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    La gestión del presidente Luis Lacalle Pou, entre las nubes de la crisis y el azul de sus logros y reformas

    En los momentos más desafiantes de su gobierno, el presidente se tatuó la frase de su bisabuelo Luis Alberto de Herrera: “Las nubes pasan, el azul queda”

    Promediando su gobierno, con varias tempestades políticas y crisis personales arreciando, el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, se tatuó en la piel uno de sus gritos de guerra: “Las nubes pasan, el azul queda”. La frase, dicha alguna vez por su bisabuelo Luis Alberto de Herrera, y ahora escrita con tinta permanente en una de sus piernas, es la misma que había elegido para cerrar su primer discurso tras la victoria en las elecciones de 2019. Arriba del estrado montado sobre bulevar Artigas, el entonces presidente electo quiso homenajear con esas palabras a su padre, Luis Alberto Lacalle Herrera. “Déjenme dedicarle una frase a mi viejo. Una frase tan simple como profunda: ‘Las nubes pasan, el azul queda’. Siempre. Puede demorar, pero queda el azul”, dijo ya en la madrugada del lunes 25 de noviembre. Faltaban todavía unos meses para calzarse la banda presidencial.

    Y acaso esa frase fue todo un presagio. Los cinco años de gobierno de Lacalle Pou estuvieron signados por permanentes nubarrones amenazantes que se despejaban y volvían. Una y otra vez. Las nubes y el azul. El azul y las nubes. A muy pocos días de asumir, las nubes. El viernes 13 de marzo de 2020, en una conferencia de prensa en Torre Ejecutiva con todos los miembros de su gabinete detrás suyo, el presidente decretó la emergencia sanitaria por el avance de una enfermedad conocida como Covid-19. Uruguay y el mundo en pausa e incertidumbre. Los aeropuertos cerrados, las clases suspendidas, los espectáculos públicos cancelados. La distancia social. La movilidad restringida. Los tapabocas. Y un primer gran desafío: gestionar esa crisis que le cayó de arriba cuando estaba acomodando su cuerpo en el sillón presidencial. La pandemia, sin embargo, fue una oportunidad. “Yo soy yo y mis circunstancias”, escribió el filósofo español José Ortega y Gasset. Y Lacalle Pou identificó ese momento crucial de su recién estrenada presidencia como el de mayor soledad en todo el período del gobierno. Él y la circunstancia.

    Lacalle Pou ante el dilema de ceder frente a la presión social, de buena parte de la comunidad médica y de la oposición política que reclamaba una cuarentena obligatoria, o apelar por un camino intermedio y apostar por la responsabilidad individual y colectiva con el Estado como sostén. Fue por el medio. Y nació ahí el concepto que definió su gestión de la pandemia y se volvió una grifa con alcance internacional: la libertad responsable.

    El periodista y analista político Daniel Supervielle, reconstruye en su libro La libertad responsable, el momento de soledad en la residencia presidencial de Anchorena, en Colonia. Sobre el filo de un barranco de unos 15 metros que cae sobre el Río de la Plata, el presidente dejó un trillo mientras caminaba de un lado a otro antes de resolver que no decretaría la cuarentena obligatoria para mantener encendidas —y reguladas por esas famosas perillas invisibles— las luces de la actividad económica y social.

    “Ahora es más fácil opinar sobre esto, pero acordate que nadie en el mundo sabía qué era lo que iba a pasar. Las imágenes en los informativos eran supermercados vaciándose, la soledad en todos lados. Realmente impactaban las escenas de la muerte, los cementerios llenándose de ataúdes. Todo eso era el proceso que se estaba viviendo”, le contó Lacalle Pou a Supervielle en una entrevista para el libro. La emergencia sanitaria se extendió durante poco más de dos años. Tuvo otros hitos positivos como la creación de un Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), y también episodios críticos, cuestionamientos, propuestas desatendidas de blindaje para frenar las muertes que se llegaron a contar de a 70 por día. Pero en el balance, la pandemia sirvió como una prueba de fuego que curtió a Lacalle Pou, le dio la oportunidad de mostrarse como un buen comunicador en tiempos de crisis, solidificó su imagen, extendió la luna de miel con la población y despejó dudas entre propios y ajenos sobre sus capacidades de liderazgo como presidente. Pasaron las nubes y quedó el azul.

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    Las leyes y las reformas urgentes

    En esos primeros meses de gestión condicionada por la pandemia hubo, sin embargo, una intensa actividad parlamentaria para aprobar una ley ómnibus que la coalición multicolor había prometido durante la campaña electoral —bajo un programa común denominado Compromiso por el país— y que suponía su hoja de ruta para todo el período de gobierno. La Ley de Urgente Consideración (LUC) incluyó una amplia batería de propuestas en terrenos como la seguridad ciudadana, educación, economía, relaciones laborales, desarrollo social, vivienda. La norma fue promulgada en julio del 2020. Y marcó de alguna manera el ritmo de la discusión pública con la oposición durante por lo menos los dos años siguientes. En marzo de 2022, luego de una recolección de más de 800.000 firmas a cargo de militantes del Frente Amplio y el movimiento sindical, la ley fue sometida a un referéndum para derogar algunos de sus artículos. Las urnas se volcaron a favor del gobierno. La LUC se mantuvo por un estrecho margen. Es verdad que significó un respaldo a la administración y una buena noticia para el presidente. Las nubes y después el azul. Pero también fue una señal de alarma sobre la capacidad de militancia y de poder electoral de una oposición que recién estaba asimilando el golpe de la derrota tras 15 años de gobierno.

    La reforma de la seguridad social fue otro de los mojones importantes durante el mandato de Lacalle Pou. Una apuesta arriesgada que tenía como principales elementos de conflicto el aumento de la edad jubilatoria hasta los 65 años y la consolidación del régimen mixto de ahorro previsional con los aportes del Banco de Previsión Social (BPS) con los de las Administradoras de Fondos de Ahorro Previsión (AFAP).

    El presidente tuvo que zurcir entre los propios socios de la coalición para llegar a un consenso sobre la propuesta que se iba a enviar al Parlamento. Tuvo especialmente un ida y vuelta áspero con el líder de Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos, que impuso una batería de condiciones para levantar los brazos cabildantes a la hora de votar. La reforma fue finalmente aprobada en mayo de 2023. Y motivó una nueva reacción del movimiento sindical y de algunos sectores del Frente Amplio que promovieron un plebiscito para bajar la edad jubilatoria a 60 años y eliminar las AFAP. La iniciativa no prosperó por poco. Y dejó otra vez la luz de alarma ante otro tanque de la administración Lacalle Pou. El gobierno electo se apresta ahora a convocar a un diálogo nacional para revisar algunos de los cambios introducidos en el régimen jubilatorio.

    Alejandro Astesiano durante acto de Luis Lacalle Pou, en la sede de la FOEB en Montevideo, octubre de 2019. Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS
    Alejandro Astesiano durante acto de Luis Lacalle Pou, en la sede de la FOEB en Montevideo, octubre de 2019.

    Alejandro Astesiano durante acto de Luis Lacalle Pou, en la sede de la FOEB en Montevideo, octubre de 2019.

    La fábula de la rana y el escorpión

    En las horas más oscuras, cuando el presidente parecía verse envuelto o salpicado con algunos de los escándalos en su gobierno, llegó a compartir entre los suyos esa moraleja que deja la fábula de la rana y el escorpión. Resumido: un escorpión le pide a una rana que lo ayude a cruzar un río, la rana duda, pero acepta ante la promesa del escorpión de no picarla. Y a mitad de camino, el escorpión pica a la rana. Se ahogan los dos. Y el escorpión se justifica diciendo que no pudo evitarlo: estaba en su naturaleza. Lacalle Pou usó varias veces esta figura para definir y explicar algunos hechos irregulares que ocurrieron en su mandato.

    El más notorio fue el de su custodio personal y su chofer Alejandro Astesiano, condenado por su participación en una red de falsificación de pasaportes uruguayos a ciudadanos rusos e imputado con los delitos de asociación para delinquir y tráfico de influencias. El episodio le pegó en la banda de flotación del presidente. Una persona de su extrema confianza que usaba las oficinas de la Torre Ejecutiva y su vínculo con el mandatario para distintas gestiones irregulares por las que terminó en prisión. El caso Astesiano dejó también al descubierto una serie de chats comprometedores que mantenía el custodio con distintos actores políticos y otros funcionarios públicos. A veces invocando al presidente. Y otras arrogándose potestades por su cercanía con él. Este asunto fue un nubarrón casi que permanente en la gestión de Lacalle Pou.

    Pero hubo otros. La renuncia obligada o no de varios de sus ministros. La enigmática partida, al comienzo mismo de la administración, del canciller Ernesto Talvi. La renuncia obligada del colorado Germán Cardoso al Ministerio de Turismo por presuntas irregularidades en contratos de publicidad. La de la cabildante Irene Moreira al Ministerio de Vivienda después de que se conociera la asignación discrecional de viviendas durante su gestión. Un hecho que además significó un quiebre en la relación con Manini Ríos, esposo de Moreira y socio de la coalición.

    Y las que más impactaron en su entono más cercano y nuevamente en su banda de flotación: las renuncias obligadas y en bloque del ministro del interior Luis Alberto Heber y el subsecretario Guillermo Maciel del canciller Francisco Bustillo y de su asesor en comunicación y estrategia, Roberto Lafluf. Todos ellos, junto a la exsubsecretaria Carolina Ache, que había renunciado meses antes, protagonistas directos o indirectos en la trama del otorgamiento de un pasaporte al narcotraficante uruguayo Sebastián Marset, un caso que aún está en investigación de la Justicia. Y un episodio que también sirvió para inmortalizar la frase: “Pasé a saludar”, que pronunció en su defensa Lacalle Pou durante una conferencia de prensa para desligarse de una reunión en Torre Ejecutiva en la que se procuró una estrategia común para explicar las razones por las que Cancillería y el Ministerio del Exterior autorizaron la expedición de ese pasaporte a Marset, en ese momento detenido en Dubái y ahora con paradero incierto.

    El caso del exsenador blanco Gustavo Penadés, espada legislativa al inicio de este gobierno y ahora en prisión preventiva por múltiples delitos sexuales que incluyen a menores de edad, fue otro de los momentos incómodos de la gestión de Lacalle Pou. El presidente fue uno de los primeros en creer la versión de inocencia de Penadés. Primero declaró que sería “un mal amigo” si no lo hiciera. Y luego mostró su “tristeza” ante “la aparente confirmación de los hechos". Otra nube que aún no pasó.

    Junior - Lacalle Pou
    Lacalle Pou en la tinta de Junior

    Lacalle Pou en la tinta de Junior

    El Hospital del Cerro y la infraestructura vial

    En sus últimas apariciones públicas, en la recta final de este gobierno, que lo encuentra ostentando unos niveles altísimos de popularidad —52 %, según una última encuesta de Equipos—, el presidente Lacalle Pou ha dicho que dos de sus grandes motivos de orgullo de gestión, dos principales legados de su administración, tienen que ver con cuestiones tangibles, materiales. Una de ellas es la construcción del Hospital del Cerro, un viejo reclamo de vecinos del barrio, que fue inaugurado en noviembre de 2023. “Increíble, le hicieron campaña en contra a un hospital en la zona donde más necesitaba. No lo digo a modo de reproche, lo digo para que todos entendamos que no son obras de un período de gobierno, son obras de la comunidad”, dijo a mediados de febrero, acaso con la sangre en el ojo por una inauguración que tuvo un sabor agridulce por la manifestación en contra que soportó de parte de militantes frenteamplistas.

    Para Lacalle Pou, este centro hospitalario y las obras de infraestructura vial, especialmente las que se hicieron en la Ruta 6, pero con una intervención en más del 80% en las rutas nacionales y una inversión que supera los US$ 4.500, son las de “más justicia del país”.

    Con algunos otros mojones y episodios que marcaron su gobierno, como la sequía, el agua salada saliendo de las canillas, la crisis cambiaria argentina que afectó a los departamentos del litoral de Uruguay y la reivindicación de logros económicos, como haber controlado la inflación y la creación de más de 100.000 puestos laborales, el presidente Luis Lacalle Pou cerrará su ciclo este viernes 28. Lo hará con una ceremonia en la Torre Ejecutiva que tendrá el marco de una celebración autoconvocada por militantes blancos que se proponen decirle en la plaza Independencia un “orgullosamente, gracias”. Para ellos, igual que para el presidente: las nubes primero y el azul después.

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