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    Antonio Gasalla, el ADN de la risa

    El gran comediante de la televisión y el cine argentinos, creador de personajes legendarios, murió el martes 18 a los 84 años

    Soledad Dolores Solari, Inesita, Flora, la empleada pública, Matilde, Bárbara (Don’t Worry), Yolanda, Lorena (La Nena), Yiya Murano y por supuesto La Abuela (Mamá Cora) . Estos personajes y su creador e intérprete son responsables de los mayores ataques de risa en el Río de la Plata.

    Antonio Gasalla murió en Buenos Aires el martes 18, a los 84 años, pero su poderoso histrionismo y su infinito desparpajo forman parte de la cultura en esta parte del mundo. Cuando alguien toca timbre y recibe como respuesta una pregunta burlona: “¿Abrióóóóóó?”. Cuando en el medio de un caos alguien grita con ojos desorbitados: “¡Se van para atrás!”. Cuando alguien quiere ilustrar el epítome de la desgracia y en vez de escribir en el chat pone el meme de Soledad con su clásico gesto que fusiona la risa y el llanto. Son pocos los artistas que se insertan en la cultura, que dejan su huella en la lengua popular. Gasalla fue uno de ellos.

    Antes de convertirse en uno de los máximos comediantes argentinos de todos los tiempos, Antonio Gasalla ya sobresalía como actor. Se fogueó junto con el uruguayo Carlos Perciavalle, con quien estudió actuación en la Escuela Nacional de Arte Dramático y con quien fue uno de los pioneros del fermental circuito porteño de café-concert. En 1966 juntos lograron su primer éxito en las tablas, Help Valentino. Otro de sus grandes socios fue Enrique Pinti, con quien coescribió e interpretó espectáculos como Pan y circo, Gasalla y Corrientes, Gasalla en terapia intensiva, Gasalla for export y Gasalla 77.

    Debutó en el cine a los 33 años en Clínica con música, en 1974, y ese mismo año hizo otro papel breve pero explosivo en el filme La tregua, la notable adaptación de Sergio Renán de la novela de Mario Benedetti. Allí, rodeado de pesos pesados como Héctor Alterio y Luis Brandoni, protagoniza una escena contundente, cuando les espeta en el rostro a sus compañeros de oficina todo lo (malo) que piensa de ellos. En esa cinta de 1974, la primera obra nominada al Oscar a película extranjera, Gasalla interpretó a Alfredo Santini, un oficinista a las órdenes del protagonista Martín Santomé, que explota de rabia contra sus superiores en dos minutos de metraje que contienen el ADN de algunos de sus célebres personajes desarrollados mucho después.

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    Soledad Dolores Solari

    Soledad Dolores Solari

    Durante los años 70 y 80 se ganó el título de rey de calle Corrientes, y en particular se transformó en la gran estrella del Teatro Maipo, una de las grandes salas de la Broadway sudamericana: allí estrenó obras del clásico formato de teatro de revista, como El Maipo es el Maipo y Gasalla es Gasalla, Gasalla es el Maipo y el Maipo es Gasalla, Maipo 100 % Gasalla y Maipo Made in Gasalla.

    Una década después de La tregua, ya convertido en un capo cómico de los escenarios, encarnó a Mamá Cora en Esperando la carroza, la legendaria versión fílmica de la obra teatral del uruguayo Jacobo Langsner. Esa actuación fue —sigue siendo— un ícono de la comedia rioplatense. Junto con la tremenda actuación de China Zorrilla y un elenco de estrellas (Pinti, Brandoni, Juan Manuel Tenuta y Betiana Blum, entre otros) y la visionaria dirección de Alejandro Doria lograron una pieza de culto, que sigue reponiéndose periódicamente y que 40 años después de su estreno —se cumplen el 6 de mayo— está entre las películas más vistas de la historia del cine argentino. Y seguramente la que más hizo —y hace— retorcer a espectadores de la risa.

    Desde entonces, su reinado se extendió a la televisión. En 1988 inició en el canal público argentino ATC su carrera televisiva, que en su primera etapa se extendió por 13 temporadas consecutivas y que estuvo signada por el grotesco, el humor más negro, corrosivo e incorrecto que se podía consumir en medios masivos en aquel tiempo. Un grotesco al límite de toda transgresión pero que también podía —y sabía— habitar la ternura. Un estilo de humor televisivo que, a diferencia de la corriente predominante, no se sostuvo en la sexualización del cuerpo femenino. En lugar de vedettes, la clave del humor de Gasalla siempre fue su inconmensurable talento histriónico: su voz, su gestualidad, su cuerpo entero (menudo pero expresivo al 110%) y, por supuesto, la potencia y la inteligencia de sus guiones. También se nutrió del talento de grandes artistas que participaron en sus programas, como Norma Pons, Humberto Tortonese, Juan Acosta, Roberto Carnaghi y Juana Molina, quien tuvo un breve pero recordado pasaje en los años 90 antes de hacer su programa propio, Juana y sus hermanas.

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    Antonio Gasalla saliendo de un teatro en calle Corrientes

    Antonio Gasalla saliendo de un teatro en calle Corrientes

    Programas como El mundo de Antonio Gasalla, A la playa con Gasalla y El palacio de la risa le hicieron ganar a ese gran titiritero del humor el Martín Fierro de Oro en 1995. En el 2000 dejó la TV y volvió de lleno al teatro, recorriendo las grandes salas de su país y también de Uruguay, donde actuó muy seguido tanto en Punta del Este como en Montevideo. Reeditó el éxito en la pantalla encarnando a La Abuela, nombre con el que rebautizó a Mamá Cora en TV, en el programa de Susana Giménez y ocasionalmente en el de Marcelo Tinelli. En 2004 volvió a tener su show televisivo, Gasalla en pantalla, pero en sus últimos 10 años de carrera cosechó más aplausos en las salas, en taquillazos como Gasalla nacional y Más respetro que soy tu madre, que en la TV, donde debió reciclarse como jurado en el Bailando.

    En 2019 subió por última vez a un escenario, en Mar del Plata. La obra se llamó Gasalla a secas y en el elenco estuvo el uruguayo Maxi de la Cruz. En 2020 anunció su retiro y poco después su salud comenzó a deteriorarse inexorablemente. A pesar de su altísima exposición mediática, siempre logró mantener a salvo su vida privada. Una muestra cabal de esa actitud reacia a divulgar los detalles de su vida íntima y afectiva es, irónicamente, un episodio que terminó siendo una de sus últimas apariciones públicas, en la que insulta sin piedad a un movilero que lo abordó en la calle en el día de su cumpleaños.

    Al maestro Antonio Gasalla y a sus enormes personajes, muchas gracias por tanta risa.