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'Colección Mariano Arana Sánchez', una exposición-homenaje con pinturas del exintendente de Montevideo
En el Museo Gurvich, con curaduría de Rafael Lorente, se exhibe una selección de la colección de 150 piezas de arte uruguayo del siglo XX y XXI que el arquitecto conservaba en su apartamento del Prado
La sala principal de la muestra con la colección Mariano Arana
Rafael Lorente Mourelle aún se emociona al recordar al arquitecto Mariano Arana y al revivir los días inmediatos a su muerte, ocurrida el 4 de junio de 2023. “Falleció un domingo de madrugada y yo había salido a almorzar con él tres días antes. Con Fernando Giordano lo íbamos a buscar cada dos o tres semanas a su apartamento en el Prado y lo llevábamos a almorzar, después íbamos a su casa a tomar el café”. En ese apartamento de Agraciada y Buschental, Arana tenía colgados varios cuadros que había ido comprando o le habían regalado, pero lo que Lorente y sus amigos no sabían es que también tenía un verdadero tesoro en obras de arte conservadas en otros lugares de su casa.
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“A los pocos días de su fallecimiento, me llamó Eduardo Arana, su sobrino. Me pedía que lo ayudara a él y a Mónica, su hermana, a hacer un registro de las obras. Le dije que encantado y empecé a ir con él al apartamento. Yo siempre veía en el estar —que era un caos de libros, de discos de música y de objetos— algunas pinturas, digamos, no más de 10, de pintores muy destacados. Pero empezamos a encontrar obras en los armarios de la cocina, en el placard donde tenía las camisas y los pantalones, atrás de los libros de su biblioteca, debajo de la cama, en el garaje donde guardaba el auto”. Marcelo y Mónica Arana son los únicos herederos del exintendente.
Después de un mes de trabajo, Lorente registró 150 obras que habían sido compradas por Arana o que había recibido de regalo. “Cuando vi ese listado con el nombre de cada autor, el año, la técnica, me dije ‘esto no puede quedar así, solo en un registro’. Si las obras se llegan a rematar o a vender, la colección se va a dispersar. Entonces pensé que había que hacer una exposición con el Arana coleccionista”. La propuesta de hacer la exposición en homenaje a Arana se la hizo a la directora del Museo Gurvich, Vivian Honigsberg, ella aceptó y se pusieron a trabajar con la curaduría de Lorente.
El exintendente había integrado la Fundación Gurvich y era uno de los tantos espacios de diálogo que mantenía con Lorente. Se habían conocido en 1959 en la Facultad de Arquitectura. “Él todavía no estaba recibido, pero en ese momento ya era delegado del Centro de Estudiantes y fue el primer delegado estudiantil en el Consejo de la Facultad”. Lorente destaca la facilidad que tenía Arana para la disertación y para el contacto con la gente. “Era un comunicador fantástico”, recuerda. “Su madre integraba la Iglesia Metodista y él también la integró. Y ese espíritu de misión lo incorporó después fuera de lo religioso, pero creo que ahí se formó la personalidad del político que fue. Aquí en el Gurvich está el Mariano íntimo tal como yo lo conocí, con una gran sensibilidad hacia la cultura. En el MAPI está el otro Arana, el político”.
Un coleccionista refinado
Recorrer esta muestra es pasear por una selección privilegiada del arte uruguayo del siglo XX, desde 1910, y parte del XXI. Claro que no están las 150 piezas, porque allí estuvo el ojo de Lorente para elegir las de mayor valor artístico, más que el afectivo, que también las hay. “Lo que más me costó fue descubrir de qué manera iba a presentar la colección, pero tenía claro que debía pensar en un guion, encontrar un vínculo para el público que no fuera cronológico o por épocas”.
En la sala del cuarto piso, la exposición está organizada en islas que integran obras con algo en común. Una se llama El Círculo: modernismo y paisaje, y allí hay obras de artistas como Pedro Blanes Viale con El guardián de la granja. Otro sector está dedicado al Taller Torres García, con pinturas del maestro y de sus discípulos directos, junto con paisajes y constructivos de Julio Alpuy, Augusto y Horacio Torres, Gonzalo Fonseca, Manuel Pailós, Eva Olivetti y Alceu Ribeiro. En el sector denominado “Los maestros” hay un bellísimo y pequeño Barradas, la primera obra que compró y con la que comenzó su colección. Está junto a su famoso marinero y a obras de Pedro Figari, óleos de Carmelo de Arzadun y de Washington Barcala y a un hermoso Gurvich, Monumento rojo.
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Mal tiempo, de Carmelo de Arzadun, y óleo de Washington Barcala
En otra de las islas, Dibujantes: trazo e invención, hay acuarelas de Cabrerita y de José Cuneo, dibujos de Hermenegildo Sábat, Guillermo Fernández, Nelson Romero, Mingo Ferreira, entre otros. En el área de Matéricos, surrealistas y figurativos, se destaca Forma, de Leopoldo Nóvoa, una obra de técnica mixta de otro gran amigo de Arana, integrante del llamado Grupo de los ocho, junto a Nelson Ramos, Jorge y Carlos Páez, entre otros.
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Museo Gurvich
El conjunto se completa con algunos objetos, como Tres vidrios, de Águeda Dicancro, y con fotografías que lo muestran al exintendente con personalidades de la cultura, entre otras, Joan Manuel Serrat, José Pedro Barrán y Alicia Casas, Rimer Cardillo, Eva Olivetti, Olimpia Torres y Elsa Andrada. Una fotografía es del Coro Discantus, que integró Arana. Otra sorpresa. En la última que le sacaron, tomada por Fernando Giordano, Arana está entrando a su casa, muy delgado, muy elegante en su ropa de calle, como siempre.
Pero todavía queda otro sector en esta muestra: Los contemporáneos: diversidad y fantasía. Para verla hay que subir por una pequeña escalera a la sala de arriba. Allí están las ciudades alucinantes de Alfredo Ghierra y de Javier Gil; un grabado de Pilar González, obras de sus amigos Lorente y Giordano y un espectacular Leonard Cohen, de Hogue.
Y aún queda más por recorrer. En la sala que lleva el nombre de Rodolfo López Rey, también arquitecto y coleccionista, se estableció un “diálogo” entre obras que pertenecieron a Arana y a López Rey, quien legó parte de su colección al Gurvich. Allí hay una preciosa curiosidad: en la página 148 del libro El desierto de fuego, de Emilio Salgari, Lorente descubrió un dibujo de Rafael Barradas hecho sobre el texto. Otro de los tesoros que guardaba la biblioteca de Arana.
“Esta faceta de Mariano es casi desconocida, incluso para gente muy cercana y que lo acompañó en su vida política. A muchos les pareció un descubrimiento”, dice Lorente. El martes 27, el curador presentará el catálogo de la exposición a las 17 horas en el Gurvich. Seguramente allí seguirá mostrando este perfil íntimo, sensible y de gusto exquisito que tuvo Arana. Seguramente volverá a recordar su amistad, y habrá motivos para emocionarse. La entrada es libre y, de paso, se puede visitar la muestra en sus últimos días. Es la que más público ha recibido el Gurvich.