Un roto para un descosido: “Los que se quedan” es el regalo de esta temporada de Premios Oscar

escribe Pablo Staricco 
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Entre la seriedad extrema de Oppenheimer, la astucia juguetona de Barbie y la importancia revisionista de Los asesinos de la Luna, se asoma una película agridulce con nostalgia, risas y un enorme potencial para convertirse en un próximo clásico de las fiestas. Es una de las historias más disfrutables en la carrera a ganar el próximo premio a Mejor película de los Oscar, a entregarse el domingo 10 de marzo, y se titula Los que se quedan.

Así se llama la nueva película del director estadounidense Alexander Payne, responsable de la imperdible Election (1999), la ácida Entre copas (2004) y la enternecedora Nebraska (2013).

Laureada dentro de esta temporada de premios con cinco nominaciones para los Oscar y con algunos galardones ya obtenidos por sus protagonistas, Los que se quedan es un regreso esperado para Payne luego de la fallida Pequeña gran vida (2017). Aquella comedia con Matt Damon fue calificada por el crítico Eduardo Alvariza en Búsqueda como “la más floja” en la carrera de Payne, un director al que, sin embargo, nombró como un “imprescindible del cine” debido a su “poder de observación”.

Si hay algo distintivo dentro del cine de Payne, y en ese poder de observación, es su abordaje de la esencia de la vida estadounidense. El cineasta ha abogado, desde la década de 2000, cuando irrumpió en Hollywood, por un cambio hacia películas sobre estadounidenses en lugar de simplemente “películas estadounidenses”. Ha intentado explorar entre risas en las complejidades de su nación, analizando las discrepancias entre las aspiraciones y limitaciones del hoy inexistente sueño americano. Para Payne, la comedia no es solo una fuente de entretenimiento, sino una manera de ver la vida que le permite navegar por los aspectos dolorosos sin salir lastimado.

Más cerca de un cine personal de la década de 1970 que de la actual dominación corporativa en la industria hambrienta de propiedades intelectuales, Payne continúa con un espíritu cinematográfico centrado en personajes cuyas historias resuenan gracias a la autenticidad y universalidad de sus problemas.

“Cuando está confundida y preocupada, la gente mira al arte en general, y el cine en particular, para entender un contexto y dar con pistas sobre quiénes somos y de dónde venimos y hacia dónde podríamos ir. Estos tiempos garantizan una mayor demanda de películas con contenido humano”, dijo Payne, casi veinte años atrás.

En Los que se quedan, esa búsqueda es tan entretenida como sentimental y gracias a un grupo de personajes entrañables. Perdidos en sus problemas y sus traumas, son ellos quienes encuentran un camino en común al redefinir las relaciones que los une inicialmente.

La película está protagonizada por un trío atípico. Por un lado se encuentra el profesor malhumorado Paul Hunham, interpretado de forma exquisita con altanería y un aire de perdedor por Paul Giamatti (nominado como Mejor actor). El Sr. Hunham, como todos lo llaman, se ve obligado a quedarse en el liceo privado de Nueva Inglaterra en el que da clases desde hace décadas para cuidar de un puñado de estudiantes que no tienen dónde ir durante el receso de Navidad. Entre ellos se encuentra Angus Tully, un joven problemático, pero muy inteligente y de aparente buen corazón, personificado por el debutante Dominic Sessa. El tridente es completado con ternura por la actriz Da’Vine Joy Randolph, quien personifica a Mary Lamb, una jefa de cocina del colegio que acaba de perder a su hijo en la guerra de Vietnam. El año es 1970, la nieve viste todo el campus y estos tres se ven obligados, por diferentes motivos personales, a aguantar la tormenta de la soledad en la que se ven envueltos.

Desde su comienzo, cuando los logos de los estudios y compañías responsables de la película se muestran en sus diseños de antaño y la música comienza a recordarnos la añoranza que caracteriza a los arpegios de cantautores como Cat Stevens, Los que se quedan enfatiza su intención en anclarse de lleno en el pasado. De hecho, gran parte de la película se ve como si el director hubiese encontrado una lata con la película en su formato de la época: la cinta fílmica. La reproducción de ese aspecto, el de una película “con grano”, es intencional.

De acuerdo a la revista Filmmaker, Payne y su equipo utilizaron la cámara digital Arri Alexa Mini (un peso pesado entre las cámaras actuales del mercado) y aplicaron técnicas para simular la apariencia de haber sido filmada en 35 mm durante los setenta. Con una paleta de colores muy acogedora y una textura en la que se simula un aspecto granulado sobre la pantalla, Los que se quedan busca ser vista como una reliquia del pasado. Lo logra.

Esas decisiones técnicas son apenas una parte del truco que Payne hace para hacer de su hechizo uno efectivo. Luego de presentarnos a estos personajes con solo algunas migajas de su personalidad, la historia comienza a explotar su faceta más graciosa bajo una fórmula conocida llevada con genialidad por el nunca decepcionante Giamatti y el ahora prometedor Sessa: la pareja dispareja.

El Sr. Hunham es un experto en civilizaciones antiguas, pero su estilo de enseñanza, uno de rigurosidad y de constantes evaluaciones, lo ha hecho una figura poco popular entre el alumnado e, incluso, entre el profesorado. Algo similar sucede con Angus: sus cualidades personales no parecen aflorar en un contexto (un liceo netamente masculino) en el que la broma y el insulto al otro están a la orden del día. Obligados a convivir durante varios días, profesor y alumno irán desechando las capas de prejuicios que tienen uno sobre el otro para encontrar, a partir de algunos dolores compartidos, que tienen más para aprender, mutuamente, de lo que esperaban.

No hay grandes sobresaltos en el guion de Los que se quedan, que sí tiene la secuencia de comedia más divertida en la cartelera actual, pero su frescura, solvencia y economía de recursos, con los que hace fluir una historia que encapsula el lado trágico que todas festividades tienen, la convierten en una sorpresa absoluta.

Las películas de Payne suelen ser etiquetadas como comedias oscuras, dramas cómicos o híbridos de géneros. Si hay que clasificar a Los que se quedan de alguna manera, es una sola: un verdadero regalo.

Vida Cultural
2024-02-01T00:28:00