Te escribe Silvana Tanzi, soy periodista cultural desde hace más de 20 años en Búsqueda y, actualmente, editora de sus páginas culturales. Algo que quiero contarte es la primera newsletter que escribo y estoy entusiasmada por incursionar en este formato con ecos de carta antigua, pero sin sobre ni estampillas. En esta nueva correspondencia quincenal voy a compartir contigo novedades, información y reflexiones en torno al ámbito cultural. Me encantaría recibir tus sugerencias y comentarios, o algo que quieras contarme. Aquí te dejo mi correo: [email protected].
Hace unos meses leí un artículo que me despertó curiosidad, y también un poco de desconfianza, por su título rotundo: Nadie compra libros. Se publicó en The Elysian, una newsletter que ha aparecido en publicaciones internacionales con la firma de Elle Griffin. En su nota, esta escritora y editora estadounidense pone el foco en la política de los grandes grupos editoriales que terminan perjudicando a los libros de autores que no son célebres.
Griffin leyó The Trial, un libro que recoge las transcripciones de una demanda antimonopolio entablada por el gobierno estadounidense contra la editorial Penguin Random House en 2022. Y da algunos datos significativos obtenidos por el Departamento de Justicia, por ejemplo, que de 58.000 títulos publicados en un año, el 90% vende menos de 2.000 copias y el 50% vende menos de 12. “A menos que seas una celebridad o un autor de franquicia, el modelo editorial no te proporcionará mucho más que un pequeño anticipo y una docena de lectores”, escribe la autora, y dice que incluso esas personalidades célebres tendrán más repercusión en Instagram que a través de las editoriales.
Si bien trata sobre un mundo editorial muy diferente al nuestro, el artículo de Griffin me hizo pensar qué sucede en Uruguay con la venta y la lectura de libros. Gran parte de mi trabajo consiste en leer, hacer reseñas o entrevistas a escritores. Soy muy afortunada, aunque me enfrento a un problema: me llegan tantos libros por semana que a veces no puedo mirar de qué tratan. Cuando termino de leer uno, la montaña ya se duplicó. Y lo que recibo es una ínfima parte de lo que reciben las librerías.
En los años 70, el escritor mexicano Gabriel Zaid escribió Los demasiados libros, un exitoso ensayo que alcanzó 15 ediciones. Allí planteaba ideas como esta: “Los libros se multiplican en proporción geométrica. Los lectores, en proporción aritmética. De no frenarse la pasión por publicar, vamos hacia un mundo con más autores que lectores”. Recordé ese ensayo al mirar la montaña que crece a mi lado y me pregunté si Zaid habrá exagerado o su visión fue certera.
Librerías atoradas
¿Se están publicando demasiados libros en Uruguay en relación con su población? ¿En qué puede afectar? ¿La venta ha caído como ocurre en otros países?
Estas preguntas se las trasladé a los distribuidores, una de las patas fundamentales del mundo del libro, el puente entre las editoriales y las librerías. Gussi Libros es la distribuidora más grande y antigua. Abrió en 1979 y desde entonces busca y promueve sellos nacionales y extranjeros de editoriales grandes y pequeñas y de todos los géneros. Siempre habrá que agradecer que haya traído en los años 80 a la editorial Anagrama, que nos permitió conocer a grandes escritores internacionales.
En Gussi ven una caída en las ventas, aunque no muy pronunciada, y señalan una tendencia que se viene dando desde hace un tiempo: “Cada vez se precisa vender más diversidad de títulos para llegar a números similares a años anteriores. Los best sellers cada año venden menos y eso lleva a que se compense por parte de las editoriales con publicación de más libros”.
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Los libros de gastronomía entre los más vendidos. LIBRO DE ORO / CÁMARA URUGUAYA DEL LIBRO
En principio la diversidad tendría que ser algo beneficioso para el lector, sin embargo, en Gussi señalan que la proliferación de títulos produce una atomización en las librerías, que se ven “atoradas” y no pueden absorber tantas novedades nacionales e importadas. “La vida útil del libro es muy corta, de pronto explota la venta y después de dos semanas se plancha y ya no vuelve con ventas chicas y constantes”.
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Los libros infantiles entre los más vendidos. LIBRO DE ORO / CÁMARA URUGUAYA DEL LIBRO
Para las editoriales esta dinámica es un problema, sobre todo si quieren publicar una segunda edición de algún título, en ese caso, corren el riesgo de que quede entera en los depósitos. Con la pandemia la preferencia del público estuvo en temas de bienestar, autoayuda y esoterismo. El libro infantil, un género que se ha desarrollado en nuestro medio con gran diversidad de estilos, formatos y autores, se sigue vendiendo, igual que los de cocina y los libros objeto de divulgación o investigación de temas políticos. Muy atrás quedan los de ficción, con algunas excepciones.
El valor del menos vendido
Alejandro Lagazeta, a cargo de la distribuidora Escaramuza, que abrió en 2015 y representa a editoriales independientes de varios países, algunas de ellas recién llegadas a nuestro medio, señala que el 2023 fue un año de baja de ventas sobre todo por la pospandemia y la diferencia cambiaria con Argentina. Pero también hace otro análisis. “Tenemos que usar las dos mediciones, la de los más vendidos y la de los que culturalmente hacen un aporte. Esos libros generan comunidad, encuentro, conversación. No importa si un libro vende 800 o 2.000. Que se venda menos no significa necesariamente que se lea menos. Invito a cambiar la matriz de análisis, que no se haga solo con los superventas”.
Por otro lado, le parece que se tienen que hacer más visibles las editoriales nacionales en las librerías, porque están ofreciendo libros de muy buena calidad. “En Argentina hay unas 400 editoriales independientes, en España, 4.500; acá no llegamos a 12, con las multinacionales incluidas. Los extranjeros que vienen se fascinan con lo que llegamos a construir en cuanto a diversidad, conocimiento y propuestas. A nosotros nos cuesta aceptar que tenemos una oferta atractiva”.
También Lagazeta señala la falta de datos históricos para medir tanto ventas como lectura. Recuerda un informe con datos de la Cuenta Satélite en Cultura del año 2009 y 2012, que para él fue un gran esfuerzo, aunque desordenado, que no tuvo sistematización ni continuidad.
Datos más recientes brindó en 2022 la Usina de Percepción Ciudadana a través de una encuesta sobre lectura a 400 personas. El 73% dijo haber leído por lo menos un libro al año, mientras que el 23% manifestó no haber leído ninguno en ese período. El 56% había accedido a libros digitales.
Algo que ambas distribuidoras señalan como problema es la venta a través de e-commerce y la falta de una ley del libro que regule allí los precios, como tienen España o Argentina.
“Es la ley de la selva”, dicen en Gussi. “Hay preocupación en el sector porque ya no son personas que venden libros por su cuenta y a precios más baratos que los fijados como venta al público, sino que son librerías que en e-commerce venden por debajo de los costos y con envíos gratis. Eso provoca que las grandes librerías sean cada vez más grandes y que a las chicas les cueste sobrevivir. Esta ausencia de regulación tendrá consecuencias a largo plazo. No necesitamos que venga Amazon para que esto pase, de hecho, está ocurriendo. Debería haber una ley de precio fijo que minimice estas prácticas para el bien de todo el sector del libro”.
Un poco de nostalgia
Me gusta pensar el libro como un viejo guerrero que puede enfrentar batallas y crisis y que se adapta a las nuevas tecnologías que cambiaron la forma de leer y de escribir. Una vez una editora a quien entrevisté me dijo que el libro es un artefacto perfecto y que por eso ha sobrevivido más o menos igual desde el siglo XV. Y me convenció.
Ahora, una pregunta nostálgica. ¿Te acordás cuál fue el primer libro que leíste con conciencia de estar leyendo? El mío fue Mujercitas, de Louisa May Alcott, publicado en la colección argentina Robin Hood. En mi casa había varios de esos libros, heredados de otras generaciones, que tenían tapas duras, amarillas y con ilustraciones coloridas.
Hace unos años me alegré al encontrar en una reedición de esa novela del siglo XIX una cita de la cantante Patti Smith: “Hallé consuelo en los libros. Curiosamente, fue Louisa May Alcott con Mujercitas quien me procuró una perspectiva positiva de mi destino como mujer”. Entonces, lo volví a leer.
También este año revisé los títulos de Alice Munro, premio Nobel de Literatura 2013, a raíz de su muerte a los 92 años. Para mí es de las mejores cuentistas que he leído, por eso el nombre de esta newsletter se inspira desvergonzadamente en el título de uno de sus libros: Algo que quería contarte. Lástima que las recientes noticias sobre la vida privada de Munro han enturbiado su imagen. Pero eso es algo para contarte en una próxima entrega.
Antes de despedirme, me gustaría recomendarte algunas columnas publicadas en Búsqueda. Una es la de Emma Sanguinetti sobre arte y fútbol a propósito de los 100 años de los Juegos Olímpicos en Colombes. La otra es un Fugaz del señor EAL, que hace una analogía entre la película Mississippi en llamas y la tenebrosa situación que vive Corrientes por un niño desaparecido. Y esta semana, Silvia Soler cuenta cómo se vive en Praga el centenario de la muerte de Kafka.