradualmente se traslada a los crímenes en la calle uruguaya. No tienen fronteras con Luxemburgo ni con República Checa, ustedes están enfrentando la situación regional que es muy compleja y necesitan más medidas proactivas, como la nueva estrategia nacional contra el lavado de activos. Creo que necesitan una muy importante inversión en la protección física real de las fronteras. El primer paso son los recién llegados escáneres portuarios. Es muy importante cambiar esta actitud de la silla plegable.
—Usted dice que no hay una percepción compartida del problema de seguridad. En campaña electoral el tema aparece al menos en la agenda. ¿Es una señal positiva?
—El tema de la seguridad es el primer o segundo tema de preocupación, según las encuestas. Pero no noto que alguien esté pensando mucho más allá y analice por qué pasa esto. La gente está preocupada por los efectos de la inseguridad y es terrible lo que pasa en los barrios de Montevideo, en la zona metropolitana y también en el norte. Pero solo perseguir los delitos locales, puntuales, es como intentar tapar los agujeros con las manos, nunca te van a alcanzar las manos para tapar todos los agujeros. Desde mi punto de vista, sería aconsejable lo que se precisa es lo que decía antes: cambiar la percepción, cambiar la actitud, controlar las fronteras, aumentar las medidas contra el lavado de dinero, que es como se financia el crimen. Otro tema importante es el sistema penitenciario. La presencia de las pandillas de los países vecinales aquí en las prisiones está comprobada y hay cierto riesgo de que estas instituciones carcelarias con tiempo se convierten en una universidad de crimen. La reincidencia está al 70%, lo cual es enorme, y eso, otra vez, es tapar los agujeros y no hay tantas manos.
—¿Cuál es la cooperación específica que la Unión Europea desarrolla o prevé desarrollar en estas áreas?
—Para el tema carcelario no tenemos programas específicos, es una cooperación de Estados miembros de la Unión Europea con Uruguay. Sobre el tema del crimen organizado y la lucha contra el lavado de activos, ahí sí tenemos muchos programas regionales donde Uruguay ahora sí está incluido, en temas de aduanas, control de contenedores, combate al contrabando mediante avionetas pequeñas. A partir del interés del país estamos invirtiendo aún más recursos en esto.
—Junto con la embajada de Estados Unidos, la Unión Europea ha conversado con Uruguay sobre temas de ciberseguridad y el despliegue de la tecnología 5G.
—Al principio de mi estadía en este país explicamos la necesidad de construir la red de 5G que permitirá dar un salto tecnológico muy importante a Uruguay. Pocos entendían por qué deberían elegir tecnología que minimiza el riesgo de robo de los datos o su uso por servicios de inteligencia de otro país. Me decían “¿quién estaría interesado en nuestros datos?”. Pero miren lo que pasó en 2022 Costa Rica, que también era un paraíso de la democracia, donde tampoco pasaba nada. Y en 2022 sufrieron un ataque enorme de hackers que paralizó casi todo el país. Todos los expertos dicen que los hackers siempre eligen los objetivos más fáciles y Uruguay hasta hace poco no estaba tan bien preparado. Por suerte hubo suficientes profesionales en las instituciones claves, en Agesic o Antel, presididos por Paguas y Gurméndez, respectivamente, que estaban totalmente al tanto de los riesgos que trae el siglo XXI.
—Han asociado el tema de la ciberseguridad a la desinformación. ¿Por qué en Uruguay deberían preocuparse?
—Ustedes viven tan bien que no se dan cuenta de los riesgos. Uno de los que está muy presente en el siglo XXI es la desinformación, que puede afectar cómo se desarrolla un país. Lo vimos nosotros en 2016 con el Brexit, cuando hubo mucha desinformación al respecto. Con todos los otros temas que mencionamos hoy, tenemos la experiencia: los vivimos y lo estamos viviendo. A Uruguay todo llega más tarde, entonces, como socios y amigos, queremos ofrecerles habilidades para defenderse de estos riesgos: drogas, crimen organizado, desinformación.
—Usted hablaba también del lavado de activos y la necesidad de fortalecer su combate. ¿Por qué?
—El lavado de activos es la enfermedad más grave, el riesgo más grave para este país, porque permite la presencia de no solamente extranjeros, quizás huyendo impuestos en su país de origen, pero también la presencia de actores que pueden presentar un verdadero peligro para la institucionalidad. La institucionalidad es lo más importante que tiene Uruguay. Por eso vienen todos los inversores, por eso vienen los jubilados desde Europa o Estados Unidos, porque eligen el país según los indicadores de estabilidad. Entonces, Uruguay tiene que ser más proactivo para cuidar esa estabilidad. Los recursos en el control del lavado de dinero faltan, lo dicen todos los especialistas.
—Otro de los puntos que se cuestiona a Uruguay es la falta de control del dinero que ingresa a la política.
—La reglamentación de la campaña electoral de este país, especialmente la de las internas, en comparación con las leyes que tenemos en Europa, ofrece en su estado actual mucho espacio para mejorar
—¿Incluso después del proyecto que aprobó el Parlamento?
—Esto es un muy buen paso en la dirección correcta después de años de no tomar medidas.
—Es una ley que mejora, pero que recién se va a aplicar en 2029.
—Ustedes son tan de avanzada en tantos temas, incluso por delante que muchos países de la propia Unión Europea, y sin embargo, hay otros tan importantes para el país que los dejan quietos. Otra vez, es la mirada de “acá no pasa nada y no va a pasar”. Eso sí sorprende. Trabajé nueve años en Rusia como diplomático y el trabajo allá te enseña algo sobre cómo las vulnerabilidades de un sistema político y poca conciencia de riesgo pueden ser utilizadas por actores como los servicios de inteligencia, o el crimen organizado. Y el hecho de que acá es casi que posible tener una campaña electoral carísima sin explicar nada sobre el financiamiento es un riesgo enorme, porque recibir recursos importantes, por ejemplo desde exterior, después te puede obligar a tener que hacer favores a tus sponsors extranjeros. Hace poco unos políticos en Europa fueron forzados a parar su campaña electoral después de ser acusados de tener lazos con Rusia. Esto es muy peligroso, especialmente con políticos que recién empiezan su trayectoria, pero tienen el potencial de llegar lejos y al mismo tiempo necesitan recursos para una campaña grande.
Tal como está hoy, la reglamentación permite fácilmente la aparición otra vez de un Pinchinatti como en la campaña de 1989, alguien que trata de captar la atención por ser distinto y por introducir temas distintos pero sin mucho contenido real. Una campaña intensa de millones de dólares de candidatos con poca transparencia, pero con mucho contenido visual y poca oferta programática siempre debería generar preguntas. Las reglas y la ejecución se tienen que mejorar y los votantes se tienen que despertar. Una elección es cosa seria.
En República Checa tuvimos un caso muy fuerte cuando un político, el líder de un partido nuevo y muy populista, llegó a ser miembro del gobierno en 2010. Su programa no era muy elaborado, era hacer todo mejor y combatir la inseguridad. Su estilo era distinto y atrajo la atención, tenía muchos recursos para la campaña, pero lamentablemente pronto se demostró que su motivación para ser político era acumular poder y recursos de forma poco legal. Este escándalo dañó gravemente la reputación del partido y también lo llevó a su eventual salida del Parlamento, porque fue condenado por soborno. Si los votantes no se preguntan y las reglas no se mejoran, todos los países corren ese riesgo.