Se ha vuelto un lugar común decir que Montevideo es una ciudad gris y que por eso hay que alegrarla. Me pregunto cuál será el signo de alegría de una ciudad. ¿Está en los colores de sus fachadas, en el tipo de ornamento o en la cantidad de espacios verdes? Posiblemente sea una mezcla de todo eso más la actitud y el espíritu de la gente. El fin de semana salí a caminar por mi barrio, Cordón, para medir su grado de grisura o de alegría. Comprobé que se ha convertido en un cambalache arquitectónico mezclado con mensajes indescifrables en las paredes. A ese paisaje se suman las personas dormidas bajo una manta en la vereda o sentadas con la mirada perdida. El resultado no dio felicidad.
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Grafiti en una casa del barrio Cordón
Javier Calvelo/adhocFOTOS
Pero ahora quisiera reflexionar sobre uno de los elementos de ese cambalache: el grafiti. No es la primera vez que escribo sobre el tema, y no soy nada original porque este fenómeno social y urbano desde hace años despierta interés en periodistas, académicos, arquitectos y artistas. Igual regreso sobre lo mismo porque la disputa silenciosa entre grafiteros por conquistar las paredes más visibles de la ciudad está subiendo de volumen. En las noches montevideanas, hay una batalla por los muros.
Glosario
Voy a empezar con una especie de glosario, porque con la palabra grafiti se denominan varias formas de expresión callejera. Según el DLE (Diccionario de la lengua española), es una “firma, texto o composición pictórica realizados generalmente sin autorización en lugares públicos, sobre una pared u otra superficie resistente”. Me gusta la definición porque abarca todo: desde su grado de elaboración en el espacio público hasta su aspecto furtivo y contestatario.
El tag es una firma, parecida a un garabato, en general se hace con rapidez, con pintura negra sobre superficies claras, es el grafiti más elemental y el más rechazado por la población. Las paredes recién pintadas son un llamador para los tags. Una vez que se estampa uno no hay cómo parar la epidemia. Un tag llama al otro tag.
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Tags y bombas en calles del barrio Cordón
Javier Calvelo/adhocFOTOS
Las bombas son las hermanas mayores de los tags, integran la familia de “grafiti vandal”. El nombre viene de sus letras gordas y grandes, a veces coloridas, que habitualmente representan la firma del autor. Otro tipo de firma es colectiva, la que hace una crew (tripulación), un trabajo conjunto de varios grafiteros.
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Murales en el Cementerio del Cerro
Ricardo Antúnez/adhocFOTOS
En orden creciente en cuanto al tamaño y a su propósito artístico, están las piezas, los stencils y los murales. Cuanto mayor tamaño, mayor es el costo: un aerosol de pintura de buena calidad cuesta unos $ 500 y cubre alrededor de un metro cuadrado. Se necesitan por lo menos 10 latas para hacer un mural destacado.
En el principio estuvo la mano
“El primer stencil que se hizo en el mundo fue una mano en las cavernas”, afirma Blek le Rat, un artista callejero francés, cuyo apodo deriva de sus inicios en el stencil, cuando estampó pequeñas ratas a las corridas en las paredes de París. Se había inspirado en los grafitis que había visto en su visita a Nueva York en 1971. A partir de las ratas, su arte callejero continuó con siluetas y figuras de todo tipo. En una especie de manifiesto, escribió: “Intento exponer las mejores cosas de la vida mediante inesperadas imágenes que distraen y deleitan a los peatones, sacándolos de sus preocupaciones cotidianas. A pesar de las represalias por parte de la policía en contra del grafiti, continuaré asaltando las calles en la oscuridad, ya que para mí, llevar el trabajo directamente a las calles es parte primordial de la evolución del arte”.
Le fue muy bien a Blek le Rat, hoy sus obras se cotizan en las subastas, igual que las del misterioso artista y activista inglés Banksy, cuya niña con globo en forma de corazón se autodestruyó, en parte, después de ser subastada. Lo que sobrevivió, se puso de nuevo a la venta por 21 millones de euros.
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HA! Obra pública
Detrás de los grafitis siempre hay alguna reivindicación social, política o artística. La tuvo Jean-Michel Basquiat (1960-1988) con su arte socialmente comprometido, que pasó de las calles de Nueva York a las galerías más destacadas. Basquiat es una figura de culto para el arte contemporáneo. Fue un grafitero que combinó poesía, jazz, influencias griegas, romanas y africanas en sus obras. Vivió parte de su corta vida en la calle, no tuvo ninguna formación. Fue un genio.
El fin de semana no solo observé el barrio, también estuve mirando documentales. En este se puede saber más sobre Basquiat:
Embed - JEAN-MICHEL BASQUIAT - GRANDES ARTISTAS DE LA HISTORIA - DOCUMENTAL 23
Aquí, otro documental para acercarse a Banksy, o más bien a un francés que, cámara en mano, empezó filmando arte callejero, se encontró con las obras del artista y no paró hasta que llegó a él. En el documental, Banksy es un ser encapuchado y sin rostro.
Embed - Banksy Exit Through The Gift Shop 2010 eng subs
Grafiteros pompeyanos
Me voy muy atrás en el tiempo, no tanto como a la caverna, pero sí a Pompeya, sepultada por la erupción del Vesubio en el año 79 d. de C. Más de 5.000 grafitis sobrevivieron en sus paredes, un registro valioso para conocer cómo era ese mundo perdido. Incluso por uno de esos grafitis se puede saber el mes en que el Vesubio decidió estallar.
Encontré un blog de un instituto español, el IES Mariano José de Lara, que tiene una página dedicada a las lenguas clásicas. Allí hay un tesoro: grafitis de las calles de Pompeya traducidos del latín vulgar al español con la indicación del lugar en el que se hicieron.
Eran picantes los pompeyanos. Así lo indican los grafitis que hacen alusión al sexo, a la política, a la materia fecal y también al amor. En definitiva, no eran tan diferentes a los de hoy. Aquí, algunos ejemplos:
“Todo enamorado es un soldado” (entrada de una casa)
“Defecador, que todo te salga bien para que te puedas marchar de aquí” (cerca del Vesubio)
“Me follé a la camarera” (bar de Atthicus)
“Atimetus me dejó preñada” (casa de los mercaderes Vibii)
“Cedlanus, el gladiador de Tracia, es la delicia de las chicas” (barracas de los gladiadores Julianus/Claudius)
Protagonista de libros
Hay dos libros uruguayos que me gustan mucho porque recogen parte de la historia del grafiti montevideano. Uno es de la escritora Andrea Blanqué y se llama Antología del retrete. Grafitis de los baños de mujeres. Como su nombre lo indica, es muy escatológico. La autora paseó por baños de bares y centros de estudio y se puso a leer las leyendas en las puertas de sus baños, donde un grafiti le responde a otro. El chat de hoy se originó en los baños.
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El periodista Eduardo Roland es el autor del otro libro que quiero recomendarte: Contra cualquier muro. Grafitis en las paredes de Montevideo entre 1985 y 1989. Un valioso testimonio del ingenio en las calles cuando se estaba transitando de la dictadura a la democracia.
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Y otro más. Esta vez, una novela del español Arturo Pérez Reverte, El francotirador paciente. Para mí, una de las mejores que ha escrito. Es una historia inspirada en grafiteros reales que tiene como protagonista a Sniper, “el artista más famoso y más buscado del arte urbano, a medio camino entre Banksy y Salman Rushdie”. Muy codiciado por las galerías de arte este personaje a medio camino entre la ficción y la realidad.
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Min8: el neomuralismo
Me interesa escuchar lo que dicen del grafiti tanto quienes se sienten damnificados como quienes lo hacen. Pero no es fácil que los grafiteros den su testimonio. Desconfían de la prensa, prefieren el anonimato. Claro que hay excepciones y Min8 es una de ellas. Su firma —que como es habitual en los grafiteros mezcla palabras y números— es conocida por sus grandes murales. Empezó a pintar en la calle en 1998, ahora tiene 41 años, ha sido premiada por sus trabajos, fue docente en UTU, en Bellas Artes y en el Centro Universitario de Paysandú.
“En la adolescencia me gustaba escuchar rap y después empecé a investigar en la cultura del hip hop. Todos teníamos algún elemento del hip hop, a mí me gustaba pintar, y en esa época pintar significaba hacer tags, todos teníamos una firma. Nunca me imaginé que iba a terminar siendo mi profesión, pero me hacía feliz. Me dediqué tanto que con los años terminó siendo mi vocación”.
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Los felinos son habituales en la obra de Min8
Min8
Para ella, el arte callejero tiene mucho de exploración de estilos nuevos. “Por esa libertad de investigación el grafiti resulta atractivo para mucha gente”, dice. En su cuenta de Instagram (min_ocho) se presenta como artista y grafitera. También incluye la palabra neomuralismo. “Es un término que me enseñó una amiga colombiana. Para ella, lo que nosotros hacemos no es el muralismo tradicional que utiliza el pincel. El nuestro es con aerosol o con pegatinas gigantes. Es un nuevo muralismo”.
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Min8 y su mural en una vieja garita policial
Min8
Uno de sus últimos trabajos le trajo mucha felicidad. Pintó murales en cuatro de las viejas garitas de policía que el Ministerio del Interior le dio al Municipio F para un proyecto de emprendedores. En ellas, los artesanos de la zona podrán vender sus artesanías. Las garitas estaban en muy mal estado, algunas prendidas fuego, todas sin revoque, sin cerraduras, sin luz. Antes de que llegara Min8 con sus aerosoles, un grupo de privados de libertad de Punta de Rieles estuvo a cargo de acondicionarlas.
“Fue un proyecto precioso, siempre las quise pintar porque tienen un estilo que me gusta mucho. Algo muy lindo que me pasó mientras pintaba en Punta de Rieles y Piedras Blancas es que se me acercó mucha gente. Estaban felices de ver colores, estaban muy agradecidos, los emprendedores también. Fue un furor en redes, me escribían para darme la dirección de otras garitas para que fuera a pintarlas y me dieron ganas de pintar todas”.
Min8 tiene un taller —El Octavo Espacio— donde expone sus obras y las de otros colegas que pintan en la calle y pueden exhibir sus trabajos y venderlos. “Pudimos generar el hábito de taller y de formato chico, porque en la calle pintamos formatos grandes. Es la primera galería de grafiteros”.
Sobre la variedad de grafitis que se ve en la calle, Min8 dice que es muy difícil decir qué es arte y qué no.
“Es muy subjetivo, siempre que exista la ciudad va a existir el grafiti. Siempre que el ser humano se pudo expresar lo hizo. La gente odia el vandalismo pero es parte de la ciudad. Cada uno se expresa desde sus vivencias, su manera de ser, sus códigos, su crianza. Hay camadas de gente que va apareciendo y se quiere dar a conocer. Ahora hay una etapa de transición en la que está habiendo bastante locura y caos en la calle. En épocas de campaña electoral se pone peor”.
En 2017 fue a la escuela Artigas en Paraguay a pintar al prócer. Y la nombraron ciudadana ilustre. En Montevideo también se ha abocado a pintar felinos, sobre todo para Cafelino, un café y refugio. En su fachada hizo un mural para la concientización sobre el maltrato animal.
Bomb it
Está en la treintena, nació en Venezuela y vive desde hace unos años en Montevideo. Este grafitero no quiere dar su nombre ni más datos que lo identifiquen. Entonces lo voy a llamar Anonymous. “El grafiti abarca muchas disciplinas y formas de aplicarse. La que yo conocí y practico es parte de la cultura del hip hop, un movimiento cultural en mi opinión sin igual. Me atrevo a pensar que el hip hop tomó cuatro elementos para crear una movida, el break dance, el dj, el grafiti y el rap. Son herramientas que permiten la libertad de expresión y trasladan el mensaje de ese movimiento al resto de la sociedad”.
Él considera que en el grafiti “se infiltró el aparato industrial y comercial para convertirlo en un producto vendible”, y eso llevó a dividir a este ejército del aerosol. “A los integrantes del grafiti les encanta pelearse por cuál es la forma verdadera. Con la infiltración de la industria, se pierde la esencia con la que nació el hip hop”.
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Edificio San Felipe y Santiago
Javier Calvelo/adhocFOTOS
En cuanto a su forma, él practica el bombing. “Me ubico dentro del grafiti vandal y me apoyo en los conocimientos que adquirí desde la adolescencia para hacer una especie de protesta social. No tengo problema en hablar con alguien antes de pintar una pared pero, si no hay permiso, te la pinto igual. No sé si siempre lo que hago es vandal, pero sí es rebeldía. El grafiti es una consecuencia de las condiciones en las que se vive hoy, es el descontento contra lo que nos oprime”.
Anonymous piensa que no se puede maquillar con arte la realidad crítica y que el grafiti siempre va a existir mientras haya violencia y desigualdad. En Montevideo no ha tenido mayores problemas, pero sí en Venezuela. “Me dispararon, me tiraron cosas desde edificios, me cagaron a palos. No solo policías, sino ciudadanos. Me desnudaron en una plaza y me dejaron toda la noche para pasar frío, me dieron electricidad con Taser, me pintaron el cuerpo. A veces dejamos salir el monstruo en pro de la defensa del espacio público”.
Escucho las palabras de Anonymous y pienso que son muy parecidas a las que aparecen en este documental que recorre el mundo del grafiti con el testimonio de grafiteros de las grandes ciudades. Se llama Bomb it:
Embed - Bomb It | Documental Graffiti | Subtitulado Al Español
Si llegaste hasta acá, tendrás una mezcla de sentimientos; también yo voy y vengo con el grafiti. A veces me enojo, a veces lo entiendo, a veces me confundo. Recuerdo en este momento a Plef, el grafitero asesinado en Malvín mientras pintaba una casa abandonada, un crimen que nunca se resolvió. A veces dejamos salir el monstruo.
Ahora miro por la ventana, el cielo está nublado, hay humedad y hace frío. Hoy Montevideo es una ciudad gris.
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Antes de despedirme, te dejo dos recomendaciones. Julio Bocca estuvo en los After Culturales de Búsqueda y Javier Alfonso lo cuenta en esta nota. Y Emma Sanguinetti quedó deslumbrada con las ceremonias de apertura y cierre de los Juegos Olímpicos en Francia. Esta es su columna.