Frente al peor retroceso del desarrollo humano en 35 años, el programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) propone un aliado inesperado: la inteligencia artificial (IA). Su último informe, publicado esta semana, revela que, bien gestionada, la IA podría ser la clave para reactivar el progreso global.
El informe, titulado “Un llamado a decidir: personas y posibilidades en la era de la IA”, señala que el desarrollo global enfrenta cinco crisis interconectadas: desaceleración histórica del progreso humano —con el peor desempeño del índice de desarrollo humano (IDH) desde su creación, que afecta la salud, la educación y los ingresos—; aumento de desigualdades, con brechas que se amplían por cuarto año consecutivo entre países ricos y pobres; pérdida de cohesión internacional, evidenciada en polarización y desconfianza hacia instituciones ante desafíos como el cambio climático; vacío de liderazgo político, que impide respuestas colectivas efectivas, y transformación tecnológica desigual, en la que el efecto real de la IA dependerá de cómo personas, empresas y gobiernos se adapten a su implementación.
El PNUD, a través del informe, promueve el aprovechamiento del potencial de la IA “para fortalecer el bienestar humano a escala global y ampliar las capacidades individuales”, si bien subraya que su impacto positivo “no es automático“, sino que “depende fundamentalmente de las elecciones humanas y la forma en que la tecnología se integre en la sociedad”.
En países con niveles bajos o medios de desarrollo humano, el optimismo es aún más marcado: el 70% de la población espera un aumento en su productividad gracias a la IA, y dos tercios prevé utilizarla en sectores como la educación, la salud o el trabajo en el corto plazo.
Pedro Conceição, director de la oficina del PNUD responsable del informe, señaló en una conferencia con medios a la que asistió Búsqueda que, si bien el informe muestra señales preocupantes en el IDH, también refleja una fuerte expectativa social sobre el potencial transformador de la IA. “El título del informe remite a la idea de elecciones: ¿qué decisiones podemos tomar para asegurarnos de que la IA contribuya al desarrollo humano?”, explicó.
El informe, continuó, propone actuar en tres direcciones. La primera “es construir una economía complementaria, en la que la IA no sea vista como un sustituto de las personas, sino como una herramienta que las empodere y les permita potenciar su trabajo, logrando más de lo que podrían por sí solas”. La segunda dirección “tiene que ver con utilizar la IA para potenciar la innovación científica, tecnológica y la creatividad en un sentido amplio”. Por último, detalló, que “no se trata simplemente de automatizar pasos del proceso creativo, sino de aprovechar realmente el poder de la IA para impulsar avances en el conocimiento“.
El informe destaca ejemplos concretos, “como en el campo de la biología, donde la IA ya permite predecir la estructura de proteínas, una tarea que durante décadas exigió enormes recursos. Ahora, gracias a la IA, este tipo de descubrimientos pueden escalarse significativamente, acelerando el progreso científico”, resumió Conceição.
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Tendencias del IDH de Uruguay 1990-2023
En 1990, el PNUD incorporó el IDH como una herramienta innovadora para medir el progreso de los países, basada en las ideas del economista y premio Nobel indio Amartya Sen. El IDH evalúa el desarrollo en función de tres dimensiones fundamentales: esperanza de vida al nacer, acceso a la educación y poder adquisitivo, utilizando una escala que va de 0 (mínimo desarrollo) a 1 (máximo desarrollo).
En 2023, Uruguay alcanzó un IDH de 0,862, ubicándose en la categoría de desarrollo humano “muy alto” y en el puesto 48 entre 193 países y territorios. Desde 1990, el IDH de Uruguay creció un 20,9%, pasando de 0,713 a 0,862. En ese mismo período, la esperanza de vida al nacer aumentó en 5,14 años, la expectativa de escolaridad en 4,52 años, la media de escolaridad en 3,39 años y el ingreso nacional bruto (INB) per cápita se incrementó en un 110,1%.
Aunque el informe del PNUD tiene un enfoque global, sus observaciones sobre los países de renta media con instituciones públicas estables son aplicables a casos como el de Uruguay, que cuenta con programas de alfabetización digital, conectividad educativa, servicios estatales electrónicos y un ecosistema público-privado de innovación tecnológica. En este tipo de contextos, advierte el PNUD, “una limitación clave para que las empresas participen en la mejora industrial (utilizando tecnologías y productos avanzados ya desarrollados en otros lugares) es la falta de conocimiento técnico (know-how), lo cual la IA podría aliviar”.
El documento destaca que disponer de tecnología no garantiza por sí solo un desarrollo más justo. En relación con la IA, subraya que “el verdadero poder de la tecnología radica en cómo se utiliza, no solo en lo que puede hacer”. La falta de acceso, de capacidades institucionales o de marcos regulatorios adecuados pueden hacer que estas herramientas amplíen, en lugar de reducir, las desigualdades existentes, advierte el PNUD.
En contextos como el de Uruguay, el uso de IA en áreas como salud, educación, administración pública y sectores productivos “puede generar nuevas dinámicas en el acceso a derechos y recursos”. El informe sostiene que estas transformaciones deben ser gestionadas “de forma participativa y con mecanismos de monitoreo público que evalúen su impacto”.
Impacto emocional y gobernanza
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Pablo Vignali / adhocFOTOS
El informe del PNUD también reconoce que la IA está cambiando cada vez más la vida cotidiana, y advierte que las sociedades que no ajusten sus planes de desarrollo a esta nueva realidad corren el riesgo de quedarse atrás.
Michelle Muschett, directora regional del PNUD para América Latina y el Caribe, fue más allá en su diagnóstico. “Cuando analizamos el impacto que la IA está teniendo en las dinámicas del ser humano, vemos que tiene un impacto en la educación, en la salud, en la productividad, en la cohesión social, en el ejercicio de libertades individuales y de libertades públicas y colectivas”, dijo en conversación con Búsqueda y otros medios de la región. También alertó sobre el deterioro del bienestar emocional: “Particularmente en las personas jóvenes, vemos que el 70% consumen y sobreconsumen nuevas tecnologías y hacen uso de ellas por más de cuatro o cinco horas diarias, el impacto que está teniendo en aumento en niveles de ansiedad, de depresión y también de aislamiento”. Frente a este escenario, advirtió que la IA “tiene que ser una prioridad central de las políticas públicas… con una mirada de inclusión” y que “la cooperación regional será clave” para “no enfrentar solos desafíos que trascienden a cada país”.
Una prioridad señalada por Muschett es la importancia de mejorar la calidad y gobernanza de los datos utilizados para entrenar la inteligencia artificial. “Es clave para la región invertir en datos responsables, en datos que sean confiables, que realmente no estén manipulados, que eviten al máximo posible los sesgos”, afirmó. Subrayó que este esfuerzo requiere “marcos de gobernanza sólidos, con un foco en inclusión, equidad y seguridad en la manera en la que se hace uso de la IA”, para evitar que su aplicación amplíe brechas.
En línea con esta preocupación, el informe del PNUD advierte que los grandes modelos de lenguaje (LLM, por su sigla inglesa) tienden a reflejar desproporcionadamente las culturas de los países con IDH muy alto. Esto ocurre porque los datos empleados para entrenar estos sistemas provienen principalmente de internet, donde predominan los contenidos generados en regiones que cruzaron antes la brecha digital. Como consecuencia, “culturas de países con IDH bajo quedan subrepresentadas”, lo que puede limitar la diversidad de respuestas ofrecidas por la IA y “aumentar el riesgo de homogeneización cultural”.
Un estudio citado por el informe revela que ChatGPT (aplicación basada en un LLM) responde de manera más coherente con los valores de países angloparlantes con IDH muy alto, como Estados Unidos, Canadá o Reino Unido, y difiere notablemente respecto a países como Libia, Pakistán o Túnez. Esta brecha cultural sugiere que los beneficios de la IA podrían concentrarse en los países mejor representados en los datos de entrenamiento, “reforzando sus opiniones y valores”.
