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Fentanilo: Uruguay considera “imprescindible” tener datos en tiempo real para anticipar su desembarco
El Ministerio del Interior busca que las Policías de la región otorguen niveles de riesgo y probabilidad de ocurrencia a las amenazas derivadas del opioide sintético
Los ministros de Seguridad e Interior del Mercosur buscan unirse ante una epidemia de fentanilo que amenaza expandirse a Sudamérica
A pedido del Ministerio del Interior de Uruguay, cuatro países de la región estudian crear una unidad de seguridad dedicada a vigilar el avance del fentanilo, una droga cuyo consumo está en aumento en Sudamérica y preocupa por su potente efecto adictivo y letalidad.
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La iniciativa fue planteada en el marco del Mercosur y los gobiernos de Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay resolvieron "realizar las consultas internas competentes" antes de aceptarla, según consta en un acta del organismo a la que accedió Búsqueda.
De acuerdo al acta, para el Ministerio del Interior “se hace necesario instrumentar medidas proactivas que logren anticipar los problemas de seguridad que deben afrontar y gestionar las fuerzas de seguridad interior de los países miembros del Mercosur”. Por eso el gobierno uruguayo “considera imprescindible contar con información —en tiempo real— de las nuevas amenazas emergentes y la problemática a enfrentar, mediante el establecimiento de mecanismos de análisis de la información y disponibilidad de la misma, que identifiquen esas amenazas y permitan delinear las acciones profesionales capaces de enfrentarlas”.
En concreto, Uruguay propuso crear “mesas operativas auxiliares” integradas por oficiales de Policía de cada país, encargados de cargar datos para consulta diaria en el Sistema de Intercambio de Información de Seguridad del Mercosur (Sisme). La propuesta uruguaya es que se formen cuatro mesas —una dedicada al fentanilo y las otras al grupo criminal Tren de Aragua, el terrorismo y la violencia en el deporte— donde se centralice, analice y procese la información cargada, para luego otorgar niveles de riesgo, probabilidad de ocurrencia de eventos y grado de impacto de esos eventos. Con esas alertas, de forma autónoma las policías de cada país decidirán qué acciones de seguridad tomar.
¿Cuál es la estrategia actual contra el fentanilo?
La idea de las mesas operativas auxiliares fue presentada por el ministro del Interior, Nicolás Martinelli, durante la LII Reunión de Ministros del Interior y de Seguridad del Mercosur, organizada en noviembre en Montevideo. A la actividad asistieron delegaciones de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia y Paraguay, y los ministros Patricia Bullrich (Argentina), Eduardo del Castillo (Bolivia), Ricardo Lewandowski (Brasil) y Enrique Riera (Paraguay).
“Ya no es momento de seguir hablando, es hora de actuar. Y por eso voy a proponer la creación de plataformas de intercambio de información, con las cuales podamos concretar en el territorio todo aquello que analizamos en los escritorios”, sostuvo Martinelli durante su discurso de apertura.
La creación de un ámbito de intercambio de información policial no es nueva en el Mercosur. En el pasado han existido iniciativas similares que naufragaron o que fueron aceptadas pero no funcionan debido a demoras administrativas, aprobaciones pendientes en los distintos Parlamentos, cambios de presidentes o la falta de un contacto oficial establecido y en funcionamiento más allá de las autoridades policiales y gubernamentales transitorias. A eso se suma la desconfianza que en áreas policiales de Argentina, Brasil y Uruguay existe sobre sus pares de Bolivia y Paraguay, sospechados de un mayor grado de corrupción ante grupos de crimen organizado.
La desconfianza se acrecentó con recientes cambios ocurridos en Paraguay relacionados al trabajo de la Administración de Control de Drogas (DEA) de Estados Unidos. También se notó en la propia LII Reunión de Ministros del Interior y de Seguridad del Mercosur, en la que las delegaciones de Bolivia y Paraguay formularon protestas mutuas debido a la falta de colaboración en la persecución y detención de ciudadanos bolivianos y paraguayos, dijeron a Búsqueda fuentes oficiales.
Bajo ese contexto, ante la propuesta de Uruguay de formar una mesa auxiliar operativa contra el fentanilo, los integrantes del Mercosur respondieron que “resulta necesario otorgar a los órganos existentes un sistema de articulación dinámico y ágil” pero que estudiarán la iniciativa internamente para “continuar su tratamiento en la siguiente oportunidad”, de acuerdo con el acta de la reunión.
El planteo de Martinelli y el Ministerio del Interior intenta dar más detalle a un acuerdo más amplio que sí se aprobó en noviembre en Montevideo, que llama a la “coordinación de operaciones en materia de seguridad de los Estados partes” a través de la creación de mesas operativas auxiliares para enfrentar amenazas emergentes en áreas como operaciones criminales, tráfico y tratas de personas y violencia en el deporte. El convenio, sin embargo, no especifica qué amenazas controlarán esas mesas ya que los países deben “respetar las instituciones nacionales y los compromisos internacionales asumidos”.
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El consumo de fentanilo todavía no está instalado en Uruguay pero hay indicios de su arribo, ante la expansión global del uso de la droga y la participación en su comercio de estructuras criminales ya presentes en el continente. “A Uruguay le preocupa especialmente la rápida y creciente expansión de un fenómeno que nos obliga a considerar otras variables, a ser particularmente innovadores en el abordaje sobre la base de la evidencia científica, y ese problema es la producción, la venta y el consumo de drogas sintéticas, con consecuencias muy nocivas para la salud y que además son altamente lucrativas para quienes las producen”, dijo el año pasado el secretario de la Presidencia, Rodrigo Ferrés, ante la Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas.
Se trata de una droga opiácea sintética utilizada con fines médicos como un potente anestésico o analgésico, que generó una enorme crisis sanitaria en Estados Unidos: en 2023 fue responsable del 70% de las muertes por sobredosis —aproximadamente 75.000 personas— y es la principal causa de fallecimiento entre las personas de 18 a 44 años. Su consumo en Sudamérica está en crecimiento pero no hay unanimidad sobre cómo atacarlo, ante gobiernos que ya tienen dificultades para coordinar esfuerzos en la lucha contra drogas menos letales pero comercializadas desde hace décadas como la marihuana y la cocaína.
Esta escasez de comunicación fue evidente a fines del año pasado con la visita de Todd D. Robinson, secretario de Estado Adjunto para Asuntos Antinarcóticos y Aplicación de la Ley, una oficina contra las drogas dependiente del Departamento de Estado de Estados Unidos. Previo a venir a Uruguay, Robinson se reunió en Buenos Aires con jerarcas del Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina; la agencia EFE informó que en el encuentro se acordó la instalación en esa ciudad de un centro de inteligencia contra las drogas sintéticas para Sudamérica, lo que fue calificado en rueda de prensa por Robinson como un “nodo clave”.
Aunque no está confirmado dónde, cómo ni desde cuándo funcionará, la creación de este centro fue impulsada por el gobierno argentino y las autoridades uruguayas de Cancillería, Interior y Presidencia desconocían su existencia. Tampoco sabían que el centro había sido objeto de conversación entre Robinson y las autoridades argentinas, pese a que días después en Montevideo el jerarca estadounidense dialogó sobre la importancia de coordinar estrategias contra sustancias sintéticas ilícitas como el fentanilo.