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    El declive de los blancos y colorados "puros"

    El 28 de noviembre de 1999, llegó un momento de pesadilla para muchos blancos de la época. Ese día fueron a las urnas a votar en masa por un Batlle.

    “Es una elección entre personas y no entre partidos, entre un candidato u otro”, declaró Jorge Batlle a los medios después de votar. Había que dejar a los blancos lamer sus heridas y encarar el primer balotaje de la historia uruguaya con el mayor optimismo posible. Tenían un rival común a derrotar: el Frente Amplio y su candidato, Tabaré Vázquez.

    Con el triunfo asegurado, Luis Alberto Lacalle Herrera les pidió a los dirigentes de primera línea que no fueran a saludar a Batlle. Votar juntos, sí; festejarlo, no.

    De aquellos resquemores casi no quedan vestigios.

    Por el contrario, la frontera electoral entre los dos partidos fundacionales es difusa. La existencia de ese espacio común, todavía con predominio blanco, es lo que ambienta expectativas coloradas este año.

    Soy Guillermo Draper y esta es la séptima entrega de Derrotero Electoral.

    Cuestión de familia

    Las herencias pesan, o al menos pesaban. Mi padre me contaba que cuando era chico en casa de su tío compraban El País y El Día, con uno se informaban y con el otro prendían el fuego. No voy a decir cuál es cuál para no herir sensibilidades.

    La estabilidad del sistema de partidos uruguayos suele recibir elogios. La irrupción del Frente Amplio en 1971 rompió el bipartidismo que dominó buena parte de la historia política uruguaya, pero no implicó la destrucción total de lo anterior. Las piezas siguen en proceso de reacomodo.

    El año del primer balotaje, el politólogo Felipe Monestier era director del Área de Estudios de Desarrollo de Equipos/Mori (hoy Equipos Consultores). En noviembre de 1999, semanas antes de la segunda vuelta, presentó en un congreso internacional los resultados de un estudio titulado Familia e identidad partidaria: razones para el exito de una nueva tradicion politica en Uruguay.

    “Creo que es una de las primeras cosas más o menos académicas que publiqué”, bromeó Monestier cuando le escribí mientras preparaba esta edición de Derrotero Electoral.

    El crecimiento sostenido del Frente Amplio desde las primeras elecciones a partir del retorno de la democracia llevó a Monestier a explorar las identidades partidarias y el efecto que tenía sobre las preferencias electorales crecer en un hogar de determinado signo político.

    Casi la tercera parte (29%) de los encuestados en 1999 provenía de hogares colorados y un poco menos (23%) aseguraba que tanto su padre como su madre votaban habitualmente por el Partido Nacional. Los hogares frenteamplistas, por motivos obvios, eran menos (8%).

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    En 1999, los hogares frenteamplistas lograban una mejor “reproducción transgeneracional de su tradicion”, concluía Monestier. Un estudio de Cifra publicado por Búsqueda 25 años más tarde llegaba a conclusiones similares.

    La identidad partidaria de los fundacionales disminuye y parece dar paso a otra.

    De familias y autoidentificaciones ideológicas

    Pese a que estábamos en medio del cierre de la edición semanal, el miércoles 7 por la tarde me escapé un rato de la redacción. Fui hasta la Universidad Católica porque había una actividad organizada por esa institución, la Asociación Uruguaya de Ciencia Política y la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República.

    El director de Opinión Pública de Equipos Consultores, Ignacio Zuasnabar, dijo un par de cosas que me llamaron la atención. Una la publicamos este jueves en Búsqueda y otra fue el principal disparador de esta newsletter.

    Zuasnabar recordó que la estabilidad del sistema uruguayo está asociada, al menos en parte, a la existencia de identidades partidarias “sólidas” que, con algunas oscilaciones, se mantienen en el tiempo.

    Esa estabilidad no es paralizante. El sociólogo puso la mirada en los “cambios identitarios” en el espacio que ocupan el Partido Nacional y el Partido Colorado. Hay en los últimos años, según los datos de Equipos Consultores, una consolidación de una identidad común que tuvo en aquel primer balotaje uno de sus mojones más importantes.

    Blancos y colorados gobernaron en coalición antes del triunfo de Jorge Batlle. Que votaran juntos en esa instancia no fue un episodio inesperado, sino más bien un paso inexorable de un proceso. Si llegó en ese momento, fue porque el nuevo sistema electoral, establecido con la reforma constitucional de 1996, les dio la oportunidad perfecta.

    Monestier escribió en 2023, en un artículo incluido en el libro Historia de los conservadores y las derechas en Uruguay, que la reforma que habilitó el balotaje “se ajustaba a la nueva realidad del sistema de partidos”, que ya se ubicaba en el eje izquierda-derecha.

    Julio María Sanguinetti en una entrevista con Búsqueda en 1997 lo pondría en otros términos. Había desde entonces dos “familias ideológicas”: “De un lado de la mesa, los que tienen un origen liberal filosófico, y del otro, desde el Movimiento de Liberación Nacional hasta los que caminan por un pretil como la Vertiente Artiguista y Asamblea Uruguay”.

    La autoidentificación ideológica en Uruguay ha tenido pequeños movimientos en las últimas décadas, según el Latinobarómetro.

    Un análisis de la Unidad de Métodos y Análisis de la Facultad de Ciencias Sociales estatal muestra que en la década de 1990 la “autopercepción ideológica de los uruguayos estaba ligeramente inclinada hacia la derecha”. En la década siguiente, coincidente con la llegada del Frente Amplio al gobierno nacional, pasó a estar “ligeramente inclinada hacia la izquierda”.

    A partir del 2016, la tendencia es hacia el centro y en 2020 los datos “sugieren un aumento en ambas colas de distribución”, es decir: hay más personas que se autoidentifican en los extremos.

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    Equipos Consultores publicó en 2023 una encuesta de autoidentificación ideológica.

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    Una aceleración

    En la charla organizada en la Universidad Católica, Zuasnabar dijo que el fenómeno de la identificación de un bloque partidario compuesto por blancos y colorados se profundizó en los últimos años. En sus palabras: “Esta consolidación de la identidad de bloque, que venía generando ya muy tenuemente pero persistentemente desde el inicio, quizás desde el 99 mismo, tiene una aceleración fuerte, muy fuerte, invisible, porque se da en un año poselectoral, que es el 2020”.

    En el primer año de gobierno de Luis Lacalle Pou, los votantes que se identifican con más de un partido de la “coalición multicolor” superaron a los “blancos puros”, dijo el sociólogo. El efecto de comenzar a gobernar sirvió de catalizador.

    Le pedí a Zuasnabar algunos datos de las encuestas de Equipos Consultores sobre eso. La tendencia es clara.

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    Zuasnabar me explicó que hasta 1999 la medición de identificación partidaria que aplicaba Equipos Consultores era unidireccional: surgía de preguntar con qué partido se identificaban. A partir de esa elección, cambiaron la metodología para poder captar la cercanía partidaria y, con eso, su radar detectó el “incremento de las identidades partidarias múltiples”.

    En la charla, Zuasnabar recordó que el sociólogo Luis Eduardo González solía decir que el “muro” entre blancos y colorados era cada vez más bajo. En su opinión, ya no hay obstáculo que franquear para votar a uno u otro.

    La primera newsletter que te escribí tenía como foco la idea de la coalición republicana como un sujeto político todavía en formación. En ese espacio común, la migración electoral es más fácil. El “muro” lo separa del otro bloque mayor, el Frente Amplio.

    La apuesta de Ojeda

    Ahí radica la apuesta del candidato presidencial Andrés Ojeda. El mensaje y la estética de su campaña, alejada del Partido Colorado tradicional, busca resonar entre votantes que comparten espacio ideológico. Las elecciones nacionales pasan a ser una “interna” entre los socios y el triunfador los representará en el balotaje.

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    Andrés Ojeda acompañado por su equipo técnico en temas de seguridad

    Andrés Ojeda acompañado por su equipo técnico en temas de seguridad

    Los datos que me compartió Zuasnabar le dan una buena noticia, y es que en la pecera hay una cantidad de votos no identificados con el Partido Nacional suficiente como para llevarlo al balotaje. Claro, eso desde la teoría.

    Entre los colorados, el optimismo campea estos días gracias a los últimos datos de las encuestas. Los blancos cayeron y Ojeda quedó más cerca.

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    Algo similar ocurrió cinco años atrás cuando las encuestas ubicaron a Ernesto Talvi cerca de Lacalle Pou. Ojeda y su equipo quieren aprovechar el momento.

    Pero los números habilitan otra lectura.

    El Partido Colorado ganó en Rivera y salió tercero en el resto de los departamentos en las elecciones internas. Ojeda recibió 40.000 votos y las encuestas lo ubican todavía lejos de Álvaro Delgado. Y en un país en el que el despliegue territorial —el puerta a puerta— tiene un peso superlativo en la campaña, la maquinaria blanca parece mucho más sólida y mejor distribuida en el territorio.

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    El “piso” de los blancos luce todavía inalcanzable para el resto de sus socios.

    Tenga éxito Ojeda o no, la elección nacional de 2024 puede ser otra de esas instancias clave en el proceso de consolidación del fenómeno que identificaba Zuasnabar.

    De continuar el proceso, “podremos decir que estamos en la puerta de entrada a algo más que un bibloquismo, una nueva configuración de la oferta y por ende de la demanda electoral en Uruguay”, me dijo la politóloga Victoria Gadea.

    Doy un paso más. Futurología apta para charla de bar o newsletter de sábado a la mañana. Si la coalición republicana finalmente existe no solo como espacio simbólico y de gestión de gobierno, sino como un macropartido con reglas y mecanismos de resolución de conflicto al estilo Frente Amplio, ¿habrá en el futuro un escenario familiar de transmisión de identidad “coalicionista” por encima de los partidos que la componen?

    Si querés enviarme tus comentarios, sugerencias o críticas, escribime a [email protected]. También te invito a escribir a [email protected] si te interesa que publiquemos tu opinión sobre este u otros temas.

    Antes de dejarte, van las recomendaciones habituales

    Esta mirada de la campaña se alimenta, en parte, del trabajo que desarrolla el equipo de Búsqueda sobre el proceso electoral. Si querés leer todo nuestro contenido, suscribite acá.

    Para entender un poco más sobre la estrategia de Ojeda y los movimientos en el Partido Colorado, te sugiero esta nota de Leonel García. Además, en la charla organizada en la Universidad Católica, Zuasnabar habló de las elecciones presidenciales como “inciertas”, pero no necesariamente “parejas”.

    Más allá de lo político electoral, recomiendo mucho esta nota de Victoria Fernández sobre investigaciones de explotación sexual de adolescentes que están bajo la tutela del Estado. A mí me hizo hervir la sangre.

    Para tratar de sacarse el sinsabor, voy con esta recomendación de Silvana Tanzi, que incluye dos muestras y un documental sobre Joaquín Torres García.