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    En un Partido Colorado que mejoró su participación, ambos sublemas se disputan la victoria interna

    El sector que responde a Andrés Ojeda fue el que obtuvo más votos y senadores, pero el de Pedro Bordaberry tuvo más diputados y la lista con más adhesiones

    La lista 10, de Vamos Uruguay, logró 148.231 votos. Fue la más votada del Partido Colorado el domingo 27. El sublema Unir para Crecer, que integraban entre otras las listas 25, 600 y 9007, fue el más votado: 233.604 votos. En una y otra perspectiva se afirman ambos sectores para atribuirse la victoria interna en las elecciones.

    Una y otra perspectiva están encolumnadas detrás de Andrés Ojeda, el candidato a presidente cuya campaña logró un mejor posicionamiento del partido, y Pedro Bordaberry, el histórico líder cuya reaparición luego de las elecciones internas es considerada clave para el éxito. Uno ya salió en la foto coalicionista, ahora liderada por el blanco Álvaro Delgado, luego de cerradas las urnas. El otro ya comenzó a trabajar en el terreno para llevar al candidato del Partido Nacional al triunfo en el balotaje del 24 de noviembre.

    Los 384.962 votos conseguidos según el escrutinio primario de la Corte Electoral, 16,02% del electorado, una cosecha parlamentaria de cinco senadores y 17 diputados, le dieron al lema la segunda mejor votación en lo que va del siglo. Eso más la magra actuación de otros socios de la coalición republicana —Cabildo Abierto y el Partido Independiente— envalentonaron a Ojeda, al punto de hablar de “cogobierno” en su discurso a los militantes antes de que el domingo se volviera lunes. Bordaberry, acá también, tomó distancia de esa idea.

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    Día de elecciones

    Como en las internas, cuando emergió victorioso, Ojeda eligió al hotel Hilton como su búnker en las elecciones nacionales. Pero a diferencia de aquella vez, cuando los canales comenzaron a emitir su proyección de escrutinio a las 20.30 h, no había ningún dirigente en el tercer piso, ahí donde estaban ubicados los periodistas. La versión que corrió es que no querían testigos para reacciones de insatisfacción. Si el 30 de junio ya se vislumbraba una victoria, el 27 de octubre ya se rumoreaba que la votación giraría en torno al 15%. Esto ya era más que en 2014 y 2019, pero menos que la expectativa optimista del entorno más cercano al candidato —ni hablar del propio candidato—, en el que incluso se llegó a hablar de llegar al balotaje.

    A los pocos minutos las reacciones fueron las de ver el vaso medio lleno. Si a fines de 2023 las encuestas hablaban de una intención de voto de 4% y las internas de cuatro meses atrás fueron las de menor participación colorada de la historia (unos 100.000 votos), ahora se obtenían los mismos legisladores que en 2009, elección considerada como su resurgir.

    Los partidos de la coalición, sumados, superaban al Frente Amplio. El plebiscito de la seguridad social no alcanzaba los votos necesarios para ser aprobado. Había matices: algunos dirigentes (como Gabriel Gurméndez y los diputados Conrado Rodríguez y María Eugenia Rosselló) lucían más felices que otros (Elsa Capillera y Sebastián Sanguinetti). Gustavo Osta, prosecretario del Partido Colorado, hablaba de “un buen resultado”, que “consolida un proceso de crecimiento importante y fortalece a la coalición”.

    Sobre el final, la ilusión de terminar liderando al oficialismo en un balotaje ya había sido morigerada incluso por su mayor abanderado. “Para nosotros, fue una elección soñada, mucho mejor de la que imaginábamos”, dijo Ojeda al llegar al Hilton, a eso de las 18.45. Ahí anunciaba que esa noche en plaza Varela iba a salir “al toque” la foto de la coalición republicana que en 2019 “demoró 20 días”.

    Terminaba un día que lo arrancó temprano, ofreciendo panqueques con avena a los periodistas que lo esperaban en la puerta de su casa cerca del Puerto del Buceo, repartiendo listas en la calle, recorriendo locales partidarios y haciendo ejercicio en el gimnasio al que asiste habitualmente. Votó en el colegio y liceo La Mennais en Punta Gorda, el mismo en el que cursó primaria y secundaria. Entre periodistas, simpatizantes y gente que le pedía fotos, la calle, el pasillo y el salón de clase donde funcionaba el circuito 871 quedaron chicos. De hecho, la presidenta de mesa debió exigir calma porque el despliegue de gente y medios casi tira al piso a una señora mayor, munida con un bastón, que votaba (o al menos lo intentaba) antes que el candidato.

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    Andrés Ojeda al momento de votar

    Andrés Ojeda al momento de votar

    Luego almorzó con su madre, su hermana, su cuñado y sus dos sobrinos. A diferencia de las internas, en esta ocasión fue el varón (Bernardo) el que depositó el sobre en la urna. Que en las internas lo hiciera la niña (Juana) le generó al tío un tenso momento familiar que ahora debía equilibrar. En todos lados por donde pasó, Ojeda se dio un baño de selfies con sus seguidores, muchos de ellos votantes, otros tantos más parecidos a miembros de un fandom.

    En su búnker, cuando todavía el resultado era una incógnita, el periodista argentino Marco Palazzo, afín al presidente Javier Milei, le consultó a Ojeda si sabía que —justamente— el mandatario allende el Plata lo pensaba apoyar en caso de pasar a segunda vuelta. El colorado respondió que lo recibiría gustosamente. “A mí apoyos no me sobran, así que todos los que vengan serán más que bienvenidos y lo recibiría con enorme gusto. Todos los apoyos me sirven”. Ojeda había dicho que tenía puntos en común con el mandatario argentino, aunque lo limitaba a la comunicación con la gente y la forma de encarar “la nueva política”. Finalmente, este extremo no se concretará.

    Liderazgos

    Al final de su discurso ante la militancia —en un escenario en el que actuó una DJ y la banda de cumbia pop Vi-Em, y que pareció pensado para más gente que la que hubo— Ojeda llamó a “copar la plaza Varela” y ponerse “espalda con espalda para ganarle al Frente Amplio”. En el nuevo punto de encuentro era, con la obvia excepción de Delgado, notoriamente el más feliz arriba del estrado, al que subió agitando y pidiendo aplausos, en contraste con la seriedad de Eduardo Lust, del Partido Constitucional Ambientalista, la sonrisa sobria de Pablo Mieres, del Partido Independiente, y el gesto en extremo adusto de Guido Manini Ríos, de Cabildo Abierto. De hecho, mientras subía Lust —nuevo y sorpresivo integrante del oficialismo—, se fundía en un abrazo tras bambalinas con Delgado.

    La cercanía con Delgado es un nuevo punto en el que se avizora una nueva tensión entre Ojeda y Bordaberry. El primero, ya se dijo, está en las fotos. El segundo tiene línea directa. Desde el sector del candidato coalicionista hay más afinidad con el senador electo, alimentada por años de conocimiento previo y por los dardos que Ojeda le dedicó (y Delgado no contestó) con cierta periodicidad en el último tramo de campaña.

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    Militantes colorados a las afueras del hotel Hilton

    Militantes colorados a las afueras del hotel Hilton

    También está la duda, evadida públicamente por ambos, de quién es el legítimo líder colorado. En declaraciones a El País Ojeda dijo que “en el Senado se definen los grandes temas del gobierno”. Es en esa cámara donde su sublema ganó tres de los cinco legisladores colorados. Esa ventaja y los 85.000 votos más que su sublema sacó respecto a Vamos Uruguay son los argumentos para sostener su liderazgo partidario. También juega la composición de convencionales surgida en las internas de junio, que Ojeda ganó y en la que Bordaberry no participó, que derivará en la elección del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de la colectividad.

    “Acá hubo una interna partidaria y la ganó Ojeda. Los liderazgos no se decretan. Si vamos por votos, sacó más el sublema de Ojeda. Además, ¿por qué tiene que haber un líder solo? Históricamente no ha sido así entre los colorados. Hoy hay dos líderes claramente establecidos”, dijo a Búsqueda Gustavo Osta, prosecretario general del Partido Colorado, quien fue parte de Unir para Crecer.

    Bordaberry tiene una opinión radicalmente diferente. Haber apostado a una lista única en todos los departamentos ayudó a Vamos Uruguay a obtener al menos 10 de los 17 diputados colorados, proporción que seguramente aumente. Pero su visión de lo ocurrido en el Senado también difiere de la de Ojeda: “Hoy en la Cámara Alta somos cuatro grupos representados: la 10 tiene dos lugares, la 25 uno, la de Gustavo Zubía otro y la de Robert Silva otro. Me parece bien que todos tengamos voz y nos pongamos a trabajar. Que nosotros tengamos el doble de los otros grupos, de a uno, no nos va más derecho”, señaló a Búsqueda.

    Zubía logró una banca en el Senado por la 25 (104.413 votos), donde estaba en el segundo lugar. Su propia propuesta, la 9007, que tanta fuerza había tenido en las internas, tuvo una floja actuación el 27 (31.101 votos). La 600 de Silva, compañero de fórmula de Ojeda, tuvo, por el contrario, un caudal que sorprendió gratamente (78.856).

    Debajo de una unidad declamada, unidos en pos del triunfo de Delgado, ya hay señales de que la interna colorada no será tan armónica como se quiere demostrar. Desde filas de Vamos Uruguay apuestan que tanto Zubía y Silva le seguirán el apunte a Ojeda terminada la carrera electoral; en Unir para Crecer, donde consideran a sus rivales como “tres sectores metidos a prepo en una lista sola”, dudan sobre qué tan monolítica será la postura de Bordaberry y Tabaré Viera, segundo senador elegido por la 10, que tienen “posturas filosóficas antagónicas”. Por supuesto, ninguno de estos señalamientos se hacen en voz alta.