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    Te amo, te odio, dame más... arte

    ¿Qué nos enseña el arte sobre el amor y el odio?, ¿es más fácil amar que odiar?, ¿es necesario mostrar la crueldad de la vida en el arte?; estas son algunas preguntas en la nueva entrega de Algo que quiero contarte, newsletter sobre temas culturales

    Vivimos en tiempos de crueldad en las palabras detrás de las pantallas y crueldad en discursos de líderes mundiales. Hay un odio arraigado que lleva a la guerra y una indignación que pasa a la acción y lastima y a veces mata. ¿El odio le está ganando la batalla al amor o es una lucha ancestral y permanente, propia de la condición humana?

    "No existe documento de cultura que no sea a la vez documento de barbarie”, escribió el filósofo alemán Walter Benjamin en Sobre el concepto de historia, un ensayo que escribió en varias etapas y terminó hacia 1940. Ese año, con la invasión nazi a París, confirmó su teoría: lo más atroz crece a la sombra de la civilización. Pocos meses después, el filósofo se suicidó mientras huía de la Gestapo.

    Sandro Boticelli pintó a Venus, la diosa del amor, junto a su amante Marte, el dios de la guerra. Ella parece mirarlo con desconfianza, mientras él duerme plácido y unos diablillos juegan con sus armas para despertarlo. Shakespeare escribió una de las historias de amor más memorables en Romeo y Julieta, un amor que creció en medio del odio de dos familias y llevó a la muerte de los enamorados. Eurípides retomó en su tragedia Medea, uno de los mitos griegos más terribles: el de la madre que mata a sus hijos por despecho ante la infidelidad y el abandono de su marido. “¡Qué gran mal el amor es para los mortales!”, dice el personaje, invadida por la furia y el dolor.

    ¿Qué nos enseñan la literatura, el cine y las artes plásticas sobre el amor y el odio? ¿Es necesario que el arte muestre la crueldad de la vida? ¿Es más sencillo amar que odiar?

    En 2022 entrevisté al escritor portugués Gonçalo Tavares que había venido a Montevideo a presentar Enciclopedia (HUM), un libro de género inclasificable, una especie de diario, original y atractivo, con reflexiones sobre el tiempo y el lenguaje, la literatura y las imágenes, entre otros temas. En uno de sus fragmentos dice: “Puede llegarse, desde el odio o el amor, a resultados científicos idénticos”. Cuando leí la frase traté de buscar ejemplos, pero todo me sonaba tonto y poco científico. Entonces le pedí que se explayara en esta idea, y así me respondió:

    “Si sacáramos las guerras de la historia humana, una gran utopía, técnicamente estaríamos inventando el fuego o la rueda. El instinto de no morir, de resistir al peligro, lleva a pensar en qué voy a inventar para defenderme o derrotar al enemigo. Es un sentimiento muy antiguo y es un gran motor. Alguien muy apasionado y enamorado podría ponerse a pensar en qué inventar para amar mejor. Pero bueno, no hay mucho que inventar para amar mejor. Probablemente muchas de las dimensiones técnicas tienen que ver en cómo matar mejor. Eso es terrible decirlo, pero todo tiene que ver con sobrevivir: a la naturaleza, al calor, al frío, al enemigo. El amor no tiene un gran historial de invenciones técnicas. No se necesita mucho para amar”.

    Enciclopedia1.jpg

    ¿Estás de acuerdo con esta afirmación? Yo escuché la respuesta varias veces en el audio antes de transcribirla, le di vueltas, me dejó pensando. Lo del instinto de defensa me recordó La guerra del fuego (Jean-Jacques Annaud, 1981), una preciosa película que narra, prácticamente sin palabras, cómo se inició la lucha por el poder representado en una llama encendida con dos palos. Pero lo que no me convence de la respuesta de Tavares es su idea de que no se necesita mucho para amar. ¿Algún terapeuta de pareja en la sala?

    Amor-Toni-Morrison2.jpg

    Me fui entonces a buscar ejemplos de los vínculos entre el amor y el odio en literatura y en el arte. Y recordé una gran novela de la escritora estadounidense Toni Morrison (1931-2019) llamada Amor. Pero antes de ir a esa historia, te cuento que Morrison fue la primera mujer negra en ganar, en 1993, el Premio Nobel de Literatura, y ya había ganado antes, en 1988, el Pulitzer. Y todavía antes, en 1960, había sido la primera mujer negra editora en Random House de Nueva York. Te lo cuento porque ella supo de batallas para vencer el odio, no sé si con amor, pero sí con fuerza. Fue una militante por los derechos civiles y en sus obras uno de sus temas es la discriminación, especialmente de mujeres negras.

    Regreso ahora a su novela Amor. Un título engañoso porque cuenta la historia de rivalidad entre Heed y Christine, dos mujeres negras, ya ancianas, que habían sido amigas de niñas. El asunto es que ambas se enamoraron del mismo hombre, Bill Cosey, y dedicaron su vida tanto a amarlo a él, como a odiarse entre ellas. Cuando Bill murió dejó un testamento malicioso por el que obligó a las dos mujeres a convivir en una mansión casi destruída. Allí fueron alimentando su rencor, sus recuerdos y tal vez un atisbo de cariño y reconciliación. Una novela de gran sutileza narrativa y complicidad con quien la lee. El amor tiene sus técnicas secretas. Y Morrison lo sabía.

    ¿Te pusiste a pensar por qué las historias trágicas atraen más que las felices? Por lo menos yo no he encontrado ni poemas ni novelas de calidad literaria que eviten el sufrimiento, por más que hablen del amor. Claro que veo comedias románticas, algunas muy buenas y entretenidas, pero me refiero a las obras que llevan a la reflexión.

    La-etica-de-la-crueldad 1.jpg

    El escritor español José Ovejero se ha hecho estas preguntas y le dedicó un libro a la crueldad en el arte. En La ética de la crueldad analiza obras literarias y de las artes plásticas que de ser reales nos harían salir corriendo.

    “El acto cruel contenido en una novela o en un cuadro es una representación que por supuesto no puede suponer daño alguno para lo representado; por decirlo con una perogrullada, al Holofernes pintado por Caravaggio no le duele el tremendo tajo con el que Judit separa su cabeza de su tronco. Mientras que el sacrificio de un toro o el puñetazo que recibe un boxeador sí tienen consecuencias directas sobre el bienestar de ambos”.

    Judith_Beheading_Holofernes_-_Caravaggio.jpg

    Ovejero piensa que a veces la representación busca a propósito el sufrimiento en el público, y pone el caso del corte del ojo en Un perro andaluz, la película de Luis Buñuel. “El espectador quisiera desviar la mirada, siente la agresión, sabe que el artista desea que se encoja en el asiento, que sufra. No es una coincidencia, no es un efecto secundario indeseado del arte, sino su objetivo”.

    En definitiva, para Ovejero, el artista puede conmover con lo más terrible, y por eso lo necesitamos. Como ocurre con los antiguos cuentos infantiles que enfrentan a los niños con sus terrores. Suena contradictorio, pero es necesario. Acá te dejo el fragmento de la escena de Buñuel. Pasa rápido, animate a mirarla.

    Embed - Escena ojo-luna-navaja Buñuel

    Otro escritor, el nicaragüense Sergio Ramírez, en un bellísmo artículo plantea: “La belleza siempre está contaminada, nada ocurre por separado. El cuchillo tiene un doble filo igualmente cortante, uno para la crueldad, otro para la compasión”. Y cita una carta que Gustave Flaubert le envió a Louise Colet: “‘En el destrozado cementerio se veían esqueletos casi podridos mientras los árboles balanceaban sus frutos dorados encima de nuestras cabezas’. ¿No sientes lo completo de esta poesía y cómo supone una gran síntesis?”.

    Hace un tiempo vi la película polaca Hater, sobre un joven llamado Tomek que comete plagio en la universidad y por eso lo expulsan. Entonces consigue trabajo en una agencia de márketing digital que se encarga de desacreditar a personalidades públicas con noticias falsas. Lo terrible de la película es que la habilidad de Tomek para la tecnología no queda solo en el plano virtual, sino que tiene consecuencias reales en la sociedad. Sus acciones en las redes lastiman y desatan el odio, incluso sobre la muchacha que dice amar.

    Embed - THE HATER (Netflix) | Tráiler de la película en versión original

    Por supuesto que en este momento estarás pensando en varias representaciones artísticas del amor que no incluyen el odio. Yo recuerdo ahora El beso de Klimt, y la escultura El beso de Rodin, Los amantes de cara tapada de Magritte, el cuadro Enamorados, de Renoir. La lista sería larga de enumerar. Sin embargo me cuesta encontrar una lista similar en literatura.

    “Pero el amor es más fuerte”, dice una canción argentina que tal vez le hubiera gustado a San Valentín de Roma (que al parecer no fue un solo sacerdote sino tres con el triste destino de los mártires), que casaba a parejas jóvenes a escondidas. El emperador romano Carlos II, que había prohibido el cristianismo, consideraba que los hombres solteros eran mejores guerreros y por eso no permitía los casamientos. Pero San Valentín creía en el amor y no le hizo caso, por eso fue decapitado. Los enamorados que festejan cada 14 de febrero con flores y bombones tal vez no sepan que en la historia de ese festejo hubo un acto de odio.

    Entonces, ¿estás de acuerdo con que no se necesita demasiado para amar?

    En el amor y en el boxeo / todo es cuestión de distancia, dice un poema de Cristina Peri Rossi. Te amo, te odio, dame más, le podría responder, cantando, Charly García. Yo les diría a los dos, gracias por el arte.

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    Antes de despedirme, te recomiendo que sigas este sábado en busqueda.com.uy la cobertura en vivo de la asunción de Yamandú Orsi como presidente, y el domingo, las novedades sobre los Premios Oscar. Aquí te dejo las predicciones de Pablo Staricco acerca de los ganadores.